La carrera equivocada en México

Lo que Ramón Magariños llevaba en su equipaje para participar en los Juegos Olímpicos de México 1968 era, además de sus espléndidos y prometedores 20 años, las plusmarcas españolas de 200 (20.9), 400 (46.7) y 4×400 metros (3:10.1, en compañía de Arteaga, Bondía y Gayoso). Pero, a la hora de la verdad, se le atragantaron los 400 metros y no pasó de la primera carrera.

El 16 de octubre de 1968, Magariños se situó en la calle uno para dar la vuelta a la pista en la serie que le correspondió, la tercera. Julio Bravo, jefe del equipo español de atletismo en la cita olímpica, confiaba en él y escribió lo siguiente: “Nuestro corredor había hecho días antes, con extraordinaria facilidad, 20.9 en 200 y había demostrado en los entrenamientos de México adaptarse perfectamente al piso de tartán y poder sacar de él las máximas ventajas”.

Sin embargo, después de producirse una salida nula, el desarrollo de la competición no fue nada bien, según reflejó Julio Bravo: “A los 30 metros de carrera ya se ve a nuestro atleta retrasado y a partir de aquí no está en carrera nunca, entrando en quinta posición”. El técnico parece no dar crédito a lo sucedido: “No sabemos la causa de su floja actuación. Lo cierto es que dio la impresión de encontrarse muy lejos de su estado de forma de diez días atrás, cuando corrió los 200 metros por debajo de 21 segundos, con una facilidad pasmosa”.

La explicación a lo sucedido, la tiene el propio atleta. “No estaba maduro ni preparado para 400 metros”, sostiene Magariños. “Como tenía velocidad, había entrenadores que pensaban que podía realizar un gran 400 y esta es una prueba de madurez. Yo tenía que estar haciendo 200 hasta que tuviera una madurez física. En México todo el mundo bajó de distancia por la deuda de oxígeno que había. En cambio yo no. Tenía que haber corrido 200 metros”.

Ramón Magariños, derecha, ganando los 400 metros del Torneo Nacional Universitario en Madrid en mayo de 1968 (Atletismo Español)

Gakou (Senegal), con 45.3, fue el triunfador de la serie que le correspondió disputar a Magariños, clasificándose también para los cuartos de final: Bezabeh (Etiopía, 45.5), Freeman (Estados Unidos, 45.6) y Díaz (Cuba, 46.4). Los tres restantes, y eliminados, fueron: Magariños (46.9), Egwunyenga (Nigeria, 47.3) y Menocal (Nicaragua, 49.1).

Despuntó pronto porque su calidad era inmensa. “A los 17 años fui internacional absoluto y no dejé de serlo hasta que abandoné el atletismo”, comenta Ramón Magariños, nacido en A Estrada en 1948, aunque siempre se sintió vigués y en concreto de la zona de As Travesas. Julio Bravo lo observó en unos Juegos Escolares y se lo llevó para la Residencia Blume de Barcelona cuando contaba 16 años.

Debutó con la selección absoluta en julio de 1965 en Bourges (Francia). Allí la selección francesa se impuso por 113 puntos a 92 y Magariños intervino en la carrera de 200 metros con Sánchez Paraíso. Mientras éste peleaba por el triunfo con Nallet, 21.6 del galo por 21.7 del salmantino, aunque también el otro francés, Devillon, cerró su actuación en 21.7, el vigués quedaba descolgado con 22.5. Pedro Escamilla escribió: “Los dos españoles salieron muy bien. Llevaban ventaja en la salida, al partir por las calles internas. Pronto, sin embargo, Magariños cedió, sin luchar, y Paraíso tuvo que vérselas con los dos franceses”.

También en Bourges, tuvo la oportunidad de situarse en el lugar asignado como componente del relevo 4×100, en el que figuraban igualmente Talens, Riezu y Sánchez Paraíso. Pero se esfumó toda posibilidad de lucimiento porque la carrera no concluyó al haberse caído el testigo en la entrega entre Talens y Riezu.

Cuando la pista cubierta buscaba tener un espacio en el Viejo continente, con la puesta en marcha de los Juegos Europeos, Magariños vivió esta experiencia y con una actuación sobresaliente. Estuvo en Dortmund (Alemania) el 27 de marzo de 1966. Un mes antes, en Madrid, en el encuentro España-Francia, el vigués había sido el mejor en las dos carreras de 50 metros (5.8 en ambas) y contribuyó al triunfo español en 4×2 vueltas con Rivas, Gayoso y Suárez Garrudo (2:29.3, récord nacional).

Este buen momento que mostró fue capaz de prolongarlo hasta la competición de Dortmund, a la que concurrieron cinco españoles más. Venció en la primera serie de 60 metros con 6.7, récord español. Y volvió a repetir la marca en semifinales, sin hacer una salida buena. Juan Manuel de Hoz, sorprendido gratamente, dijo de él que podía “marcar un hito en la velocidad española, pues es el sprinter español que con gran autoridad se asoma a una final europea de velocidad. Su actuación fue francamente extraordinaria”. En la final, que ganó el británico Kelly en 6.6, acabó quinto con 6.8.

Volvería a estar presente en los Juegos Europeos de 1967 y 1968, con la particularidad de que estos últimos se organizaron en Madrid, todo un acontecimiento. El vigués afinó su puesta a punto en 1968 de tal manera que, el 24 de febrero, consiguió la mejor marca española de 400 metros (48.6) en una reunión internacional en la capital de España. “Magariños, que se muestra fuerte y seguro en la distancia de los 400 metros”, se lee en Atletismo Español, “borró la marca de 49 segundos que había conseguido ocho días antes, rebajándola en cuatro décimas, en una carrera que prácticamente hizo solo, sin que nadie le agobiase, porque tanto Gabernet como el portugués Carbalho quedaron lejos”.

Los días 9 y 10 de marzo de 1968, Madrid acogió los mencionados III Juegos Europeos. Magariños disputó la primera de las tres series semifinales con el polaco Balachowski, el alemán Reinermann y el ruso Kuprick. Su actuación se relató así: “Hizo el español una buena carrera, y al final, cuando tomaba la cabeza, fue estorbado incorrectamente por el polaco, que cortó el ritmo del español y le hizo acortar su zancada en un par de pasos, circunstancia que aprovechó el polaco para adelantarse y ganar, mientras que Magariños era superado también por el alemán, pese a que nuestro representante mejoró en tres décimas su mejor marca en pista cubierta”. Finalizó en 48.3 y Balachowski, ganador, en 47.5.

Por la izquierda, Pepe Casal, Ramón Magariños, Rogelio Rivas y José Rodríguez Quinteiro, relevistas de 4×200 metros en Vigo en 1967

Cerró su actuación en los III Juegos Europeos corriendo con Sánchez Paraíso, Gabernet y Reina el relevo 4×1-2-3-4 vueltas (182  metros por vuelta), alcanzado los españoles la tercera posición tras la URSS y Polonia.

En 1970 se abría un nuevo capítulo del atletismo en sala. Dejaban de celebrarse los Juegos Europeos y se daba paso a los Campeonatos de Europa. La primera edición, a la que asistió, se celebró el 14 y 15 de marzo en Viena. Magariños, que pertenecía al  Ministerio del Ejército, había iniciado espléndidamente el año puesto que, el 18 de enero, igualaba en Madrid la mejor marca europea de 500 metros (1:04.2). Pero en la capital austríaca no le rodaron bien las cosas en los 400, de tal manera que Juan Manuel de Hoz no se anduvo con contemplaciones en Atletismo Español: “Magariños, en la segunda serie, corriendo francamente mal y sin nervio, hizo un 48.9 lejos de sus posibilidades. Mucho deberán pensar nuestros técnicos sobre lo que le pasa a este atleta, del que siempre hemos creído que es un hombre de menos de 46 segundos en 400; pero a la hora de la verdad, en las grandes competiciones, se achica. Es una verdadera pena, pues su planta y sus condiciones físicas pueden dar mucho de sí”.

En seis ocasiones se adjudicó el título de campeón de España (además de otros cuatro en pista cubierta), habiendo sido el primero en 1966, en el estadio de Vallehermoso, donde corrió los 400 en 47.4, acompañándole en el podio Enrique Bondía (48.0) y el también gallego Pedro Arteaga (48.2).

En el mismo recinto madrileño de Vallehermoso, en 1967, se llevó un triunfo individual en 100 metros y colaboró a la victoria de Pontevedra en relevos 4×100 y 4×400. En el hectómetro, con una marca de 10.6, quedó por delante de Iraundegui (10.7), Sánchez Paraíso (10.7), Carda (10.9), Díaz Núñez (11.1) y Carballo (11.5). Y en el relevo corto le acompañaron Iglesias, Casal y Quinteiro (42.5), mientras que en el largo lo hicieron Iglesias, Rivas y Barbeitos (3:16.4).

Se convirtió en el rey de la velocidad en el certamen de 1968, también en Vallehermoso, al salir victorioso tanto en 100 como en 200 metros. En la primera, con 10.7, superó a Juan Carlos Jones y Sánchez Paraíso, ambos con 10.8. Y en los 200, su superioridad fue evidente ya que sus 21.3 no pudieron ser contrarrestados por los 21.7 de Sánchez Paraíso y los 21.9 de Alfonso Gabernet.

En 1969, igualmente en Vallehermoso, cerró su capítulo de títulos nacionales volviendo a dominar en las distancias más cortas del atletismo. En los 100, marcó 10.5 por los 10.6 de Jenaro Talens y Sánchez Paraíso. Y en los 200, mantuvo una pelea enconada con Jenaro Talens, pues finalizaron con idéntico tiempo: 21.3. Sorprende el quinto puesto de José Luis Sánchez Paraíso en aquella final (22.2) puesto que, además de poseer una calidad indiscutible, era un hombre muy regular, por lo que solía pelear siempre por el triunfo. Se justifica su actuación, con una reseña de la época: “Entorpecido por un fotógrafo en la curva, perdió ritmo y aunque se esforzó en la recta no estuvo en carrera”.

Cinco olímpicos gallegos reunidos en Vigo en 2013. De izq. a dcha., Alejandro Gómez, Isidoro Hornillos, Carlos Pérez, Ramón Magariños y Javier Álvarez Salgado

El vigués fue uno de los seis españoles que participaron, en 1969, en los Campeonatos de Europa en Atenas, una competición de altos vuelos. Pero su presencia resultó de una pobreza insospechada. Fue sexto y último de la cuarta serie de 400  metros (48.0). Elocuente el texto de Atletismo Español: “Sólo Carette tenía mejor marca que él, pero Magariños estaba muy lejos de aquellos 46.4, y aunque resistió hasta los trescientos metros, al entrar en la recta produjo una lamentable impresión y fue superado por todos sus rivales”.

En el invierno de 1972, año olímpico, tomó la determinación de irse a Alemania. “Me fui a entrenar con Bert Sumser, el mejor entrenador del mundo de velocidad, entrenador del mítico Armin Hary. Estuve en Leverkusen preparándome con vistas a Múnich”.

El infortunio se cebó con él. “Como estaba con un nivel de preparación muy inferior al que tenían los alemanes, me rompí el abductor derecho por sobrecarga de entrenamiento”. Pero hasta ese momento, lo que allí mostró produjo cierto asombro. Recuerda que estaba en Leverkusen Virgilio González Barbeitos con un grupo de atletas, y a él se refiere: “Se quedó asustado de los test que estaba realizando en 300 metros, que era una distancia muy propia para saber a qué nivel puedo estar en 400”.

Y Virgilio González Barbeitos que de Magariños dice, sencillamente, “era impresionante”, extrae de su memoria ese tiempo en tierras alemanas: “Bert Sumser lo consideraba en aquel momento un hombre alrededor de 45 segundos o menos. A mí particularmente me lo dijo: ‘Es el hombre para codearse con los americanos. Lo tiene todo’. Estaba impresionado. Pero tenía que entrenarse un mínimo de tres a cinco años lo que es 400”.

Una vez lesionado, tomó el camino de regreso a España. “Bert Sumser me dio una carta para el presidente Cavero para que fuera al invierno siguiente y ellos me fichaban en la Bayer y se ocupaban de todo. Él me dijo: ‘Si vienes a Alemania te prometo que bajas de 46 segundos’. Rafael Cavero dijo que no me daba permiso y por esa cuestión dejé el atletismo”.

El último año de su carrera fue el de 1975, estando fichado en el Celta, club al que perteneció seis temporadas. Individualmente, ostentó el récord español de 100, 200 y 400 metros, distancias en las que tuvo, como mejores marcas, 10.4 (1970), 20.8 (1970) y 46.4 (1969). También logró la plusmarca nacional de 200 metros vallas (24.5) en 1967. Ramón Magariños integró la selección española en 35 ocasiones.