Ya era noche en la ciudad de Ourense el 10 de noviembre de 1977 cuando, teniendo la Plaza Mayor como lugar de apoteosis, la Federación Provincial de Atletismo llevó a cabo cuatro carreras pedestres amparadas por el común denominador de I Pedestre Nocturno do San Martiño, según reseña la revista Atletismo Español, que hace ver que se iniciaba así la temporada de campo a través 1977-78, coincidiendo con la celebración de la festividad de San Martiño, patrón de la capital. Esta jornada de pedestrismo marca en todo caso, con una señal de oro, el punto de partida de lo que, con el paso de los años, cuando el atletismo llamado popular entraba en ebullición, se transformó en un acontecimiento social de auténtica envergadura por ser capaz de congregar más de 11.000 participantes un solo día para entregarse a la carrera a pie.

De todos modos, aquel 10 de noviembre de 1977 en el que tranquilamente se podía centrar la atención en aspectos diversos que la ocasión requería, era inevitable fijarse en la figura del profesor del Instituto Blanco Amor Julio Fernández Pérez (Girona, 1942), con una vida apasionada a través del mundo de la enseñanza y con la educación física y el deporte como motores, por ser él el artífice de aquella agitación que buscaba, de manera preferente, una vieja reivindicación: que Ourense pudiera disponer de unas pistas de atletismo. Era un toque de atención. ¡Esto es atletismo!

Alejandro Fernández, convertido en el máximo ganador de la San Martiño con cinco triunfos, imponiéndose el año 2019 (A.F.)

Julio Fernández Pérez, al que hay que presentar atribuyéndole más horizonte que el del atletismo (se vinculó en actividades deportivas diversas), estuvo, sin embargo, siempre estrechamente relacionado con él. En la década de los sesenta tuvo la ocasión, con otros compañeros, de coincidir en entrenamientos en O Couto con el atleta vasco Bernardino Adarraga, un destacado decatloniano que había conseguido la medalla de oro de la especialidad en los Juegos Mediterráneos de 1955 en Barcelona.  Comenta Julio que con él hicieron los primeros entrenamientos de Interval training que conocía “de primera mano” de sus creadores alemanes; precisa que Gerschler dirigía su preparación. Con Adarraga dejó poco a poco el campo a través y encaminó sus pasos a carreras, saltos y lanzamientos, volcándose preferentemente con el disco. Y Julio comprobó que cuando le devolvía el disco a Adarraga en los entrenamientos “algunas veces lo hacía andar para atrás”, queriendo decir con ello “que empezaba a lanzar tanto como él”.

La mejoría de Julio como discóbolo fue notoria, sin desechar lo que podía desarrollar en otros lanzamientos, de tal modo que superó, como dice, los récords de Ourense “de peso, disco y martillo. En 1961, dejaba el de peso en 11,71 m. y el de disco en 41,55 m., que se mantuvo hasta el 2.000”.

Cuando aprobó las oposiciones de Magisterio en 1963 fue destinado a la Campaña Nacional de Alfabetización, ejerciendo en la comarca de Xinzo de Limia “donde fomentamos las actividades atléticas”. Tanto es así que se creó la Agrupación Atlética Antelana, organizándose un encuentro triangular Ourense-Verín-Xinzo, con triunfo de este último.

Interesante también resulta su paso por la milicia como alférez de complemento en el Regimiento de Infantería Zamora 8, donde formó un equipo de atletismo que “fue la revelación en los campeonatos de la VIII Región Militar”. Julio participó, con sendos triunfos, en las pruebas de peso y disco.  Siendo como era un hombre de indiscutibles posibilidades, el comandante Manuel Fraga Ferrant, inmenso personaje en el atletismo de Galicia, lo integró en el conjunto de la VIII Región Militar que ascendió a primera categoría al superar al Real Club Celta en Riazor.

La biografía de Julio Fernández solo en el aspecto atlético resulta interminable, de una riqueza que abruma. El padre Silva quiso tenerlo a su lado y contó con él en la Escuela Hogar Ciudad de los Muchachos, donde fundaron el Club Ciudad de los Muchachos en el que se practicó baloncesto, balonmano, halterofilia, por supuesto atletismo… El mayor éxito en atletismo se produjo al ganar el campeonato de España de clubes juveniles de campo a través en la Casa de Campo de Madrid en diciembre de 1969. “Nadie lo creía en Ourense”, afirma. El equipo estaba formado por José A. Iglesias Cándido, José María Gómez Caramanzana, Julio García Fernández y Garabatos. Y hay que añadir que, en la prueba de debutantes, el representante del club Camilo Alén quedó subcampeón de España. “He de subrayar”, apunta Julio, “que los componentes del equipo hicieran una gran preparación durante el verano en las dunas de Areas”.

Participantes en la Pedestre Popular do San Martiño en 1994 (Rosa Veiga)

Siendo como es entrenador en varias modalidades deportivas, con la credencial de serlo también de atletismo le valió para integrarse en el conjunto del Pabellón de Ourense con el que alcanzó el ascenso a primera división; e intervino en la labor de fusión con el Academia Postal que desembocó en el Ourense Atletismo Academia Postal, conjunto que se codeó con los mejores equipos nacionales. Y anduvo empeñado en aquellos encuentros anuales Ourense-Braga, Braga-Ourense, “considerados como un Gran Premio”, que buscaban lógicamente “difundir y dar calidad a nuestro atletismo”.

Por todo ello, y más, no debe extrañar que la Federación Gallega de Atletismo le otorgara a Julio Fernández Pérez la Insignia de Oro en 2006.

Pero retrocedamos unos pocos años a aquel noviembre del 77. En concreto, hasta 1973. A la Federación Ourensana de Atletismo que presidía Juan Ramón Prada Díez, las gentes del club Athlos (club que había contribuido a ponerlo en pie Julio Fernández) le expusieron la necesidad de organizar carreras por las calles de Ourense para, según recuerda Julio, “difundir y promocionar nuestro deporte” y así “la población tomaría conciencia” de que era preciso contar “en la capital de la provincia con unas instalaciones adecuadas para la práctica atlética”, petición que se había hecho repetidas veces.

Lo que parecía algo tan razonable no lo consideraron así los federativos, de tal manera que al proyecto no se le dio luz vede y quienes lo pretendían tuvieron que conformarse con poner en marcha el I Cross de San Martiño, con un recorrido en una zona que estaba pendiente de ser urbanizada llamada Las Lagunas, muy próxima a la margen izquierda del río Miño. Lo que se quería perpetuar era el nombre San Martiño de Tours, patrón de Ourense, por cuya festividad en noviembre se hacen los tradicionales magostos que cuentan con una gran aceptación. Ya lo dice el refrán: “Por san Martiño se hace el magosto con castañas asadas y vino o mosto”.

Mientras que en las dos primeras ediciones de este Cross de San Martiño intervinieron escolares (desde alevines a juveniles), en la tercera ocasión, que también fue cross aunque disputándose en la gran finca que ocupa la Universidad Laboral, se dio cabida a una categoría de ámbito absoluto, resultando vencedores Antonio Quintela (Athlos) y María Quintas (Medina); pero también fueron ganadores el juvenil Marcos A. Gallego, los cadetes María Rodríguez Alverte y José Luis Feijóo, los infantiles Luz Mª Domínguez e Isidro Montoto, y el alevín José Pérez Villamarín.

Con motivo de la cuarta edición de este cross, la competición volvió a desarrollarse en el terreno de Las Lagunas y con estos atletas como triunfadores: José Luis Fortes (cadete-juvenil), María Quintas (absoluta), Elisa Varela (menores), Miguel Fernández Gil (infantil), José Luis Feijóo (cadete) y Luis Alberto Díaz (alevín).

El panorama atlético en Ourense por aquel tiempo ofrecía un club Athlos peleando con denuedo para que “el atletismo creciera”, mientras que en el seno federativo provincial se fueron produciendo cambios. Cuando el presidente Antonio Prada dimitió le reemplazó en el cargo Juan Ramón Prada, un antiguo atleta que, aunque insistió en el empeño de que se construyeran pistas, lo cierto fue que “no supo mantener el ritmo de la anterior directiva”, en palabras de Julio. “Pruebas consolidadas se fueron perdiendo y nosotros, si queríamos hacer marcas, teníamos que ir a las de otras provincias”. Al no ser aquella una situación ideal, se consiguió que Juan Ramón Prada abandonara la presidencia y de la misma tomó posesión Julio Fernández Pérez (para ello tuvo que dimitir de la presidencia de la Federación de Halterofilia, de la que había sido su promotor).

Julio Fernández Pérez en 2017

Con Julio al frente de la Federación Ourensana de Atletismo, la ocasión se presentaba propicia para retomar la antigua aspiración de poder celebrar una prueba de pedestrismo como así sucedió el ya citado 10 de noviembre de 1977, víspera de la festividad de San Martiño, con la disputa de cuatro carreras nocturnas que supusieron el inicio de lo que es ahora la desbordante Carrera Pedestre Popular do San Martiño. En ese proyecto, refrendado con agrado por los organismos oficiales, Julio contó lógicamente con “el entusiasmo” de los componentes de su junta directiva: Jesús Fernández Taboada, Alberto Pérez Adán, Julia Gómez, José Mourelo, Ramón Rodríguez Vázquez, Rafael Domínguez Gago y Francisco López Cambeses. Y tuvieron además “el beneplácito” de los representes de los centros de enseñanza que entonces “eran habituales participantes en pruebas atléticas”: Seminario, Los Milagros, Padre Feijoo, Universidad Laboral, Instituto Blanco Amor, Colegios Nacionales de Prácticas y Mariñamansa.

La prueba de mayores, con un recorrido de 5.400 metros, fue ganada por José Mosquera (Seminario) en un tiempo de 20 minutos 37 segundos; José Mosquera, por lo tanto, es el primer nombre con el que se inicia la relación histórica de campeones de la Pedestre Popular do San Martiño. En esta carrera hubo veinte clasificados, situándose tras el vencedor estos otros atletas: 2º. José M. González (Seminario), 3º. Vicente Peña (Milagros), 4º. Pedro Belmonte (Milagros), 5º. Eladio Sampedro (Seminario), 6º. Carlos Fernández (Seminario), 7º. Antonio Núñez (Athlos), 8º. Manuel Rodríguez (Athlos), 9º. Eladio Golpe (Seminario), 10º. Juan Ignacio Carbajal (P. Feijoo).

Los infantiles constituyeron el grupo más numeroso. Se clasificaron 108 y el primero de ellos fue Miguel Fernández (Salesianos), cubriendo los 1.800 metros en 6 minutos 31 segundos 2 décimas. Tras él quedaron José A. Chao (Athlos) y tres componentes del Mariñamansa:  Antonio Cid, Jorge Pereira dos Santos y José F. Lorenzo. Como primer equipo quedó el CN Mariñamansa.

También 1.800 metros tuvieron que recorrer las mujeres, acaparando las cinco primeras posiciones las representantes del Mariñamansa: Ana Guede (su tiempo fue 7 minutos 58 segundos 6 décimas), Purificación Portela, Carmen Cruz, Celia López y Leonor Domínguez. Las atletas clasificadas fueron 18 y el Mariñamansa se convirtió en el conjunto ganador.

Luis Pérez Díaz (Athlos) se impuso entre los cadetes con un tiempo de 12 minutos 49 segundos en los 3.600 metros de recorrido. Se clasificaron 83 atletas y entre los mejores también estuvieron Antonio Gómez (Milagros), José L. Gómez (Athlos), Elisendo Ferro (San Rosendo) y Vicente Carballo (Athlos). La victoria por equipos se la adjudicó el Athlos.

Una vez puesta la primera muesca, todo consistió en rodar y rodar (la carrera solo dejó de celebrarse en 1989, 1990 y 2020). En 1978 venció José Luis Dominguez (volvería a ganar en 1981), en 1979 lo hizo el portugués Carlos Carvalho, en 1980 la victoria se la llevó el santiagués Javier Fernández Feijoo (CUA)…

Y en Julio Fernández surgen recuerdos de aquellos primeros años que expuso en el periódico La Región: “Los alumnos del Blanco Amor hacíamos un entrenamiento por la noche para marcar el itinerario. Cogíamos pintura y pintábamos un pie en algunos sitios para indicar el recorrido. Lo hacíamos con una brocha y pintura amarilla. Fue muy sonado porque alguna crónica de la época lo confundió con una campaña de publicidad. Y lo hacíamos de noche, para que no nos viera nadie”. Y estos alumnos de los que habla se hacían visibles el día de la competición controlando donde fuera menester, por eso elogia su labor. Pero, por si alguien puede interpretarlo así, se quita méritos. “Los inicios no fueron lo más importante. Lo importante no es hacer la hoguera, es echarle leña”.

Al palmarés de la San Martiño se fueron sumando nombres y más nombres: Carlos Landín (1985), Serafín Portela (1988 y 1993), Elisardo de la Torre (1991 y 1994), José Ramón Rey (1992), José Carlos Adán (1995), Carlos de la Torre (1996)… La Plaza Mayor, que había servido de salida y meta, se acabó quedando pequeña para tanta gente que acudía a la prueba, por lo que fue necesario cambiar de destino. “Salimos al Progreso con llegada a la Alameda”, dice Julio, “con subida al Palco de Música donde las autoridades ya entregaban los premios”.

Salida de la carrera absoluta en la edición de 2014 (X.)

No se había completado la década de los noventa cuando, desde el continente africano, fueron llegando enjutos y magníficos corredores para apropiarse, en buena lid, del triunfo en cualquier lugar que hubiese una carrera. También sucedió en la San Martiño. El primer nombre con vitola de campeón, Luketz Swarboll (Namibia), lo encontramos en 1997, y hasta 2010 estuvieron insistiendo con sus victorias sin que se les pudiera hacer frente. Parecían invencibles. Y lo eran. En 2006 se cuela, sin embargo, el nombre del arzuano Manuel Ángel Penas (Lolo Penas) como ganador, lo que parece sorprendente. Pero tenía su explicación. Se ofrece en las páginas de La Región al indicar, de aquella trigésima edición, que ya “se sabía que el triunfo no sería para un atleta africano, dado que el único keniata que estaba inscrito no se presentaba”.

Fueron los kenianos los que se impusieron más veces en Ourense (once) y alguno lo hizo en dos ocasiones: Robert Mudago (1998-1999), David Kemei (2000-2001), Philip Kipkoech (2002), David Kilei (2003), Peter Kamais (2004-2005), Masai Titus (2008), Sergei Barnaba (2009) y Daniel Kiplagat (2010). La victoria en 2007 fue para el argelino Yossf El Kalai.

También las mujeres africanas se llevaron su buena ración de triunfos, pero sin alcanzar el dominio de sus compatriotas. Son siete victorias para seis mujeres: la etíope Johanes Teresa (2000-2001) y cinco kenianas: Salina Kosgei (2003), Irene Kwambai (2004), Beatrice Jepchumba (2005), Salome Chepkwenoi (2007) y Joyce Chepkirni (2009).

Pero la presencia de atletas africanos se truncó en 2011, aunque ese año el ganador fuera el marroquí Hassan Lekhili (volvería a triunfar en 2015), pero es un marroquí con residencia en Ourense. Y es que en 2011 la Federación Española de Atletismo estableció una norma para las carreras populares que figuraban en su calendario consistente en que debían hacer frente a una licencia de un día (incluía un seguro) para todos los corredores con un coste de tres euros (para los maratones era de cinco). Esto provocó que muchas carreras no se sumaran a la propuesta para no desprenderse de parte de sus beneficios y, por eso, dejaron de contar con la presencia de africanos y otros grandes fondistas.

Ocho años después de haber vencido por primera vez, Manuel Ángel Penas volvió a imponerse en 2014 (30:39 en los 10 kilómetros), siendo segundo Hassan Lekhili (30:43) y tercero Carlos Villamor (30:58). La crónica de la carrera habla de que “Penas no tuvo rival”. Y de hecho también pasó de primero por los 5 kilómetros, consiguiendo así “un premio que era novedad en la prueba”. Fue el mejor de los 4.350 atletas que llegaron a la meta en la carrera absoluta. “Me encontré muy bien, muy cómodo en todo momento”, dijo.

Los portugueses, aunque dominan el fondo de manera admirable, no le han sacado demasiado provecho a la San Martiño en categoría masculina. Porque desde aquella primera victoria reseñada de Carlos Carvalho en 1979, solo se produjeron las de Carlos Nogueira (1982), José Silva (1984 y 1987), Manuel Silva (1986) y la de Nuno Costa con el nuevo siglo, en 2016, pero eso sí, en una edición que siempre reluce: la cuadragésima.  Para tan redonda ocasión se habían inscrito, según La Región, 11.304 corredores, concluyendo la carrera 7.467 de los cuales 3.359 pertenecían a la esfera absoluta.

La portuguesa Marina Bastos (975), teniendo a su lado a la santiaguesa Esther Pedrosa, fue la ganadora en 1994 (R.V.)

Nuno Costa, de 30 años, hacía tres que se había venido a vivir a Galicia con su mujer y su hija, y se estableció con una cervecería en Sigüeiro, cerca de Santiago de Compostela. “Porque el atletismo no da para ser profesional y hay que buscarse la forma de vivir”, comentó en La Región. Aunque confesó encontrarse en un buen nivel, dejó claro que “es imposible hacer mucho más de lo que hago”. “Entreno por las mañanas y voy a trabajar, por la tarde vuelvo a entrenar y al terminar vuelta a la cervecería, y todavía tengo que sacar tiempo para mi familia”.

Era la primera vez que participaba en la Pedestre do San Martiño, que estuvo pasada por agua. Concluyó los 10 kilómetros en 30:28, con Alejandro Fernández en segundo lugar y Manuel Ángel Penas en tercera posición. “La carrera fue un poco difícil por las condiciones del clima, el piso es casi un 50 por ciento en piedra y resbalaba mucho, aunque estaba igual para todos”, manifestó Nuno Costa.

Para las atletas portuguesas Ourense ha sido parada obligada de enorme satisfacción. En la San Martiño han tenido habitualmente su encuentro con la victoria. Disfrutaron de ella entre otras Elena Lobo (1982 y 1991), Ana Mota (1992), Marina Bastos (1994 y 1996), Concepción Ferreira (1983 y 1997), Helena Sampaio (1998 y 1999), Fernanda Miranda (2006), Marisa Barros (2008 y 2010), Sara Pinho (2012), Patricia Mendes (2013). Portuguesa también es la ahora española Solange Pereira, convertida en la mujer con más triunfos (2011, 2014, 2015 y 2018).

Y más allá de las lusitanas se encuentran otras mujeres que igualmente supieron ganar como las ourensanas Marina Quintas (1978), María Rodríguez (1981 y 1987), Esther Bouso (1985), la tenaz gallega de Mos Soledad Castro (1993), la canadiense Jacky Mota (1995), la rusa Lidia Vassilevskaia (2002) o la venezolana residiendo en Galicia Joselyn Brea (2016 y 2019).  Esta última se impuso en ambas ocasiones a la viguesa Ester Navarrete; en 2016 solo estuvieron separadas por seis segundos, pero la diferencia se incrementó en 2019 al finalizar la ganadora los 10 kilómetros en 33:47 y Ester en 34:21.

En la edición de 2012, en la que los participantes que entraron en meta fueron 6.761, de los cuales 3.768 eran absolutos y 2.993 escolares, el primero de todos fue Alejandro Fernández (Ourense, 1985), que se ha convertido en el atleta con más triunfos en la Pedestre Popular do San Martiño (cinco) al haber ganado también en 2013, 2017, 2018 y 2019.

“Después de cuatro años sin correr, tengo la ilusión de un juvenil”, manifestó Alejandro en La Región. “Lo bueno del deporte es que siempre te propone nuevos retos”. Había cubierto los 10 kilómetros en 29 minutos 49 segundos, habiendo ido en solitario la mitad de la carrera. En el segundo escalón del podio estuvo Manuel Hurtado, 29:13, y en el tercero Manuel Ángel Penas, 30:37.

Sonia Teijeiro Ferro, la primera ourensana en traspasar la línea de meta (lo hizo en el puesto 593 de la general en 41:05) comentó al término de su actuación: “Más que mi propia victoria me alegró saber que Alejandro Fernández se llevó la primera posición. Después de tantos años sin ganar la prueba un ourensano me hizo mucha ilusión. Es más, si tuviera que elegir entre su victoria y la mía está claro que me quedaría con la suya. Es un gran deportista y se la merece más si cabe por ser en Ourense y ante tanta gente”.

“Es una bendición para Ourense tener una carrera como ésta”, indicó Agustín González, presidente del Adas de Valdeorras. “Tenemos que seguir apostando por este tipo de pruebas, hacen que tu ciudad abra fronteras y sea conocida en infinidad de lugares”. Y añadía más: “Se ha demostrado que sin keniatas ni etíopes la San Martiño puede ser igualmente espectacular”.

Corredores finalizando la carrera ourensana el año 1994 (R.V.)

El último triunfo que consiguió Alejandro Fernández fue el de 2019. En esa ocasión se mostró espléndido (unos días antes había ganado en Negreira) y “volvió a pulverizar sus registros personales”, según recoge La Región. “Con mi estado de forma tenía claro que no podía dejar dormir la carrera”, comentó. “La idea era salir a un ritmo entre 2:55 y 3:00 por kilómetro y que aguantara quien pudiera. Las tres veces que gané aquí por debajo de 30 minutos la táctica era tirar desde el principio”.  Su tiempo fue 29 minutos y 36 segundos y el del vigués Iván Roede, segundo, 29:58.

El ganador por quinta vez de la San Martiño también dijo: “A mis 34 años y después de tantas lesiones volver a mis mejores marcas es increíble. He luchado mucho por ello, pero ha merecido la pena. Creo que con el tiempo se valorará todo lo que estoy consiguiendo”.

Nadie ha llegado tan alto en la Carrera Pedestre Popular do San Martiño como Alejandro Fernández al haber conseguido esas repetidas cinco victorias. Buscando una explicación a este hecho, argumenta: “Ser de aquí hace que a nivel emocional nadie tenga tanta motivación de ganar la carrera como la tengo yo; eso me da una ligera ventaja sobre los corredores que vienen de fuera de la ciudad”. Claro que también lo atribuye a su entrenamiento. “Al ser una de las carreras más importantes del año mi preparación, en los meses previos, suele ser muy buena con lo cual suelo llegar en buena forma”. Y todavía añade un tercer aspecto. “Creo que conocer el circuito como anillo al dedo también me da una ligera ventaja”.

Desde 2011, como se ha dicho, dejaron de estar atletas africanos en la San Martiño. Esto ha permitido que se abriesen las posibilidades de triunfo de Alejandro y otros atletas. Él mismo está convencido de que, con ellos en liza, no tendría este palmarés. “Supongo que no. Es una cosa que suelo pensar. El nivel de los africanos era muy alto y siendo sincero creo que, con ellos en carrera, como mucho hubiera “rascado” algún podio algún año, sobre todo los años que bajé de 30 minutos. Pero creo que ganar la carrera no hubiera sido posible”.

La ausencia de corredores africanos es indudable que pudo mermarle espectacularidad a la San Martiño, o tal vez no. “Creo que sí y mucha”, afirma. “Es evidente que con los atletas africanos compitiendo en la San Martiño yo nunca hubiera ganado la carrera, pero me hubiera dejado igual de contento poder correr a su lado y presentarles batalla”. A Alejandro le “gustaría que volvieran a correr”. Tiene su opinión sobre el asunto. “Soy de los que piensan que una carrera la debe poder correr todo el mundo independientemente de tu lugar de procedencia o nivel”.

Tras considerar que todos sus triunfos en la San Martiño “fueron muy emocionantes”, lo cierto es que, si debe escoger, se queda con el primero y el último. El de 2012 precisamente por eso, por ser el primero y porque “tuve la sensación de cumplir un sueño de niño”; y en cuanto al de 2019, porque lo ve como el de la “lucha contra las adversidades ya que en agosto de ese mismo año, y tras muchos de lucha contra las lesiones, empezaba a asumir que el atletismo de élite se había acabado para mí”.

Con participación tan numerosa y presencia masiva de ciudadanos en las calles no es de extrañar que la Pedestre Popular do San Martiño, promovida y protegida por el Ayuntamiento de Ourense a través del Consello Municipal de Deportes, se haya convertido en un acontecimiento de primera magnitud. Da la impresión de que todo el mundo se implica y con intención de plusmarca. Jesús Vázquez, alcalde en 2016, manifestaba en la presentación de la prueba de ese año el deseo de “sobrepasar los 11.716 inscritos de la pasada edición”.

Si Mario Guede, concejal de Deportes, aseveraba en 2015 en La Voz de Galicia que “Marta Míguez es la directora de la carrera desde 2003 y su labor es impecable”, la que ha sido una gran lanzadora de jabalina y participante en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 comentaba en el mismo periódico, pero en 2019, lo que sigue: “La San Martiño es muy grande (…) Ese día toda la gente habla de Ourense y es cierto que es una fiesta del deporte al más alto nivel. Además tenemos la suerte de que la participación escolar sea de las más grandes del país y tantas niñas como niños, una tendencia que nos hace pensar que el deporte femenino será predominante en los próximos años”.

Marta Míguez también exponía ese mismo año 2019 en La Región la gran emoción que le producía la San Martiño al ver a niños de centros educativos “repartiendo los chips, en el avituallamiento. Están educados en ayudar”. Y reparaba igualmente en los jóvenes del Campus de rugby, a los que calificaba de “geniales”. “Ninguno”, dijo, “ofrece tantas garantías controlando las salidas como ellos. Saben mover tan bien a las personas, hablarles con tacto en esos momentos de nervios…, es una tranquilidad enorme que estén ellos allí”. Son, unos y otros, todos ellos, las piezas fundamentales que se mueven dentro de la organización de esta prueba con la que se vuelca satisfecha toda una ciudad.