Una excedencia para entregarse al maratón

Corrió el maratón por primera vez el 26 de octubre de 1997 en Sama de Langreo (Asturias) y su tiempo de 2 horas 10 minutos 49 segundos, con el que quedó subcampeón de España, acabaría siendo la mejor marca realizada por él en esta distancia. José Ramón Rey (Arnoia, Ourense, 1967), que llegó a pedir la excedencia en su trabajo para poder dedicarse en plenitud al maratón, rozó la medalla (fue cuarto) en los Campeonatos de Europa de Budapest en 1998 y posee triunfos, entre algún otro, en los maratones de Sevilla y Madrid celebrados ambos en 2001.

Cuatro atletas, Toni Peña, Rodrigo Gavela, Francisco Ribera y José Ramón Rey, quisieron ya desde un inicio ejercer de candidatos al triunfo en el Campeonato de España, aunque no tardó Ribera, mientras se descolgaba Gavela, en erigirse en punta de lanza yéndose en solitario. Poco antes del medio maratón (1h04:30) el líder era alcanzado por Peña y Rey y se mantuvieron unidos hasta el kilómetro 32. En este punto, Toni Peña se alejó de sus acompañantes y poco después José Ramón Rey hizo otro tanto con Ribera. “El tramo final”, explica Atletismo Español, “se le atragantó a Toni Peña a causa de unos calambres y fue alcanzado por José Ramón Rey a falta de tres kilómetros, resolviéndose la carrera en un apurado sprint…” Toni Peña, ganador, y José Ramón Rey, segundo, obtuvieron idéntico tiempo: 2h10:49; tercero se clasificó Francisco Ribera, 2h12:45; y cuarto fue Juan Diego Rodríguez, 2h19:26.

José Ramón Rey en el Medio Maratón de Vigo 1995 (ECG)

Para José Ramón Rey, tanto el subcampeonato como la marca realizada tuvieron un considerable valor ya que le supusieron una beca federativa “que fue”, según cuenta, “lo que me animó después a pedir la excedencia en el trabajo”. Se encontraba de este modo con un respaldo económico. “Ya tenía también algo con lo que vivir. Para mí esa maratón es de las que mejores recuerdos tengo”.

José Ramón Rey, al que se conoce por Jota, convertido ya en un atleta entregado totalmente a la carrera de los 42 kilómetros, atravesó el Atlántico y se presentó en Boston (Estados Unidos) para intervenir en su famoso maratón el 20 de abril de 1998. Relata que “era una de las maratones que yo tenía en mi cabeza” pero al mismo tiempo también señala que cuando se llega a la elite, como era su caso, la elección de los maratones a disputar no dependen del propio atleta sino del entrenador y del mánager. Sostiene que, en esta ocasión, se le dio a elegir entre alguno en suelo europeo o el de la ciudad norteamericana. Se inclinó por Boston aun sabiendo que había un desplazamiento “que siempre era un poco complicado”.  “A mí me apetecía muchísimo correr aquella carrera y no me arrepentí nunca de haberlo hecho. Era mi segunda maratón y pagué mucho mi inexperiencia, pero correr Boston es algo que te queda para toda la vida”, dijo el atleta en Radio Obradoiro en mayo de 2011. Se quedó sorprendido con la cantidad de gente que presenciaba la prueba. No había un hueco libre a lo largo del trayecto.

Finalizó en novena posición con un tiempo de 2 horas 13 minutos 12 segundos, siendo el séptimo clasificado Alejandro Gómez, 2h12:34. La carrera la ganó el keniano Moses Tanui, 2h07:34, con su compatriota Josep Chebet en segundo lugar, 2h07:37, y el surafricano Gert Thys en tercera posición, 2h07:52.

Para el ourensano, el maratón de Boston fue “una carrera muy extraña”. Rememoró esta experiencia comentando que habían ido a ver el circuito “y no lo estudiamos bien”. Hace hincapié en que “allí le teníamos miedo a las subidas”, pero había “un par de bajadas muy complicadas que para las piernas eran bastante traumáticas. Entre eso y que no planteamos bien la carrera, salí muy rápido, después lo pasé bastante mal. Fue una carrera dura. Allí sí que lo di todo”.

Cuatro meses después de haber competido en Boston, integró el equipo español de maratón en los Campeonatos de Europa en Budapest, convirtiéndose en el mejor del grupo al pisar la meta en cuarto lugar. Aquel 22 de agosto, con lluvia y algo de frío, la pelea se centró preferentemente entre italianos y españoles, aunque, cierto es, también tuvo su protagonismo el británico Richard Nerurkar, que fue líder algunos momentos. Pero los italianos lo bordaron. Para ellos fueron las tres primeras plazas: Stefano Baldini (2h12:01), Donilo Golfi (2h12:11) y Vicenzo Modica (2h12:53). Y tras ellos, los españoles: cuarto, José Ramón Rey (2h13:17); quinto, Alejandro Gómez (2h13:23); y sexto, Toni Peña (2h13:53), siendo estos tres atletas los que le dieron a España el subcampeonato por equipos tras Italia. También corrió Antonio Serrano, duodécimo clasificado con 2h14:58, habiéndose retirado Diego García y José Manuel García.

Superado por Toni Peña en el Campeonato de España de maratón 1997 (ECG)

Recordando esta actuación de Budapest, José Ramón diría, años más tarde, que el cuarto puesto le había sabido a “muy poco”, siendo consciente de que “si hubiera tenido un poco más de experiencia en competiciones internacionales hubiera conseguido esa medalla que queda para toda la vida”. Recupera en su memoria ese día para afirmar que la carrera la había superado bien. “Estuve delante cuando se empezó a romper y creo que acerté en todas las estrategias que seguí menos en la última. El miedo a desfondarme en los últimos cinco kilómetros me llevó a ser bastante conservador” por lo que dejó marcharse a los tres italianos. Ya no arriesgó. Cree que si se hubiese atrevido a dar un paso al frente en el crucial momento “hubiera disputado por lo menos el tercer puesto”. Tiene base para afirmarlo. “No llegué a meta completamente desfondado como hay que llegar en una maratón”. Es consciente de que en los últimos kilómetros a lo que se aferró fue a “retener el puesto” más que a intentar hacerse con la medalla.

También afirma que si para él, en aquel momento, un cuarto puesto en una competición internacional “era un resultado buenísimo”, no es menos cierto que en su interior “nunca” se sintió satisfecho con dicha carrera.

Siendo un chaval de 14 años y residiendo en Vigo desde 1980, a José Ramón lo que le atraía era el fútbol, algo por lo que, comenta, se inclinaba la mayoría.  Vivía en Bouzas y se integró en el equipo infantil del Rápido de Bouzas, pero su hermano mayor acabó disuadiéndolo al verlo quizá con más posibilidades en otro ámbito. José Ramón empezó a participar en carreras populares organizadas en colegios y como obtenía resultados bastante satisfactorios, aquello fue un acicate para seguir. “A partir de ahí”, indica, “vi que era un poco individualista y que me gustaba más el sufrimiento individual que no el sufrimiento colectivo”. Se convirtió en asiduo de pruebas populares.

En el colegio tenía de compañero a un hijo de Virgilio González Barbeitos que fue quien le habló del atletismo y de que su padre era entrenador. A José Ramón, por esta circunstancia, empezó entrenándolo González Barbeitos. “Fue mi descubridor”, dice, y con él estuvo bastantes años. “Gracias a él yo me dediqué en cuerpo y alma al atletismo”. A Barbeitos únicamente le valía una dedicación total. “Quizás alguna gente se quedaba en el camino, pero los que verdaderamente seguíamos sabíamos que el atletismo era para darlo todo”. Hasta que un día, de común acuerdo, dejaron de estar juntos; el propio Virgilio le aconsejó que se entrenara con Alfonso Ortega, como así hizo, y unos años después se puso en manos de Julio Rodríguez, hasta que llegó el momento en que se entrenó a sí mismo.

Ya llevaba tiempo dedicado al atletismo, absorbiendo de él cuanto podía, y tuvo claro que estando bajo la tutela de un entrenador debía cumplir lógicamente con sus directrices. “Entonces la única forma de no molestar a nadie era hacerme yo los entrenamientos y cumplirlos”. Cierto es también que esa época compaginaba entrenamiento y trabajo y no le resultaba fácil “seguir a ningún grupo de entrenamiento”. No dejó de progresar, pero tampoco se atribuye el mérito en exclusiva “sino al trabajo acumulado de muchos años; esos años rendí bastante bien”.

Cuando era todavía un atleta que medía posibilidades sobre la pista, se dio cuenta de que con los entrenamientos que más disfrutaba era con los de fondo; “yo los rodajes los vivía mucho”. A diferencia de quienes estaban más cómodos y entretenidos realizando series más cortas, a él le atraía otra cosa. “Siempre disfruté mucho con salir a correr yo solo”. Y así lo hacía, incluso de noche, por la zona de Bouzas. “Disfrutaba muchísimo”. Por ello no debe extrañar que la carrera de maratón la tuviera ya presente “como una ilusión”, aunque también reconocía que a lo mejor no le resultaba fácil alcanzarla “si no tenía tiempo para entrenarla suficientemente. Por suerte, el destino me ayudó a tener esa oportunidad”.

Con la selección española, segundo por la izquierda, de pie, en el Campeonato de Europa de cross 1994 (J.R.R.)

A finales de los años noventa aprobó unas oposiciones (profesor de Educación Física) y después tuvo la oportunidad de solicitar la excedencia. “Era lo que había estado esperando siempre, el poder dedicarme a entrenar mañana y tarde. Ya desde el siguiente día de haber aprobado la oposición me puse a entrenar preparando la maratón. Sabía que tenía un colchón laboral importante que me permitía entrenar en condiciones”. “Ahí fue cuando empecé a hacer entrenamientos acordes al alto nivel y llegué a donde pude llegar”.

José Ramón Rey, que fue tres veces internacional, dejó en su trayectoria otras marcas más allá del maratón, como las de 5.000 y 10.000 metros. Las dos corresponden al año 1994. El 6 de julio en A Coruña, corrió los 5.000 en 13:47.6, registro que le valió para situarse décimo en el ranking nacional de ese año. Y con anterioridad, el 9 de abril pero en Pontevedra, corrió los 10.000 en 28:34.3, duodécimo lugar en el ranking que encabezaba Antonio Serrano con 27:56.99.

Su palmarés lo enriqueció con cinco títulos de campeón gallego en pista: tres de ellos los alcanzó en los 3.000 metros obstáculos (1988, 1989 y 1990) y dos en 5.000 (1990 y 1991). Además obtuvo en Vigo, en 2001, el campeonato gallego de cross. En este ámbito del cross, José Ramón participó en la primera edición del Campeonato de Europa con la selección española, celebrado en Alnwick (Gran Bretaña) el 10 de diciembre de 1994. Y no lo hizo bien. Quedó en el puesto 59º. Alfonso Ortega se referiría en Atletismo Español a su modo de correr un tanto inapropiado ya que “estuvo en cabeza de carrera durante bastante tiempo, osadía que luego pagó”. Los otros españoles se clasificaron así: 3º, Antonio Serrano; 4º, José Carlos Adán; 7º, José Manuel García; 13º, Alejandro Gómez; 22º, Alberto Juzdado. Por naciones, España quedó segunda, superada por Portugal. El título individual lo acaparó el portugués Paulo Guerra.

Acumula una serie de triunfos en el medio maratón, como el de Viana do Castelo (Portugal), que, dice, lo organiza Manuela Machado “y es una carrera preciosa”; aquí hizo la que es su mejor marca, 1h02:06, que le valió ser tercero en el ranking del año 2000, solo superado por Alberto Juzdado, 1h:01.10, y Fabián Roncero, 1h01:12. Tiene, sin embargo, su particular punto de vista sobre esta distancia. “No me veía tan corredor como en maratón. Yo es que, a partir de la media maratón, es cuando me empezaba a encontrar bien, cuando mis rivales empezaban a flojear”. Pero esto no quiere significar que no le gustara correr el medio maratón, de hecho afrontó muchas de estas carreras. “Además me recuperaba bien de ellas, era un corredor atípico”.

Ganando el Maratón de Madrid 2001 (ECG)

“A mí me tocó vivir la época dorada de la maratón española”, asevera. “En casi todas las maratones en España competía con lo mejorcito de la maratón” que hubo en nuestro país a lo largo de los tiempos. “Fabián Roncero, Abel Antón, Martín Fiz, Alejandro Gómez eran mis rivales pero a diario. Pero bueno, eso también te incentivaba para mejorar”. Hay que subrayar que el año que pudo poner ya en su currículo una marca en maratón, el de 1997, con sus 2h10:49 se situó cuarto en el ranking nacional (empatado con Toni Peña), solo aventajado por Alejandro Gómez, 2h07:54; Martín Fiz, 2h08:05; y José M. García, 2h09:30.

El 25 de febrero de 2001, José Ramón se impuso en el maratón de Sevilla realizando la misma marca, 2h10:49, que había hecho en 1997. Quedó escrito sobre esta competición de la ciudad hispalense que contó con la desprendida ayuda de Fabián Roncero, quien condujo la carrera hasta el kilómetro 30 y después siguió animando a su compañero. La segunda posición la obtuvo el ruso Valery Fedotov, 2h15:41, y tercero quedó el keniano Bertrand Itsewere, 2h18:51.

Solo dos meses después de intervenir en el maratón sevillano, el gallego acudió al de la capital de España. “A todo el mundo le parecía una locura que pudiera presentarme en Madrid”, confesaría en 2011. Su decisión la sostenía en que se había recuperado bien y si no acudía a la prueba madrileña ya no tendría ocasión para correr ninguna otra; además tenía “un par de personas a las que dedicarle esa carrera”: Diego García, que había fallecido recientemente, y un allegado a la familia que se encontraba hospitalizado.

El maratón de Madrid se disputó el 29 de abril, con lluvia y frío. José Ramón Rey, ganador con 2h19:12, superó en un duro final al portugués Víctor Mariano Da Silva, 2h19:19. “Fue una carrera que no supe valorar en toda su medida”, recuerda. La desgrana haciendo mención que fue lenta y “ganada así de una manera un poco diferente”, es decir, al sprint, por lo que “me quedó esa sensación de no haber conseguido algo importante”; sin embargo, con el transcurrir de los años cambió su manera de pensar y se dio cuenta “de que es una victoria que queda ahí” en uno de los mejores maratones de España.