Deslumbrantes marcas
Durante diez años (la década de los 90), Julia Vaquero se mostró implacable, auténticamente demoledora, acaparando once títulos nacionales entre la pista y el cross. No estuvo en discusión su liderazgo. Y en este tiempo se hizo con los récords españoles de 3.000, 5.000 y 10.000 metros, superados hasta en siete ocasiones; incluso hoy, veinte años después, todavía ostenta el de 5.000 (14:44.95) logrado en Oslo en 1996. Atleta tan luchadora llegó a defender el equipo de España en 33 ocasiones.
La primera plusmarca de la que disfrutó, la de 3.000 metros, data del 28 de julio de 1993 y con la particularidad de que se la arrebató a la viguesa Estela Estévez, la rival con la que mantuvo una pugna más cerrada y de la cual salieron actuaciones sorprendentes. Julia Vaquero, en la localidad portuguesa de Maia, llegó a correr esta distancia en 8:55.27.
El año mágico de Julia fue el de 1996, en el que se superó, en cuanto a récords se refiere, cinco veces. El 6 de abril de ese referido año intervino en Leiria (Portugal) en el VI Campeonato Ibérico de 10.000 metros. Hasta ese momento no había brillado con total intensidad sobre la pista hasta que en esa ocasión corrió los 10.000 metros en 31:24.08. “El valor de la marca es tal que el año pasado se hubiera ubicado en la séptima posición del ranking mundial”, se expone en Atletismo Español.
La portuguesa Fernanda Ribeiro parecía tan convencida de que se podría hacer con el triunfo que se presentó en la pista con zapatillas de calentamiento, sin clavos, y de hecho inició la prueba al frente de la misma tratando de ayudar a sus compatriotas Albertina Dias y Conceiçao Ferreira. Transcurridos tres mil metros, Fernanda Ribeiro y Julia Vaquero sobresalían del resto; a partir de ahí la gallega de A Guarda se colocó delante hasta completarse la mitad de carrera en la que volvería la lusa a tomar la iniciativa, escapándose una veintena de metros. “Julia Vaquero, a su ritmo, la alcanzó dos kilómetros más tarde y a falta de 1.500 metros alargó la zancada y la campeona del mundo se quedó atónita. No podía seguirla. La sorpresa fue general”, cuenta Atletismo Español. Últimas vueltas en solitario para Julia y triunfo con 31:24.08, récord nacional; Fernanda Ribeiro, segunda, hizo 31:33.51; en el puesto 19ª entró la lucense María Abel con 33:37.32, récord de España promesa.
Los dos primeros días del mes de junio de 1996 se celebró en Madrid una de las ediciones de la Copa de Europa – Superliga en la que la selección femenina española no consiguió ninguna victoria y descendió de categoría (el conjunto masculino acabó cuarto). “De una actuación borrascosa sólo se vio libre Julia Vaquero”, sentencia Atletismo Español. Y es que Julia, el 1 de junio de 1996, batía el récord nacional de 5.000 metros en 15:41.49. Había llegado emparejada a la última vuelta con la poderosa alemana Katrin Wessel y hasta por tres veces trató de sorprenderla con un cambio de ritmo, sin que por ello se inmutara Wessel, primera en la meta con 15:40.36; Julia acabó segunda; la tercera, ya algo alejada, la francesa Farida Fates concluyó en 15:47.72.
Aquella confrontación por naciones con lo más sobresaliente del atletismo continental quedó, en versión femenina, así: Alemania, Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Francia, Gran Bretaña, España y Bulgaria.
Casi no hubo tiempo de saborear la excelente marca de Julia en 5.000 porque de inmediato, concretamente el día 5, en la Golden Gala de Roma, se superó claramente al acabar en 14:57.73, “una marca de fábula que la incrusta entre las mejores fondistas mundiales del momento”, se escribe en Atletismo Español. La gallega estuvo en todo momento peleando con las de cabeza e incluso, cuando se dio cuenta que el ritmo se reducía, optó por avivarlo situándose al frente del grupo.
Exactamente un mes más tarde de competir en Roma compareció en Oslo para realizar la mejor marca de su vida en 5.000: 14:44.95, que la colocaban sexta de todos los tiempos a nivel mundial. Y este registro el 5 de julio de 1996 todavía no ha sido superado cuando ya concluye el año 2016.
Parece claro que Julia trató de sacarle todo el provecho posible a 1996 que tan rentable le estaba resultando porque el día 10 de julio, es decir, cinco días después de competir en Oslo, lo volvió a hacer en Niza, corriendo en esta ciudad francesa 3.000 metros. En esta carrera solo fue superada por la irlandesa Sonia O´Sullivan pero la marca de Julia, 8:41.23, le valió para mejorar su propio récord nacional de 8:55.27 (el primero de cuantos tuvo) conseguido tres años antes.
Barakaldo, 5 de abril de 1997. Allí se disputó la primera edición de la Challenge Europea de 10.000 metros, destacando su actuación por encima del resto con una nueva plusmarca: 31.14.51 que mandaban al olvido sus 31:24.08 de un año atrás en Leiria. Julia se quedaría sin este récord el 7 de agosto de 2006 cuando Marta Domínguez corrió la distancia en Gotemburgo (Suecia) en 30:51.69.
La selección española femenina no brilló en Barakaldo, con la salvedad de Julia Vaquero. No hay más que acudir a Atletismo Español: “La prueba femenina de esta Challenge Europea será recordada por la ejemplar y desmelenada actuación de la discípula de Alfonso Ortega a la que no le sirvieron las liebres para nada”. Fátima Cabral se retiró a los 2.000 metros cuando le faltaban todavía mil por cumplir, y J. Barsosio se movió a tirones hasta casi la mitad de la prueba.
El triunfo de Julia, aplastante, le reportó esa marca de 31:14.51, desde luego bastante alejada de sus más inmediatas seguidoras: Marina Bastos (Portugal) 32:09.95, Petra Wassiluk (Alemania) 32:10.94, Zabia Dahmani (Francia) 32:27.60, y Ana Correia (Portugal) 32:35.01.
Finalizada esta carrera, la gallega manifestaría que después de haber participado en el Mundial de cross se había visto en tan buena forma que creía poder bajar de los 31 minutos, aunque no tardó en cambiar de opinión: “Sólo tres días después empecé a dudar de tal propósito a causa de un enfriamiento que debilitó mi entrenamiento”. Estaba entusiasmada, había doblado a todas sus rivales excepto a tres, aunque también reconocía haber pasado un mal momento hacia el kilómetro 8, “pero”, dijo, “me reanimé poco después y batí mi propia fatiga cuando comprobé que el marcador de vueltas indicaba que sólo faltaban tres giros de 400 metros”.
Las actuaciones de corte estratosférico de Julia dejaron de existir desde ese gozoso momento vivido en Barakaldo, y con el añadido de que las marcas fueron decayendo de manera alarmante. El año 1999 lo acabó con 14:56.00 en 5.000 y 33:46.49 en 10.000. Obtuvo puestos irrelevantes en alguna competición de considerable nivel el año 2000, que fue el año en el que, de manera sorprendente, se produjo un inesperado cataclismo: Julia Vaquero pretendió romper con su pasado, con todo aquello que la había encumbrado y con las personas que habían estado a su lado y más quería como Germán Vicente y Alfonso Ortega. La impresión que produjo aquella reacción es que buscaba transformarse en una mujer nueva.
El impacto causado fue enorme. Indudablemente, prevaleció el dolor. Entonces se conoció que el extraño comportamiento tenía un motivo: estaba sumida en una fuerte depresión. Pasado un tiempo pudo abrir los ojos a la realidad, reconstruyó su pasado y volvió a la normalidad con su marido y con su entrenador de siempre. Pero en lo atlético ya no volvió a ser igual.
Transcurridos varios años de ese episodio, la misma Julia lo explicó con naturalidad: “En el 2000 sufrí un trastorno bipolar que me hacía estar o muy eufórica o con una depresión muy grande, que ha sido lo más habitual. Eso me impidió entrenarme y por lo tanto tuve que abandonar el atletismo”.
Aunque su enfermedad no la alejó de una manera definitiva de la carrera a pie, porque la tenía presente, lo cierto es que no mostraba una actitud constante. Estaba y no estaba. Y se convirtió en una mujer alejada por completo de la primera línea de la actualidad. Hasta que, de forma sorpresiva, volvió a ella en noviembre de 2006 cuando se hizo público que fichaba por el equipo zaragozano Kelme Olimpo con la intención de correr sin que la presión la agobiase, consciente de que ya no era la de antes. Solo pretendía ayudar. “He fichado por un año y espero responder a la confianza que han depositado en mí”, dijo esperanzada.
Y tuvo palabras para justificar el paso adelante que daba: “El pasado verano empecé a correr pruebas populares y veía que el cuerpo me respondía. Vuelvo para disfrutar de esto, que es lo que me gusta, es algo que me ilusiona y tengo ganas. Sé que tengo 36 años, que llevo seis sin competir y que esto es duro. También que estoy limitada, pero me fui sin decírselo a nadie, de incógnito, y quiero irme con dignidad”.
El motivo que había impulsado a la atleta de A Guarda a reencontrarse con su deporte no era otro que su hija Xulia, convertida, pues, en su inevitable motor. Lo supo cuando le fallaban las fuerzas en una de esas carreras populares en las se mezcló con la muchedumbre. “Solo de pensar que me esperaba Xulia para abrazarla me hizo olvidar el cansancio”, manifestó.
Esta nueva oportunidad que se había dado no sirvió –se podía vaticinar- para que su enorme calidad asomase otra vez. No pudo ser. En realidad, la admirable Julia Vaquero ya lo había dado todo en el atletismo.
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