Una puerta abierta en Doha
Adrián Ben creció en Viveiro donde no había pista de atletismo. Como le entusiasmaba correr esto era un inconveniente, una desilusión enorme, pero nunca, sin embargo, significó una derrota. De ahí que hiciera del paseo marítimo de Covas, a ojos de sus convecinos que le adoran, su habitual lugar de entrenamiento. “Fue una época dura que me ayudó a madurar psicológicamente y a entender definitivamente el sacrificio como una parte esencial del atletismo”, diría en La Voz de Galicia en julio de 2018. “Ahora cuando vuelvo a Viveiro y recuerdo aquello me parece increíble que pudiera resistir”.
Siempre, según propia confesión, tuvo “aptitudes para el deporte” y de hecho estuvo inmerso en el fútbol, el baloncesto, el bádminton, también el tenis, aunque lo de correr tenía un atractivo especial. “Lo que me apasionaba de verdad era correr. Lo que más me gustó desde siempre fue el deporte rey”; y lo del “deporte rey” dicho por él encendió una luz en el entrevistador que le espetó sin rubor que así llaman al fútbol. Y Adrián, claro, puso las cosas en su sitio: “Así llaman al fútbol en España, pero el deporte rey, el más antiguo en el mundo es el atletismo y así se hace constar en los libros de historia”.
Sobre sus inicios ha contado que Luis Ramallal, su profesor de Educación Física en el colegio Santa Rita de Galdo, en Viveiro, fue quien primero comprendió que en él había madera de atleta. Y lo refiere así: “Cuando gané mi primera carrera, con 7 años, habló con mis padres para decirles que tenía sitio para mí en el equipo de atletismo del centro”. Y también de aquellos momentos de aprendizaje comentó un hecho curioso acaecido en Lugo: “Creí que el toque de campana era para indicar que la carrera había terminado, así que levanté los brazos para celebrar la victoria, miré a la grada y allí vi a mi madre gritando: `corre, sigue…´ Creo que éramos ocho participantes, me pasaron todos y acabé cuarto. Tendría ocho años”.
Otro nombre que figura en la vida de Adrián de aquellos primeros años como atleta es Pedro Esmorís, quien recordó su estancia en el mencionado colegio Santa Rita de Galdo en La Voz de Galicia en 2021: “Aquello funcionaba casi como un centro de alto rendimiento. Entrenaban, se duchaban y comedor. Él aparte quería venir con la escuela de San Roque y entrenaba con chicos más grandes, aunque luego competía con el cole”. Y nos muestra algún rasgo más de aquel Adrian que empezaba a soñar con ser alguien en el atletismo indicando que, cuando se trataba de hacer equipos de cross, acudían “amigos suyos de fútbol” si no les coincidían partidos. “Siempre tuvo madera de líder y carisma. Era buen compañero, animaba mucho a todo el mundo. Aún ahora viene a ver cómo entrenan los niños. Tiene mano con ellos”.
La familia de Adrián estuvo en todo momento a su lado, llevándolo de aquí para allá a distintas competiciones y a Lugo para que pudiera disfrutar del contacto con el tartán… No es de extrañar, pues, que su progenitor haya llegado a decir que “retiré el coche con diez años y 350.000 kilómetros”. El amor de la familia cuenta mucho, todo en realidad, en el descubrimiento de este atleta de grandes cualidades. “Desde pequeño tenía claro que quería ser profesional e ir a unos Juegos”, dice Antonio, resaltando lo que le atraía ya el atletismo a su hijo. “Vimos que le gustaba y destacaba y tratamos de apoyarlo siempre porque ese estilo de vida lo hace feliz”.
Es posible que Adrián llevara más en la sangre que en el entrenamiento toda su valía. En la primera de sus tres campañas en el Lucus Caixa Galega en 2014, con 16 años, corrió los 800 metros en 1:57.08 y los 1.500 en 4:03.94; pero ese año ya estuvo entre los 45 juveniles españoles que se fueron a Bakú (Azerbaiyán) en busca de una plaza para acudir, esa temporada, a los Juegos Olímpicos de la Juventud; Adrián, que fue quinto en los 2.000 metros obstáculos (6:04.92), no fue escogido. Pero su trayectoria ascendente no se detuvo. Acumuló hasta ocho títulos nacionales en distintas categorías (desde sub-18 a sub-23) y en los tres escenarios (cross, pista cubierta y pista al aire libre) y también estuvo en torneos internacionales de relieve como los Mundiales sub-20 de 2016 en Bydgoszcz (Polonia), o los Campeonatos de Europa sub-20 en Grosseto (Italia) en 2017 donde se colgó la medalla de bronce de los 1.500 metros con un registro de 3:57.32 (ganó una semifinal con 3:48.11) , viéndose superado por el británico Jake Heyward, 3:56.73, y el belga Dries De Smet, 3:56.98. Adrián iba camino de convertirse en un corredor sobresaliente de 1.500 cuando el destino le reservó un puesto entre los mejores del mundo en la carrera de 800 metros.
En 2018, año en el que se estrenó como internacional absoluto, todavía sus aspiraciones las tenía centradas en los 1.500 metros, distancia en la que intervino, como único representante español, en los Campeonatos de Europa celebrados en Berlín. Y se vio colmado de satisfacción por este hecho. “Estoy feliz, muy feliz porque muchos atletas no llegan a esto en la vida por mucho que luchen y yo podré disfrutarlo con 20 años”, comentó en La Voz de Galicia. También dijo que acudir a la capital alemana ya era un premio y que si se producía su pase a la final sería “un éxito rotundo”.
Pero no fue capaz de superar la primera ronda. El 8 de agosto intervino en la segunda de las tres eliminatorias que hubo, viéndose completamente desbordado en el último tramo de la carrera. Finalizó en octava posición con 3:42.81, quedando tras él tres rivales: Amine Khadiri (3:45.97), Alexis Miellet (3:51.61), y Benjamin Kovacs (3:54.9). Los que le precedieron fueron: Marcin Lewandowski (3:40.74), Charlie Grice (3:40.80), Filip Ingebrigtsen (3:40.88), Timo Benitz (3:41.01), Sheikl Ali Moha Abdikadar (3:41.09), Kalle Berghund (3:41.25) e Isaac Kipruto Kimeli (3:42.77).
Sería en 2019 cuando tuvo ante sí la cara y la cruz de la competición, pero sabiendo salir del aspecto más amargo con total decisión. Desde entonces ascendió muchos peldaños hacia la gloria. Tras quedar en junio campeón de España sub-23 de 1.500 metros en Tarragona, en una carrera lenta (4:01.21) en la que superó a Ignacio Fontes y Enrique Herreros, Adrián fijó su meta en los Campeonatos de Europa de la categoría del mes de julio en Gavle (Suecia). “Es mi gran objetivo”, manifestó en El Progreso, dejando claro que le hacía “mucha ilusión” y que su deseo estaba puesto en poder disputar la final. “Mentiría si dijera que no aspiro a pelear por las medallas”. Y en Suecia se le desmoronó aquella ilusión tan viva. No se dio clasificado para la final. Tras su actuación, comentó en las redes sociales: “El jueves tuve uno de mis peores momentos deportivos al quedarme fuera de la final por tan solo 4 centésimas. Ha sido duro, pero ya hemos pasado página. Nosotros siempre miramos más allá. Este miércoles tocará dejarse la piel una vez más y liberar esa rabia acumulada en el Meeting de Barcelona”.
Fue como un abrir y cerrar de ojos. No dio tiempo para nada más. De Suecia a Barcelona a ritmo frenético para hacer algo grande. En el estadio Serrahima, la noche del 17 de julio, donde hubo una impresionante tormenta que echó por tierra muchas marcas, Adrián Ben consiguió la mínima para los Mundiales de Doha 2019 en los 800 metros. Los corrió en 1 minuto 45 segundos 78 centésimas, siendo el cuarto de una carrera en la que triunfó Ayanleb Souleiman en 1:44.38, con Álvaro de Arriba séptimo en 1:46.16, e Ignacio Fontes, que había quedado campeón europeo sub-23 en Gavle, noveno en 1:46.79.
En Doha, Adrián Ben fue una grata sorpresa. Con formidales actuaciones hizo resplandecer su imagen de forma soberbia como corredor de 800 metros. El sábado 28 de septiembre, en su primera intervención, donde los tres primeros se clasificaban de manera directa para semifinales, estuvo muy valiente y dejándose ver en cabeza, peleando sin concesiones, por eso acabó en una magnífica segunda posición con 1 minuto 46 segundos 12 centésimas, solo vencido por Ngeno Kipngetich, con 1:46.07. “Me he encontrado muy bien y por eso he decidido tirar”, comentó el gallego en Marca. “También quería saber quién estaba en forma (…) Si me encerraba tenía las de perder y por eso he decidido correr así”.
En poco más de veinticuatro horas volvería a la pista para cumplir con otra misión todavía más complicada: hacerse con un hueco para la final. No se lo pusieron fácil de inicio. Abubaker Haydar Abdalla salió desbocado y se plantó en los 400 metros en 48.70, con Wesley Vázquez siguiéndole los pasos, aunque Adrián no estuvo en esa desquiciada pelea. “Mi estrategia era no suicidarme en la primera vuelta”, diría después en TVE. Se mantuvo cauteloso en la parte de atrás del pelotón y surgió a la batalla en el ecuador de la prueba. Cuando estuvo en la recta final su empuje fue demoledor, adelantó rivales y acabó en un fantástico cuarto lugar en 1:44.97. Delante de él quedaron Wesley Vázquez, 1:43.96; Ferguson Cheruiyot Rotich, 1:44.20; y Clayton Murphy, 1:44.84.
La final mundialista de 800 metros se disputó el martes 1 de octubre, con el atrevido joven de Viveiro dispuesto a todo. Arturo Martín había comentado en El Mundo antes de este crucial momento que “Adri es un chico muy competitivo que, si logra estar en la pomada en los metros finales, va a luchar, eso seguro. El 800 no es la prueba en la que puede destacar más, pero es una distancia que se adapta bien a la gente joven”. Y metido en faena no quiso ser menos que nadie. Pero no por ello dejó de jugar su papel la cabeza. El ritmo que impuso Wesley Vázquez colocó a todos en fila y mientras el caribeño pasaba por los 400 metros en 48.99, Adrián lo hacía en 51.56, aunque sin desentenderse de la pelea. Y cuando tocó correr más y más él lo hizo sin concesiones para dejar atrás a Marco Arau Arop (séptimo, 1:45.78) y Clayton Murphy (octavo, 1:47.4) y acabar en un extraordinario sexto lugar con 1:45.58 (superaba el octavo puesto de Tomás de Teresa en los Mundiales de Tokio 1991). ¡Memorable!
La carrera la ganó Donovan Brazier en 1:42.34, récord del campeonato, con Amel Tuka en segundo lugar, 1:43.37, y Rotich en tercera posición, 1:43.82; cuarto y quinto fueron Bryce Hoppel, 1:44.25, y Wesley Vázquez, 1:44.48.
El de 2022 no fue un año en el que Adrián brillara como lo venía haciendo. En los Campeonatos del Mundo de Eugene, Oregón (Estados Unidos) no pudo superar la eliminatoria de 800 metros. El 21 de julio comentaba resignado en La Vanguardia que le costaba remontar. Esperaba la iniciativa por parte de Brandon Miller y se encontró con un ritmo inadecuado. “Entonces me he dado cuenta de que la carrera iba lenta”. Se transitó por los 400 metros en 54:46. “Me he puesto nervioso y me he ido hacia delante en el 600, pero ahí ya era tarde”. Aunque no se rindió. Y estaba en cabeza faltando 100 metros, pero en la meta se vio superado por rivales de consideración como Djamel Sedjati, Tony van Diepen o Abdessalem Ayouni, y su cuarta posición y un crono de 1:46.41 no le permitieron disputar una nueva carrera.
Claro que el 2022 le otorgaba una nueva oportunidad al celebrarse el mes de agosto en Múnich los Campeonatos de Europa. Lo que no había podido ser en Eugene podía suceder en la ciudad alemana. “Igual que fui a Eugene a ser campeón del mundo, voy a Múnich a ser campeón de Europa”, manifestó en La Voz de Galicia. “Creo que aquí hay más opciones que en el Mundial, yo me encuentro bien”.
La eliminatoria que le correspondió el día 18 fue lenta. Estuvo colocado en la parte de atrás y jugó sus bazas a medida que fue transcurriendo la carrera. Lanzó un ataque antes de llegar a la última curva y se situó en tercer lugar. En la recta definitiva superó incluso a Mateusz Borkowski y traspasó la meta como segundo en 1:47.64; únicamente fue vencido por Eliot Crestan, 1:47.41.
Disputó la primera semifinal el día 19, una semifinal lenta en la que iba sexto a mitad de carrera, donde hubo algún que otro golpe, donde la aglomeración fue una realidad y por ello buscó la calle dos como respiro, aunque ya en la recta final se fue quedando sin fuerzas. Su puesto fue el séptimo en 1:49.26, ocupando la primera posición Andreas Kramer, 1:48.37.
“Me ha dado vergüenza la carrera que acabo de hacer”, reflejó Adrián en Faro de Vigo. “Puedo perder porque corra menos y los demás me ganen pero no en semifinales por estas cosas. Ha habido muchos golpes…” También mencionó que había “reaccionado tarde, mal y por fuera” y que a falta de un centenar de metros había visto que “las opciones que tenía eran del diez por ciento”. Y concluyó: “Me duele fallarme a mí, a mi entrenador, a mi grupo de trabajo, a la gente que está siempre conmigo”.
Adrián corre y lo hace orgulloso de haber nacido en Viveiro, por lo que sus convecinos están a su lado, lo quieren y lo siguen. Sus grandes actuaciones las han visto en la localidad en pantalla gigante, acaso a veces con el corazón encogido pero todos enviándole la fuerza necesaria para el triunfo. Y en agosto de 2021 la corporación municipal le nombró por unanimidad Hijo Predilecto de Viveiro, distinción que recibió muy feliz en el teatro Pastor Díaz en octubre de 2022. “Ser el Hijo Predilecto del mejor sitio del mundo es mejor que cualquier medalla que se pueda ganar”, dijo Adrián Ben en El Progreso el 26 de octubre de 2022.
Bravo, cómo siempre!!!