El regalo del señor Rascado

En los dos años que estuvo compitiendo, Teresa Torres (Ferrol, 1947) se mostró como una aguerrida atleta, a la que costaba doblegar. Disponía de un final demoledor. “Tenía mucho coraje, siempre me gustó pelear”, dice. Los de 1966 y 1967 fueron sus años, los que la encumbraron en un abrir y cerrar de ojos porque fue una ganadora nata. Se hizo con el récord nacional de 800 metros y fue campeona de España en esta distancia y también de 500 metros bajo techo. En dos ocasiones fue internacional, enfrentándose las dos veces a Bélgica.

Campeonatos de España de pista cubierta de 1966 en Madrid. Teresa Torres, segunda por la derecha

Era menuda, y quizás por eso solían llamarle Teresita, pero a decir verdad en las crónicas de la época la nombraron muchas veces como María Teresa, aunque con el paso del tiempo se ha quedado únicamente en Teresa. Le debía hervir la sangre para correr porque… “Yo no andaba, yo corría. Yo por la calle iba corriendo siempre”. Y quizás por eso, una amiga, sobrina de un entrenador, la animó a entrenarse. A los pocos días de aquella invitación ya estaba participando en un cross.

Se integró en el Galicia de Caranza, al que no abandonó. “Era un club que, en Ferrol, tenía muchísimo peso. Tenía muchos atletas y se estaba muy bien”. Siempre estuvo dirigida por el entrenador de la entidad: Juan Fontela Leal. Hizo, claro está, muchas series en las pistas del estadio Manuel Rivera, del que también salía, para sorpresa de la gente que la vio alguna vez en pantalón corto, a ejercitarse en el monte. “Yo entrené haciendo carreras con los hombres”.    

Teresa pertenece a una familia de cinco hermanos, donde ella es la única mujer. En su casa, el deporte no era extraño. Su padre, Paco Torres, fue futbolista y llegó a jugar en el Real Club Deportivo. Fue él, su progenitor, el que se preocupó de guardar en un álbum los recortes de prensa que hablaban de su hija, con las fotografías, en prueba evidente de la satisfacción que le producía el verla como permanente ganadora. Teresa señala que todos, en aquel ambiente familiar que respiraba deporte (su hermano Carlos también jugó al fútbol en el Racing), estaban “encantados”. “Mi padre, orgullosísimo; mis hermanos también. Me apoyaban todos”.

Sus dos gloriosos años competitivos podemos iniciarlos con su triunfo, en diciembre de 1965, en el Gran Premio Pedestre de Navidad de Vigo, concurridísimo de público. “Fuerte lucha en la prueba femenina y victoria justa de la ferrolana Teresa Torres, con un final muy rápido”, dejó escrito en Atletismo Español Alfonso Posada. Detrás de la ganadora quedaron Loli García, Soledad Romalde, Esther Rey, Josefina Salgado…

Cuando, en enero de 1966, se disputó el Cross Bodas de Oro del Comesaña, el club más antiguo de Galicia, la victoria fue para Teresa, a quien Posada vio “como un magnífico valor para las pruebas largas de su sexo. Corre con facilidad y termina rápidamente”.

En este mismo mes de enero, el día 12, se organizó el II Gran Premio de Madrid de pista cubierta, al que concurrió la ferrolana, causando una gratísima impresión en la carrera de 500 metros. “Había llevado la iniciativa María Teresa Castañeda, pero el final de la galleguita fue irresistible”, se puede leer en Atletismo Español. Teresa Torres terminó en 1:23.5 y María Teresa Castañeda en 1:23.8. Sin embargo, el 12 de febrero, de nuevo en el Palacio de los Deportes de Madrid, con motivo de los Campeonatos de España en sala, Teresa no pudo con María Aránzazu Vega. Ésta hizo 1:23.9 y la ferrolana, 1:24.5. 

Volvería la guipuzcoana Aránzazu Vega a imponerse a Teresa Torres en el Campeonato de España de cross, en marzo de 1966 en Barcelona. Las dos fueron las grandes protagonistas de la carrera, pero colectivamente quien mejor lo hizo fue el equipo de Teresa, el Galicia de Caranza, al situar a Soledad Romalde en cuarto lugar y a Esther Rey en el decimoctavo. El Galicia de Caranza (contaba también con Mayobre) ganó entre once conjuntos participantes.

Teresa Torres, segunda por la dercha, sentada, con sus compañeras de la selección española y de Bélgica, en julio de 1967 en el estadio de Riazor

Situémonos en el 18 de junio de 1966, en el estadio madrileño de Vallehermoso, cuando las españolas se enfrentaron a un conjunto sueco de Goteborg. Aquel día Teresa Torres dio un golpe de autoridad. Se impuso en los 800 metros a María Aránzazu Vega, arrebatándole además el récord de España. Teresa hizo 2:16.8 y su indiscutible rival  2:18.1. Y así, situada al frente del escalafón de los 800 metros, le llegó inevitablemente la internacionalidad. Debutó en el estadio Heysel de Bruselas, en agosto de aquel año de 1966, donde Bélgica dio un repaso a España: 74-43. Todavía nuestras mujeres estaban prácticamente reencontrándose con el atletismo. Las dos belgas, Peyskens y Clerbout, con 2:14.4 y 2:15.3, fueron bastante mejores que Teresa Torres y María Aránzazu Vega, ambas con 2:16.9, aunque la ferrolana en tercera posición.

Cierto es que 1966 le iba a deparar otro descomunal éxito a la jovencita de Ferrol. Se produjo en los Campeonatos de España en Vallehermoso, los días 17 y 18 de septiembre. Teresa Torres conquistó el título de 800 metros frente a la oponente más resistente: María Aránzazu Vega. “La coruñesa, con mucho genio, no permitió que su rival la pasase en la última recta y se anotó el triunfo”, dijo en su crónica Luis Herrero. Teresa finalizó en 2:17.5 y Aránzazu en 2:18.5. La tercera posición se la adjudicó Consuelo Alonso, 2:22:3.

El día anterior a su triunfo en los 800 metros, Teresa tomó parte en la final de 400, con recompensa también. Acabó tercera en 1:00.4, superada por Josefina Salgado, 59.9, y María Rosa Sierra, 1:00.3. “No voy a presumir. Yo no digo que quedara de primera, pero a lo mejor por miedo no di todo lo que tenía que dar. Me privé un poquito porque sabía que al día siguiente tenía los 800 y tenía que ganarlos. A lo mejor hubiera quedado hasta de segunda, pero creo que ya era bastante quedar de tercera”. Parece claro que hubo satisfacción por este tercer puesto. “Mis primeras zapatillas de calentamiento me las regaló el señor Rascado por haberle corrido esta prueba de 400. Y es que calentabas con los tenis normales de casa, que eran míos”.

Integrantes del equipo Galicia de Caranza. Teresa Torres, agachada, segunda izquierda

Se adentró en 1967 con el mismo ímpetu que el año que había quedado atrás. En Madrid, en febrero, en los Campeonatos de España de pista cubierta, se impuso en los 500 metros con 1:24.0, dejando los otros puestos relevantes para María Teresa Castañeda, 1:24.5, y Elia Amieiro, 1:25.5.

Acostumbrada a ganar como estaba, no pudo sin embargo llevarse el título nacional de cross en Valencia, el 5 de marzo, a pesar del empeño que le puso. Y es que quedó reflejado el “ataque furioso, al final, de la galleguita Torres”, que era la favorita. Fue vencida por Coro Fuentes. Pero su Galicia de Caranza, con Soledad Romalde de cuarta y Esther Rey de decimocuarta, volvió a ser el mejor equipo.

Su segunda vez como internacional se produjo el 16 de julio en el España-Bélgica celebrado en el estadio coruñés de Riazor, donde las españolas volvieron a perder. Pero Teresa Torres, formidable, mejoró su récord nacional de 800 metros al ser tercera con un tiempo de 2:15.2. Coro Fuentes quedó cuarta con 2:18.0. Las belgas Peyskens y De Croix fueron primera y segunda con 2:14.5 y 2:14.6. En conjunto, las españolas se habían superado, y el crítico Pedro Escamilla escribió: “María Teresa Torres, la diminuta ferrolana, combatió con una admirable energía, sobre todo en los últimos doscientos metros, haciendo pasar calor a las belgas, que tuvieron que agarrarse al suelo con fuerza para no ser derrotadas”.

Desde ese momento, la figura de Teresa Torres desapareció de escena de forma repentina. Cuenta que estando concentrada con el equipo nacional, se echó en cama en la habitación y… “Cuando me quise levantar ya no pude, me quedé presa de lumbago”. Le hicieron unas pruebas médicas. “Tenía una sacralización en la quinta lumbar. Me pinchaba la cadera. Tardé mucho en recuperarme, más de tres o cuatro meses y después ya no me atreví y decidí dejarlo”. Tuvo cierto temor a que se repitiese aquella desagradable situación cuando volviera a correr y dejó de hacerlo definitivamente. Además, en aquel momento, necesitaba ponerse a trabajar, tenía a su novio no muy contento con tantas ausencias… En mayo de 1968, la ourensana Josefina Salgado, al conseguir 2:12.9, le arrebató el récord de España de 800 metros.