Algo más de 40 años mantuvo en pie el estadio de Riazor las magníficas pistas de ceniza, aunque cierto es que su deterioro ya era manifiesto en su tramo final de vida. Se hacía necesario, por tanto, la renovación para estar acorde con los tiempos, de tal manera que el muy atractivo recinto coruñés pudo cambiar su fisonomía en 1982 al instalarse pavimento sintético (desde hacía años ya era una realidad esta superficie), pero sin que, lamentablemente, a pesar de ser algo que se deseaba, se hubiesen podido reconvertir aquellas pistas obsoletas de seis calles en una instalación con ocho calles, que es lo que imperaba.

Al ser A Coruña una de las sedes del Mundial de fútbol de ese año 82 se aprovechó la ocasión para remodelar tanto el coliseo como las pistas. Y con todo ya en perfecto estado para ser contemplado, se inició el espectáculo el sábado 12 de junio con un Critérium internacional de atletismo promovido por el comité organizador del Mundial Cultural que contó con la decidida “colaboración y empeño”, a decir de La Voz de Galicia, de la Federación Española de Atletismo.

El alcalde coruñés Joaquín López Menéndez recibió el estadio herculino tras la remodelación la tarde del viernes día 11 y, al ser preguntado por la persona de la que se acordaba en aquel crucial instante, manifestó: “De Jesús Hermida, secretario de Estado para el Deporte, al que debemos la construcción de las pistas y también, gracias a él, conseguimos el dinero para llevar a cabo la construcción de las nuevas preferencias”.  Lo que se había invertido, según la prensa, eran 70 millones de pesetas que fueron sufragados por el Consejo Superior de Deportes (32,5 millones), la Diputación coruñesa (21,1) y el Ayuntamiento (16,4).

Los participantes de 1.500 metros se disponen a tomar la salida; a la derecha, José Manuel Abascal

Entre los atletas de los que se había venido hablando para estar en Riazor aquel 12 de junio tan señalado sobresalía el keniano Henry Rono, fondista triturador de plusmarcas mundiales, no yéndole a la zaga en cuanto a interés el saltador de triple norteamericano Willie Banks, pero ambos, curiosamente, acabaron poniendo un punto negativo en el acontecimiento, aunque uno más que otro. El País informaba el mismo día de la competición que se había producido la baja de Henry Rono y existían dudas sobre la participación de Willie Banks porque se había pasado el día anterior “en cama con anginas”. También explicaba el periódico madrileño sobre “la venta fantasma de 21.000 entradas en Madrid, por valor de 7.460.000 pesetas”, lo que le había dado “un tono de comedia a esta reunión internacional”.

Sobre la ausencia de Henry Rono insistía El País que, con su actitud, había comprometido también la presencia en el estadio de Floyd y Cameron. “Le aguardaban”, explicaba, “200.000 pesetas a cambio, únicamente de salir a la pista. Floyd y Cameron, cuyas cotizaciones son la mitad que el anterior, se habían visto arrastrados por el excéntrico atleta y las posibilidades de que aparezcan son también mínimas, aunque siendo compañeros de Rono -los tres residen en Estados Unidos- son capaces de aparecer de improviso en las pistas, pues ya ha habido precedentes similares”. En cuanto a Banks, que sí estaba en A Coruña, se aguardaba una mejoría en su estado de salud y, apuntaba El País, los “organizadores están dispuestos a aumentarle las 150.000 pesetas prometidas por su actuación con tal que realice algún intento en triple salto”.

La nueva cara que presentaba Riazor para el atletismo llevaba consigo que, al menos para esta ocasión del 12 de junio, la línea de meta estuviera situada en la recta de preferencia y no ante la tribuna como era habitual, aunque no por ello quedaba descartada para venideras ocasiones la meta en su lugar tradicional; si se había tomado esta determinación era debido a que por vez primera se iba a disponer de cronometraje eléctrico en el estadio coruñés y el sistema de foto finish se había situado en la zona de preferencia. Lo malo fue que falló el cronometraje eléctrico y las marcas de la reunión tuvieron que ser obtenidas de manera manual.

A esta sugestiva cita en Riazor, en la que no faltó la lluvia, acudieron unas quince mil personas y fue televisada a un buen número de países. El cántabro José Manuel Abascal dominó los 1.500 metros con un registro de 3:41.4 por delante de los argelinos Morceli y Aidet, ambos con 3:41.8; los once atletas clasificados lo hicieron con una marca inferior a 3:50.0.

Salida de 100 metros en la recta de preferencia donde se instaló la meta

Aunque no ganó los 5.000, el segoviano Antonio Prieto, uno de los más grandes fondistas de nuestro país, peleó por el triunfo hasta las puertas mismas de la meta. La Voz de Galicia reseña que la victoria del búlgaro Ignatow (13:41.3) “se materializó en los últimos cien metros, hasta donde llegó en cabeza el español Antonio Prieto, que luego se vería superado también por el argelino El Hachemi y el belga Hagelsteens”. El Hachemi concluyó en 13:41.6 y a Hagelsteens se le dio una décima más; Prieto cerró su actuación en 13:42.9 y tras él se clasificó otro español de renombre, Fernando Cerrada, en 13:43.1.

El soviético Gennadi Valiukevich puso el asombro en el rostro de muchos de los espectadores cuando alcanzó, en el primero de sus saltos de triple, los 17 metros, y esto hizo “renunciar”, al menos así lo interpretó el cronista en Atletismo Español, “al excéntrico” Willie Banks, “que optó por convertirse en espectador de una prueba para la que había hecho el correspondiente calentamiento”.

En el salto con pértiga, donde se presentaba con todas las papeletas para el triunfo el soviético y plusmarquista mundial Vladimir Polyakov, el mejor acabó siendo el búlgaro Atanas Tarev al superar los 5,55 metros, mientras Polyakov, que acabó tercero con 5,40, falló dos intentos en 5,55 y uno más en 5,65.

Y la reunión dejó además estos otros triunfadores por parte española: Alonso Valero, 50.7 en 400 vallas; Domingo Ramón, 8:31.7 en 3.000 obstáculos; y Javier Arques, 10.3 en 100.

Entre la representación extranjera masculina vencieron Campbell (EE.UU), 13.4 en 110 vallas; Whitlock (EE.UU), 45.8 en 400; Koskei (Kenia), 1:45.6 en 800; y Annys (Bélgica), 2,20 en altura.

En categoría femenina, La Voz de Galicia resalta la carrera de 1.500 metros realizada por la soviética Ludmila Wesselkowa, “todo un prodigio de regularidad”, que no tuvo oposición en ningún momento y ganó con 4:04.9. Y también vencieron Anne Michel (Bélgica), 57.3 en 400 vallas; Tatania Anissimowa (URSS), 13.0 en 100; y la española Olga Dalmau, con récord nacional de salto de longitud (6,19).

El no haber podido contar en aquel momento Riazor con una pista de ocho calles era algo que escocía. Según La Voz de Galicia el martes 15 de junio, se acentuaba como una imprudencia “algunas protestas” que se habían dedicado a Jesús Hermida durante la reunión, subrayando el periódico que él no había tenido culpa y remarcaba incluso que antes de acudir al estadio el sábado, “manifestaba su esperanza de llegar a una solución de remodelación posterior que hiciera ello posible”. La realidad fue que Riazor no dispuso nunca de esas ocho calles y, lo que fue peor, en los años 90 se le dio un duro golpe al atletismo al ser eliminadas las pistas. Y con esta decisión, el principio del declive.  Lo recordaba bien Andrés Díaz, en unas declaraciones en El Correo Gallego en junio de 2005: “Las pistas desaparecieron, empezó la cuesta abajo, yo me marché para Madrid. Los grupos de atletas se fueron deshaciendo, y los entrenadores lo fueron dejando por pura desesperación y falta de medios”.