Fructíferos años en Barcelona

La decidida ayuda de Alfonso Posada resultó fundamental para que Manuel Augusto Alonso (Vigo, 1930) se pudiera afincar en Barcelona unos cuantos años para no verse obligado a abandonar el atletismo, algo a lo que parecía abocado. No era un principiante cuando se produjo el cambio de residencia, pero en la Ciudad Condal se confirmó como el gran corredor de fondo que prometía. Plusmarquista nacional de 3.000 metros obstáculos (el primero que bajó de los 9 minutos) y de 5.000, conquistó nueve títulos de campeón de España. Compitió con la selección española absoluta en 33 ocasiones.

El vigués Manuel Augusto Alonso batió el récord nacional de 3.000 metros obstáculos en cinco ocasiones (Atletismo Español)

No conocía el atletismo y se dio de bruces con él en Burgos, en un Campeonato de España del Frente de Juventudes. “Fui a ese campeonato en baloncesto, pero allí me pasaron a atletismo”, recuerda. “Había varios corredores de fondo pero pensaron que uno era demasiado lento para 800 metros y como yo corría mucho en los partidos de baloncesto, me probaron a mí. Tenía 18 años. Era la primera vez que veía una pista de atletismo. Allí fue campeón de España de 3.000 obstáculos José Teixeira. Quizá me tomó un poco el pelo y, un poco en broma, le dije `el próximo año te gano´. Me salió bien porque la próxima carrera que corrí con él le gané. Fue un cross”.

Entrenado inicialmente por Luis Miró, su trabajo de dependiente en un comercio en Vigo no le permitía disponer de un horario apropiado para entrenarse, a pesar de que, como escribió Posada, se levantaba a las seis de la mañana para ejercitarse durante hora y media, y “los días que le era factible, asistía al gimnasio, a las nueve de la noche”. De aquel momento de su vida laboral, dice Alonso: “Trabajaba en una empresa en la que sabía cuando entraba pero no cuando salía”.

Las dificultades para poder practicar atletismo hicieron mella en él y a punto estuvo de arrojarlo todo por la borda. Pero en ese crucial instante hizo acto de presencia Alfonso Posada, al conseguir que pudiera fichar por el Club Fútbol Barcelona. Lo explica así el mismo Posada: “Yo influí muy decisivamente con mi buen amigo el técnico Gregorio Rojo, pues quería su éxito y había escrito, a raíz de hacer 4:08 en 1.500 que “Alonso puede darnos días de gloria, sólo es preciso que se le den facilidades para perseverar en su entrenamiento, pues con su modestia, facultades y vocación está llamado a ser una figura indiscutible en el atletismo español”’.

El paso adelante para marcharse a vivir en Barcelona lo dio, según el propio Alonso, “por querer hacer un poco más de deporte”. Y es que estaba muy atado en su trabajo. “Solo acudía a los Campeonatos de España si me coincidían con las vacaciones de la empresa ya que no me daban permiso”. Y visto lo que sucedió después, está claro que la decisión que adoptó fue la correcta. “Creo que no me salió muy mal lo de marcharme porque la empresa cerró pronto y me hubiese quedado sin trabajo”.

Diez años estuvo residiendo en la capital catalana. Allí llegó en 1956, cuando ya había sido campeón de España de 3.000 obstáculos. Estuvo trabajando en el gimnasio del Club Fútbol Barcelona y también una temporada en la empresa de un directivo.

En los sextos Campeonatos de Europa de 1958, celebrados en Estocolmo, con participación de siete españoles, la actuación de Manuel Augusto Alonso resultó espectacular al conseguir las plusmarcas nacionales de 3.000 obstáculos y 5.000, sin tener opción a disputar ninguna final.

Campeonatos de España de 1956 en Oviedo. De izq. a dcha., Alfonso Posada, Manuel Augusto Alonso, Luis Miró y Carlos Pérez

El vigués intervino el 20 de agosto en la primera serie de 3.000 obstáculos en la que se clasificaban seis atletas. Finalizó séptimo pero con un registro de 8:56.2, nuevo récord nacional que él mismo poseía en 9:06.6. Era la primera vez que un español hacía un tiempo por debajo de los 9 minutos. Alonso estaba entrenado entonces por Gregorio Rojo, aunque dirigido o asesorado por el reconocido técnico alemán Woldemar Gerschler, al que solía visitar. Curiosamente, en la otra serie que se disputó solo el vencedor, el griego Papavasiliov, con 8:55.4, hizo mejor marca que Alonso, pero lo cierto es que el vigués se quedó sin poder correr la final.

Día 21 de agosto, jueves. Alonso toma la salida en la segunda semifinal de los 5.000 metros. Sobre su carrera, dejó escrito José Corominas: “Estimulado por el récord establecido el día anterior en steeple, quiso demostrar que sus aspiraciones a la marca de 5.000 no eran aventuradas. Salió fuerte con el grupo de cabeza, y en ocasiones ocupó el segundo y tercer puesto. Sus tiempos parciales iban arañando segundos al récord español y terminó con el tiempo de 14:18, que bate ampliamente el récord anterior de Molins. Aunque no consiguió el paso a la final, ahí queda su noveno puesto, su nueva marca, una de las mejores conseguidas en campeonatos continentales”.

El primer título nacional que obtuvo, de 3.000 metros obstáculos, lo alcanzó en julio de 1956 en Oviedo, siendo el único de los nueve que acabó teniendo a lo largo de su carrera que conquistó perteneciendo a la Federación Gallega. Con una marca de 9:25.4, superó a Rufino Carpena y José Fernández.

Lucía ya la camiseta del Club Fútbol Barcelona cuando se presentó en el recinto coruñés de Riazor en 1957 para reafirmarse como el mejor obstaculista del momento. En una carrera en la que no encontró rival, la terminó con récord de España: 9:15.6. Tras él quedaron José Fernández y el pontevedrés José Castro Ruibal. Y otro dato positivo a añadir: en 5.000 metros sería tercero, 14:49.6, con victoria de Hurtado.

Nadie discutía su hegemonía en los 3.000 obstáculos y no solo se trataba de ganar sino que, de cuando en vez, iba puliendo tiempo a su propio récord. Como así hizo en julio de 1958, en San Sebastián, al acabar la carrera en 9:06.6, dejando los otros puestos de honor para Fernández y Carpena. Parece claro que por entonces afinaba su puesta a punto de la mejor manera posible, lo que acabó certificando ya que, un mes después, sobresalió en los mencionados Campeonatos de Europa.

También corriendo sobre el asfalto mostraba una capacidad indiscutible. Perteneciendo como pertenecía al Club Fútbol Barcelona y viviendo en la Ciudad Condal quizá era de obligado cumplimiento intervenir en la tradicional Jean Bouin. Nunca la ganó pero en varias ocasiones animó la pelea por el triunfo y pudo finalizar entre los mejores. Por poco más de 4 segundos le ganó Molins en la trigésimo quinta edición (1958), pero tras él quedaron competidores tan importantes como Amorós, Barris, el campeón olímpico Alain Mimoun o el portugués Faria. La segunda posición la consiguió igualmente en 1959 y 1961 y la tercera en 1957.

Con el dorsal 47, en el Cross Internacional de San Sebastián de 1966 (Atletismo Español)

No terminaría ahí para Alonso, en la Jean Bouin, el estupendo año 1958 que estaba llevando. Y es que tanto él como Molins y Amorós acudieron a la mundialmente conocida San Silvestre de Sao Paulo. La Federación Española quiso aprovechar el buen estado de forma de los tres sufragándoles el viaje. De “arriesgada e importante apuesta” lo ha considerado Miguel Calvo, de la AEEA (Asociación Española Estadísticos de Atletismo), al tener los atletas que llegar a Brasil “con el tiempo justo de comenzar la carrera, sin aclimatación previa”. Pero los tres sobresalieron: Amorós quedó tercero, Molins quinto y Alonso séptimo, siendo el de los españoles el primer equipo clasificado. Y unos días después, en el estadio Pacaembu de Sao Paulo, en una jornada de promoción del atletismo, volvieron a destacar. Alonso y Amorós ganaron en 3.000 obstáculos y en 10.000, mientras que Molins acababa tercero en 5.000.

Pero volvamos a los Campeonatos de España.  En 1959, en el estadio de Berazubi, en Tolosa, ganó de nuevo los 3.000 obstáculos con 9:12.6, lo suficiente para dejar atrás a los vizcaínos José Fernández y Ramos. Y ya en 1960, año olímpico, sumó su quinto título nacional, aunque no se encontraba en un buen momento. Venció los 3.000 obstáculos en 9:20.6, siendo segundo José Fernández, 9:22.4, y tercero el coruñés Julio Pita, 9:29.6.

La pena aquel año 1960 es que vio pasar ante sus ojos la mejor ocasión que se le podía presentar para acudir a los Juegos de Roma. La edad parecía la propicia, y rememora que tenía la marca mínima pero…”Dos meses o tres antes de celebrarse”, dice, “corriendo en La Coruña un 3.000 obstáculos, tuve un desfallecimiento. A media carrera me encontré muy mal y en Vigo me reconocieron. Recuerdo que me dijeron que yo hacía la digestión en la tercera parte del tiempo normal, lo que no daba tiempo a que asimilara los alimentos. Estaba en aquel momento vacío de reservas en el organismo. Estuve una temporada reponiéndome y cuando se hizo la selección para la Olimpíada no se contó conmigo”.

La vez que salió más recompensado del torneo nacional por excelencia fue en 1961, en el recinto de Montjuic, al vencer en lo que era ya habitual en él, los 3.000 metros obstáculos, pero esta vez añadió el triunfo también en los 5.000 metros. En la primera prueba, pese a haberse caído, ganó con holgura, 9:05.0, a Carpena, 9:11.6 y Aguirre, 9:13.4. Y en los 5.000 batió, con 14:38.8, a dos contrincantes de indudable solera: Molins, 14:40.8 y Mariano Haro, 14:50.8.

Tampoco le venció nadie en obstáculos en la edición de 1962, en A Coruña, al quedar, con 9:08, por delante de habituales como José Fernández y Rufino Carpena. En Atletismo Español se dijo que Alonso “se impuso como quiso”, aunque al mismo tiempo se hacía una advertencia: “Tenemos que reconocer que nos preocupa el porvenir de esta especialidad, pues no vemos sucesor”. Y también allí afrontó los 5.000 metros, en los que obtuvo la medalla de plata con 14:24.8, siendo Mariano Haro el triunfador con 14:20.8.

El noveno y definitivo título nacional del vigués lo alcanzó en 1964, en el estadio madrileño de Vallehermoso. “Volvimos a ver en forma, aunque no en la de sus mejores tiempos, a Manuel Augusto Alonso, que se impuso al lote de participantes en 3.000 metros obstáculos”, se dijo de aquella actuación. Hizo 9:09.6, mientras Jesús Fernández acabó en 9:13 y José Fernández en 9:24.2.

Por la izquierda, Manuel Augusto Alonso, Sergio Vázquez y Carlos Pérez en la localidad alemana de Friburgo

Aunque ejerció un claro y duradero dominio en los 3.000 obstáculos, Alonso confesaba en una entrevista en 1957 que sí, que la prueba que mejor le iba era ésa, aunque reconocía ciertas deficiencias en el momento de superar el obstáculo y la ría. Un aspecto éste fundamental, del que se hizo eco el periodista Pedro Escamilla después de que el vigués fuera segundo en los I Juegos Iberoamericanos disputados en Chile en 1960. “En Alonso”, escribió Escamilla, “sigue patente y casi incorregible su mal estilo en los obstáculos, que le hacen perder segundos preciosos al cabo de los veintiocho saltos. Yo me pregunto: ¿Jamás ha pensado el gallego en querer aprender a pasar las vallas?”

En 1967, ya estaba enfundado otra vez en la camiseta del Celta (había pertenecido a él y al Alerta antes de llegar al CF Barcelona) y tuvo tiempo de conseguir con el fantástico conjunto vigués cuatro títulos en el Campeonato de España de cross de clubes (1967, 1968, 1969 y 1970).

En cinco ocasiones batió el récord español de 3.000 obstáculos. El primero lo consiguió en 1956, con 9:25.4, ya con la nueva reglamentación de la prueba establecida en 1954. Luego hizo 9:15.6 (1957), 9:06.6  y 8:56.2 (1958), y 8:48.6 (1961). Esta última marca la obtuvo el 19 de agosto en A Coruña, en el quinto Gran Premio de la ciudad,  del que resultó vencedor. Sus más cercanos rivales quedaron bastante alejados. Carpena finalizó en 9:14.8 y Julio Pita en 9:31.6.

Por dos veces se hizo con la plusmarca nacional de 5.000 metros, las dos en 1958. Primero los corrió en 14:18.0 y posteriormente en 14:16.6. Este último registro lo alcanzó en A Coruña, el 14 de septiembre, aventajando al vizcaíno Fernández, 15:17.4, y a Carpena, 15:35.9.

Admirador de prodigios del atletismo como Alain Mimoun y Emil Zatopek, Alonso, que desarrolló su labor profesional como profesor de Educación Física en el Colegio de los Jesuitas de Vigo, continuó corriendo en ese marco de eterna juventud que constituyen los veteranos, donde, por supuesto, no se olvidó de triunfar. En junio de 1977, en las pistas de Granollers (Barcelona) corrió los 5.000 metros en 15:15.3, mejorando así la marca mundial para los incombustibles de 47 años que tenía en su poder nada menos que Mimoun, 15:19.4 desde 1968. Y ese mismo año 1977, en los Mundiales de Veteranos en la localidad sueca de Göteborg, concluyó el campeonato a lo grande: medalla de oro en 5.000 y 10.000 metros y de plata en cross (10 kilómetros) y 3.000 obstáculos, con un cuarto puesto en 1.500. Habían sido seis carreras en cuatro días.

También en el verano de 1985, Manuel Augusto Alonso retornó a casa con la medalla de oro de 3.000 metros obstáculos de los Campeonatos del Mundo de Veteranos disputados en Roma.  Mencionó entonces en El Correo Gallego que, en esta prueba, eran pocos los rivales con un pasado atlético relevante. “En lanzamientos”, dijo, “es donde se conserva más la gente y donde participan más los que han sido atletas de categoría internacional. En carreras, sobre todo en fondo, más bien es gente nueva”.