Quienes dan fe de cuanto acontece en el atletismo nacional lo tienen claro: en 1958, 1959 y 1960 se celebraron, en cada uno de estos años, dos Campeonatos de España de pista al aire libre siendo el estadio coruñés de Riazor el que acogió los de 1958 y 1960. Pero no es menos cierto que se ha sellado para la historia que las competiciones que se llevaron a cabo en San Sebastián (1958), Tolosa (1959) y Barcelona (1960) son las verdaderamente auténticas, las que otorgan los distintos campeones individuales.
Los días 13 y 14 de septiembre de 1958 el torneo que hubo en A Coruña se presentó con la denominación Campeonatos Individuales de Atletismo (continuación del antiguo Torneo de Campeones) y que, en La Voz de Galicia, se mostraban, en días previos, como los primeros que se celebraban y que, se dijo, “tienen por objeto reunir a los mejores atletas españoles a fin de procurar la superación de plusmarcas tanto nacionales como personales”. En todo caso, para presenciarlo, había que pasar por taquilla, algo bastante habitual por entonces.
Del día inaugural, el sábado 13, conviene referirse a la acogida cariñosísima que se le tributó al campeonísimo catalán Tomás Barris cuando hizo acto de presencia en el recinto. Y es que la gente no estaba muy convencida de que fuera a competir (corrió al día siguiente). Por lo tanto fue “obligado a saludar desde la pista ante la gran ovación que le dispensaron todos los asistentes”, refiere La Voz de Galicia. Barris, el atleta español más internacional del momento, participaba con frecuencia en reuniones en diferentes países y contó que después de los Campeonatos de Europa había pasado por Suecia, Finlandia o Grecia y “ahora”, señaló, “en La Coruña, habiendo cancelado varios compromisos por venir a correr aquí”.
Aunque solo participaron cuatro atletas en los 10.000 metros, el interés no decayó. Antonio Amorós fue considerado el “héroe de la jornada” y sólo el vigués Carlos Pérez fue capaz de seguirlo hasta los 3.000 metros. Terminó en 29:37.4 mientras que el gallego cubrió la distancia en 30:39.2; otro pontevedrés, el duro José Castro Ruibal, acabó cuarto, 33:25.8.
Una avería en el avión en el que iban a desplazarse los atletas vizcaínos les obligó a realizar el viaje por carretera, por lo cual no estuvieron presentes en la jornada sabatina, salvo el mediofondista Marín (llegó a la ciudad coruñesa de manera independiente), quien se impuso en los 800 metros (1:54.5) a Almazán (1:54.7).
El vigués residente en Barcelona Manuel Augusto Alonso, que acabó tercero los 800 metros (1:54.8), no se vio inquietado en los 3.000 obstáculos que cubrió en 9:04.8; el tenaz coruñés Luis Martínez fue segundo con 9:45.4. Claro que lo mejor de Alonso se acabaría viendo el domingo 14 en la carrera de 5.000 metros cuando logró el récord de España (14:16.6) y el vizcaíno José Fernández entró segundo pero a un mundo del triunfador, 15:17.4.
Para los espectadores la victoria de Fernando Bremón en 400 metros el día 14 alcanzó el éxtasis, allí no disfrutó el que no quiso. La suya fue una carrera sin debilidades, de tal manera que, cuando llegó a los cien metros últimos, “se corrieron en medio de un aliento constante por parte del público, que no pudo aguantar nuestro campeón, rompiendo a llorar cuando aún le faltaban varios metros para pisar la cinta de llegada”, puede leerse en La Voz de Galicia. Sus paisanos no dejaron “de aplaudir con frenesí al atleta que lo había sacrificado todo durante el año para poder alcanzar el título de campeón de España…”. Esto último es prueba irrefutable de que, en esos días de septiembre, lo que se dilucidaba era el título nacional, aunque la historia, como se ha explicado, no lo determine así. El coruñés Bremón finalizó la vuelta al anillo en 50.4.
El aclamado Barris ganó los 1.500 (3:53.7), lo mismo que hizo Albarrán en 100 (11.2), Apellaniz en jabalina (54,84), Isasa en longitud (7,01)… De los gallegos conviene resaltar también a Miguel Abalo, segundo en 110 vallas con 16.6 (el día anterior había sido segundo en 400 vallas con 57.3) y a Conrado Durántez, subcampeón en disco con 41,59.
Ya en junio de 1960 se aireaba, lo aireaba así La Voz de Galicia, que lo que habría de celebrarse en Riazor los días 24,25 y 26 era el XL Campeonato de España de atletismo sin otro aditamento, aunque en absoluto omitía que entrarían en danza las doce mejores federaciones nacionales . Atletismo Español, sin embargo, al dar cuenta del evento lo englobaba bajo el paraguas de un titular más preciso: LX Campeonato de España por Federaciones. Sea como fuere, el de 1960 fue una confrontación con ausencias clamorosas (Asensio, Armengol, De la Quadra-Salcedo, López Aguado, Campra, Apellaniz y alguno más).
Pero el acontecimiento se revistió con toda la parafernalia de lo excepcional: una antorcha, encendida en la catedral de Santiago, se transportó por relevos hasta el coliseo coruñés para alumbrar los tres días de contienda al pie de la Torre de Maratón; hubo también armonioso desfile de los atletas por federaciones, con la catalana abriendo la marcha en su condición de campeona de España, cerrando la misma el nutrido grupo de jueces y cronometradores perfectamente uniformados; y, en la primera jornada, nocturna (se inició a las once), hubo actuación de varios grupos folclóricos. (En este punto, no conviene olvidarse de que asimismo, en la edición de 1958, ya hubo desfile, suelta de palomas y hasta había sonado el himno olímpico).
El joven guipuzcoano Luis Felipe Areta, que era júnior, realizó sin duda la proeza del torneo al lograr el récord de España de triple salto con 14,98 metros (el único que hubo), superando así a los coruñeses José María Guillén, 14,09, y Antonio Prunell, 14,08. Areta también fue el mejor en longitud con 6,91.
En los 5.000, Carlos Pérez, siempre bravo, se adjudicó la carrera en 14:24:0 por delante de Jesús Hurtado y José Molins, ambos con 14:24.4.
El plusmarquista español de 3.000 obstáculos, Manuel Augusto Alonso, se quedó sin energía a pocas vueltas del final, después de haber ido todo el tiempo en cabeza (acabaría tercero en 9:27.0), circunstancia que aprovechó el vizcaíno José Fernández para hacerse con el triunfo, 9:12.3.
La pelea por la victoria de 400 metros llegó hasta el último metro porque el madrileño Jesús Rancaño, que fue el triunfador, y el gallego de Ponteareas Virgilio González Barbeitos finalizaron en el mismo tiempo: 49.5.
Hubo, claro está, otros campeones, algunos de los cuales fueron: Alfonso Vidal Cuadras en peso (13,10) y en disco (45,81), quedando en esta última Conrado Durántez de segundo (41,00), José Luis Falcón en martillo (54,10), José Luis Albarrán en 100 (10.7) y en 200 (22.0), Tomás Barris en 800 (1:55.1) y en 1.500 (3:53.2)… Y las federaciones se clasificaron por este orden: Barcelona, Madrid, Guipúzcoa, Vizcaya, Asturias, A Coruña, Pontevedra, Salamanca, Valencia, Valladolid, Gerona y Álava.
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