De nervio terrible

Se abrió hueco entre los mejores saltadores de triple de finales de los años 50 para ser campeón de España dos veces (1957 y 1958). También concurrió a la selección española en tres ocasiones, aunque arrastrando una lesión que no le permitió rendir. Y fue plusmarquista y campeón gallego en su especialidad. Aunque su nacimiento se produjo en Lugo en 1934, José María Guillén se instaló con su familia en A Coruña cuando tenía nueve años. Jugó al fútbol de escolar en los Salesianos (este deporte era hegemónico en el centro coruñés) y al atletismo llegó posteriormente. Pero ya en 1953, en Madrid, dio muestras de sus posibilidades imponiéndose en triple salto (13,11 metros) en la competición nacional del Frente de Juventudes, sobresaliendo igualmente en los 200 metros. El cronista del diario Marca le había echado el ojo para afirmar que “es un chico rápido y fino, que rueda muy suave, pero todavía no está suficientemente formado; si crece algo más, que es de esperar, será muy pronto un gran atleta, pues hay base para ello”.

José María Guillén, en el centro del podio, en el estadio coruñés de Riazor en los años 50

Cuatro de los cinco hermanos Guillén, José María, Julián, Javier y Jacobo, tuvieron vinculación con el atletismo. Lo practicaron en mayor o menor medida. Pero lo que parece claro es que José María, con quien se inicia la saga, fue quien se mostró con mejores cualidades sobre la pista. Julián (Lugo, 1937) no le iba a la zaga, se entrenaba más, pero su dedicación no fue más allá de un año y medio (su estancia desde 1955 en Santiago como estudiante de Derecho le alejó prácticamente del entrenamiento). De todos modos Julián, el que vivió más de cerca las andanzas atléticas de José María, llegó a igualar la plusmarca gallega de 150 metros y en los medios de la época lo citan, por ejemplo, ganando el salto de longitud (6,25) en un campeonato gallego universitario en Balaídos.

Julián afirma de José María que “tenía un nervio terrible”, que corriendo o saltando “daba lo máximo” y no duda en recalcar que “era muy bueno”. No es capaz de establecer diferencias entre el José María velocista y el José María saltador. “Yo veía un hombre con muchas facultades para todo lo que hacía. Cuando saltaba se le veía muy fuerte”. Hace hincapié en la dificultad que tienen los triplistas con el segundo de sus saltos al tener que caer con la pierna de batida y que, en el caso de su hermano, “se recuperaba bien, lo daba también bien”.

Y entonces nos descubre a un José María con otras virtudes más allá del atletismo.  “Era un hombre polifacético. Hacía poesías”, dice.  Y recuerda que fue cofundador en A Coruña de un grupo poético “muy conocido” llamado Agrupación Poética Amanecer. Pero es que además compuso música, aunque él no sabía música. “Lo hacía de oído y después iba a un músico, un señor mayor, que se la pasaba al pentagrama. Tiene varias composiciones musicales tipo bolero, vals… Y se las tocaban las orquestas”.

Tras esto, Julián saca a relucir otro rasgo de su hermano recordándolo como “bastante alegre y bastante juerguista”; algo que también pone de relieve el propio José María, desde San Sebastián, donde reside, después de haber pasado gran parte de su vida en París como profesional de banca:  “Yo era un pinta…”.  Afirma que a él le gustaba correr pero que no se entrenaba nada. “Era un desastre”, sentencia.  Y nos descubre algo interesante: “Me llamaba Fraga (Manuel Fraga Ferrant) el faquir por las cualidades innatas”.  Y de esa forma de ser que no esconde puede dar fe el hecho de que cuando quedó campeón de España de triple en 1958, aunque se había lesionado fue llamado a la selección. Parece claro que no se le ocurrió dar un paso atrás. Reconoce que no iba en plena forma pero… “Yo lo que quería era viajar. Dije que estaba bien”.

El saltador y velocista con el dorsal 68 y dos trofeos

Julio de 1955. Pistas barcelonesas de Montjuic. Los Campeonatos de España resultan muy provechosos para José María Guillén ya que forma parte del relevo 4×100 metros con Saturnino Paniagua, F. Sanjuán y Fernando Bremón que alcanza la medalla de plata con 44 segundos (récord gallego); la victoria fue para el equipo Centro con 43.8 y la tercera plaza la ocupó Cataluña, 44.1. Sin embargo, en triple, se quedó sin recompensa, en un amargo cuarto lugar al saltar 13,54, siendo el vencedor Parellada con 13,81.

Un año después, en la convocatoria de Oviedo,  pasa sin hacer ruido, casi desapercibido en los dos saltos horizontales (noveno en triple y decimocuarto en longitud). Cosa distinta ocurrió en 1957, jugando en casa, en A Coruña. En Riazor obtuvo el que sería su primer título nacional de triple al saltar 13,83, registro que le otorgaba la plusmarca gallega. El guipuzcoano Martínez quedó segundo con 13,75, y la tercera posición la ocupó el catalán A. Ruf con 13,61.

La Voz de Galicia relata que los dos primeros saltos de José María fueron nulos, “por lo que el público muestra su impaciencia”; sin embargo se desquitó en el tercero con los referidos 13,83 que le situaban al frente de la competición. “En los otros tres saltos de mejora, nada pueden hacer sus rivales” y el cronista resalta que se corona campeón “entre el delirio del público”. Y concluye: “Su triunfo, inesperado, le demuestra que preparándose puede llegar muy lejos, y es preciso la ayuda de todos para animarlo…”

El atleta del equipo Imperio participó también aquel 1957 en 200 metros, distancia cubierta en 23.5 y que no le permitió disputar la final. También estuvo en salto de longitud, aunque sus 6,02 resultaron insignificantes llevándolo al puesto decimocuarto (la victoria se la llevó Ruiz Capillas con 6,85).

Defendió admirablemente bien el título en la edición de 1958 en San Sebastián, al imponerse con 14,16 metros en triple (récord gallego, que ya estaba en su poder) a Parellada, con 14,13, y a Helguera, con 13.98. Los ecos de su victoria los recoge La Voz de Galicia, ensalzando tanto su valía como el registro realizado “sin apenas entrenar”. Por ello, el comentarista se preguntaba: “¿Qué no podría lograr Guillén si dedicara toda la atención que se merece la prueba?”  Aunque no tenía respuesta para ello sí afirmaba que “se ha ganado el derecho justo y sin paliativos para figurar en los próximos tres encuentros internacionales a disputar por nuestra selección nacional”.

José María Guillén fue dos veces campeón de España de triple salto

En San Sebastián coincidieron los hermanos Guillén, José María y Julián, en el relevo coruñés de 4×100 con Molina y Artime. El cuarteto invirtió 45 segundos y quedó cuarto; la victoria se la adjudicó Madrid con 43.9, en segundo lugar se clasificó Barcelona con 44.1 y Vizcaya tercera, 44.9. Y también José María participó en longitud donde acabó noveno con 6,44, siendo el triunfo para el asturiano M. González con 7,15.

Y sí, aquel año 1958 fue el de la consagración internacional de José María. El 19 y 20 de julio estuvo en las pistas lisboetas de Alvalade, donde España ganó a Portugal 114 a 98, pero en triple salto las cosas no fueron bien para el lucense afincado en A Coruña. Fue el cuarto con 13,12, mientras su compañero Parellada le precedía con 13,61; los lusitanos Rui Ramos y E. Lopes se mostraron superiores con 14,51 y 13,84 respectivamente.

Pocos días después de su debut en Lisboa, en concreto el 26 y 27 del mismo mes de julio, acudió a Bruselas a un encuentro con Bélgica y Dinamarca. No estaba Guillén para florituras y quedó último con 13,36 metros. Y en Atletismo Español se reflejó así lo hecho por los españoles : “Flojo el “standard” del triple salto. Sólo el belga Herssens superó los 14 metros, exactamente 14,01 m. Helguera hizo una marca habitual, 13,79, que le valió el tercer puesto, y Guillén confirmó que tal como se vio en Lisboa y se vería después en Mónaco, que no se ha repuesto de su lesión de San Sebastián, y que actuó así, lesionado, en toda la excursión. Saltar en estas condiciones ha sido una imprudencia, que puede afectar al porvenir del atleta”.

En el triangular de Bruselas, Bélgica obtuvo 172 puntos, Dinamarca 137 y España 115. Pero José Corominas, en su crónica, matiza: “… digamos que Bélgica ganó a España por 126 a 83 puntos. Parece ser que el encuentro, concertado entre Bélgica y España, fue transformado posteriormente en triangular. Esto no tendría mayor importancia si se respetase la puntuación directa entre belgas y españoles. Pero lo que no acertamos a comprender es que “una devolución de visita” pueda modificarse, teniendo en cuenta que la alteración de la puntuación sólo podía perjudicar al equipo español. Pues no es lo mismo que Bélgica, que tiene mejores figuras, nos aventaje en una prueba por 8 puntos a 3, que lo haga por 12 a 3. Estos detalles tienen su “aquel”, que diría el castizo”.

Carrera en Riazor con José María Guillén (89) tratando de superar a Fernando Bremón

Su última actuación internacional se produjo en Mónaco el 2 y 3 de agosto de aquel 1958. El equipo de Francia Sur ganó al de España por 99 puntos a 91. José María fue penúltimo con 13,38. Venció el francés Dottak con 13,99 y Helguera, con 13,84, quedó segundo.

Todavía en 1960, de nuevo en Riazor, se haría con la medalla de plata en los Campeonatos de España con un salto de 14,09, aventajando por un centímetro a Antonio Prunell, pero muy distante del fantástico Luis Felipe Areta, que batía el récord nacional con 14,98. Estos tres atletas fueron los únicos que superaron los 14 metros entre una veintena de clasificados. Y en salto de longitud, con claro triunfo de Areta (6,91), fue sexto con 6,35.

Además de sus plusmarcas de Galicia en triple y en 4×100, José María Guillén fue siete veces campeón gallego (cuatro en triple, dos en longitud y una en 200 metros) desde 1954 a 1960, perteneciendo al Imperio, Real Club Deportivo y Club Atlético Coruñés.