La Escuela de Lanzamientos de A Coruña (se cita igualmente Escuela de Lanzadores) surge en 1985 por deseo de Raimundo Fernández Vázquez (A Coruña, 1947), quien ejerció como profesor de Educación Física (había estudiado la carrera en Madrid) en los institutos de Curtis, Carballo, Fene, también en su ciudad natal en el centro Eusebio da Guarda, y en Betanzos, donde se jubiló. Y como deportista puso todo su entusiasmo en las pistas de atletismo desde que se integró en el Imperio OJE (perteneció asimismo al Club Atlético Coruñés y Real Club Deportivo), entrenado por Miguel Biurrun y apostando por la velocidad; más tarde, ya tutelado por Gregorio Pérez Rivera, se dedicó al decatlón, y sobresalió de una manera preferente lanzando la jabalina. Hay además, en su brillante trayectoria, un capítulo que no conviene obviar: practicó la lucha libre olímpica, llegando incluso a ser convocado como preolímpico para los Juegos de Los Ángeles, a los que no acabó yendo al romperse una costilla en unos entrenamientos en Madrid.
La ciudad de A Coruña, sosteniendo el atletismo desde su magnífico estadio de Riazor, llegó a contar con sobresalientes lanzadores como Lorenzo Martínez o José Otero, a los que deberá agregarse José Rosales, martillista al igual que los anteriores, o el discóbolo Guillermo Santos Torrado. De todos modos esta fiebre por lanzar se encendió más todavía cuando hizo su aparición en la ciudad herculina el ya mencionado Gregorio Pérez Rivera, personaje de vital importancia que formó un grupo de lanzadores, sobre todo de martillo, entre los que se encontraban los hermanos Gayoso, Lafuente, o José Manuel Cardesín; posteriormente Pérez Rivera ampliaría su grupo a los lanzadores de las cuatro modalidades y ahí ya entraron especialistas de mérito en jabalina como David García Teijeiro o nuestro protagonista Raimundo, al que tantos llaman Rai.
Con el fallecimiento de Gregorio Pérez Rivera en 1978, lo que era el grupo sólidamente formado se pudo sentir desorientado un tiempo aunque desde luego no para siempre, de tal manera que, superado el golpe, fue Raimundo Fernández quien asumió, poseyendo una formación de entrenador nacional, la tarea de la continuidad. Y sería en 1985 cuando llegó a constituirse la Escuela de Lanzamientos de A Coruña al contar Raimundo con todo el apoyo preciso por parte del dirigente federativo Jorge Doncel, quien lo designó director técnico.
Para poder tener una financiación al margen de las arcas de la Federación Gallega de Atletismo – más precaria que boyante- el movimiento realizado por Raimundo le condujo a la creación de la Agrupación Deportiva Atlética Herculina, una entidad de la que fue presidente. Pero transcurridos unos años, le cedió el testigo a su amigo y exatleta ferrolano Manuel Porta (1947-2020), liberándose así de la labor de gestión para poder centrarse en exclusiva en la tarea de formación; sin embargo, volvería Raimundo otra vez a la presidencia tras el fallecimiento de Porta.
La Escuela de Lanzamientos de A Coruña tiene como tarea principal, según manifesta, “la captación, promoción y desarrollo de jóvenes talentos” en las especialidades lógicamente de lanzamientos, “al mismo tiempo que se profundiza en el conocimiento específico de la formación atlética de los lanzadores”. La Escuela inició su andadura con una treintena de atletas y lo más significativo es que ya en esta primera “hornada” figuraba -y destacando- Ángeles Barreiro, quien, con el transcurrir de los años, se convertiría en plusmarquista nacional de disco, con once títulos de campeona de España, internacional y olímpica en los Juegos de Barcelona. Para Raimundo, fue “el buque insignia” de la Escuela no solo en lo que se refiere a las “primeras etapas” sino “ya para siempre”. Con esta figura como estandarte la labor de la Escuela fue observada con los ojos de la sorpresa y admiración y contó, a decir de su hombre fuerte, con el respaldo del Ayuntamiento a través del alcalde Francisco Vázquez y el concejal de deportes, Eduardo Blanco. Así “tomamos un fuerte impulso”.
En un primer momento los regidores municipales le asignaron a la Escuela uno de los gimnasios situados bajo la tribuna del estadio de Riazor, un lugar en donde también trabajaban deportistas de las federaciones de Halterofilia, Esgrima o Boxeo. Los entrenamientos se realizaban en las pistas de atletismo y los lanzamientos en una zona anexa tras la Torre de Maratón. Pero no se hizo aguardar demasiado tiempo para que las cosas ya cambiaran, en realidad el tiempo en que tardaron en adquirir un auge espectacular atletas de la Escuela como la citada Ángeles Barreiro, Julián Sotelo, Marta Míguez, David Martínez o Necho Fernández. Entonces se le facilitó poder usar el campo de Riazor para entrenamientos de jabalina y disco mientras que en el escenario tras la Torre de Maratón se ejercitaban los atletas con el martillo y artefactos pesados auxiliares. Y todavía se producirían nuevas mejoras. Porque con el tiempo se determinó que el Palacio de los Deportes se convirtiera en su espacio de trabajo, en concreto “en un gimnasio específico adaptado a las exigencias de la preparación de lanzadores”. Para Raimundo Fernández, “este fue uno de los momentos clave e impulsores de la Escuela con una infraestructura acorde a las necesidades de la preparación de atletas de alto nivel de aquel momento”.
Asentada la Escuela al pertenecer a ella además de jóvenes promesas cualificados atletas (Ángeles Barreiro, Julián Sotelo, David Martínez…) que tenían serias posibilidades de poder participar en los Juegos de Barcelona, quien dirigía el grupo decidió en 1988 alquilar una casa unifamiliar cercana al estadio para que les sirviese de residencia. Y así fue. La residencia fue costeada con las aportaciones del propio Raimundo y los atletas (entre ellos figuraban dos búlgaros) que disponían de becas federativas. A este selecto grupo solía agregárseles “algún que otro atleta externo y solo para comer, a fin de facilitar y conjugar su horario estudiantil con los entrenamientos”.
La Escuela de Lanzamientos coruñesa siempre estuvo operativa, lo que no quiere decir que haya estado exenta de dificultades. Para su promotor y guía está claro que la etapa de mayor bonanza se vivió con el apoyo -ya comentado- del Ayuntamiento coruñés siendo alcalde Francisco Vázquez y Eduardo Blanco su hombre para el deporte. Pero no fue así cuando el Bloque Nacionalista Galego tuvo mando en plaza sobre la cuestión. Se produjo entonces una reestructuración en el Palacio de los Deportes y con ella el desalojo de los deportistas de las federaciones de Halterofilia, Boxeo, Judo, Esgrima y los de la Escuela de Lanzamientos. Recuerda Raimundo que mientras a estos deportistas se les ubicó en otras instalaciones de la ciudad, no sucedió lo mismo con los atletas de la Escuela. “A nosotros se nos dice que nos busquemos la vida”, rememora. Y habla de que aquella fue “una etapa muy difícil” a la que hubo que hacer frente con entereza para “no desistir”. Claro que si nos apoyamos en el dicho de que no hay mal que cien años dure, la cosa varió radicalmente con el Partido Popular dirigiendo los destinos de la ciudad desde María Pita. Fue cuando se llegó al acuerdo de que la Escuela se ubicara en las instalaciones del INEF de Galicia en Bastiagueiro.
Aunque mantuvo en todo momento su independencia, la Escuela actuó siempre en total colaboración con la Federación Gallega de Atletismo. Presidida esta por Isidoro Hornillos (olímpico en Moscú 1980) se estableció el Plan Estratégico de Tecnificación y Rendimiento Atlético en el que existían “núcleos de entrenamiento” repartidos en las cuatro provincias. Pero yendo más allá, en lo que era “alto rendimiento y tecnificación” se dispuso de dos asentamientos, uno en la zona norte que correspondió a la Escuela de Lanzamientos de A Coruña, y otro en la sur donde estaba trabajando eficazmente José Manuel Hermida.
Y en este punto, Raimundo resalta la labor de Isidoro Hornillos. Mantiene que de no contar con “su sensibilidad en la necesidad de dotar a las especialidades técnicas (velocidad, saltos y lanzamientos) de una atención mayor y con planteamientos modernos, todo se hubiese hecho más difícil”.
El desarrollo de la Escuela buscando evolucionar lo más posible se encuentra, sin embargo, con un contratiempo en 2018. Tanto Raimundo como Isidoro le expusieron a José Ramón Lete (secretario xeral para o Deporte de la Xunta) un ilusionante proyecto: establecer un gimnasio específico para lanzadores anexo al módulo cubierto del INEF Galicia donde ya entrenaban pero, como recuerda Raimundo, “actualizado a las exigencias de la preparación de atletas de elite” en ese momento. Según cuenta, a Lete le agrada la idea e incluso propone algo más: que el núcleo de lanzamientos existente en A Coruña dirigido por Raimundo se convierta en Centro de Lanzamientos de Alto Rendimiento dependiente de la Secretaría Xeral para o Deporte, que sería la que financiase dicho proyecto. No obstante, aun disponiendo de un informe positivo del INEF Galicia (Facultade de Ciencias do Deporte e a Educación Física), cuando se le solicita al Rectorado de la Universidad de A Coruña el permiso para su ubicación, “la respuesta de la Universidad es negativa y sin dar explicación alguna”. Y esto no se entiende, no lo entiende Raimundo, habla de “dolorosa decepción” por haberle dado la espalda a algo necesario para el desarrollo del atletismo, “para poder seguir creciendo”.
No hace falta recalcar que el peso de este centro coruñés para lanzadores lo ha llevado en todo momento Raimundo, aunque a su lado aparecen igualmente nombres importantes. “Básicamente”, comenta, “la responsabilidad como entrenador la asumí en su totalidad pero no en solitario. Delegué ciertas tareas iniciales en alguno de los atletas más veteranos que seguían fielmente mis directrices dado que no tenían titulación homologada”. En 1990 se le unió como asesor el reconocido técnico italiano Renato Carnevali, y años más tarde, una vez obtenida la licenciatura en Educación Física, se incorporó como entrenador su hijo Necho Fernández, campeón de España de lanzamiento de jabalina. Necho se hizo cargo de un grupo de “jóvenes valores obteniendo notable éxito en categorías menores”. Y Necho acabó volando solo. En 2020 creó su propio grupo de trabajo, Coruña Trhowers, teniendo su lugar de entrenamiento en las mismas instalaciones del INEF Galicia, en Bastiagueiro.
Explica Raimundo Fernández que él, en su formación como técnico, ha tenido dos personas de “vital importancia”: Gregorio Pérez Rivera, de quien dice “fue un ejemplo de bonhomía”, y el renombrado y prestigioso Renato Carnevali, profesor de entrenadores de la IAAF (antigua Federación Internacional) y que fue contratado por la Federación Española cuatro años antes de los Juegos de Barcelona. “Desde el principio mi relación con Carnevali fue ‘un flechazo atlético´ y presentí que sería el maestro que me introduciría en los complejos entresijos de la preparación de atletas (…) de alto nivel”. Y tanto es así que acabó convirtiéndose en su “mentor atlético”. Raimundo se desplazó a concentraciones con su grupo de atletas a Italia y entre eso y que Carnevali se hizo presente en A Coruña “dieron un fuerte impulso a mi proyecto de la Escuela de Lanzamientos”. Aquella amistad se consolidó con firmeza y “me acompañó a Portugal donde fuimos asesores de lanzamientos durante once años”.
Pero Raimundo es generoso y no se queda únicamente con lo que le ofrecieron Pérez Rivera y Carnevali. “He tenido la ayuda”, dice, “de otros prestigiosos entrenadores que aportaron conocimiento en la praxis con mi grupo de atletas.”. Y en justicia nombra al bielorruso Gennadi Mileswki, al finlandés Kari Hlalainen, a los cubanos Miguel Bernal, Cheo Salazar y Ángel Salcedo, y el español Torres Vitoria.
Son cuatro los atletas, Ángeles Barreiro, Julián Sotelo, David Martínez y Marta Míguez, entre los muchos a los que entrenó, que se asoman por la pasarela principal como una imagen de poderío por haber sido olímpicos. De Ángeles Barreiro dice Raimundo que “cuando una competición le interesaba era implacable como una leona de caza. En la década de los 90 no tuvo rival en España”. Al santanderino afincado en Galicia, Julián Sotelo, campeonísimo con la jabalina, le otorga estas palabras: “Sobriedad y emotividad al mismo tiempo. Las lesiones en su última etapa le impidieron lanzar por encima de los 80 metros”. Y sobre Marta Míguez, también jabalinista, argumenta que “progresó espectacularmente y en poco tiempo. Como todos los `elegidos´ sacaba su raza en la competición. Creo que se retiró prematuramente”.
Pero disfrutando también del triunfo estuvieron muchos otros de los que trabajaron con interés en la Escuela. De su hijo Raimundo Necho Fernández, un titán con la jabalina comenta: “Tenía una capacidad de trabajo fuera de lo común. Rozó la perfección técnica y sus 76 metros no son un exponente de su auténtica valía”. En cuanto a quien fue mundialista, Dolores Pedrares, señala que se había iniciado en el disco “y con notable éxito, ya que en su primer año en la Escuela eleva su marca de 38 metros a más de 51”, pero no acabó siendo su lanzamiento ideal. “Su estructura y condiciones nos hicieron probar en una especialidad emergente, el martillo” con el que Dolores fue plusmarquista nacional. Y también fue un prodigio con la jabalina Gustavo Dacal, quien llegó a lanzar 78,82 metros en Pontevedra en 2003 y al que los jueces no le otorgaron el récord nacional, aunque su caso se vio ante la justicia y la Federación Española, muchos años después, acabó dándoselo por válido; para Raimundo había sido una “plusmarca establecida con toda limpieza en su día”.
En este paraíso para lanzadores convivieron quienes se esforzaron como cualquiera buscando la perfección y merecen ser citados: Mercedes de Santalo, Carlos Vila, Manuel Uriz, Borja Barbeito, Tania Fernández, José Vila, Santiago Frade, Juan Carlos Noche, Constantino Sotelo, Abelardo Moure, Octavio Cotaina, Inmaculada Nespereira, Elena Villadóniga, Beatriz Mariño, Martín Brea…
Y la Escuela, con un alto grado de especialización, sirvió también de cobijo para que a ella acudieran a entrenarse atletas de otros países. Abundan las mujeres y hombres de Portugal, entre ellos Teresa Machado, Tiago Aperta, Nadie Gomes, Claudia Ferreira, Silvia Cruz, Marisela Silva, Helena Goubeia, Cristina Ferreira, Ana Pires, Mario Aníbal, Elias Leal, Joao Fernandes, Marta Treboada, contándose también con el cubano Roberto Moya, los búlgaros Ivan Ivanov y Vasil Baclarov o el neozelandés Kirsten Hellier. Pero igualmente hasta A Coruña se acercaron para llevar a cabo concentraciones y establecer campus de entrenamiento equipos nacionales de lanzamientos de Cuba, Finlandia, Argentina y Portugal. Refiere Raimundo la presencia en 2019 de las lanzadoras cubanas de disco Yaimé Pérez y Denia Caballero y sus entrenadores (Hildelisa Ramos y Raúl Calderón) lo que significó, dice, “un tremendo éxito informativo en la ciudad y más para Cuba ya que Yaimé y Denia fueron oro y plata (…) en el Mundial de Doha. Un doblete histórico para Cuba”.
En la órbita de la Escuela de Lanzadores, como una primerísima figura, se encuentra igualmente la cubana Yulenmis Aguilar, plusmarquista mundial júnior de jabalina (está a la espera de la nacionalización) y que en 2022, cuando ya acumulaba dos años de estancia en el centro, superó su marca personal en los Campeonatos de España en Nerja al alcanzar 64 metros 16 centímetros, que la situaron en la quinta posición del ranking mundial de ese año 2022.
En 1989, cuatro años después de haberse puesto en funcionamiento el centro capitaneado por Raimundo, se organizó el Criterium de Lanzamientos Ciudad de A Coruña (se celebraron ocho certámenes) pensado en un principio como competición de lanzamientos, aunque después se dio cabida a la participación de atletas de diferentes modalidades.
En esta primera edición los ganadores fueron David Martínez y Ángeles Barreiro, una vez finalizada la competición con estos triunfadores: en jabalina, Natividad Vizcaíno (45,80) y Antonio Lago (63,42); en disco, Ángeles Barreiro (53,86) y David Martínez (58,50); y en peso, Margarita Ramos (15,96) y Martín Vara (17,03).
Ya en 1990 el Criterium adquirió carácter internacional con la presencia de varios portugueses (en la primera edición ya compitiera, sin embargo, Teresa Machado), adjudicándose el torneo por mayor puntuación Raimundo Fernández Fernández y Teresa Machado. Los ganadores fueron: en jabalina, Helena Goubeia, Portugal (48,90) y Raimundo Fernández Fernández (65,16); en disco, Teresa Machado (52,76) y Otero Fernández (41,70); y en peso, Teresa Machado (16,23) y Núñez Rodríguez (13,75).
No solo hubo competición atlética, sino que se ha aprovechado la ocasión del Criterium para organizar conferencias y simposios de entrenadores de prestigio mundial. Además del ya mentado Renato Carnevali, en A Coruña estuvo el ruso Anatoly Bondartchouk, y adiestradores de plusmarquistas mundiales como los cubanos Salazar, Hermes Riveri, Salcedo, Justo Navarro, Miguel Bernal, o los bielorrusos Genadi Milewsky y Victor Pensicov.
Es fácilmente comprensible que Raimundo Fernández Vázquez no presintiera en un principio que la Escuela de Lanzamientos obtendría un resultado tan espectacular como el que alcanzó. Fueron muchas las medallas conseguidas a nivel nacional. Tal vez un caso único en nuestro país. Para él, “una de las claves fue plantear nuestra dedicación atlética a un nivel profesional” y pese a no serlo en lo crematístico sí lo fue en “planificación, proceso de entrenamiento y forma de vida”.
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