Decepción en Sídney
María Abel alcanzó esa apetecible cumbre de los Juegos Olímpicos en Sídeny 2000, y estuvo allí para intervenir en la carrera de 10.000 metros, una distancia que había corrido ese año en 32:02.2 (fue la mejor marca de su vida) y en la que había conquistado tres medallas de bronce en los Campeonatos de España (1997, 1999 y 2000, a las que añadiría una cuarta de plata en 2001). Pero su felicidad no fraguó en la ciudad australiana al no haber llegado a la final.
Compitió en la segunda eliminatoria, sabiendo así lo que debería hacer para poder encontrar un hueco en la carrera definitiva; de hecho se puso al frente de las competidoras… Pero, como explica Atletismo Español, “después de descolgarse del grupo ya no levantó cabeza. Aunque peleó por una de las plazas por tiempos, al final se quedó a 40 segundos de ese logro, muy lejos”. Se clasificó decimoquinta con un tiempo de 34:05.44.
“Fue una decepción”, manifestaría años después, acentuada esta decepción por el hecho de que nunca se había encontrado tan bien entrenándose como en tierras australianas (casi un mes allí). “Los mejores entrenamientos de mi vida”, dice. Por eso, convencida, afirma: “La carrera no refleja para nada el momento de forma que tenía”. Cuenta que estaba indispuesta y que eso le afectó. Y que se puso a tirar ella al comprobar la desesperante lentitud con la que se empezó a correr. “A partir del segundo o tercer kilómetro vi que mis piernas no querían correr; o sea, que no tienes el día, no tienes buenas sensaciones”.
Aunque quedó muy dolida, no dejó de presenciar la final de 10.000 metros. La vio en una pantalla gigante instalada en una plaza de la ciudad. El oro de aquella carrera se lo adjudicó la etíope Derartu Tulu en 30:17.49; su compatriota Gete Wami se llevó la plata al terminar en 30:22.48, el mismo tiempo de la portuguesa Fernanda Ribeiro, que se colgó el bronce.
María Abel empezó en esto de correr un día que vio participando en un cross a su hermano mayor Víctor, y a ella le siguió posteriormente la menor de la familia, Isabel. Y tiempo después, observando el entusiasmo que había por el atletismo en casa, también se dedicaron a la carrera a pie sus padres Antonio y Mercedes, de tal manera que los cinco llegaron a coincidir en alguna que otra prueba pedestre popular. Como a María Abel se le vieron maneras de buena corredora, con 14 años ingresó becada en el Centro de Tecnificación de Pontevedra, donde permaneció cuatro años. “Para mí fue una experiencia muy positiva. Me lo pasé muy bien. Me gustó mucho el ambiente”. Y de vuelta en Lugo, donde empezó a estudiar Magisterio, se encargó de su preparación Mariano Castiñeira, uno de esos hombres fundamentales que dan brillo al atletismo.
De su capacidad para el fondo dio señales positivas desde casi un primer momento. Ya en 1993 intervino en el Campeonato del Mundo de cross de categoría júnior en Amorebieta (Vizcaya), siendo la cuarta componente española que sumó puntos para que el equipo se clasificase en quinta posición entre 19 países participantes (el triunfo de Kenia fue demoledor). María Abel, debutante, finalizó en el puesto 45º (se clasificaron 119 atletas), siendo aventajada por Marta Domínguez, 18ª; Rocío Martínez, 22ª; y Beatriz Ros, 38ª. Por detrás de la lucense quedaron Nuria Fernández, 51ª, y Jacqueline Martín, 69ª. De María Abel se escribió en Atletismo Español que realizó “una carrera muy uniforme y con gran sentido del ritmo”. (María Abel, siendo senior, volvería al Mundial de cross en seis ocasiones y al de carácter europeo en cuatro).
Fue en el terreno del cross donde consiguió sus éxitos más sonados: dos veces campeona de España. En Ourense, el año 2000, actuó con inteligencia manteniéndose en el grupo hasta que, faltando tres kilómetros, se marchó en solitario sin darle opción a Teresa Recio, segunda, que partía de favorita; tercera quedó Beatriz Santiago. Se clasificaron 136 atletas y Galicia fue la primera de las federaciones.
En 2003, en la isla de Ibiza, María Abel contaba con un planteamiento claro para poder triunfar: ser la sombra de Yesenia Centeno. Y lo fue. Solo la lucense fue capaz de seguir su ritmo endiablado, un ritmo que se les atragantaba a las demás competidoras, aunque, mediada la carrera, ambas se tomaron un respiro acercándose peligrosamente Rocío Ríos. Pero aquella tregua no duró mucho. Y fue María Abel la que asestó el golpe definitivo para ser primera en la meta; tras ella quedaron Yesenia Centeno, Rocío Ríos, Beatriz Santiago y Laura Pineda.
“En el último kilómetro he tenido que apretar porque mis rivales no eran cojas”, manifestó la ganadora en Atletismo Español. “He tenido flato desde mitad de carrera y me ha fastidiado un poquillo”. Y dijo algo más: “Ha sido el colofón de un invierno que no ha ido muy bien. Entreno mejor que nunca, pero me faltaba un poco de confianza a la hora de competir. Las dos últimas ediciones no lo he podido preparar por el maratón”. Comparando, dijo que le había llenado más su victoria de Ourense por haber sido “delante de mi público” y tratarse de su primer título nacional de cross.
Conviene situarse ahora en otro escenario igualmente exitoso: el del medio maratón. En él María Abel también se hizo con un título nacional, el de 2001, cuando la carrera se disputó en la localidad tinerfeña de Arona. María Abel, de la que se dijo que “dominó nítidamente la prueba”, acabó en 1h13:30, mientras Eva Sanz tardaba 1h14:07 y Griselda González 1h:14.15.
En el medio maratón, donde su mejor marca ha sido 1h10:52 en 2002, lo que le valió para situarse de líder ese año en el ranking español, estuvo presente en el Mundial de Palermo (Italia) 1999 y de Bruselas (Bélgica) 2002. En Palermo, yendo detrás del grupo de cabeza, se mantuvo eficazmente hasta el kilómetro 15 para ceder a continuación. Finalizó la 25ª en 1h13:08. En el puesto 16º estuvo Ana Isabel Alonso, 1h11:38, y en el 36º, Mónica Pont, 1h15:12, entre 67 atletas clasificadas. El título se lo adjudicó la keniata Tegla Loroupe, 1h08:48.
Más discreta fue la actuación de María Abel en Bruselas 2002, cuando cubrió la baja de Luisa Larraga en el último momento debido a una lesión. Entre 68 mujeres en meta, siendo la primera la etíope Adere Berhane (1h09:06), la lucense fue la 37ª con un tiempo de 1h13:58.
Resulta evidente que sobre la pista también fue capaz de extraer un rendimiento muy aceptable. Antes de debutar como olímpica en 10.000 metros en Sídney 2000, un año antes había participado en esta misma distancia en los Mundiales de Sevilla, donde fue la 14ª con 32:22.88 y Atletismo Español apuntó sobre ella: “Seleccionada a última hora, cumplió”. Pero ya en 1998 se acercara a otro acontecimiento de altos vuelos: los Campeonatos de Europa de Budapest (Hungría), aunque aquí las cosas no le fueron bien al tener que retirarse cuando ocupaba la última posición; el título europeo de 10.000 metros lo conquistó la irlandesa Sonia O´Sullivan con 31:29.33.
En el ámbito doméstico, la primera medalla nacional en 10.000 metros la obtuvo en Salamanca en 1997, carrera en la que resultó victoriosa la portuguesa Helena Sampaio (32:14.12) pero quedándose con el título Rocío Ríos (32:57.21); el podio lo completaron Luisa Larraga (33:22.59) y María Abel (34:00.64).
La lucense, que también solía correr 5.000 metros, aunque nunca alcanzó medalla (su mejor marca en esta prueba es de 15:40.13 el año 2.000, año en el que, con 15:40.18, fue medalla de plata en los Iberoamericanos de Río de Janeiro), volvería a subirse al podio de 10.000 en Cáceres el año 1999. Terminó en 35:09.38, muy por detrás de la ganadora Teresa Recio, 33:28.67, y de Julia Vaquero, 33:46.49.
Carrera grande la del 12 de agosto de 2000 en Gijón, donde acabó haciendo la mejor marca de su vida en los 10.000 y que vino acompañada de otro bronce. A la prueba se apuntaron, ¡nada menos!, las etíopes Derartu Tulu y Merima Hashim que trajeron una compatriota para que les sirviese de liebre. Las españolas a su vez contaron primeramente con la ayuda de Leire Medina y después con la de la keniata Rut Kutol. Las etíopes hicieron su propia carrera, con una auténtica exhibición de Tulu (ganó la prueba con 30:56.4, aunque Hashim entró en cuarto lugar en meta con 31:54.6), mientras las españolas iban a otro ritmo. Mediada la prueba solo quedaban delante Teresa Recio, Griselda González, Beatriz Santiago y María Abel. Cuando atacó Recio nadie pudo seguirla y conquistó la medalla de oro con 31:44.3; la plata se la adjudicó Griselda González con 31:46.4, quedándose con el bronce María Abel con 32:02.2.
Se despidió del podio de los 10.000 metros con una medalla de plata el 15 de julio de 2001 en Mataró. De poner el ritmo adecuado se encargó Rosa Marató, abandonando antes de que se pasara por los 3.000 metros; después, la portuguesa Ana Dias se puso al frente hasta quedarse sola en cabeza con María Luisa Larraga y finalizó victoriosa con 32:24.03. El título español se lo llevó Larraga (32:24.17), viéndose acompañada en los puestos de honor por María Abel (32:45.45) y Teresa Recio (32:56.52).
María Abel, poseedora de cuatro títulos gallegos en pista (dos de 3.000 metros y uno de 1.500 y de 5.000) y dos en cross, dejó Madrid tras una docena de años y regresó a Lugo, enrolándose el año 2010 en el Lucus, club en el que ya había estado con anterioridad (el suyo fue un peregrinaje por diferentes entidades: Gimnástica de Pontevedra, San Miguel de Oia, New Balance, Adidas, Universidad de Salamanca, Nike y Olimpo). Con la selección española compitió 28 veces.
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