Extraña facilidad para volar

Terminada la década de los 60, en un ranking de los mejores atletas españoles de todos los tiempos lo situaban en tercera posición entre los saltadores de triple, con 15,91 metros, a solo un centímetro del segundo clasificado; en longitud, su puesto era el sexto con una marca de 7,44. Y es que César Suárez de Centi (A Coruña, 1946 – Oviedo, 2013), con 14 internacionalidades en su haber, es de los que pasó por el atletismo saboreando un éxito notable: su carrera se jalona con tres títulos nacionales, tres medallas de plata y cinco de bronce, repartidos los honores entre la pista al aire libre y la pista cubierta.

“Como atleta, César fue de lo mejor que nació en Galicia. Tenía una extraña facilidad para volar sobre el foso de saltos”, afirma Antonio Prunell, que lo conoció en el estadio de Riazor cuando echaban a andar los años 60 y por donde estaba también su padre, César como él, actuando de juez de atletismo. “Se hizo muy popular entre todos nosotros, por su juventud y su alto grado de extroversión. Empezó a destacar muy pronto en las pruebas de velocidad y saltos, pero cuando terminó el bachillerato e ingresó en la Residencia Blume de Madrid nos sorprendió a todos realizando extraordinarias marcas, sobre todo en las que iban a ser sus especialidades: salto de longitud y triple”.

Antonio Prunell, a la izquierda, y César Suárez de Centi

Ya en 1965, con menos de 20 años, el coruñés se hizo notar y de manera contundente. De los Campeonatos de España del mes de julio en Vallehermoso, se despidió con dos medallas de plata: en triple, con 14,87, solo fue batido por Jesús María Verde, con 15 metros (en Atletismo Español se dijo: “La joven generación de especialistas en triple se portó muy bien”), y en longitud, con un salto de 7,06 en el último intento, únicamente se vio superado por Ignacio Martínez de Osaba, con 7,32. Pero es que, además, aquel 1965 acabaría otorgándole otras satisfacciones. En agosto debutó con la selección española en Madrid frente a la representación griega. Compitió en triple y quedó tercero saltando 15,05, prueba en la que triunfó el poderoso Luis Felipe Areta, 15,89. Y en el mes de septiembre, en Avilés, donde se celebraron los Campeonatos de España de categoría júnior, no encontró resistencia alguna. Se colgó dos oros. Venció en longitud con 7,03, quedando segundo Óscar Ezenarro, 6,41; y en triple, sus 14,53 estuvieron muy alejados de los 13,35 del burgalés Francisco Javier Martínez.

Otro hombre cercano a Suárez de Centi al igual que Antonio Prunell es Juan José Azpeitia, quien extrae sus primeros recuerdos sobre el que considera “uno de los mejores saltadores de España y sin duda el mejor gallego”. Dice Juanjo: “Allá por el año 1965 y a mi regreso de los Juegos de la FISEC en Viena con oro y plata en triple y longitud, me concedieron una beca en la Residencia Blume y donde inicié entrenamientos con los mejores atletas y el mejor entrenador del momento. Allí estaba por supuesto César, delgado, poco musculoso y no muy alto, rápido y con una facilidad saltando triple y una velocidad de salto que parecía no tocar la pista de ceniza. Tuve el privilegio de compartir entrenamientos y aprender de él, de copiar, asimilar esa aparente facilidad con la que saltaba. En las competiciones siempre estaba por delante de mí y ayudándome en los talonamientos”.

El gran triunfo de César, el que le dio el título de campeón de España en triple salto al aire libre, se produjo los primeros días de julio de 1969 en Vallehermoso. Ni los mejores pudieron con él. Sus 15,91 valieron más que los 15,60 de Luis Felipe Areta y los 15,58 de Jesús Bartolomé. La pelea de aquel momento quedó reflejada de este modo en Atletismo Español: “Areta luchó, quiso buscar el buen salto, pero no está en forma ni física ni técnicamente. Entre el segundo y tercer salto se queda sin fuerza y sin dominio. Bartolomé tampoco estuvo bien y Suárez de Centi fue el que mostró mayor progresión. Por eso triunfó”. Fue un concurso que no pasó desapercibido para el público.

Sus buenas actuaciones fueron frecuentes. Porque en los Campeonatos de España de 1967 su pugna en Vallehermoso le deparó dos preseas: plata en triple al saltar 15,17 (Areta logró 15,93) y bronce en longitud con 7,07 (Areta llegó a 7,38 y Segura a 7,27). Y no salió con las manos vacías en la edición de 1968, donde sus 14,98 le valieron para ser tercero tras Areta, 15,60, y Bartolomé, 15,41; pero se quedó sin medalla en longitud aunque alcanzó la misma distancia, 6,96, que Prunell. Y su último trofeo al aire libre lo recogió en 1973, un bronce por sus 14,98, habiendo sido mejores Cid, 15,57, y Santamaría, 15,40.

El coruñés César Suárez de Centi (Atletismo Español)

En A Coruña, cuando iba creciendo, el club con el que se movió fue el Atlético Coruñés y años más tarde defendió admirablemente al CAU de Oviedo, ciudad en la que se asentó y donde ejerció de catedrático de Geología en la Universidad. Precisamente, en La Nueva España, se escribe, en marzo de 1999, sobre la relación que se estableció entre él y Yago Lamela, cuando éste ya empezaba a asombrar a todo el mundo: “Era mayo de 1995, en las pistas de San Lázaro y César Suárez de Centi tenía en propiedad absoluta la plusmarca asturiana de triple desde 1969. Aquel día se le acabaron 26 años de récord a la vez que empezaba su relación con el nuevo plusmarquista. Se llamaba Yago Lamela”. De ese instante significativo en el que concluyó su reinado como triplista, César contó que Lamela lo dejó “alucinado” y lo recuerda como “un momento muy bonito”, habiéndole quedado la impresión de que “podía pasar de diecisiete metros en cualquier momento”. Sabido es que el atleta de Avilés acabó decantándose por el salto de longitud.

Pero existe otro instante a tener en cuenta en este cara a cara De Centi-Lamela que reseña el periódico asturiano: “Los dos se cruzaron otra vez cuando Suárez de Centi ya era delegado en el equipo de atletismo en la Universidad de Oviedo y Lamela apenas veía la luz al final de un curso problemático en la norteamericana de Iowa State. Al volver, “le vi saltar en Salamanca, cuando fue subcampeón de España. Tenía problemas en los tobillos y yo, que tengo mucha fe en la Escuela de Medicina del Deporte, le sugerí que se pusiese en contacto con ellos”. Miguel del Valle y su equipo repararon los ligamentos del saltador, “parece que todo aquello dio resultado”.

Si César se desenvolvió con cierta maestría cuando competía al aire libre, otro tanto le sucedió al hacerlo bajo techo. También aquí el resumen de su valía refleja un dato muy positivo: dos medallas de oro y otras tantas de bronce. Los Campeonatos de España en este formato se iniciaron en 1965 pero entonces, en la competición del Palacio de los Deportes madrileño, no hubo ni longitud ni triple por lo que el coruñés se apuntó en los 50 metros, acabando cuarto con 6.1 en la serie que se adjudicó el vigués Rodríguez Quinteiro en 5.9.

Fue en 1966, en el mismo lugar, donde César conquistó su primer bronce en longitud, superado por Areta, 7,45, y Segura, 7,30. Aquella jornada del mes de febrero se estrenó el foso de salto, con mala fortuna para el atleta de A Coruña. Así lo reflejó Pedro Escamilla: “El foso de caída estaba durísimo, y Suárez de Centi, saltando 6,80, se lastimó, renunciando a los demás ensayos”.

Por aquellos años 60 el Palacio de los Deportes de Madrid era el que se utilizaba habitualmente y a él llegó en 1967 para salir victorioso por todo lo alto al quedarse a un centímetro del récord español. “Aun sin récord”, se lee en Atletismo Español, “una de las pruebas de mejor nivel técnico fue la de salto de longitud, en la que Suárez de Centi y Segura pugnaron por la victoria, que se decidió a favor del primero, pasando de los siete metros los cuatro primeros clasificados”. Así quedó la lucha: César Suárez de Centi, 7,49; Jacinto Segura, 7,30; Ignacio Martínez de Osaba, 7,16; y Juan J. Azpeitia, 7,07.

Volvería a ser medalla de oro, en este caso en triple, en 1969 al alcanzar 15,38 metros mientras que Jesús Bartolomé se quedaba en 15,29 y Juan J. Azpeitia en 15,09. Y en 1972 cerró el cofre de recompensas con el bronce, también en triple, al saltar 14,95 pero que no fue suficiente para arrebatar el triunfo a Bartolomé, 15,36, ni el segundo puesto al también gallego Castrillo, 15,00.

Por la izquierda, Enrique Graña, Manuel Porta, Manuel Fraga Ferrant y César Suárez de Centi en la localidad sueca de Upsala en los años 60

Pone de relieve Antonio Prunell que César, residiendo primero en Madrid y después en Oviedo, “siempre encontraba tiempo para regresar a su querida Coruña”. Aporta de él, otros aspectos de su personalidad: “Su carácter le granjeó la simpatía y amistad con varias generaciones de atletas que pasaron por la selección de nuestro país. Cuando queríamos conocer el paradero de algún antiguo compañero, recurríamos a César. Él seguía en contacto con todos y le encantaba mantener vivas las verdaderas amistades. Amaba el atletismo y su extraordinaria memoria nos hacía disfrutar de aventuras y anécdotas que habíamos vivido y casi olvidado”.

Cuando Yago Lamela consiguió los fantásticos 8,56 en los Campeonatos del Mundo en sala en Maebashi en 1999, César comentó en La Nueva España: “Sabía que estaba que se salía, pero lo que más valoro es su capacidad para haber batido tres veces el récord de España en la misma competición”.

César, a pesar de todo, confiaba mucho en Lamela como triplista. “Puede pasar de 18 metros en triple cuando se lo proponga”. Y, en este aspecto, alababa el trabajo de Juan José Azpeitia (también lo había entrenado a él), al que consideraba “el mejor entrenador de saltos de España. Y lo ha demostrado siempre, aunque al principio no se dedicara a la élite”.

Estaba convencido de que con otro técnico que no fuera Azpeitia, Lamela no habría llegado al lugar en el que estaba en tan poco tiempo. “Es muy difícil de calibrar qué parte del éxito le corresponde a Juanjo. Yo creo que es una parte importantísima, no hay que olvidar que él vino de Estados Unidos solamente para entrenarse con él”.

Se había casado con una asturiana, “tan simpática y amiga de sus amigos como el mismo César”, en palabras de Antonio Prunell. Y a raíz del fallecimiento del coruñés el 15 de abril de 2013 (ya estaba viudo), La Nueva España publicó: “Su matrimonio con Marián Serrano García lo vinculó a Ribadesella, donde pasaba los veranos y se había convertido en un paseante habitual de la Gran Vía. Como geólogo se dedicó al estudio de las icnitas de la zona oriental y colaboró con la asociación “Amigos de Ribadesella” en la edición de un trabajo de las huellas de dinosaurio en el entorno de Ribadesella”