Paso olímpico cortado

Se dedicó a la marcha atlética con resultado más que satisfactorio puesto que fue campeón de   España de 10.000 metros en pista en 1947, 1951 y 1952. Pero al ourensano José Ruiz López (1921-2002) de poco le valió, a veces, su vertiginosa rapidez debido a que se puso en duda que su forma de marchar fuera la correcta, lo que le privó de sumar algún récord nacional y de haber podido ser olímpico en Londres en 1948, algo que no comprendió y le produjo un enorme desencanto.

A José Ruiz López lo admiraba el historiador y estadístico Alfonso Posada, quien lo definió en Galicia Atlética como “un marchador excepcional” recordando haber estado con él en la pista en 1948 en Ourense y en A Coruña cuando obtuvo “unos tiempos extraordinarios” de 44:27.2 y 44:00.5 en 10 kilómetros marcha. “En mi modesta opinión”, escribe Posada, “marchaba correctamente”. Y se refiere también a que, con motivo de los Campeonatos de España de ese año en Avilés, previos a los Juegos de Londres, realizó “un ensayo ante los federativos” sobre una distancia de 5 kilómetros, “terminando sin ser descalificado” y con un tiempo a tener en cuenta: 21:32.7. “Sin embargo, Corominas lo excluyó del equipo olímpico”.

José Ruiz López, quinto por la izquierda, con camiseta blanca y pantalón negro, en el Campeonato de Galicia de marcha (30 km. en ruta) en Arcade el 1 de febrero de 1948. Al lado de la bicicleta viendo un papel, Alfonso Posada, con 17 años

En sus inicios, José Ruiz lo que hizo fue dedicarse a correr sin olvidarse por ello de sus habituales sesiones de gimnasia sueca. No obstante, a Posada le había llamado la atención aquel interés suyo por el atletismo en una ciudad como Ourense en que era casi desconocido contándole que había surgido tras haber leído un libro de un alemán sobre este deporte. “En Ourense no existían pistas, ni clubes, pero conseguí la dirección de la Federación Gallega de Atletismo en Vigo y al contactar con Luis Miró empecé en 1945 por el cross y después, al saber de la marcha, empecé también a practicarla”.

Luis Miró le proporcionó planes de entrenamiento para marcha, al igual que hizo después uno de los nombres gloriosos de la especialidad, Gerardo García. A él, en todo caso, le influyó más el primero de los técnicos. “A Luis Miró le debo lo mejor de mis éxitos, como constante animador y consejero”. Y al mismo tiempo explicó cómo era su dedicación al deporte que le había atraído tanto: “Mis entrenamientos eran diarios, dos o tres horas por jornada y cuatro o más los domingos. Mis condiciones físicas eran excelentes: no fumaba, ni bebía y me acostaba temprano; mi vida diaria era verdaderamente sana y mi obsesión solo el atletismo”.

Julio de 1947. Numeroso público se congregó en el estadio barcelonés de Montjuic con motivo de los Campeonatos de España, destacándose, según puede leerse en el boletín de la Federación Catalana, la buena actuación de los atletas de Galicia con la incorporación del fantástico coruñés Moncho Rodríguez. Y por lo que respecta a los 10.000 metros marcha se dice: “Bajo un sol africano, esta carrera ha sido pródiga en incidentes puesto que entre abandonos y descalificaciones sólo han terminado la prueba tres hombres. Los descalificados han sido Gurt, Arqué, Colín y Amorós, de Cataluña, y Pellicer, de Levante. El gallego Ruiz ha constituido la verdadera revelación y viene a llenar un hueco muy acusado que deben imitar otras regiones, pues hasta ahora sólo había marchadores de clase en Cataluña”. José Ruiz alcanzó su primer título nacional de 10.000 metros marcha con un tiempo de 49:44.4, superando así a los catalanes Villaplana, 51:10.2, y Catalá, 58:02.4.

Entre nueve federaciones participantes y triunfo de Cataluña, Galicia finalizó en quinta posición, que a lo mejor podía haber sido otra diferente. Al menos así puede interpretarse por lo que expone el cronista: “¿Por qué razón no puntúa la marcha y sí la barra, lanzamiento extemporáneo y que para nada aprovecha ni nada puede representar de cara a una posible preparación olímpica? Hasta ahora nada decíamos, a pesar de que esta pregunta viene repitiéndose año tras año, porque los marchadores eran exclusivamente catalanes. Pero en estos Campeonatos ha triunfado un gallego, y nadie podrá tacharnos de partidismo…”

En Galicia Atlética, donde Posada fue contando de manera pormenorizada lo sucedido en el atletismo gallego a lo largo de los años, se pone de relieve, refiriéndose a 1948, el de los Juegos de Londres, que José Ruiz se hizo con los récords de España de 5 y 10 kilómetros con 22:30.8 y 44:27.2 y después realizó 44:00.5 en los Campeonatos de Galicia, “pero en Madrid no se lo creen”; acude a Avilés, a la competición nacional, y se reafirma con otra gran marca en 5.000 metros, “pero dicen que “corre” y sin embargo no lo descalifican”.

Posada, conocedor de la férrea voluntad y valía de aquel hombre al que se negó la posibilidad de ser plusmarquista nacional, da cuenta que lo defendió con ardor en sus artículos periodísticos aunque la Federación Española, “a pesar de las evidencias”, no consideró oportuno incluirlo en la selección para los Juegos Olímpicos de Londres, “donde el campeón de 10 km. marcha sería el sueco Mikkalesson con 45:13.2, es decir, un minuto más que el orensano”.

Aquello le afectó, y mucho, a José Ruiz, quien tampoco sería llamado para participar en los Juegos de 1952. En 1955 emigró a Venezuela y hasta allí llegó un día el interés de Posada al contactar con él para sonsacarle sus recuerdos. La conversación de los dos se refleja en Galicia Atlética de noviembre de 1997. De ese momento crucial, el de no haber podido ser olímpico ni en Londres ni en Helsinki, comentó: “Recuerdo aquellos días y no puedo evitar que se me vaya el sueño y el apetito, a mis actuales 75 años. Aún hoy, cincuenta años después de aquel desatino, no acierto a comprender la ceguera de nuestros directivos nacionales que se ofuscaron en la gran realidad allí presente. Me estoy refiriendo a los 21´32”7 en los 5 km. marcha en Avilés. Sinceramente creo que les estaba poniendo en bandeja de plata la medalla olímpica para España. Se puede considerar como inmodestia, pero eso es lo que sentí entonces y aún lo siento ahora. No puedo comprenderlo. Incluso el Ayuntamiento de Ourense se ofreció para sufragar mis gastos de viaje, pero no fue aceptado”.

También Posada quiso conocer, en ese momento de 1997, la opinión de Luis Miró (de 80 años y residente en Vigo) sobre la figura de José Ruiz: “Me acuerdo mucho de él, y repetidas veces, ya que lo considero uno de los mejores atletas, por su calidad y personalidad, de aquellos tiempos tan lejanos y ya tuve unos cuantos bajo mi dirección. Ruiz se merecía haber estado en los Juegos Olímpicos, pero no lo quisieron comprender así lamentablemente”.

Los Campeonatos de España de 1951 volvieron a celebrarse en Montjuic y, de nuevo, José Ruiz fue el mejor en los 10.000 metros marcha concluyendo en 53:52.2, adelantándose así con claridad a los catalanes Miravet, 55:02.6, y Colín, 57:16.6. Y cuando José Corominas analiza lo que da de sí esta prueba una vez finalizado aquel año indica que “estamos tan deficientemente representados que habrá que esperar a ver que da de sí la nueva promoción encabezada por Miravet, pues ni en estilos ni en marcas pueden abrigarse demasiadas esperanzas”.

El caso es que, en 1952, el atleta ourensano prosigue con ímpetu arrollándolo todo ya que, en los Campeonatos gallegos en Riazor, los primeros días de julio, termina los 10.000 metros marcha en 47:12 mientras que el segundo, Manuel Estévez, traspasaba la meta en 60:6. Y días después, en Avilés, en lucha por el título español, José Ruiz no permite que le arrebaten la victoria; se impone con 50:39.6, mientras que los catalanes Alberto Miravet y Manuel Gracia solo pueden hacer 53:57.7 y 54:50.4.

Y aunque el año1952 es el de los Juegos Olímpicos de Helsinki, a la capital finlandesa no se lleva a ningún representante español en atletismo, hecho que aprovecha J.M. Gordillo en La Voz de Galicia del 15 de julio para ensalzar la figura de José Ruiz, “del que cabría esperar un brillante papel” puesto que, opina, había ganado el título gallego “sin competencia alguna” y con una marca que “resiste dignamente la comparación” con lo hecho por el último campeón olímpico. “En nuestro paisano”, dice Gordillo, “hay “madera” de campeón, pero ahora, como hace cuatro años, se discute la ortodoxia de su estilo, siendo por esta única razón -que hasta la fecha no han rebatido los jueces españoles- que no ha sido inscrito en Helsinki”.

Hasta en seis ocasiones llegó a batir el récord gallego de 10.000 metros marcha, según refleja el archivo de Alfonso Posada. Estos mejores registros los hizo perteneciendo a los clubes Educación y Descanso, C.D. Galicia y Juventud, los tres de Ourense, y S.A. de Vigo. En 1945 consiguió dos: 52:36.3/5 y 51:19.3/5; en 1946 hizo 50:05.1/5; en 1947 realizó 49:55.1/5 y 49:44.4/10; y en 1952 concluyó en 46:39.0. Y deben recordarse dos cronos espectaculares (ya reseñados) que obtuvo en 1948, en Ourense y en A Coruña, 44:27.2/10 y 44.00.6/10, que no fueron admitidos como récords de España.

De ese año 1948 es su tiempo de 22:30.8/10 en 5.000 metros que tampoco se aceptó como plusmarca nacional. Y, como colofón, conviene no olvidarse de otra marca de relieve del genial marchador realizada en Vigo en 1946, en un intento especial, cuando terminó los 20.000 metros en 1h48:50.1/5.