Atrapado en el mundo laboral

Se despidió del atletismo habiendo sido una vez internacional, aunque Luis Martínez (A Coruña, 1935) pudo haber estado con la selección alguna vez más. Si no sucedió así fue debido a que su trabajo le impedía disponer de más tiempo libre. No tenía dificultad para entrenarse, pero sí para ausentarse un solo día de la farmacia en la que su presencia era fundamental. En dos ocasiones tuvo que escribir a la Federación Española renunciando a intervenir con el equipo nacional, recalcando, eso sí, que su renuncia se debía a cuestiones laborales para evitar una posible sanción. El tiempo para Luis era oro. En 1956, cuando quedó campeón de España de 3.000 metros obstáculos del Frente de Juventudes en Oviedo, no pudo recoger la medalla (la recibió en su nombre Sergio Vázquez) al tener que marcharse apresuradamente del estadio para coger el autobús de línea que lo habría de devolver a la ciudad de A Coruña y poder así cumplir con su trabajo.

En un repleto Riazor, en el Trofeo San Jorge, Luis Martínez delante del madridista Moreno

El 16 de julio de 1961, Luis Martínez se convirtió en atleta internacional. Tanto ese día como el anterior, en la localidad italiana de Belluno, llovió de manera torrencial. “Un verdadero diluvio”, recuerda. “Pensaban que tenían que suspender las pruebas”. Las pistas quedaron en muy malas condiciones. El equipo B de Italia se vio sorprendido en la primera jornada por el conjunto español, que ganaba 38 puntos a 28, de tal modo que, según se comentó, requirió reforzarse urgentemente con algún que otro atleta para no salir derrotado. Y no salió. Venció Italia por 109 a 97.

Luis Martínez corrió los 3.000 metros obstáculos con el vigués Manuel Augusto Alonso. José Corominas escribió en Atletismo Español que la victoria de Alonso “fue colosal, sacando al italiano Costa más de 120 metros”. También se lamentaba de que la pista era “un verdadero lago” y que, en otras condiciones, el tiempo realizado hubiese sido inferior a los 9 minutos. De Martínez comentó: “Luchó como nadie podíamos suponer y consiguió un tercer lugar”.

Es posible que Corominas no supiese con exactitud alguna de las circunstancias de aquella carrera. Porque afirma Luis que el foso de la ría carecía de tabla, por lo que los atletas caían sobre tierra. “Las zapatillas mías”, dice, “no eran gran cosa”, de tal manera que, con la pista poco menos que anegada, se le fueron retorciendo de manera escandalosa. En uno de sus pasos por la ría, efectuado el salto se acabó dejando una de las zapatillas hundida en la tierra. “Salí sin zapatilla y las dos vueltas finales tuve que correrlas sin ella. Fue un desastre. Hasta me caí en una de las vueltas. Pero luchando, luchando…”. Tiene la creencia de que, sin este inconveniente, también hubiese vencido al italiano Costa.

Aquella carrera de Belluno ya está dicho que la ganó Manuel Augusto Alonso en 9:05.3. El italiano A. Costa, segundo, acabó en 9:37.3. Luis Martínez fue tercero en 9:43.5, cerrando la clasificación Barnaniani en 9:47.2.  

La mejor marca de su vida en los 3.000 obstáculos, 9:14.0, la logró el 28 de junio de 1961, en el séptimo Trofeo Teresa Herrera, algo menos de un mes antes de ser internacional. Aquella competición estuvo a punto de no llevarse a cabo “debido a las enormes dificultades económicas que hubo que salvar”, según refleja Atletismo Español. Pero acudieron a ella atletas del Sporting de Lisboa, el Canguro madrileño y una selección coruñesa. Luis Martínez quedó segundo con los referidos 9:14.0, batido por el portugués J. Ferreira, 9:10.2. Tercero se clasificó A. Aguirre, del Canguro, 9:19.9; cuarto fue el lusitano A. Aldegalega, 9:28.4, y quinto, el coruñés Julio Pita, 9:43.6.

Saltando la ría, cuando ganó los 3.000 obstáculos en los Campeonatos de España del Frente de Juventudes en Oviedo en 1956

En su crónica, Eusebio Álvarez le otorgó un espacio considerable a Luis Martínez, al que definió como “uno de los atletas coruñeses más sacrificados, de los que tienen que dedicar todo el tiempo que le deja libre su ocupación profesional para poder entrenar”. Y añadía: “Ahora, en el Teresa Herrera y tras unas temporadas sin brillantez, Luis Martínez acaba de realizar en el Estadio de Riazor la cuarta mejor marca española de todos los tiempos en el steeple, y sus 9:14 no indican, desde luego, lo que puede alcanzar en esta misma temporada”. El atleta coruñés se reafirma en que aquellos 9:14.0 fueron “una cosa fuera de serie”. El primero de enero de 1970, algo más de nueve años de haberlos conseguido, ocupaban el puesto vigésimo de todos los tiempos en España, cuya relación estaba entonces encabezada por el vigués Javier Álvarez Salgado con 8:36.4

Se inclinó por los 3.000 obstáculos, por influencia del también coruñés Julio Castro. Éste se encontraba un poco cansado de intervenir en carreras de 800 y 1.500 y se decidió a correr la prueba de obstáculos en Riazor (ya ganara el bronce en los Campeonatos de España de 1954 en Tetuán). Dado que Luis tenía muy buena relación con él, le secundó e incluso acabó superándolo en alguna ocasión. “Luego él se retiró y me animó a seguir”.

Cuando se decidió a ser entrenado por Bernardino Adarraga (había estado dirigido por Manuel Fraga Ferrant), el progreso que experimentó fue incuestionable. Mejoró tiempos en carreras lisas y cada día que pasaba afrontaba con mejor estilo el paso del obstáculo. Y es que también se sacrificaba. Porque a las ocho de la mañana se presentaba en el lugar de entrenamiento, con tiempo suficiente para acudir después  a su trabajo. Y lo mismo hacía a diario Bernardino Adarraga. “Eso es de agradecer”.  Luis Martínez veía, tal como le iban las cosas, que podría acabar corriendo los 3.000 obstáculos por debajo de los nueve minutos, su indiscutible objetivo, siempre y cuando se dieran las condiciones idóneas. “Eso lo sabíamos Adarraga y yo, pero había que hacerlo”. Superando esa barrera, era sabedor de que tendría la posibilidad de enfrentarse con éxito a cualquiera.

En septiembre de 1956, en Oviedo, unió su nombre al de otros atletas, Asensio, Albarrán, Carlos Pérez, Ariño…, que tienen su relevancia en este deporte y que allí, en la capital asturiana, se hicieron con el título de campeón de España del Frente de Juventudes. Luis Martínez fue el mejor en 3.000 obstáculos. Atletismo Español reflejó su actuación en una significativa línea: “De salida, se marchó Martínez, mostrando una superioridad notable sobre los demás participantes. Su marca fue de 9:48”. Menciona el coruñés que también se había clasificado para la final de 800 metros con la mejor marca, pero que no la corrió por coincidir con la prueba de obstáculos. Y dice convencido: “Hubiese ganado cualquiera de las dos”.

Corriendo la Vuelta a Oza, como integrante del Deportivo, en marzo de 1956

Asiduo a los Campeonatos de España absolutos (ya estuvo en los de 1954, en Tetuán), la mejor clasificación, un cuarto puesto, la obtuvo en 1958, en San Sebastián. El tiempo invertido en su carrera favorita fue 9:42.6. Para la historia se quedaron tres nombres: Alonso, 9:06.6, con récord español, el vasco Fernández, 9:17.4, y Carpena, 9:36.6. Sin embargo, Luis Martínez acabó segundo en los 3.000 obstáculos, también en 1958, en la primera edición de los denominados Campeonatos Individuales de Atletismo (antiguo Torneo de Campeones), celebrados en Riazor. “Eran los campeonatos más importantes que había”, recalca. En aquella carrera se impuso con holgura Manuel Augusto Alonso, 9:04.8; Luis Martínez hizo 9:45.4 y Rufino Carpena, 9:58.6.

Se adentró en el atletismo cuando tenía unos 18 años a través del Centro Deportivo de Santa Lucía, aunque también defendió otros clubes como el Deportivo, Club Atlético Coruñés o Educación y Descanso. Y se hizo notar en un buen número de carreras. Conquistó la Vuelta a San Amaro, la Vuelta a San Pedro, la Vuelta a La Coruña por relevos, la Vuelta a Terranova de cross…

En junio de 1962 dejó el deporte atlético al irse a trabajar para Guinea. “Allí aún corrí varias veces pero en plan exhibición”. Preferentemente aportó su saber y experiencia en enseñar a los jóvenes guineanos. De retorno en la ciudad que le vio nacer, acompañaría a Sergio Vázquez como dirigente de la Federación Gallega de Atletismo y al mismo tiempo ejerció como presidente de la Federación Coruñesa, puesto desde el que luchó para que se creara una entidad poderosa en la ciudad herculina, algo que fructificó cuando se puso en marcha el Atletismo Coruña.