El placer de correr y correr
Nunca dejó de correr. Empezó cuando era una adolescente de catorce años y no paró ni cuando ya disfruta de los nietos. Si en los primeros momentos llegó a ser campeona de España de pista cubierta en 800 metros (1968), curtida ya por la vida se ha batido con las veteranas de medio mundo y alguna medalla se ha colgado. Cada vez que se acercó a inscribirse a una carrera lo hizo como María Dolores García Pérez (Vigo, 1950), pero en realidad ella es Loly García. Llámesele así. Loly tenía el atletismo en casa a través de su hermano Rafael (llegó a ser campeón nacional de 1.500 metros), que fue precisamente quien la avisó de que el Real Club Celta pretendía integrar a las mujeres en su sección de atletismo. Y allí se acercó para quedarse. Y transcurrido un tiempo se hizo novia del gran Javier Álvarez Salgado (se casaron en 1969) y el atletismo, como es fácil suponer, ha sido aspecto fundamental en el transcurrir de su existencia en común. Pero hay más. Nunca dejó de pertenecer al Celta (posee la Insignia de Oro). “He dado la vida por el Celta”, dice. Hasta que llegó la temporada 2014-2015 en la que se truncó esta relación y no precisamente por su deseo.
No fue la primera en llegar al club celeste porque por allí ya andaba Marisa García Pena, una todoterreno en el deporte, figura sobresaliente cuando el atletismo femenino comenzó a hacerse notar en España tras la larga prohibición. Pero Loly, feliz, no paraba de dar vueltas en Balaídos al mismo tiempo que pensaba: “Esto es mi vida”. Aquel arranque coincidió con la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 y se pegó al televisor para no perderse nada de cuanto sucedía. “A mí del atletismo solo me gustaba lo de correr”, recuerda. Quizás por eso se vio sorprendida y hasta molesta cuando el factótum del Celta, Alfonso Posada, le espetó en tono de broma “tú vas a hacer pértiga”. “Me sentó fatal”, señala, “porque la pértiga no existía para mujeres. Y dije yo `este señor me está tomando el pelo´. Eso fue lo peor”.
Aquel correr y correr continuado había que encauzarlo debidamente y Loly se puso en manos del entrenador único que era entonces Alfonso Ortega. “De todas formas Ortega no estaba como muy convencido de tener mujeres”, señala. Pero no hubo rechazo. Incluso solía recogerla cuando salía del colegio de la Enseñanza para, ya de noche, acudir a Balaídos. “Entrenaba con los chicos porque no había… Luego ya vino Pilar Sanmartín”. Alfonso Ortega trató de llevarla con exquisita suavidad, sin forzar nunca, y cuando ella vivía en Madrid y regresaba temporalmente a Vigo, siendo todavía muy jovencita, no quería someterla a esfuerzos desproporcionados. “Recuerdo que cuando venía me decía Ortega: `No, no, este verano te vas a la aldea´. Y yo me iba al pueblo”. Porque Loly siempre ha cumplido escrupulosamente las directrices de los técnicos.
Durante tres años estuvo residiendo en Madrid debido a que su padre era militar. Allí pasó a dirigirla José Manuel Ballesteros. Relata que fue un período en el que se le mencionó que “tenía que comer menos” y ella se propuso adelgazar, cuando su madre le decía que tenía que comer más. Su rendimiento atlético se resintió. “En Madrid entrenábamos una barbaridad. Entrenábamos con ese chaleco de plomo que nos ponían para correr por la Casa de Campo. Eran entrenamientos muy duros”. Pero tenía muy presente que aquello era transitorio, que se acabaría casando con Javier y se volvería a Vigo. Y procuraba, claro está, hacer en lo posible más llevadera la lejanía. Por eso sale a relucir de nuevo el nombre de Alfonso Posada. El cariño que siente por él, al igual que le sucede a Javier Álvarez Salgado, no tiene límite. “Cuando vivía en Madrid”, explica, “Posada me invitó a su casa en verano para poder entrenarme y poder estar con Javier, porque ya éramos novios”. El afecto que le profesa el matrimonio Álvarez-García no admite duda. “A Posada”, cuenta Javier, “le hemos invitado a hacer el viaje más bonito de su vida”. Álvarez Salgado cogió su coche y a su mujer Loly y al mismo se subieron Posada y su esposa Mari para realizar una gira por distintos países europeos presenciando atletismo de alto nivel. “Dimos una vuelta por Europa maravillosa”, concluye Javier.
El de Loly fue un comienzo triunfal en los Campeonatos de España al aire libre cuando aún no había cumplido los 15 años. En el recinto madrileño de Vallehermoso, en julio de 1965, quedó subcampeona de 800 metros, superada por la guipuzcoana Aranzazu Vega, que batió el récord nacional con 2:21.4. En la prueba hubo abundante participación de gallegas: Soledad Romalde (sexta), Esther Rey (séptima), Elia Amieiro (novena) y Pilar Sanmartín (decimocuarta).
Pero además la viguesa tomó parte en los 400 metros, llegando a la final en la que, con el quinto puesto, cerró la clasificación con 1:03.1. El triunfo se lo adjudicó la pontevedresa Celestina Gómez, 1:01.4, y la coruñesa María José Álvarez acabó tercera, 1:02.8.
En 1966, Alfonso Ortega parecía estar convencido de que Loly podía correr los 400 metros en menos de un minuto, de ahí que fechas antes de un encuentro de la selección española le dijese que iba a realizar un test en Balaídos sobre esta distancia y llevando a Javier Álvarez Salgado a modo de liebre. El experimento resultó satisfactorio, por lo que el entrenador se puso en contacto con la Federación Española para informar de que se podía contar con su joven atleta. Y el 21 de agosto de 1966, en el estadio Heysel de Bruselas, Loly se convirtió por primera y única vez en atleta internacional.
En una doble jornada (20 y 21 de agosto) hubo la confrontación entre Bélgica y España en categoría masculina y femenina. Loly realizó el calentamiento con Javier. “Yo estaba que me moría”, dice. Los nervios la atenazaban de tal manera que hasta llegó a decirle a Javier que en el momento de la salida no iba a entender el idioma… Pero tomó sin problema la salida de los 400 metros y, efectivamente, los terminó en menos de un minuto, concretamente en 59.8, lo que le valió para ser tercera. La coruñesa María José Álvarez lo pasó muy mal en aquella carrera y finalizó cuarta en 1:02.0. La belga Peyskens fue primera en 57.6 y su compatriota Clerbout hizo 58.7. Las belgas ganaron el encuentro por 74 puntos a 43 (en hombres venció España 112-99).
Ya con el aura de atleta internacional acudió en septiembre a los Campeonatos de España de 1966 en Vallehermoso, donde disputó la final de los 400 metros. Pero en esta ocasión no bajó del minuto ni su puesto fue de podio. En realidad, de las seis finalistas solo la vencedora, la ourensana Josefina Salgado, fue capaz de correr, aunque por los pelos, en menos de 60 segundos. Hizo 59.9. Loly fue la quinta con 1:01.6 y tras ella, María Teresa Castañeda, 1:02.3. Segunda quedó María Rosa Sierra, 1:00.3; tercera se clasificó la ferrolana Teresa Torres, 1:00.4 y cuarta fue la coruñesa María José Álvarez, 1:00.6.
Estuvo presente en otros Campeonatos de España al aire libre, aunque nunca más volvió a quedar entre las tres primeras. Contabiliza un cuarto puesto en 800 metros en 1972. Tras ser tercera en la primera semifinal, en la carrea definitiva se situaron delante de ella Belén Azpeitia (2:13.5), P. Freixa (2:13.8) y R.Mª Ochandiano (2:13.8). Loly terminó en 2:20.5. Aunque también tiene un estupendo sexto puesto en 1.500 con 4:58.1 en la edición de 1970.
Pero vayamos deliberadamente atrás, a 1969, año pletórico para ella porque fue cuando contrajo matrimonio con Javier Álvarez Salgado. Aquel año, el ranking nacional nos la presenta en el séptimo lugar en 800 metros por los 2:20.5, realizados el 12 de julio en A Coruña. La líder de la prueba era Coro Fuentes, 2:12.6.
También en 1.500 metros se encuentra entre las diez mejores. Con una marca de 5:09.0 es la novena (como primera figura Coro Fuentes, 4:38.4); y en 400 metros, la prueba en la que confiesa se encontraba más a gusto, es decimocuarta con 1:01.3. Y de nuevo Coro Fuentes es quien manda con 57.3.
Signifiquemos que en el ranking de las mejores de todos los tiempos en 1970, la prueba en la que Loly tiene una mejor posición es en 1.500 metros. Está séptima por su marca de 4:51.9, hecha precisamente aquel año.
Al ser una atleta que se prodigaba en las competiciones en pista cubierta, el 17 de febrero de 1968 intervino en los Campeonatos de España en el Palacio de los Deportes de Madrid. La pista, según recuerda Javier Álvarez Salgado, “era de madera. Había solamente una calle”. Porque aquello era un velódromo. La consigna que le dio Javier a Loly fue que saliera “a tope, a morir” y que cogiera la cuerda. Y Loly que, como dice, “ya era un poquito más veterana”, coincidió plenamente con el planteamiento y se lanzó a por la carrera. En Atletismo Español se escribió: “Dolores García, una joven y linda galleguita, con talla y envergadura, longilínea y elástica, desbancó rotunda y fulminantemente a Montserrat Comamala en la relación de mejores marcas femeninas, al tardar en 800 metros 2:26.9, cuando la anterior marca estaba en 2:33.2, tiempo que también mejoraron Elia Amieiro y Montserrat Comamala, y que igualó Teresa Montes, detalle que refleja por sí cómo se desarrolló la carrera”.
De forma clara se llevó Loly aquel título nacional, con la coruñesa Elia Amieiro en segunda posición en 2:27.6 y Montserrat Comamala de tercera en 2:29.5. Teresa Montes fue cuarta, 2:32.2, la ferrolana Soledad Romalde quedó quinta, 2:34.4, y a la sexta, Mª Feu, le cronometraron 2:35.7.
Su interés por correr no decayó en ningún momento. Ni cuando fue madre. Siempre fue capaz de encontrar un hueco para la actividad. Y en 1985, con 35 años, intervino en el Maratón Popular de Madrid, concluido con un tiempo de 3h06:20. Estuvo acompañada por Javier, que vio así zanjada de algún modo aquella desilusión que le ha perseguido por no poder afrontar los 42.195 metros cuando relucía como atleta. “Ortega no ha querido nunca que corriera el maratón”, dice Javier.
Loly siguió disfrutando de la competición en esa parcela toda ilusión que constituyen los veteranos. Y conquistó títulos nacionales y también estableció plusmarcas. Citemos, por ejemplo, las del medio maratón: 1h22:02 en 1995 y 1h24:30 en 1996. Y en la órbita de las participantes con 60 años se situó en la cúspide en 800 metros, 2:50.6, y en 1.500, 5:37.96, ambas conseguidas en Vigo en 2011. Además se ha visto recompensada con medallas en Campeonatos de Europa (1994 y 1995) y del Mundo (1995).
Deja tu comentario