La Federación Gallega de Atletismo quedó conformada el 27 de marzo de 1921 en la sociedad viguesa La Oliva. Ese día, Manuel de Castro, Enrique Bantle y Joaquín Freijeiro “como personas encargadas de llevar a cabo los trabajos preliminares para la constitución de la Federación Gallega de Atletismo”, además de Fernando Montero, Antonio Cuiñas y Antonio Teijeiro, delegados de los clubes Español, Lanark y Real Vigo, acordaron “poner en vigor los Estatutos” por los que se regía la federación y que habían sido aprobados por el Gobernador Civil de la provincia el 11 de marzo del citado 1921. El Comité directivo de la Federación Gallega quedó compuesto así: Enrique Bantle, presidente; Guillermo Bachmann, vicepresidente; Joaquín Freijeiro, secretario; José Fernández, vicesecretario; Manuel Domínguez, tesorero-contador; y Antonio Cuiñas y Luis Loño, vocales.

Todo había comenzado en 1920. Finalizando el mes de noviembre se convocaba a través de la prensa a “todos los clubs que cultivan el atletismo” a una reunión “con objeto de llevar a cabo la constitución de una Federación atlética regional que encauce el atletismo y haga labor intensa en este sentido”.  Un cronista de Faro de Vigo escribía que en la ciudad viguesa solo había deporte en una dirección, la que señalaba el fútbol (football en aquellos tiempos), y, de forma drástica, exponía que el resto no existía. Por eso se mostraba encantado de que si se creaba un ente atlético “el paso dado habrá sido de extraordinaria importancia”. El domingo 5 de diciembre Faro de Vigo daba cuenta, de manera alborozada, que Galicia ya contaba con su “Federación Atlética” (la reunión a tal fin se había llevado a cabo el 28 de noviembre) y con esta directiva: Enrique Bantle, presidente; Guillermo Bachmann, vicepresidente; Joaquín Freijeiro, secretario; José Calleja, vicesecretario; Manuel Domínguez, tesorero; y Antonio Cuiñas y el Regimiento Murcia, vocales. “Todos son elementos de mucho trabajo que han de hacer una labor fecunda en favor del atletismo gallego”, concluía el rotativo.

El periodista de Faro de Vigo Manuel de Castro, Handicap, que, como se ha visto, estuvo en los trabajos que dieron lugar a la creación de la Federación Gallega, había estado presente en los Juegos Olímpicos de Amberes 1920 y sus vivencias las reflejó en el libro El Football Olímpico que constituyó un éxito y del que se hicieron varias ediciones. Con tal motivo, a mediados de enero de 1921 recibió un homenaje en el Hotel Continental al que asistió Enrique Bantle, presidente de la Federación Gallega, en el que bien pudo haber sido el primer acto al que acudió como dirigente máximo del atletismo gallego. Porque la actividad federativa ya era un hecho en ese inicio de 1921 como lo prueba el que, el 12 de febrero, se mostraba en la prensa esta nota: “Mañana se celebrará el primer cross organizado por la Federación Gallega de Atletismo” con salida y llegada en el campo del Vigo. Solo podían participar “individuos federados” tras pagar una peseta al inscribirse. Se decía que Guillermo Bachmann sería cronometrador, que de juez de salida y llegada actuaría Enrique Bantle, y como control volante F. Montero; estos controladores -se especificaba- “estarán situados en el monte Perinat, campo Granada, camino Areosa y calle Hernán Cortés”. Como un aliciente se exponía que los cinco primeros clasificados “serían subvencionados” por la federación para asistir al cross del día 20 en Pontevedra.

Acta de la asamblea constituyente de la Federación Gallega de Atletismo (G.A.)

Handicap, al iniciarse el mes de marzo, recordaba a sus lectores que, un año atrás, por estas fechas, se había ocupado casi diariamente del pedestrismo con motivo del quinto Campeonato de España de cross celebrado en Bilbao. Y decía que gracias a “la favorable acogida que dispensaron a mis líneas” tanto las personas amantes del deporte como el Ayuntamiento, se había podido mandar, con su ayuda, un equipo a la ciudad vizcaína. Y era consciente de que aquella primera salida al certamen nacional había desembocado en la necesidad de poder tener una federación. “Y hoy con este organismo”, seguía relatando Handicap, “que tiene de presidente al entusiasta e inteligente viguista Sr. Bantle y de secretario al no menos entusiasta españolista Sr. Freijeiro, ya no tienen que ocuparse unos cuantos señores particulares de nuestros pedestristas”. Reseñaba, por tanto, la buena labor que se venía haciendo en favor del atletismo “organizando unas fiestas” de fútbol “para reunir fondos”, así como una serie de carreras de cross “para mejorar las condiciones de los corredores” e intervenir en Santander en la cita nacional por segunda vez.

En la reunión que tuvo la Federación Gallega a finales de marzo donde acordó enviar seis corredores a Santander, se nombró también “socio de mérito” de este organismo a Manuel de Castro.

Después de que en A Coruña se celebraran, en el campo de Monelos, los llamados “Juegos Olímpicos” en 1916, 1917 y 1918 (este último año fueron en la plaza de toros), se volvieron a retomar en 1921 con la Federación Gallega ya constituida. Se disputaron el 25 de septiembre en el campo vigués de Coia y seguían conociéndose como “Juegos Olímpicos”.  El atleta más sobresaliente fue Gerardo López, del Real Vigo, que se impuso en tres de las nueve pruebas disputadas: 100 metros (12.4), 200 metros (27.8) y 110 metros vallas (23.8). También destacó Luis Carré, de la Agrupación Atlética Coruñesa, vencedor en los 1.500 metros (4:57.8) y en triple salto (10,50).

Un organismo de tan reciente creación como era la Federación Gallega se encontró organizando el 16 de octubre la quinta edición de los Campeonatos de España en pista. Una empresa no exenta de esfuerzo y que, llegado el momento, quedó deslucida por la ausencia generalizada de atletas en el recinto de Coia. Allí, con los gallegos, solo estuvieron los guipuzcoanos Diego Ordóñez, Juan Muguerza e Inazio Izagirre, ganadores estos de diez de las once pruebas que hubo. La victoria gallega la obtuvo, en 400 metros, el atleta de origen alemán y dirigente de la Federación Gallega Guillermo Bachmann (pasados los años, y por su condición de extranjero, este triunfo recayó en el gallego Guillermo Moreira).

Sobre los motivos que llevaron a los atletas a no concurrir, en el libro Historia de los Campeonatos de España Absolutos al Aire Libre, de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo, se indican razones. “En el mes de julio se produjo el desastre de Annual, y el derrumbamiento de toda la Comandancia General de Melilla. Para África fueron buen número de atletas…” El Consejo de la Federación Atlética Catalana acordó no concurrir “dadas las dificultades que plantean las actuales circunstancias militares”. Y en cuanto a Madrid, como el Comité de la Federación Castellana se había renovado “la actividad federativa quedó bajo mínimos”, lo que obligó a no enviar equipo.

Dado que en 1923 Galicia no estuvo presente en los torneos nacionales ni de cross (en San Sebastián) ni de pista (en Guecho), el malestar en el seno federativo tuvo que ser elocuente. Lo evidenció Joaquín Freijeiro, secretario, al referirse en un escrito a “impotencia deportiva”. Recalcó las “reiteradas invitaciones” de la Federación Atlética Vizcaína para que participasen en la competición del verano pero “todos los esfuerzos de los vizcaínos (…) fracasaron por la carencia grandísima que de atletas existe en Galicia”. Con ello pretendía resaltar “el desinterés grande que se siente en esta región por todo el deporte” (menos el fútbol).

El periodista Manuel de Castro, Handicap (W)

De esta aseveración de Freijeiro se hizo eco de inmediato Handicap poniéndose de su parte. Admitía que “no contamos ni con muchos ni con pocos atletas; pero es indudable que hay que hacerlos”; argumentaba que el atletismo tenía la “protección” de las federaciones de fútbol y que, con este respaldo, las de atletismo podían organizar “concursos con el correspondiente estímulo para esta beneficiosa rama del deporte”. Sostenía Handicap que “los deportes atléticos” eran muy convenientes no solo para quienes los practicaban sino también para los futbolistas, recordando que en la competición celebrada en Guecho había intervenido “gran número” de futbolistas. “El Arenas”, decía, “se ha distinguido de modo excepcional en los citados campeonatos (…), habiendo jugadores como Vallana y Peña que hicieron sorprendentes marcas”.

En los primeros días de 1924 se dio a conocer que la Federación Gallega había nombrado “presidente honorario” a Tomás Mirambell Maristany por las continuas atenciones que venía teniendo con este organismo. La distinción la acogió con satisfacción Faro de Vigo donde se pudo leer: “No ha podido ser más acertada la designación” ya que el protagonista “se distingue por su amor y protección a la juventud amante de la cultura física”.

Ya este año 1924 pasó a dirigir los destinos federativos Joaquín Rodríguez de las Cuevas (en 1921 estuviera como vocal), y llama la atención que, tras haberse reunido en agosto el Comité directivo, tomó el acuerdo de no autorizar a la comisión de fiestas de A Coruña para darle carácter de campeonatos gallegos a un festival atlético que se proyectaba en la ciudad debido a la “decisión de los Clubs herculinos de no ingresar en esta Federación”.  Además advertía a todos los clubes federados “para que se abstengan de concurrir al festival de referencia”. Debe consignarse, sin embargo, que cuando en septiembre la Federación Gallega organizó en Coia los Campeonatos gallegos de pista a él acudieron los atletas herculinos. Y llegaron con fuerza porque la entidad triunfadora fue precisamente la Agrupación Atlética Coruñesa.

En una asamblea donde se confeccionó un amplio programa de carreras de campo a través para la nueva temporada se hacía constar que dichas pruebas serían organizadas por los clubes; y aquellos atletas que no intervinieran por los menos en siete carreras “quedarían excluidos de ser seleccionados” para el cross nacional. Se agotaba 1924 cuando, con fecha 18 de diciembre, el Comité directivo de la Federación Gallega emitía una nota dando cuenta que Manuel de Castro asumía el cargo de presidente. A él, pues, le correspondió adentrarse en un 1925 donde las cosas en el atletismo no estaban especialmente boyantes. No se acudió a la octava edición de los campeonatos nacionales en pista en Tolosa el mes de julio, aduciéndose “dos razones poderosas”: “la carencia de fondos para desplazar sus atletas y la insuficiencia de nuestras marcas por ahora para participar dignamente en una competición nacional”.

De esta manera, toda la fuerza e interés se centró aquel año en la competición de ámbito regional que tuvo lugar en septiembre en Coia. En ese momento el atletismo gallego mostraba como grandes logros algunas plusmarcas de este nivel: José Domínguez, 11.3/5 en 100 metros; Cándido Fernández 60.4/5 en 400, 2:16.4/5 en 800, y 4:28. en 1.500; Mariano Carsi, 20.3/5 en 110 metros vallas y 5,75 en longitud; Antonio Fresco, 11,60 en triple salto; Fernando de Castro, 9,94 en peso y 30,65 en disco…

Celebrado el Campeonato gallego el 13 de septiembre se hizo necesario recomponer la tabla de récords al haberse superado seis: José Domínguez, de la Agrupación Atlética Coruñesa, puso el de 200 metros en 26 segundos; Cándido Fernández, del Comesaña Sporting Club, el de 5.000 metros en 18 minutos 16 segundos; Alfonso Currás, de la Agrupación Atlética Coruñesa, 19 segundos 4/5 en 110 metros vallas; Mariano Carsi, del Real Club Celta, 5,815 metros en salto de longitud y 11,61 metros en triple salto; y Joaquín Novoa, del Real Club Celta, 31,65 metros en lanzamiento de disco.

Equipo de 4×100 de la Sociedad Atlética de Vigo en los Campeonatos gallegos de 1929. De izquierda a derecha, Francisco Luis González, Hernández, Julián Rey y Fernando Otero (G.A.)

El torneo gallego de pista de 1925 finalizó, en cuanto a la clasificación por clubes, con el dominio de la Agrupación Atlética Coruñesa, ocupando el Club Comercial la segunda posición y el Comesaña Sporting Club el tercer lugar. En lo referente al cuarto puesto que obtuvo el Real Club Celta habla el cronista de “mala suerte” y reflexiona sobre caídas determinantes, como la de “Gerardito en los 200 metros cuando iba a la par de Domínguez”, pero no solo la suya ya que, en la prueba de relevos, “hubiera quedado vencedor si Reigosa y Gerardo no se hubieran caído”; de todos modos se atribuye a los cuatro hombres célticos “una excelente carrera entrando en la meta a siete u ocho metros de los vencedores…”

Por lo tanto, la tabla de plusmarcas que mostraba el atletismo gallego el último día de diciembre de 1925 eran estas: José Domínguez, 11.3/5 en 100 metros y 26.0 en 200; Cándido Fernández dominaba cuatro pruebas: 1:00.2/5 en 400 metros, 2:16.4/5 en 800, 4:28.0 en 1.500 y 18:16.0 en 5000; Alfonso Currás, 19.4/5 en 110 metros vallas; José Barral, 1,50 en salto de altura; Mariano Carsi, 5,81 en longitud y 11,61 en triple salto; José Lezcano, 2,70 en salto con pértiga; Fernando de Castro, 9,94 en peso; Joaquín Novoa, 31,65 en disco y 35,00 en jabalina; y el Club Comercial, 53.2/5 en 4×100 metros. Alfonso Posada, en Galicia Atlética, observa que pruebas como las de 400 metros vallas, 10.000 metros, 3.000 metros obstáculos, decatlón, lanzamiento de martillo y marcha no se habían disputado en Galicia hasta finales de este año 1925.

El jueves 18 de agosto de 1927 tuvo lugar en Vigo, en los salones de la Sociedad Gimnástica Recreativa, la asamblea de la Federación Gallega en la que se eligió por unanimidad el nuevo Comité directivo presidido por Joaquín Rodríguez de las Cuevas, del Real Club Celta, como secretario figuraba Joaquín Freijeiro, del Club Deportivo Español, y de tesorero-contador Emilio Torrado, del Club Comercial. Pocos días después del nombramiento, el presidente, firmando como Scratch, escribía en Faro de Vigo Mirando a Galicia, un texto en el que afirmaba: “Nunca ha echado profundas raíces el atletismo en la región gallega” y proseguía que “las Juntas directivas de casi todos los Clubs, los poderes públicos, en fin cuantos tienen el deber moral y material de propagarlo no le han dado la importancia que debieran…” Recordaba, eso sí, que en tiempos pasados se había tenido la esperanza de que “germinarían aquellas semillas sembradas en el campo del atletismo gallego” pero que no había sido así. Ponía de relieve que “ahora se vuelve a dar la batida” y se preguntaba si sería la definitiva. Manifestaba que se tenía “el vehemente propósito” de que así fuera y para ello hablaba de entusiasmo, constancia, conocimientos en el seno federativo, lo que redundaría en “la estabilidad del atletismo”.

Estos deseos de progreso para el atletismo gallego con los que soñaba Joaquín Rodríguez de las Cuevas quedaron, al menos para él, truncados a mediados de abril de 1928, que fue cuando se supo que había pedido ser destinado al Cuerpo de Telégrafos de Marruecos. De él se escribió en Faro de Vigo que había sido “el más tenaz forjador del deporte atlético en Galicia” y que, con su marcha, este deporte en la región “pierde su único y verdadero apóstol”. Rodríguez de las Cuevas no era gallego y “su mayor anhelo (…) era poner el prestigio del atletismo galaico al nivel del de las regiones más avanzadas”. Se comentó que dejaba Galicia sin “ver realizada su más profunda aspiración”, que no era otra que contemplar en el estadio de Balaídos “una gran competición atlética internacional”.

Un grupo de entusiastas del atletismo le organizó un homenaje en el Hotel Unión el 25 de abril, señalándose que al mismo asistiría representación de todos los clubes y muy especialmente del Real Club Celta, “a cuya entidad representó siempre Cuevas en la Federación”. Celebrado el banquete en su honor, Handicap escribió de quien había estado ocho años entre nosotros que “su obra queda ahí y con ella esculpida la gratitud que le debemos todos los amantes del atletismo”. A Cuevas se le regaló una medalla de oro “como recuerdo de su gran labor deportiva”.

Mariano Carsi, primer gallego en lograr un récord de España (G.A.)

Pontevedra acogió los Campeonatos gallegos de pista de 1928 con una novedad significativa: debutó la Sociedad Atlética de Vigo, entidad en la que se habían “refugiado” todos los atletas vigueses. Además de este nuevo club acudió aquel 21 de octubre a Pasarón la Agrupación Atlética Coruñesa, el Comesaña Sporting Club y la Gimnástica de Pontevedra. La Sociedad Atlética de Vigo, aunque no fue el mejor club al ser superado por la Sociedad Gimnástica, obtuvo, sin embargo, cuatro triunfos individuales y de ellos tres correspondieron a Mariano Carsi:  1,50 en altura, 5,74 en longitud y 18.4 en 110 metros vallas, al que se añade el de Fernando Otero, 11.4/5 en 100 metros.

Estos Campeonatos gallegos, que contaron con una segunda jornada el domingo 4 de noviembre, concluyeron, como está dicho, con la victoria contundente de la Gimnástica (44 puntos), seguido de la Sociedad Atlética de Vigo (22), Comesaña Sporting Club (12) y Agrupación Atlética Coruñesa (10). Del torneo escribiría después Handicap que sirvió “para poner de relieve que los deportes atléticos toman una buena orientación y que les está reservado un porvenir brillante en el mundillo deportivo de nuestra región”. Además, el cronista tenía claro que, en aquel momento, “la primera potencia atlética es Pontevedra, donde un grupo de distinguidos amantes de la cultura física, han logrado hacer unos atletas que ya tienen un mérito extraordinario en una región como la nuestra, en la que el atletismo puede considerarse todavía en mantillas”.

Y este 1928 situó, desde mediados de diciembre, un nuevo personaje en la cúpula del atletismo de Galicia. El conocido y valorado Joaquín Freijeiro asumió la presidencia federativa y tuvo a su lado a Braulio Fernández como secretario y a Jesús Sevillano de tesorero-contador. Y todo conviene decirlo, aquel 1928 se cerró con un hecho de especial relevancia para Vigo (y no solo para Vigo) al ser inaugurado, el domingo día 30, el estadio de Balaídos.

Y en Balaídos, en el recinto de nuevo cuño que situaba el deporte vigués en otra dimensión, se pudo vibrar aquel 9 de junio de 1929 con una edición de los Campeonatos gallegos en pista desde luego diferente. Se avanzaba en el marco. Se pasaba a competir a una instalación que provocaba un mayor interés para los atletas. Para presenciar la competición había que pagar; únicamente se tenía la deferencia de la gratuidad con la mujer “pudiendo ocupar la localidad que prefiera”. Y sobre la pista los atletas se esmeraron consiguiendo seis plusmarcas regionales: Cándido Fernández, 59.00 en 400 metros; Ernesto Trabazo, 2:14.3/5 en 800 metros; Benito Fernández, 17:55.1/5 en 5.000 metros; Joaquín González, 38,70 metros en jabalina; Manuel Couso, 23,88 metros en lanzamiento de martillo; y la Sociedad Atlética de Vigo, 50 segundos en relevos 4×100 metros. A pesar de este esfuerzo de la media docena de plusmarcas, esto no pareció colmar las apetencias de Handicap. “Nuestro atletismo”, escribió, “tiene que apretar más en la selección de hombres para los deportes atléticos y en sus entrenamientos, máxime teniendo la ayuda del público del football y un stadium en donde mejorar estilo y marcas”.

La clasificación por equipos situó a la Gimnástica de Pontevedra en primera posición con 49 puntos, mientras la Sociedad Atlética de Vigo contabilizaba 32 y el San Andrés de Comesaña 13. Del conjunto triunfador dijo Handicap: “Vencieron con bastante amplitud en el campeonato social, y entre sus representantes destacó un magnífico atleta de clase. Ha sido éste, Joaquín González, que ejecutó con gran regularidad espléndidos lanzamientos de peso, disco y jabalina. Le siguió en méritos Rey Pavón”.

Joaquín González, destacado lanzador (J.G.)

Pocos días después, nuestro atletismo pudo disfrutar de una vieja aspiración que nos retrotrae al año 1924: el enfrentamiento entre Galicia y el Norte de Portugal. Pero vayamos con los antecedentes. En la asamblea federativa de agosto de ese año 1924, el delegado del Celta había propuesto la celebración de un “match atlético Galicia-Oporto, siempre que se puedan obtener marcas para contender dignamente con los portugueses”. Y la propuesta había sido aceptada por unanimidad. Pues bien, la cuestión no quedó arrinconada de tal manera que, en febrero de 1925, se aceptó la invitación de la Federación Portuguesa de Sports Atléticos, Delegación del Norte, para llevar a cabo este enfrentamiento en Vigo. Sin embargo, la idea se adormeció en el tiempo hasta que pudo ser definitivamente avivada en 1929.

El martes 12 de junio, Faro de Vigo informaba que pocos días después habrían de viajar a Oporto los atletas gallegos seleccionados para contender con los portugueses, resaltando que existía “un entusiasmo enorme” en la “bella ciudad del Duero” por este duelo en el que evidentemente no se inclinaba la balanza para Galicia (porque la realidad era la realidad), afirmándose que “se espera una amplísima victoria de los lusitanos, que en deportes atléticos son superiores a nosotros en cantidad y calidad”. Y hablando de este cara a cara galaico portugués habrá que referirse a la persona promotora del mismo, la que puso desbordante entusiasmo: el portugués Mario Duarte, representante consular en A Guarda.

La confrontación del domingo 16 de junio en el estadio de Covelo reflejó una amplia victoria de los atletas del país vecino. Oporto acumuló 55 puntos y Galicia llegó a 26. De las catorce pruebas del programa solo una fue ganada por los gallegos. La obtuvo Mariano Carsi en salto de altura con un registro de 1,65, que era récord. Un cronista portugués dijo: “Carsi fue a gran distancia de sus camaradas de equipo, el mejor (…) Ganó nítidamente”. Pero hubo otras cuatro plusmarcas más de los representantes gallegos: Arturo Rey logró la de 200 metros con 24.2/5, Mariano Carsi también se apoderó de la de 400 metros con 58.1/5 y la de 110 metros vallas con 18.0, Joaquín González se adjudicó la de lanzamiento de peso con 12,24, y los relevistas de 4×100 metros acabaron en 48.4/5.

Handicap sacó de aquel encuentro la siguiente conclusión: “… hemos recibido una derrota contra hombres especializados en el deporte atlético; pero nuestra actuación ha sido tan excelente y tan prometedora que nos ha satisfecho, haciéndonos concebir grandes esperanzas de poder llegar en un plazo no muy lejano a incorporarnos a las pocas regiones españolas que se destacan en atletismo”.

Para el 4 de agosto del mismo año 1929 se señaló un nuevo duelo entre Oporto y Galicia pero en Vigo, del que escribió Handicap, a mediados de julio, que coincidía con la disputa de un partido de fútbol en Balaídos, poniendo en duda que se pudiesen llevar a cabo en una sola tarde los dos acontecimientos. Y en el caso de tener que prevalecer uno u otro evento, él se inclinaba por el atletismo “más propio en esta época veraniega”. Y añadía: “Y también de más trascendencia y más interesante en la vida deportiva un Oporto-Galicia de atletismo que un Oporto-Vigo de football”. Lo justificaba diciendo: “El atletismo del Norte de Portugal es algo realmente extraordinario con valores de clase internacional, importancia que no alcanza su buen football”.

Llegado el día 4 de agosto, en Balaídos se vivió una jornada ciertamente alocada al coincidir atletismo y fútbol. El Galicia-Oporto de atletismo se programó en tres partes. Las primeras pruebas se disputaron a las diez de la mañana, continuarían a las cuatro y media de la tarde (después del desfile de los atletas), se tendrían que interrumpir posteriormente para presenciar la primera parte del Celta-Deportivo y concluirían en el descanso del partido de fútbol.

El duelo atlético finalizó con clara victoria de Oporto (56-26), pero con la enorme satisfacción de que Mariano Carsi se convirtió en el primer gallego en conseguir un récord de España. Corrió los 110 metros vallas en 17 segundos 2 décimas igualando la marca que poseía el catalán Joaquín Roca desde el mes de junio. Mariano Carsi también batió la plusmarca gallega de 400 metros (57.2/5) y lo mismo hizo Fernando Otero en salto de longitud (6,18) y el cuarteto de relevistas de 4×100 (48.2/5). La nota negativa quedó reflejada por la ausencia de los atletas seleccionados de la Gimnástica de Pontevedra, lo que provocó la ruptura entre la Federación Gallega y el club.

Cándido Fernández, un gran corredor (A.P.)

Cuando Joaquín Freijeiro finalizó en la presidencia federativa (el 10 de octubre de 1929 hubo una asamblea para el relevo) le reemplazó en el cargo Juan Baliño Ledo, expresidente de la Federación de Fútbol y “persona que siente verdadero entusiasmo por los deportes clásicos” como escribió Handicap. Este consideraba que había “constituido un enorme acierto esta designación” y añadía que la “Federación de Atletismo precisaba en estos momentos, más que nunca, una personalidad prestigiosa del deporte, y el señor Baliño, que sigue de cerca el atletismo nacional y mundial, comenzó ya a ocuparse con verdadero cariño de este futuro acontecimiento que todas las regiones concedieron a Vigo…” Se refería Handicap al Campeonato de España de cross que se disputó por todo lo alto el 23 de febrero.

Se iba haciendo camino y en junio de 1930, celebrándose los enfrentamientos regionales de pista, el periódico deportivo bilbaíno Excelsior los elogiaba: “Se celebraron pruebas para los campeonatos regionales de Galicia, Cataluña y Castilla, y ciertamente, los de mayor interés fueron los gallegos. En la bella región española se trabaja con un entusiasmo extraordinario…” El periodista estaba volcado de manera apasionada con lo que por aquí se hacía. “El atletismo gallego avanza a pasos agigantados. Ayer aún nadie y hoy ya cuenta con un atleta internacional de primera categoría…”. Y resaltaba que su tabla de récords va “registrando unas cuantas variaciones de primer orden”.  Por eso auguraba que “pronto” el atletismo de Galicia podría competir con cualquier otro del país.

Fue como una premonición. En julio, con motivo del torneo nacional en Montjuic, tan pronto como pisaron la pista se vieron halagados. “Los atletas de la región gallega son la nota impresionante de la primera jornada de estos campeonatos”. “Se sabía de ellos que habían progresado; pero no se le suponía que pudiesen llegar tan rápidamente a las finales, teniendo en cuenta a los participantes veteranos de otras regiones…”

Del estadio barcelonés, al que no acudieron ni guipuzcoanos ni vizcaínos, salió Galicia fortalecida y con varios puestos destacados. Joaquín González ganó el lanzamiento de disco (32,99) y fue tercero en el de peso (10,505); los cuatro componentes del relevo 4×400, Juan Echegaray, Arturo Rey, Ernesto Trabazo y Antonio Sánchez, quedaron subcampeones (3:47.8); Cándido Fernández obtuvo la tercera posición en la carrera de 1.500 metros; y los relevistas del 4×100, Fernando Otero, Juan Echegaray, Arturo Rey y Francisco Luis González, conquistaron la tercera posición.

Entre los seleccionados gallegos para un nuevo enfrentamiento con los de Portugal (en realidad fue un Vigo-Oporto el 3 de agosto) se encontraba el atleta checoslovaco Subrt, perteneciente a la Sociedad Atlética de Vigo, del que se comentó había “demorado su regreso a Checoslovaquia” para integrarse en el conjunto de Galicia. Esta decisión de Subrt causó “verdadero júbilo”. El acontecimiento, que estuvo incluído en el programa de festejos de Vigo, de tal manera que su comisión corrió con los gastos, finalizó con la que era ya la tercera victoria portuguesa, 49 puntos a 34. Y viendo lo que sucedió sobre la pista de Balaídos, no es de extrañar que, días antes, causara satisfacción la decisión de Subrt. De las cuatro victorias conseguidas tres le correspondieron a él: los 100 metros (11.3/5), el salto de longitud (6,34) y el triple salto (11,88); el cuarto triunfo fue el de Conde en lanzamiento de jabalina (40,40).

A Juan Baliño le reemplazó en la presidencia desde los últimos días de mayo de 1931 Ángel Bernárdez Losada, acompañado por Alfonso García Hermida, secretario, y Segundo Echegaray García, tesorero. A ellos correspondió la planificación de unos nuevos Campeonatos gallegos en pista celebrados en Balaídos el 12 y 19 de julio. No hubo presencia de atletas de la Gimnástica de Pontevedra y la victoria por clubes la obtuvo la Sociedad Atlética de Vigo frente al Comesaña Sporting Club, Exploradores y Veritas. Al término de la primera jornada se celebró una exhibición de lanzamiento de barra, “especialidad”, según Faro de Vigo, “que por primera vez se presenta en Galicia” y en la que obtuvo el triunfo Graciliano Muñoz con 17,57 metros; sin embargo, en el segundo día de competición, el éxito en este mismo lanzamiento (el que otorgaba el título) se lo adjudicó Alfonso Santoro con 16,24 metros.

Cristino Álvarez, presidente de la Federación Gallega, en el centro con las manos enlazadas, en 1954. Alfonso Posada leyendo (A.P.)

Con Joaquín Freijeiro a la cabeza como delegado, nueve atletas gallegos se presentaron en Barcelona para disfrutar de los decimocuartos Campeonatos de España de pista; allí, sobre el terreno, se toparon también con atletas de la Sociedad Gimnástica de Pontevedra. Como recordó Alfonso Posada en Galicia Atlética, las “discrepancias” entre Gimnástica y Federación Gallega eran de tal magnitud que “la entidad pontevedresa formuló recurso ante la Confederación Española de Atletismo para formar un nuevo cuerpo federativo en Galicia o que se le permitiese afiliarse a otra federación regional de las existentes”. La petición no surtió efecto y fue rechazada.

Como los atletas de la Gimnástica habían acudido a Montjuic con la lógica intención de competir al margen de la Federación Gallega, al darse cuenta de que este deseo no era realizable optaron por someterse a la disciplina federativa. Su delegado y atleta Arturo Rey firmó este escrito: “En nombre y representación de los atletas de la Sociedad Gimnástica reconozco y acato la suprema autoridad regional de la Federación Gallega de Atletismo, como asimismo que, gracias a su conformidad, hemos sido autorizados por la Confederación Española de Atletismo para tomar parte en los XIV Campeonatos de España de Atletismo, puntuando por la Federación Gallega”. Para certificar su veracidad fue firmado por los presidentes de la Federación Catalana y de la Confederación Española.

De quien cabía esperar la mejor actuación –seguro- era de Joaquín González (había sido internacional) y el asturiano con hondas raíces en Pontevedra no defraudó. Fue el mejor lanzando peso (11,995) y disco (34,615) y se apoderó de la tercera posición en la jabalina (45,54). También los gallegos fueron terceros en el relevo de 4×400 metros. Hasta ahí llegaron los puestos de podio. Y quienes lo rozaron, al ser cuartos, fueron Celso Mariño en 110 metros vallas y Graciliano Muñoz en lanzamiento de barra (14,52). En cuanto a la clasificación por federaciones la de Cataluña se mostró inmisericorde, con 240 puntos, seguida de Castilla, 69, Valencia, 48, Guipúzcoa, 45, Galicia, 43, y Montaña, 6.

Nada que pueda extrañar demasiado ocurrió en 1932. La Federación Gallega no convocó atletas para los Campeonatos de España de pista en Tolosa el 30 y 31 de julio “por no contar con fondos suficientes para tan largo desplazamiento”, según explica Faro de Vigo. Desde luego, un mal el económico del que se padeció a lo largo de tiempo. El certamen de índole regional se programó para el 14 y 15 de agosto una vez más en Vigo y la Sociedad Atlética de la ciudad mostró su considerable poder: 135 puntos ante Exploradores, que obtuvo 40, y el Veritas Sporting, 18.

Fueron superadas cuatro plusmarcas regionales. Manuel Mariño, del Veritas, realizó en los 10.000 metros un tiempo de 35 minutos 43 segundos 1/5 (se la arrebataba a Máximo Carrera con 36:42.1/5), Florencio García, de la Sociedad Atlética de Vigo, saltó en altura 1,66 (el grandioso Mariano Carsi tenía 1,65), Graciliano Muñoz, de la Sociedad Atlética de Vigo, lanzó la barra a 19,70 metros (el récord lo poseía él con 19,01), y en 4×100 metros el conjunto de la Sociedad Atlética de Vigo lo situó en 47.3/5 con Otero, Powell, Echegaray y Francisco Luis (superaba el que tenía el mismo equipo en 48.2/5 con Otero, Echegaray, J. Rey y Francisco Luis).

El torneo dejó un hecho que podría calificarse de nada edificante. Al iniciarse la primera jornada el día 14 se produjo una “airada protesta” por parte de la Gimnástica de Pontevedra al comprobar que su atleta Couso no figuraba en la relación de participantes en el lanzamiento de martillo y no se le permitió su participación… Esto motivó que la totalidad de atletas del club pontevedrés dejara la competición.

La debilidad económica seguía haciendo mella en el seno federativo y se comprobó con la ausencia de atletas gallegos en la competición nacional de cross en Barcelona en 1933. No ocurrió lo mismo en agosto cuando se celebraron los Campeonatos de España de pista en el estadio barcelonés de Montjuic. Galicia estuvo entonces representada (no así la Federación Castellana) con óptimo rendimiento subiendo al podio varias ocasiones. Joaquín González volvió a ser el más galardonado al conseguir el subcampeonato en peso (11,635) y en jabalina (44,82), además de ser tercero en disco (37,57); con un tercer puesto finalizaron Mariano Carsi en 110 metros vallas (17.0), Florencio García en triple salto (13,22), Celso Mariño en jabalina (44,81), y los relevistas de 4×100 (Antonio Sánchez, Bermúdez, Florencio García, Manuel Canella) y 4×400 (Emilio Lino, Mariano Carsi, Florencio García, Antonio Sánchez).  El título por federaciones se lo adjudicó Cataluña, seguida de Guipúzcoa y Galicia.

Sergio Vázquez, el presidente de la Federación Gallega con más años en el cargo, a la derecha, con Jorge Doncel (J.D.)

En la asamblea de la Federación Gallega de septiembre de 1933 fue nombrado presidente del Comité directivo Alfonso García Hermida, ocupando el cargo de secretario Guillermo Fernández y de tesorero Fernando Oliveira.

El de julio de 1934 podría considerarse un mes atípìco al haberse contado con dos presidentes de la Federación Gallega. El día primero Faro de Vigo daba cuenta de que en asamblea se había nombrado presidente a Ramón Rivas Varela, quien contaba con Marcial Valbuena Dopazo de secretario y Benjamín Mediero Miguélez de tesorero. Incluso en la información de prensa se agradecía el saludo enviado por este Comité directivo al que deseaban “muchos éxitos en su ímproba labor de resurgimiento del atletismo gallego”. Pero el día 19, en una nota firmada por Ramón Rivas y Marcial Valbuena, se anunciaba una nueva asamblea para el día 21 en la que, entre otras cuestiones, se trataría la dimisión del Comité directivo y el nombramiento de las personas que iban a sustituirlas. Y así sucedió. Cipriano A. Braña Merino accedió a la presidencia y con él continuó en el puesto de secretario Marcial Valbuena, incorporándose como tesorero Eduardo Villar.

Todo había empezado con cierta normalidad. Terminándose enero de ese 1934 se llevó a cabo el habitual torneo regional de cross y cuando hubo que acudir al de ámbito nacional en San Sebastián, en marzo, estuvieron únicamente atletas del Veritas, pero al menos allí estuvieron. Las complicaciones las hubo en la época estival, en la que no se celebraron los campeonatos regionales de pista. Alfonso Posada alude en Galicia Atlética a vivirse “un período de descomposición federativa” y a que la Sociedad Gimnástica de Pontevedra “estaba en franca rebeldía” por lo que sus atletas acudieron a los campeonatos nacionales de pista y de decatlón sin conocimiento de la Federación Gallega.

En las pistas del estadio de Berazubi, en Tolosa, el 4 y 5 de agosto, los siete atletas de la Gimnástica consiguieron cuatro medallas. Joaquín González, que sin duda fue en esa época el más laureado de los representantes gallegos, obtuvo la medalla de oro en peso (12,51) y la de plata en jabalina (49,37), Celso Mariño logró la de bronce en jabalina (48,53) y su hermano José igualmente la de bronce en martillo (36,135). En la clasificación por regiones la mejor fue Guipúzcoa (también contaba con atletas vizcaínos) y Galicia quedó cuarta.

El 10 y 11 de noviembre, también en Berazubi, Celso Mariño quedó campeón de España de decatlón, con récord nacional, con 5.748,78 puntos y estas marcas: 11.9 en 100 metros, 6,03 en longitud, 11,355 en peso, 1,65 en altura, 1:00.4 en 400 metros, 17.9 en 110 metros vallas, 31,81 en disco, 3,15 en pértiga, 41,26 en jabalina, y 5:28.2 en 1.500 metros.

Con motivo del Campeonato de España de cross en marzo de 1935 en San Sebastián, se celebró en la ciudad donostiarra la asamblea nacional de federaciones en la que se confirmó a Vigo como organizadora de los Campeonatos de España en pista de ese año. En esos momentos presidía la Federación Gallega Enrique García Rincón, teniendo con él en puestos de máxima responsabilidad a Alejandro Pérez Riveiro, secretario, y Braulio Fernández Domínguez, tesorero (estos dos últimos ya no figurarían en el organigrama un par de meses más tarde).

Inazio Izagirre en los Campeonatos de España de 1921 en Vigo (P.)

Una vez disputados los Campeonatos de Galicia de pista en la segunda quincena de julio en el campo pontevedrés de Pasarón, se supo, en agosto, que la Federación Gallega no iba a organizar el certamen nacional que se le había encomendado. Desde este organismo se explicó que la Federación Gallega no había renunciado sino que “le había sido retirada la concesión por la Confederación Española de Atletismo de forma que consideramos arbitraria”.

Mientras la Federación Gallega pretendía realizar los campeonatos los días 3 y 4 de agosto, la Confederación les habló de aplazarlos porque ese mes acudirían atletas españoles a Budapest a los Juegos Universitarios; el organismo federativo nacional propuso entonces las fechas del 24 y 25 de agosto que no fueron aceptadas por la Federación Gallega ya que uno de esos días llegaba a Vigo la II Vuelta a Galicia de ciclismo. Desde Galicia se comunicó como idóneos los días 31 de agosto y 1 de septiembre añadiéndose que se subvencionaría a las demás federaciones con 5 céntimos por atleta y kilómetro y que podría ser aumentada la subvención a 10 céntimos “siempre que la recaudación de las pruebas lo permitiese”. La Confederación, por telegrama, apostó por el 17 y 18 de agosto “pues de lo contrario nos retirarían la concesión”. La Federación Gallega aceptó las nuevas fechas pero sin garantizar subvención alguna y que si se autorizaba el aplazamiento para el 5 y 6 de octubre sí podría aportar de antemano los 10 céntimos de subvención.

Tras estas idas y venidas de fechas y de no ponerse de acuerdo (ya no hubo más intercambio de noticias), en Galicia supieron que los campeonatos los organizaría la Federación Guipuzcoana el 24 y 25 de agosto en Tolosa y que su subvención sería de 5 céntimos.

En los primeros días de septiembre la Federación Gallega se enteró, aunque no de manera oficial, que en la asamblea nacional llevada a cabo en Tolosa se había decidido descalificar por dos años al Comité directivo de la Federación Gallega y, ante esto, señalaba que había sido engañada. “Se nos retiró la organización”, dijeron, “sin darnos explicaciones de ninguna clase”. Y al mismo tiempo exponía que era “absolutamente falso” que hubiera emprendido “una tendenciosa campaña contra la Confederación Española de Atletismo”.

Los atletas gallegos, no obstante, estuvieron presentes en las pistas de Berazubi el 24 y 25 saliendo de ellas con un buen botín de medallas. Solo Celso Mariño consiguió ser campeón de España y lo fue en jabalina (52,805), subcampeones fueron  Francisco José Díaz, marino malagueño que estaba en la Escuela Naval de Marín y fichado por la Gimnástica de Pontevedra, en los 100 metros, Roberto Rodríguez-Ozores en altura (1,70), Joaquín González en peso (12,22), y José Mariño en martillo (36,11), y la tercera plaza la obtuvieron Celso Mariño en pértiga (3,10) y en peso (11,88), Joaquín González en disco (37,35) y en jabalina (46,74), y el cuarteto de relevos 4×100 con Celso Mariño, Roberto Rodríguez-Ozores, Antonio Sánchez y Francisco José Díaz.  Galicia se clasificó tercera, siendo superada por Guipúzcoa y Cataluña.

Igual que en una carrera de relevos, la Federación Gallega ha ido acumulando en su historia personajes que la impulsaron hacia adelante desde la presidencia. Además de los nombres ya mencionados, también han batallado en primera línea Secundino Álvarez Tomé, José Díaz Obregón, Rafael Picó Cañeque, Avelino García Fernández, Faustino Álvarez Álvarez, Cristino Álvarez Hernández, Ramón Vidal Barja, Sergio Vázquez Gómez, Isidoro Hornillos Baz e Iván Sanmartín Carreira. De todos ellos el que estuvo más tiempo en el cargo fue Sergio Vázquez Gómez, veintidós años, desde 1984 a 2006, y al que se distinguió como presidente de honor.