Vigo, septiembre de 1915. En el campo de Coia se va a vivir ese mes una jornada atlética que se cita de una manera rimbombante propia de la época: “juegos olímpicos”. El reconocido periodista vigués Manuel de Castro, Handicap (1885-1944), que llegaría a ser presidente de la Federación Gallega de Atletismo en 1927 y 1928, escribe en Faro de Vigo que el torneo se había suspendido “por causas ajenas a la voluntad de los organizadores”, el Real Vigo Sporting Club, y señala que el año anterior fuera debido a “las fiebres”, y el mes de agosto último se achaca a “las fiestas y el excesivo calor para los deportistas”. “Desde 1913 no hemos vuelto a tener festival atlético”, recuerda el cronista. Y resalta también que de inmediato se pondría “en condiciones” el campo de Coia “para que los juegos olímpicos no tengan nada que envidiar a los que tienen lugar en Madrid, Barcelona y Santander, puesto que en Galicia y especialmente en Vigo, hay excelentes deportistas”.

Participantes en la carrera de 1.500 metros el 19 de septiembre de 1915 en Coia (Colección Seoane & Prado)
Para poder intervenir en este acontecimiento se hacía necesario enviar la inscripción al presidente del Real Vigo Sporting, teniendo en cuenta que cada participante debía abonar dos pesetas por cada prueba en la que fuera a tomar parte. Y aquel que enviara cinco pesetas podía participar en todas ellas. Aunque el club organizador también tenía claro en sus normas que “bajo concepto alguno se devuelven las cuotas de inscripción”.
Entre los trece atletas inscritos que se nombran en Faro de Vigo la víspera del torneo figura Enrique Bantle, el vigués que fue el primer presidente que tuvo la Federación Gallega de Atletismo, cargo que ostentó desde 1921 a 1924. Al mismo tiempo se indica que concurrirán ocho estudiantes del Colegio de Nobles Irlandeses, representando al Club Celtic de Irlanda. También se habló de que la inscripción se había cerrado con un centenar de entusiastas alemanes, irlandeses y españoles.
Para tan atractivo festival atlético se donaron “preciosas copas de plata” por parte del Cable Inglés, el Cable Alemán y el Real Vigo Sporting; y además también se entregarían medallas. Para el que deseara ver el espectáculo, que se iba a disputar la tarde del sábado 19 de septiembre, debía pagar 1,20 pesetas la silla de palco y 0,60 la general. Los únicos que accedían de manera gratuita eran los socios del Real Vigo Sporting Club y de las secciones de fútbol y atletismo.
El lunes 20 de septiembre Faro de Vigo relata que “un público muy selecto asistió ayer a los Juegos Olímpicos de Coya”. En velocidad, carrera de 100 metros considerada como campeonato de Galicia, se disputaron dos eliminatorias recayendo el triunfo en la final en Dorda con 11 segundos 3/5 seguido de Álvarez, 11.4/5.
Tras haberse anunciado que por vez primera se vería lanzar el disco en Coia, en la prueba se produjo una “lucha titánica” entre dos alemanes y un español. Tres lanzamientos cada uno y un resultado “indeciso” hasta el último momento. La victoria fue para Fernando de Castro, 28,72 metros, ocupando la segunda posición Brieske con 28,17, y quedando tercero Wolters con 27,18. Y el cronista apunta: “Se lanzó ayer el disco con un estilo elegantísimo”.
Para la carrera de estafetas los equipos se componían de tres atletas y cada uno de ellos tenía que correr 300 metros. Se presentaron a la lucha cuatro conjuntos: Fortuna, Vigo, Irlandeses y Germania, siendo ganador este último de “forma brillantísima. Los alemanes corrieron la estafeta divinamente”.
Wolters se impuso en el salto de altura con 1,45 metros, mientras que Avelino Díaz se quedaba en 1,40. Handicap menciona que “Villaverde dio un salto notabilísimo tirándose de cabeza. Fue muy aplaudido”. Y en salto de longitud no se pudo con los alemanes. Brieske llegó hasta 5,16 metros y Wolters se quedó en 5,11.
En la carrera de vallas (110 metros) los dos premios fueron para los españoles Álvarez y Torres, “haciendo la carrera a toda velocidad sin tirar ni una valla”. “Fue esta carrera muy bonita y de mucho efecto”.
De un “verdadero pugilato” consideró el cronista que había sido el lanzamiento de peso entre Luis García, Castro y Brieske. La victoria se la adjudicó Luis García con 10,05 metros, quedando a continuación Brieske con 9,71 y Castro con 9,31.
La carrera de resistencia de 1.500 metros fue “la carrera de la tarde”, la “más emocionante” ya que los atletas ganaban y perdían posiciones “con bastante frecuencia”. Claro que, como dice el informador, pronto se vio al representante del Fortuna Jacobo Torres “a la cabeza y en ella se sostuvo hasta su llegada a la meta”. Y añade que invirtió 4 minutos y 11 segundos.
El espectáculo se encendió todavía más con la lucha de cuerda, donde los equipos debían tener ocho componentes. La formación del Fortuna, “de muchísimas libras y de muchos nervios” venció al “equipo de señores oficiales del Cable Alemán”, que ofreció una “brillantísima resistencia”. Y después de un breve descanso, el conjunto ganador se midió con “uno del Vigo, muy flojo, pues poca resistencia ha sostenido”, concluye Handicap.
Todavía no se había celebrado este festival atlético promovido por el Real Vigo Sporting Club cuando se supo que también iba a organizar el suyo el Real Fortuna F.C. el 31 de octubre. El día anterior, Faro de Vigo daba cuenta de esta nueva reunión: “Hoy quedará ultimado el arreglo del campo de Bouzas para las pruebas atléticas de mañana, que tanto interés han despertado entre los deportistas alemanes y españoles de la localidad”. Sin embargo, el mismo día 31 el club organizador acordaba su suspensión debido al mal tiempo. Acabaría llevándose a cabo el 7 de noviembre de ese año 1915.
En esta ocasión, el ya mencionado Enrique Bantle sería el “juez de campo (…) auxiliado por el entusiasta del atletismo Sr. Bar”. La prensa recoge que “además de elementos de los clubs locales, tomarán parte en las pruebas marinos de la escuadra española en puerto, que realzarán mucho el concurso”.
La competición se desarrolló de tarde y Handicap apunta a que hubo “bastante concurrencia y con un tiempo delicioso para pruebas olímpicas…”. En lanzamientos se produjo la victoria de Luis García, “campeón local”, en el peso con 10,07 metros, seguido de Brieske, 9,55, y Castro, 9, 11. Y en cuanto al disco, el cronista refleja que Fernando de Castro “continúa siendo nuestro primer discóbolo” y sus tres lanzamientos “fueron soberbios”, alcanzando la victoria con 28,50 metros, mientras Brieske se clasificaba segundo con 23,26, y Dorda era tercero con 22,46.
Vayamos con los saltos. En el de longitud el triunfo recayó en Torres con 4,90 metros y Moncho Gil saltó 4,69. En salto con pértiga el que mejor lo hizo fue Domínguez franqueando 2,25 metros, y Dimas superó 1,85. Y en altura, que estuvo disputadísima, Ventura Lago “saltó divinamente” 1,45 metros, quedándose Brieske en 1,40.
En cuanto a las carreras, los 100 metros se los adjudicó Dorda, dándole un tiempo de 12.1/5, quedando “en discusión” quién había sido el segundo entre Álvarez y Rivas con 12.2/5, aunque el juez de llegada le otorgó esta segunda posición a Álvarez, “pero hubo quien creyó ver corresponderle esa clasificación a Rivas”. Y en la prueba de vallas, el primero fue M. Torres en 15.2/5, seguido de Álvarez en 15.3/5.
Reñida estuvo la carrera de estafetas entre los equipos del Vigo, Fortuna y Cable Alemán. Relata Handicap que “en la primera vuelta, Álvarez, que iba delante y que ya había sufrido un colapso en la carrera de velocidad, cayó desvanecido y su equipo tuvo que retirarse, continuando la lucha empeñadísima entre el Fortuna y el Cable Alemán”. La victoria se la adjudicó el Cable Alemán destacándose la colosal actuación de Steinhuggen.
En cuanto a la prueba de 1.500 metros, a la que concurrió un “gran número de corredores”, la ventaja adquirida por Torres, del Real Vigo, de nada le valió cuando tuvo que retirarse; pero la emoción la mantuvieron Steinhuggen, Castillo y Torres, del Fortuna. Fue este último el que acabó imponiéndose, quedando en segundo lugar Castillo, “que se nos reveló como una gran esperanza en el pedestrismo”. Sin embargo, clarifica el cronista, que “el segundo premio fue para Steinhuggen, por haber originado Castillo un despiste a un contrincante…”.
En este festival atlético, aunque fuera de concurso, se llevaron a cabo también “unas carreras de sacos y por parejas con las piernas atadas que regocijaron a la concurrencia. Enrique Touza (…) monopolizó todos los premios por valor de veinte pesetas”.
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