Loco por Galicia

El fantástico Tomás Barris, en la década de los 50 (Atletismo Español)

Cuatro de los 16 títulos nacionales en poder del catalán Tomás Barris (Barcelona, 1930)  los consiguió en A Coruña en 1957 y 1962. En las pistas de ceniza de Riazor, donde se le recibía con admiración y cariño, ganó los 800 y 1.500 metros en ambas ocasiones. Tan excepcional atleta, nada menos que 34 récords de España en su haber, compitió  con cierta frecuencia en el Gran Premio organizado en la capital coruñesa y en el que tenía lugar en Vigo. Y también corrió en Lugo. “Una exhibición en la calle”, comenta. Para Tomás Barris, la tierra gallega desde siempre tuvo una significación especial. “Galicia es mi segunda patria. Después de Cataluña y de España, Galicia”.

Lo que este campeonísimo siente por este lugar del noroeste español es auténtica devoción. “Mira si me gusta que cuando me casé mi viaje de novios fue a Galicia”. Le dijo a su mujer que la iba a llevar a la mejor tierra que había. “Lo vimos todo. Nos lo pasamos de maravilla”, recuerda. Y su domicilio da fe de que esa sintonía de Barris con Galicia es estrecha y sincera. “Yo tengo una casa con un museo de cosas, pero no guardo copas. Guardo trofeos alegóricos, placas. Todas las cosas más tradicionales y emblemáticas de Galicia están colgadas en la pared de mi museo: el hórreo, la torre, el botafumeiro, el pote… Todo. Galicia siempre me ha vuelto loco. De verdad”.

Ya había empezado a mostrar su clase por Europa cuando se presentó en Riazor, en julio de 1957, para vencer en los Campeonatos de España con holgura. En la final de 800 (1:52.6) poco le intimidaron Cabrera (1:55.6) y Cerdán (1:58.6).  Pero lo mismo sucedió en 1.500. Barris fue el único que bajó de los 4 minutos (3:56.8). Molins quedó segundo (4:00.0) y Cerdán, tercero (4:04.7). La séptima posición la ocupó Sergio Vázquez (4:07.6), quien con el paso de los años habría de ser el presidente de la Federación Gallega algo más de dos décadas.

Volvió a Riazor en 1962 para hacerse igualmente con los títulos nacionales de 800 y 1.500, pero en esta oportunidad se encontró con la fuerte oposición del aragonés Alberto Esteban, a quien la revista Atletismo Español vio “magnífico de calidad, de ganas de victoria y de valentía. Las marcas en ambas pruebas las fabricó él con su tirón prolongado”.  Los 800 los ganó Barris con 1:51.1 y Esteban hizo 1:51.5. En 1.500, el catalán los corrió en 3:48.3 y Esteban en 3:49.6.

Con el entrenador finlandés Olli Virho, que se vino un largo tiempo a vivir a Barcelona, el progreso de Barris fue evidente y acabó consolidándose cuando el alemán Woldemar Gerschler lo aceptó, después de hacerle unas duras pruebas, dentro de su grupo de atletas en Friburgo (Alemania). “Juan Antonio Samaranch, lo tengo que decir con la voz bien alta, se volcó en este proyecto con Gerschler”. Porque quien llegó a ser presidente del COI supuso mucho en la vida de Barris. Éste dice que “todo”. “No solo en la vertiente deportiva sino en la personal. Es un hombre que confió mucho en mí. Yo no podía defraudarle. En momentos complicados que he tenido entrenando, siempre acudía en mi ayuda. Me motivó mucho”.

Los inviernos de Barris empezaron a estar dirigidos por Gerschler, con entrenamientos que califica de “durísimos” y con “temperaturas gélidas”. “Veías aquel señor con el paraguas, la bufanda, el abrigo, el pasamontañas, con el cronómetro en la mano para mí solo a veces, entrenando al lado de un río, aquello siempre helado…” Todo esto estimulaba más al catalán que se preparaba a conciencia, sabiendo, además, que contaba con un equipo médico que lo controlaba al instante.

Tomás Barris en Riazor, escenario en el que logró importantes triunfos

Durante dos inviernos no hubo más español en Friburgo que él. Su calidad se hizo patente y le llovieron las invitaciones para acudir a los mítines que se celebraban en Alemania al principio, y después, una vez ampliado el radio de acción, en Noruega, Suecia y Finlandia preferentemente. El nombre de Barris se hizo imprescindible. Y cuando le preguntaron si en España no había más atletas que él, habló con la Federación Española para que ayudase a que otros compañeros pudieran seguir su camino. “Conmigo empezaron a salir Sergio Vázquez, Cesáreo Marín, Antonio Amorós, Molins… Me llevé mucha gente y entrenadores a Friburgo, los mejores de la época, Julio Bravo, Manolo García, Juanito González… Tengo el orgullo de decir que abrí las puertas para el atletismo español”.

En Europa se rindieron a la calidad que mostraba Barris. Intervino en 137 mítines de carácter internacional, consiguiendo un resultado espectacular: 58 triunfos, 32 veces segundo y en 21 ocasiones tercero. En una de estas actuaciones sobresalientes, el 29 de agosto de 1958, en la localidad finlandesa de Turku, realizó un sensacional registro en 1.500: 3:41.7. “En aquella carrera se batieron los récords de Polonia, de Hungría y de España, y el finlandés que ganó rozó el récord mundial. Fue una oportunidad única”. Una oportunidad que aprovechó extraordinariamente bien Barris, quien traspasó la meta en cuarta posición. Venció el finlandés Vuorisalo (3:40.8), seguido de su compatriota Salsola (3:41.5) y el húngaro Kovacs (3:41.6). La marca del español tenía un considerable peso: en el instante de realizarla era la decimotercera mejor del año a nivel mundial y le supuso situarse como decimonoveno de todos los tiempos.

La cita ineludible en 1960 era los Juegos Olímpicos de Roma. También para el gran Tomás Barris. Pero tuvo la mala suerte de lesionarse en Escandinavia. A pesar de esta circunstancia adversa, el general Agulla se empeñó en que debía estar presente en la capital italiana. “Si le hubiera quitado el puesto a alguien no hubiera ido porque no estaba en condiciones. De la gente que llegó a la final,  me codeaba con ellos por toda Europa hacía años. No tuve suerte. Pero fui olímpico que es lo que me interesaba”.

En su eliminatoria de 1.500 acabó perdido en el undécimo puesto, con una marca nada acorde con su categoría: 3:57.3. “Quise llegar. Casi cuatro minutos. Llegué el penúltimo o el último. Pero es que fue un padecimiento terrible. Pensaba que se me rompía la pierna. El tendón de Aquiles me lo había deshecho”.

El barcelonés en la primera edición del Gran Premio Ciudad de Vigo en 1958

La despedida de Tomás Barris del atletismo se produjo en 1965. Estaba decidido a hacerlo en julio, después de los Campeonatos de España, aunque la Federación Española lo convenció para que fuese durante un encuentro internacional. Cuenta en el libro Tomás Barris. El atleta que abrió las puertas de Europa, de Ignacio Mansilla y José Luis Hernández, que entonces recibió una llamada del dirigente Manuel Fraga Ferrant para que su adiós atlético lo llevase a cabo en A Coruña. “Allí siempre me trataron como si estuviera en mi propia casa y por tanto era imposible decirle que no”. Ya no se entrenaba mucho cuando intervino en el Gran Premio de la ciudad coruñesa el 24 de julio, donde acabó segundo en 1.500 (3:53.2).

Como estaba convenido, en el enfrentamiento entre Turquía y España en Estambul, el 8 de agosto de 1965, Barris puso el punto final a su brillantísima carrera disputando los 800 metros. Virgilio González Barbeitos pretendió, en aquella prueba, que el catalán tuviese el colofón apropiado llevándose el triunfo, pero no le sonrió la victoria.