Debut olímpico a lo grande
Al poner el pie en Tokio, donde iba a tener la dicha de ser olímpico, a Adrián Ben (Viveiro, Lugo, 1998) había que identificarlo como un atleta de enorme capacidad competitiva, es decir, de los que no se arrugan, tal como había demostrado en los Mundiales de Doha (Catar) 2019, donde fusionando calidad y coraje acabó siendo sexto en los 800 metros. ¡Mérito inmenso! Por eso, se podía esperar de él otra faena magistral en la capital nipona, una repetición de la jugada que lo llevaran definitivamente a ese altar donde se veneran los dioses de la pista. Y lo hizo tan bien, tan espléndidamente que se convirtió en el primer español en disputar una final olímpica en los complicados 800 metros, momento en el que se copió a sí mismo en brillantez obteniendo una magnífica quinta posición. “Un quinto puesto que sabe a gloria”, manifestaría el interesado en TVE aquel 4 de agosto de 2021.
Antes de que hubiese sobrevolado el cielo de Tokio y pensase tal vez a lo grande en sus posibilidades, Adrián Ben, al igual que los mejores especialistas nacionales de 800, tuvieron que jugarse un puesto en la expedición en los Campeonatos de España de junio de ese año 2021. Adrián, cierto es, ya poseía la mínima exigida para estar en Tokio, pero era necesario refrendar una buena actuación en la cita que habría de tener a Getafe por escenario.
Las eliminatorias se corrieron el día 26 y mientras Saúl Ordóñez se impuso en la primera con 1:48.23, y Javier Mirón lo hizo en la segunda, 1:50.03, el atleta gallego era el mejor en la tercera con 1:50.08. Y fue al día siguiente, en la final, cuando salió a relucir el mejor Ben, el Ben más auténtico convertido en un imposible para el resto de cualificados competidores.
La carrera la afrontó dejando hacer, observando desde atrás los movimientos de los demás. Por los primeros 400 metros, Sánchez-Valladares era el que ponía el tiempo del grupo (53.92), y fue el toque de campana el que reactivó a Adrián Ben, el que lo comprometió definitivamente con la pelea, de tal manera que se buscó la vida cambiando de ritmo por la calle libre hasta situarse en cabeza. Únicamente Saúl Ordóñez intentó contrarrestar aquel mensaje de poderío sin que fuera suficiente para empequeñecer la figura del gallego, el cual, traspasando la meta, se liberó de cuanto llevaba dentro con un grito enérgico, un tanto desgarrador.
Antonio Ben, padre de Adrián, su principal apoyo, se refirió en La Voz de Galicia el 2 de julio al mencionado grito de su hijo cuando terminaba aquellos 800 metros en Getafe: “Fue un año muy difícil, por el covid, la lesión, porque Mariano nos dejó… todo eso lo llevas dentro y lo echas fuera, y con el éxito sale mucho mejor. Su cara descompuesta fue el reflejo de toda la tensión y la carga que tenía encima”.
Adrián Ben finalizó aquella carrera que le dio su primer título nacional de la distancia (“era otra de las espinas que tenía clavadas”, a decir de Antonio Ben) en 1 minuto 47 segundos 07 centésimas. Los siete rivales a los que se midió acabaron su particular lucha de esta manera: 2º. Saúl Ordóñez (1:47.14), 3º. Pablo Sánchez-Valladares (1:47.33), 4º. Álvaro de Arriba (1:47.44), 5º. Javier Mirón (1:47.79), 6º. Pedro Osorio (1:48.80), 7º. Alberto Guerrero (1:48.99), y 8º. David de Blas (1:53.72).
Finalizada la exitosa carrera Adrián hizo ver a todos que no había estado solo. “Hoy”. dijo, “tenía una mano más ayudándome, mi entrenador Mariano, que falleció”. Por eso le dedicaba su título a él y también a su familia y amigos. Y Antonio, por su parte, explica: “Con Mariano Castiñeira tuvo una relación casi de segundo padre. Cuando fue al Lucus los cuidaba mucho, a él y a Miguel González, pero sabía bajarles los humos. Siempre les decía: “tú de momento eres un mierdiña”.
De quien fue su entrenador un largo tiempo, Mariano Castiñeira (1946-2020), Adrián diría en El Correo Gallego el 5 de julio de 2021: “Es quien me ha inculcado todo lo que yo creo y todo lo que yo defiendo hoy en día. Mis primeros entrenadores en Viveiro son los que me iniciaron en el atletismo, pero Mariano fue la persona que me presentó el deporte, quien me ayudó a dejar Viveiro y ver cómo era realmente un atleta y cómo era en verdad el atletismo. También me ayudó a tener un plan de futuro de ser atleta con 26 o 27 años. Todas mis creencias y mis virtudes parten de todos mis entrenadores, pero especialmente de Mariano, porque fueron cinco años trabajando con él…”
Ya se iba acercando el momento sublime de intervenir en los Juegos Olímpicos de Tokio, cuando todavía contó con una ocasión magnífica, inmejorable, para pulir más su buen estado de forma en la ciudad sueca de Estocolmo. En la Diamond League el 4 de julio haría su mejor marca de siempre en las dos vueltas a la pista al concluir la prueba en 1 minuto 44 segundos 18 centésimas (récord gallego, dejando atrás el 1:44.97 de 2019). Adrián acabó cuarto la prueba en la que se impuso Ferguson Cheruiyot Rotich en 1:43.84. Con ello parecía proclamar que estaba dispuesto para la gran ocasión.
Y la gran ocasión estaba allí, a unas pocas horas, esperándole. La víspera de saltar a la pista para convertirse en atleta olímpico se explicaba en La Voz de Galicia: “Aposté por esto desde pequeño y, gracias a mis padres, pude conseguirlo. Detrás de los Juegos hay muchas horas de trabajo y sacrificio. Me fui de Galicia muy pequeño, me fui lejos de mis padres y mis amigos para apostar por este sueño, y esto me da felicidad, tranquilidad e ilusión”.
Si Adrián tiene desparpajo peleándose sobre la pista, igualmente lo tiene para exponer su pensamiento, de ahí que se mostrara decidido a poder estar en la final de los 800 metros. “Pienso que sí. Si ya estuve en Doha, creo que puedo estar también este año. Si yo no lo creo, no lo va a creer nadie, pero las pruebas luego son muy difíciles, son unos Juegos Olímpicos, y entonces hay que estar muy atentos y no confiarse nada”.
Día 31 de julio de 2021. El atleta de Viveiro, en la cuarta eliminatoria, siguió los pasos de Pierre Ambroisse Bosse (los 400 metros se pasaron en 52.01) y, faltando más de un centenar de metros para la meta, su cambio de ritmo le permitió finalizar en tercera posición en 1:45.30 (la mejor marca de un español en unos Juegos), aunque se vio superado por Nijel Amos, 1:45.04, y Michael Saruni, 1:45.21. Terminaría confesando en el diario As que su entrenador, Arturo Martín, le había permitido elegir la táctica a seguir. “El míster me dijo: ´No sé lo que tienes pensado, si quieres tirar, tira. Sin miedo y si no colócate y no te pongas último, que aquí corren todos el 300 final´. Vi que a falta de 250 íbamos tres…” El desenlace es conocido y así se clasificó para semifinales, algo que no pudieron conseguir sus compañeros Pablo Sánchez-Valladares y Saúl Ordóñez.
El 1 de agosto fue el destinado a las semifinales, correspondiéndole intervenir en la segunda serie. Vaya por delante que estuvo soberbio. Marco Arop imprimió un ritmo muy vivo (50.94 en los 400) que obligaron a Ben a situarse a cola del grupo, pero en esta posición se mantuvo solo por unos instantes. La pelea que entabló entonces por ganar posiciones fue tremenda, de tal manera que concluyó en cuarto lugar con 1:44.30. Se hizo así con un hueco en la final. En Marca confesó: “Es una prueba de las más difíciles del campeonato. He soñado tantas veces esto… Quería meterme en la final, había un nivel altísimo y confiaba en mí. Aunque estaba nervioso porque había entrenado tan bien que me iba a dar pena no aprovecharlo”.
Al haberse readmitido a Nijel Amos, fueron nueve los atletas que afrontaron la final de 800 metros el 4 de agosto, curiosamente el día que Adrián Ben cumplía 23 años. El joven de Viveiro accedía a esta última contienda en posesión de la quinta mejor marca de las semifinales (como líder estaba Ferguson Cheruiyot Rotich con 1:44.04) y si eso podía ser una referencia, parece claro que iba a luchar con su intensidad habitual por las medallas. No fue una carrera frenética de salida y a Ben se le vio en los últimos lugares y con esa tendencia a irse por la calle exterior para, cuando fuera necesario, ir adelantando posiciones. Isidoro Hornillos escribió en La Voz de Galicia que “diseñó una estrategia buscando seguridad, pero a costa de correr más metros lo que, al final, le pasó factura por el enorme gasto energético”. A pesar de ello, cuando la pelea fue a más se fajó con bravura, con esa manera que tiene de actuar característica, de total entrega, y coronó su actuación con un extraordinario quinto lugar (diploma olímpico).
Los nueve finalistas obtuvieron estas posiciones: 1º. Emmanuel Kipkurui Korir (Kenia) 1:45.06, 2º. Ferguson Cheruiyot Rotich (Kenia) 1:45.23, 3º. Patryk Dobek (Polonia) 1:45.39, 4º. Peter Bol (Australia) 1:45.92, 5º. Adrián Ben (España) 1:45.96, 6º. Amel Tuka (Bosnia) 1:45.98, 7º. Gabriel Tual (Francia) 1:46.03, 8º. Nijel Amos (Botsuana), 1:46.41, y 9º. Clayton Murphy (Estados Unidos) 1:46.53.
Sobre su participación en los Juegos de Tokio 2020 comentó en La Voz de Galicia el 9 de agosto que estaba contento “porque las cosas salieron bien (…) Estoy feliz porque mi entrenador, mi familia y la gente que me apoya están felices. Eso para mí es la verdadera riqueza”.
Calificó de “impresionante” su experiencia olímpica. “Nunca viví nada parecido. Espero volver a vivirlo, pero aunque vaya a otros Juegos creo que no existen dos Juegos iguales. Fue una experiencia increíble, de hecho, en estos últimos días, en la Villa Olímpica no quedaba nadie, pero aun así me daba pena irme”.
Una bonita reseña de un gran campeón.
Bravo!!!