En el camino de Llopart y Marín
Su satisfacción no abarcaba la plenitud. A pesar de haber alcanzado una cota de éxito considerable (estuviera en mundiales y europeos), se encontraba preso de una cierta tristeza porque lo que más anhelaba, participar en unos Juegos Olímpicos, era algo que se le resistía. Hasta que llegó la ocasión, su gran ocasión, cuando la cita iba a tener lugar en Atenas en 2004. “No terminaba de conseguir el objetivo y empezaba a dudar que alguna vez pudiera llegar hasta él”, se sinceró en As el marchador vigués Santiago Pérez (1972). Esta amarga situación, sin embargo, nunca le había cegado del todo la esperanza. Como bien dijo era una cuestión de constancia y fe en sí mismo. “No tiré la toalla, insistí hasta que pude, hasta el final”.
Así tenía que suceder con quien se entusiasmó con la marcha atlética cuando estudiaba EGB en el Colegio Maristas El Pilar. Lo hizo de la mano de su nuevo profesor de Educación Física Manuel Rotea. Santiago, al que encantaban todos los deportes, mostró capacidad “para las pruebas de fondo” y en el momento de decantarse por una especialidad escogió sin titubear la marcha. Tenía muy presente, en los años 80, que los mayores éxitos internacionales los conseguían genios como Llopart o Marín. “En aquellos momentos”, recuerda, “cerrar los ojos y pensar que algún día yo también podría ser olímpico como ellos y ganar medallas para mi país, se convirtió en mi mayor aspiración” y a ello dedicó toda su “energía y tiempo”. Sostiene que Manuel Rotea “disponía del mejor grupo de marchadores a nivel gallego y de un gran conocimiento de la especialidad, con lo que desde el primer momento estuve muy bien aconsejado”. Posteriormente también contaría con las apropiadas enseñanzas de Juan Luis Ramilo y de José Marín, este en el CAR de Barcelona. Tres entrenadores, en definitiva, “que me ayudaron a cumplir con mi sueño de niño”.
El 27 de agosto de 2004, un año inolvidable, Santiago Pérez tenía por delante unos frenéticos y cansinos 50 kilómetros, su distancia, en compañía de José Antonio González, debutante olímpico al igual que él, y del afamado Jesús Ángel García Bragado. Por mucho empeño que pusieron, aquella carrera fue, sobre todo, la carrera del polaco de 36 años Robert Korzeniowski que, en su despedida, se acabó colgando su cuarta medalla de oro olímpica. “En Atenas apabulló a todos sus rivales”, contó Atletismo Español. Se presentó en meta con una diferencia de cuatro minutos. Pero Santiago Pérez salió airoso del compromiso. El discípulo de José Marín “hizo una prueba de menos a más” para culminar su esfuerzo en un magnífico octavo lugar. Cuando llevaba 10 kilómetros su puesto estaba cercano al vigésimo, y transcurridos 20 iba situado en la decimoctava posición; se apreciaba claramente que no cedía terreno, todo lo contrario, ya que era el decimoquinto en el kilómetro 30 pero con todavía un mundo por delante para poner el punto final. A 10 kilómetros de la línea de llegada, Santiago Pérez se mantenía bravo en el décimo lugar y faltando ya solo cinco era el octavo. De ahí no se movió. No pudo con nadie más pero tampoco nadie le arrebató aquello por lo que tanto había peleado.
“Para mí la carrera ha sido muy buena”, manifestó el vigués. “Aspiraba a ser finalista. He rendido muy bien porque un “cincuenta” en agosto y en estas condiciones es muy duro. He aplicado una táctica conservadora, inteligente, porque sabía que los últimos “veinte” iban a ser decisivos”.
Santiago Pérez, que hizo el recorrido en 3 horas 49 minutos 49 segundos (ese año 2004 había realizado 3h52:58) fue el segundo español, superado por García Bragado, quinto, 3h44:42, mientras que José Antonio González fue el trigésimo tercero (entre 41 atletas clasificados) en 4h11:51.
Los tres hombres del podio fueron: Robert Korzeniowski (Polonia) 3h38:46, Denis Nizhegorodov (Rusia) 3h42:50, y Aleksey Voyevodin (Rusia) 3h43:34.
Dos años después de haber debutado en unos Juegos Olímpicos, Santiago Pérez se encontró, lamentablemente, con una situación inesperada, con la salud poniéndolo a prueba. Dejó de lado su presencia en los Mundiales de Helsinki 2005 y se le diagnosticó una fibrosis quística y una disfunción pancreática de nacimiento. De él se ocuparon de manera primorosa los médicos gallegos Cristóbal Fraga y Enrique Domínguez, quienes dieron con el motivo que golpeaba sin piedad al atleta con frecuentes roturas de fibras. “Siempre pensaba en parar y revisarme a fondo, pero nunca lo hacía porque vivimos de la beca, y para asegurarla había que competir y lograr resultados”, manifestó el vigués a La Voz de Galicia.
Según contó el periódico coruñés, la luz que avisaba de alguna anomalía le había sido detectada antes de su participación en Atenas. “Le regulamos la dieta para que pudiera competir y nos sorprendió siendo el octavo del mundo en 50 kilómetros”, dijo Cristóbal Fraga. Pero fue su cuarta rotura de fibras de la temporada a las puertas de Helsinki lo que le llevó a detener su actividad. Examinado por Enrique Domínguez se le descubrió la fibrosis quística, aunque, con preciso tratamiento y continuos controles, se recuperó plenamente y pudo así dejar atrás aquella invalidante pesadilla.
Significativas fueron las palabras del doctor Fraga explicando que lo que había conseguido Santiago Pérez suponía “un caso único en el mundo, una especie de milagro”. Y lo razonaba, claro está: “Si le dices a cualquier persona con fibrosis quística que hay un deportista de élite y que encima ha sido octavo en los 50 kilómetros te dirá que estás alucinado”.
Volvería a disfrutar de otra experiencia olímpica. Estuvo presente en Pekín 2008, el 22 de agosto, sin que el resultado fuera tan satisfactorio como la vez anterior. Se le atragantaron los 50 kilómetros a partir del 30. Fue hasta ese momento a poco más de 23 minutos cada 5 kilómetros, según Atletismo Español, y después ya avanzó con unas fuerzas mermadas para finalizar en el puesto vigésimo sexto (se clasificaron 47 competidores y hubo doce retirados) con un tiempo de 3 horas 59 minutos 41 segundos.
“He sufrido muchísimo, no he estado a la altura. He fallado”, dijo un roto Santiago Pérez. “Y sé que en España se han quedado marchadores que lo hubieran hecho mejor que yo. Estoy por eso muy decepcionado. Hay que dejar paso a los más jóvenes. Esta es mi despedida. Ahora dedicaré mi tiempo a mi familia. Tengo una hija a la que le debo mucho tiempo”.
Sus dos compañeros de selección, Jesús Ángel García Bragado y Mikel Odriozola, lo hicieron bastante mejor que él. El primero acabó cuarto (3h44:08) y el segundo fue decimotercero (3h51:30). La medalla de oro la conquistó el italiano Alex Schwazer (3h37:09), poseedor de dos bronces mundialistas, siendo la plata para el australiano Jared Tallent (3h39:27) y la presea del inquilino del tercer cajón para el ruso Denis Nizhegorodov (3h40:14).
No tardaría el marchador vigués en recapacitar y darse una nueva oportunidad. Despojado por completo de la amargura padecida en Pekín, donde había anunciado su renuncia a seguir marchando, optaba en octubre por continuar en la lucha un año más. “No se trata de replantearse el futuro, pero no me quiero ir por la puerta de atrás y después de lo de Pekín podía pensarse eso”, apuntó en La Voz de Galicia. “Después de tantos años tampoco quiero irme con una espina clavada y voy a seguir una temporada más. Mi objetivo en estos momentos es el Mundial de Berlín”.
No llegaría a estar en la cita mundialista mencionada y Santiago Pérez puso el freno definitivamente a su carrera en 2009, con 37 años, y con un tiempo en su prueba fetiche de 4 horas 01 minuto 56 segundos (once años antes, en 1998, había registrado su mejor marca de siempre, 3h45:55, situándolo como noveno europeo y undécimo mundial). En los 20 kilómetros, distancia en la que arrancó para convertirse en un triunfador en la marcha en 1992, realizó su mejor crono el año 1995 con 1 hora 24 minutos 50 segundos.
Su primera aparición en un torneo de corte universal se produjo en 1997, en los Mundiales de Atenas. Los 50 kilómetros se le hicieron demasiado largos y, aunque se mantuvo entre los doce primeros la mayor parte de la prueba, “se derrumbó por el calor”, en conclusión de Atletismo Español, para acabar en el puesto vigésimo primero en 4 horas 05 minutos 25 segundos. Pero la imagen dada no le supuso ser eclipsado. “Es joven, luchador, responsable y con un futuro extraordinario”.
Aquella carrera el 7 de agosto coronó como campeón al ya citado Robert Korzeniowski (3h44:46), que se jugó la medalla de oro en los últimos kilómetros con un magnífico Jesús Ángel García Bragado, subcampeón (3h44:59); tercero fue el mexicano Miguel A. Rodríguez (3h48:30). El tercer español en la pelea, Jaime Barroso, se retiró. A la meta llegaron 42 participantes.
En los Mundiales de Sevilla, en 1999, el vigués compartió selección nada menos que con dos campeones del mundo, Valentín Massana y García Bragado, que tuvieron suerte desigual: el primero fue quinto y el segundo abandonó. Santiago Pérez, por su parte, entre medio centenar de competidores, acabó vigésimo sexto en 4 horas 11 minutos 30 segundos. Su actuación la resumieron así en Atletismo Español: “No aguantó el calor. Tiene madera y volverá a deslumbrar”. Piénsese que la temperatura era de 30 grados y la humedad relativa del aire del 60 por ciento.
En la capital andaluza el triunfo se lo adjudicó el ruso German Skurygin (3h44:23), acompañándole en el podio el italiano Ivano Brugnetti (3h47:54) y el también ruso Nikolay Matyukhin (3h48:18).
Cuenta Atletismo Español que Santiago Pérez casi llegó a emocionarlos en la rueda de prensa previa a los 50 kilómetros marcha de los Campeonatos del Mundo de Osaka (Japón) 2007. “Para mí”, dijo el gallego, “es un privilegio poder estar aquí en la línea de salida, en el grupo de los elegidos y entre los mejores del mundo, algo por lo que muchos darían la vida. Sabemos que vamos a sufrir pero cuando te has preparado para esto eso es secundario”.
No se reservó nada. Salió dispuesto a dar lo mejor de sí y se mantuvo en el grupo de cabeza durante los primeros kilómetros. Sin embargo, “un inoportuno pinchazo en su pierna derecha le obligó a abandonar la prueba cojeando a la altura del kilómetro 23”.
Mientras García Bragado era descalificado algo antes del kilómetro 30, Mikel Odriozola terminaba sexto (3h55:19) una carrera ganada por el australiano Nathan Deakes (3h43:53).
Queriendo buscar el mejor año que pudo haber tenido en su carrera Santiago Pérez, habrá que decidirse por el de 1998 cuando obtuvo su único título de campeón de España absoluto de 50 kilómetros y fue sexto en los Campeonatos de Europa en Budapest (Hungría).
La contienda nacional se vivió en Ourense el mes de febrero y con lo más relevante de la marcha en liza. Primeramente el vigués tuvo que vérselas con Valentín Massana, dominando ambos en los primeros 10 kilómetros, aunque este se fue quedando atrás y optó por el abandono en el kilómetro 37. Santiago Pérez era líder en solitario atravesando el kilómetro 20 (1h30:53) y se mantuvo firme delante aunque García Bragado acechaba, ya que lo tuvo a 20 segundos a 10 kilómetros para el final. No obstante, el gallego en ningún momento dio muestra de debilidad y se presentó en meta con un registro de 3h45:55 que, como ya está dicho, acabaría siendo el mejor suyo de siempre como especialista de 50 kilómetros. Jesús Ángel García Bragado quedó subcampeón con 3h48:51 y Mikel Odriozola fue el tercero, 3h49:11.
Meses más tarde, en agosto, compitió por primera vez en Budapest en unos Campeonatos de Europa, en una prueba que, se dijo, fue “muy dura con una humedad relativa del aire que llegó al 70 por ciento”. Allí, Santiago Pérez estuvo soberbio y se mantuvo gallardamente en la parte de delante, lo que justificó porque se sentía “más cómodo”. Y aunque en un principio no le amedrentaron los tirones se percató de que el ritmo “era muy elevado” y optó por “guardar fuerzas”; en su pensamiento se asentaba la idea de que no todos los rivales iban a mantener tanto empuje. “Pensé en pillar medalla”, dijo, pero lo cierto fue que lo pasó mal en los últimos diez kilómetros. “Luché, pero iba muy justo. Sobre todo me vine abajo en el último kilómetro” cuando pasó del cuarto al sexto puesto. Su tiempo fue 3 horas 48 minutos 17 segundos, siendo el del campeón, Robert Korzeniowski, 3h43:51. El mejor de los españoles fue Mikel Odriozola, cuarto, 3h47:24, habiendo sido descalificado García Bragado.
Todavía sumaría otra intervención más en este torneo continental, al participar en el de Múnich (Alemania) en 2002. Acabó duodécimo en 3h55:50, habiéndose reseñado en Atletismo Español lo que sigue: “Se acercó a su tope del año. Bajó de las 4 horas en un día muy perro. Si la prueba de 50 km. ya es dura de por sí, imaginénsela lloviendo a mares. Marchando bajo la lluvia durante cuatro horas. Digna actuación. Lo dio todo”.
El gran García Bragado obtuvo la medalla de bronce al terminar en 3h44:33, en una competición dominada desde el décimo kilómetro por Korzeniowski, “el emperador de la marcha”, que concluyó con récord mundial, 3h36:39. Y el que no llegó hasta el final por haber sido descalificado fue Mikel Odriozola.
En una trayectoria tan brillante como la de Santiago Pérez, donde también cabe añadir diez intervenciones entre la Copa de Europa y la Copa del Mundo (cinco en cada una de ellas), a lo que debe contabilizarse igualmente con orgullo sus diecinueve ocasiones en las que fue internacional absoluto, es razonable pensar que tan consistente bagaje era propicio para que continuase en la marcha atlética una vez decidido a colgar las zapatillas. Lo suyo era la marcha y en la marcha desplegó su experiencia, enseñando. Por eso, antes de que finalizase el año 2012, aceptó la propuesta de Ramón Cid, director deportivo de la Federación Española de Atletismo, para ser el responsable nacional de la modalidad; lo compaginaría con su cometido de proyectar esta especialidad que conocía al dedillo en la Federación Gallega y con su actividad laboral en la firma New Balance.
De aquel momento en el que recibió la llamada de Ramón Cid para el cargo técnico nacional, comentó en La Voz de Galicia: “Querían mi perfil. Ex deportista de élite y sin entrenar a gente de primer nivel que pudiera mediatizar las convocatorias. Se habían fijado en mi trabajo en Galicia. Es un bonito reto”.
Santiago Pérez sustituyó en el cargo a José Marín y cuando la marcha española, tan reconocida y fructífera en éxitos, se había situado en un tenue oscurecimiento. “Seguimos teniendo un buen nivel, la marcha está bien en España”, comentó el vigués. “Pero es cierto que hemos salido del podio de las grandes citas y tenemos que luchar por volver”.
Pocos años después de aquello, en concreto en 2017, Santiago Pérez era renovado en el cargo por Ramón Cid. “Estaba contento con mi labor”, volvió a explicar. “Me había felicitado pública y personalmente. Aspiraba a esta renovación”. Que esto hubiera sucedido así era algo que le llenaba de orgullo. “Lo único que pretendo es hacer las cosas lo mejor que puedo”, sentenció. Para él, que la gente lo valorase y pensara que la labor llevada a cabo estaba “bien hecha” lo hacían “muy feliz”. También comentó que la marcha española estaba viviendo “un momento excepcional”, con grandes entrenadores y atletas, lo que “para mí estar cerca de ellos, aportando mi granito de arena, es algo maravilloso”.
No debe extrañar, por lo tanto, su satisfacción por lo hecho como responsable nacional de marcha. Resalta que en el último “ciclo olímpico” que le correspondió vivir, los resultados habían sido “espectaculares” ya que se obtuvieron “medallas en todas las competiciones internacionales y en todas las categorías, salvo en los Juegos de Río”. Y a pesar de que en suelo brasileño y en competición tan relevante no se había podido brillar, se enorgullecía porque “la marcha española” había vuelto “a situarse en el primer escalafón”.
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