Entregado a varios deportes

Atletas con vitola de figura como los hermanos Teixeira, José y Antonio, Carlos Pérez, Manuel Augusto Alonso, José Castro Ruibal, Virgilio González Barbeitos o Ramón Magariños han sido entrenados, en algún momento de su vida, por Luis Miró Falcón (Barcelona, 1917-Vigo, 1999), profesor de Educación Física en varios centros educativos vigueses (Instituto Santa Irene, Colegio El Pilar de los Maristas e Instituto Coia 2), con un fervor por el atletismo indesmayable pero que se entregó a otros deportes, teniendo en alguno de ellos, caso del bádminton, una importancia suprema al ser citado como la persona que lo introdujo en España. Siendo atleta se prodigó preferentemente en el ámbito del cross, compitiendo en un principio con el equipo de Cataluña y a partir de 1942 con el de Galicia, una vez asentado en Vigo.

Carlos Pérez, a la izquierda, y Luis Miró Falcón

Tanto en 1935 como en 1936, el joven Luis Miró supo moverse por los terrenos irregulares y complicados del cross con cierta facilidad, porque fueron precisamente en estos dos años cuando sus actuaciones resaltaron más en el Campeonato de España (la mejor, sin embargo, la alcanzó en 1941 al ser cuarto en Zaragoza). En 1935, en San Sebastián, en el Hipódromo de Lasarte, acabó séptimo, lo que le valió ser seleccionado para intervenir en el Cross de las Naciones en Auteuil (Francia). Y en 1936, en la Casa de Campo madrileña, mejoró lo hecho el año anterior y su puesto final fue quinto.

El 23 de marzo de 1935 se convirtió en atleta internacional absoluto (la única vez que lo fue). Carecía de la madurez que dan los años para sentirse plenamente fortalecido para este tipo de carreras sobre el campo y el barro aunque parece claro que calidad poseía. Pero en suelo francés no destacó. Hay que recorrer muchos nombres para encontrarlo, concretamente en el lugar 51, aunque no fue el último de la representación española ya que Cipriano Cilleruelo se descolgó hasta el puesto 60, debiendo subrayarse, además, que se retiró Ángel Mur. El mejor de los españoles fue Jerónimo Juan, el campeón nacional de 1935, dejándose ver en el lugar 21. Los demás españoles quedaron así: Macario Meneses, 22; Pedro Iradi, 34; Manuel Andreu, 41; Santiago Coll, 44; y Francisco Camí, 45.

Luis Miró comenzó a construir su vida en Vigo a partir del año 1942, destacándose siempre de su biografía que había sido desterrado de Cataluña por su condición de republicano, circunstancia que le impedía el retorno; en Vigo, curiosamente, su trabajo con el deporte se desarrolló a través del Frente de Juventudes. El que fue destacado fondista Carlos Pérez, que tuvo a Luis Miró de primer entrenador, no está muy de acuerdo con esta teoría del destierro y afirma que vino a la ciudad viguesa a cumplir el servicio militar, que le gustó y se quedó en ella; concreta, además, que ambos viajaron juntos sin ningún contratiempo a Cataluña.

Con el equipo gallego de cross actuó cuatro veces en el Campeonato de España, aunque sus intervenciones carecieron del brillo que había tenido con la camiseta catalana. En 1944, en los alrededores del estadio Metropolitano, en Madrid, se clasificó en el puesto 35, siendo el mejor del conjunto Francisco Rama, en un fantástico tercer lugar; Edmundo Lagos fue octavo y Luis Ramilo y José Suárez quedaron 36 y 37. Colectivamente, Galicia saboreó el tercer puesto, superada por Cataluña y Castilla. Y después de su debut como gallego, Luis Miró tuvo estas otras clasificaciones: el 20 en 1945, el 31 en 1946 y el 41 en 1947.

En Vigo, donde Miró fue asentándose, comenzó a disputarse en 1943 la que sin duda es la prueba pedestre más antigua de cuantas se celebran en Galicia: el Gran Premio Pedestre de Navidad. Y a él le corresponde el honor de encabezar la lista de triunfadores porque fue quien se impuso aquel 25 de diciembre en la Plaza de Compostela. La carrera la había creado la Obra Sindical Educación y Descanso y en aquella primera edición intervinieron 15 atletas en una única prueba. Que triunfara Miró no vino sino a reafirmar que era un hombre con unos antecedentes atléticos respetables, que incluso había sido capaz de batir a destacados mediofondistas como Monfort o Piferrer en carreras urbanas cortas. Además, en 1935, sobre la pista, donde no se prodigó mucho, logró el título de campeón de España universitario de 3.000 metros (9:38.0).

Luis Miró Falcón, tercero por la izquierda, de pie, con el equipo gallego de cross en el Campeonato de España de 1946 en San Sebastián

No había dejado de ser atleta cuando empezó a desempeñar distintos cargos en la Federación Gallega de Atletismo, de la que fue secretario desde 1944 a 1946 y, por lo que se fue viendo, dispuesto en todo momento a entregarse en cualquier cometido aunque tal vez alguno no le correspondiese. Porque, según la web del Celta, “marcaba las pistas de Balaídos, el estadio futbolístico, los días de pruebas” (quizá habrá que interpretarlo como una necesidad del momento). Pero cosa suya fue la creación del Club Alerta, que fue creciendo en el éxito y donde irrumpió en el atletismo Carlos Pérez, y también su propio hijo, Luis Miró López, triunfador como atleta en un principio y después siendo ciclista.

Convertido en entrenador de atletismo (pertenece a la primera promoción surgida en el Frente de Juventudes), era asiduo a los cursos que se realizaban y en alguno de ellos tiene actuado como profesor y cursillista. Creció como técnico dirigiendo distintas selecciones provinciales de Pontevedra del Frente de Juventudes y, además, fue sumando efectivos a su causa consiguiendo que algunos de sus atletas obtuvieran resultados espectaculares. “Cordial con sus alumnos, consecuente en sus actividades, incansable”, se dice de él en Atletismo Español en mayo de 1956. “Su entusiasmo es ilimitado y sus deseos de superación, extraordinarios. Estudia su pedagógica misión en todo lo posible, a través de importantes revistas y libros extranjeros, para ampliar al máximo sus conocimientos. Atiende a cuantas consultas le hacen los atletas debutantes y juveniles, aconsejándoles en sus comienzos”. También tuvo tiempo de mostrarse como articulista en Atletismo Español y en alguna publicación de Educación Física.

La primera parte de la asombrosa carrera atlética de Carlos Pérez, incluida su intervención en los Juegos Olímpicos de Roma 1960, la llevó a cabo teniendo a Luis Miró como entrenador. “Él actuaba conmigo como un segundo padre”, comenta. “Yo le tenía casi más respeto que a mi padre. Y tenía muchísima confianza con él”. Hasta que llegó un momento en que la estrecha relación se hizo añicos. Corría el año 1961 cuando Carlos Pérez intervino, lesionado, en un afamado cross internacional en Bélgica, aunque no por ello quedó descontento. Con él se encontraba Luis Miró. Dado que estaba invitado a correr de nuevo en aquel país siete días después, su entrenador le comentó que tal vez no podría tener una buena actuación a causa de la lesión, pero que en todo caso que hiciera lo que pudiese. Él se volvía a España. Cuenta Carlos que lo que hizo fue irse a París a ver cómo competía su hijo Luis en una carrera de ciclismo en pista. Carlos se sintió dolido y ya no continuó con él aprovechando que dejaba de correr (transcurrido un tiempo retornaría al atletismo). Su relación con Luis Miró, en todo caso, se recompuso, aunque ya no era su entrenador.

Siendo un hombre del atletismo (tuvo también el récord gallego de 5 kilómetros marcha en pista en 24:43.4), éste no fue el único deporte al que se entregó y en el que tuvo un protagonismo sonado. Estando de profesor en el Colegio El Pilar de los Maristas se desvivió por el voleibol (formó un equipo en unión del hermano Miguel), habiéndose quedado para la posteridad como la persona (tal vez la principal) que situó este deporte en Vigo. Tuvo a su lado en ese centro educativo a un joven profesor, Guillermo Touza, al que le transmitió todo el entusiasmo posible por esta modalidad, de tal manera que acabó convirtiéndose en un personaje de enorme dimensión. La entrega de Guillermo Touza al voleibol en Vigo (posiblemente también más allá de este ámbito) es algo espectacular. El Club Vigo de voleibol, su club, adjetivado según el patrocinio de cada momento, tiene un mérito increíble al haber sido capaz de perdurar en el tiempo tras sortear, indudablemente, un sinfín de dificultades. Guillermo Touza ha podido con todo.

De izquierda a derecha, José Castro Ruibal, Carlos Pérez y Luis Miró López en Oporto en 1959

Pero a Luis Miró Falcón se le otorga el fantástico mérito de haber sido el hombre que introdujo el bádminton en España. Tras un viaje realizado a Suecia había traído unas peculiares raquetas y un extraño objeto (volante) que sirvieron para poder jugar  unos sorprendidos jóvenes en un gimnasio vigués en 1971. Como en Portugal el bádminton tenía ya una vigencia de un cuarto de siglo, se produjo un inevitable acercamiento, un fundamental contacto para el aprendizaje. Luis Miró, en compañía de José Luis Vila (llegó a presidente de la Federación Española de Bádminton) fundó el Club Alerta y así, desde Vigo, esta modalidad se fue expandiendo a otras lugares de España.

Su acercamiento a otros deportes (no debe olvidarse el balonmano por la repercusión que tiene) es algo que se le reconoce. Y en el gimnasio del Carmen, en el que trabajó, como prueba de aquella inquietud tan suya supo también encontrar, como recuerda Guillermo Touza, el lugar apropiado para que unas cuantas señoras que allí acudían se pudieran entregar con satisfacción al juego de la petanca.

Luis Miró López, el hijo mayor de Luis Miró Falcón (tuvo dos hijos más de un segundo matrimonio), sobresalió en el atletismo a edad temprana. Ya con 16 años, en 1957, ganaba el título nacional de cross infantil en Bilbao, repitiéndolo como cadete; quedó campeón nacional juvenil de 3.000 y 5.000 metros en 1958 y de 1.500 y 3.000 en 1959. Además de ser internacional juvenil en el encuentro Bélgica-España, tenía las plusmarcas españolas de esta categoría en 1.500 (4:10.0) y en 3.000 (9:08.0) en 1959… En definitiva, un joven con muchas posibilidades para la práctica atlética, pero que su destino parecía estar escrito para montarse en bicicleta. Y es que en Atletismo Español, en 1957, se hacía notar que si como atleta poseía “un estilo admirable” se especificaba a continuación que “se perderá pronto para el atletismo, porque a la vuelta de un par de años piensa dedicarse al ciclismo”.

En los Juegos Mediterráneos de 1963 en Nápoles, Luis Miró López (fallecido en 2014) consiguió la medalla de bronce en persecución individual al superar al marroquí Kaddour en la lucha por el tercer puesto; le sacó una ventaja de 9 segundos, a una media de casi 45 kilómetros. Es posible que no fuera aquella la cumbre que anhelaba en el ciclismo, pero en cualquier caso es una cumbre.