Con profunda vocación de masajista

José Castro Ruibal en el Campeonato de España de cross de 1956 en San Sebastián

José Castro Ruibal, en el Campeonato de España de cross de 1956 en San Sebastián

El Pontevedra Club de Fútbol, su casa durante más de 30 años, lo recuerda permanentemente con una placa en Pasarón, donde, en el viejo campo, en los años 60, vivió en primera línea las insuperables hazañas de aquel equipo granate que atemorizó a los más grandes mientras forjaba la hermosa historia del “Hai que roelo”. Por allí andaba José Castro Ruibal (Pontevedra, 1929-2002), trabajando de manera preferente como masajista y teniendo, entre sus recuerdos, sus años de atleta, de destacado fondista, tres veces internacional (las tres en el Cross de las Naciones) y con un protagonismo indudable en el Campeonato de España de maratón donde alcanzó, por tres veces, la tercera posición (1959, 1960 y 1962).

“Yo entrenaba mañana y tarde, con una toalla que valía para toda la semana. A lo mejor tenías unas pesetas ahorradas para comer unos bocadillos y dejabas de hacerlo para poder tener un buen pantalón, una buena camiseta o unas zapatillas”, comentó sobre la precariedad con que se desenvolvió siendo atleta. No había medios. Recuerda que nada podía percibir de su club, la Gimnástica, aunque no fue el único en su vida, que bastante tenía con pagar el local, la luz y el agua, aunque se resarcía de algún modo cuando viajaba por cuenta de  la Federación Española. “Las dietas que nos daban de 100 o 200 pesetas, valían para comprar unos calcetines o una camisa”.

En todo momento sintió una fuerte inclinación por dar masajes. Era una faceta que le fascinaba. “Cuando salía a correr a Madrid o Barcelona, por ejemplo, en vez de irme a un cine, siempre acudía a una sala de recuperación o de masaje porque me gustaba para aprender”.

Naturalmente, su trayectoria discurrió ofreciendo sus servicios como masajista. Y en los años 60 dejó su ciudad, aunque por poco tiempo. “Estaba en el Pontevedra y no me pagaban bien. Ganaba cinco mil pesetas. Por mediación de un médico, Rivas, que estaba trabajando en un centro de rehabilitación, me llevó a Alemania”. Pero no había transcurrido ni un año cuando lo repescó su antiguo club, eso sí, subiéndole el sueldo.

Una historia semejante volvió a vivir a mediados de los 70. Después de haberle pedido un aumento al presidente del Pontevedra y no concedérselo optó por marcharse a Arabia Saudí con Héctor Rial y Puskas a trabajar con la selección de aquel país. “Yo al salir de trabajar con la selección iba a junto de los príncipes a darles masajes, cortarles los callos…” En Arabia Saudí estuvo aproximadamente un año.

“A mí me tienen dicho Kubala, Rial, Puskas, a los que di masajes, que con las manos que tengo para trabajar, lo mío era estar en una gran capital, en Madrid o Barcelona, porque tendría mucho más campo para enlazar con un equipo de baloncesto, de atletismo, de ciclismo…” Porque, estaba convencido, este abanico de posibilidades no se daba por supuesto en Pontevedra.

Castro Ruibal a la izquierda con Antonio Teixeira

Castro Ruibal, a la izquierda, con Antonio Teixeira

El 17 de marzo de 1956, José Castro Ruibal debutó con la selección española absoluta en Belfast (Irlanda), en el Cross de las Naciones. Se había ganado el puesto unos días antes en San Sebastián, donde acabó octavo en el Campeonato de España. En Belfast, el pontevedrés finalizó en el lugar 49, escribiéndose en Atletismo Español: “Castro, lesionado en la segunda vuelta, siguió hasta el final, ese es el mejor elogio”. No fue el último de la representación española, ya que tras él quedaron Jesús Hurtado (52) y Mariano Martín (62), además de que abandonó Félix Bidegui. Mejores que él fueron Antonio Amorós (8), Luis García (15), Francisco Irizar (27), Sergio Bueno (42) y Lucas Larraza (44). Habían tomado la salida 70 corredores y la victoria se la adjudicó el francés Mimoun.

En la mitad justa de la década de los 50, en concreto en 1955, José Castro Ruibal era ya un atleta que daba en la vista, muy capaz, con condiciones, tal como quedó reflejado al término de ese año en el ranking nacional. En los 5.000 metros, con una marca de 15:08.6, ocupó la sexta posición, estando dominada la distancia por Amorós, 14:47.8. Este atleta, del RCD Español, era también el primero en los 10.000 metros con 31:08.6, y el pontevedrés se mostraba en el séptimo lugar con 32:12.0. Y no solo se desenvolvió eficazmente Castro Ruibal en estas dos pruebas de 5.000 y 10.000 sino que afrontó con brillantez los 3.000 obstáculos. En 1957 era el cuarto español en la disciplina con 9:40.2 (tiempo que le valió aquel año para ser tercero en los Campeonatos de España en Riazor), en la que la mejor marca correspondía al vigués Manuel Augusto Alonso, 9:15.6.

Volvería dos veces más al Cross de las Naciones. En 1958 estuvo en Cardiff (Gran Bretaña), en un “terreno de hierba, llano y azotado por el viento”, donde los españoles no estuvieron finos, relegados al octavo lugar, solo por delante de Túnez. El mejor fue Luis García, en el puesto 28, y Castro Ruibal se situó el 51.

La peor actuación la obtuvo en 1960 en Glasgow (Gran Bretaña), donde, entre 71 clasificados, fue el 69, el último del equipo de España. “De los ocho corredores españoles, ninguno estuvo a  la altura que le correspondía”, reflejó Atletismo Español. El más destacado fue el vigués Carlos Pérez, en el puesto 28, pero, por ejemplo, el gran Antonio Amorós quedó perdido en el 57.

Valencia, 26 de abril de 1959. Diez corredores afrontan la vigésimo quinta edición del Campeonato de España de maratón, en el que Miguel Navarro ejerció un dominio claro, aunque Castro Ruibal le hizo frente con enorme entereza puesto que estuvo a su lado durante 22 kilómetros. “Esta osadía”, se escribió en Atletismo Español referido al atleta pontevedrés, “le costó cara pues pagó el esfuerzo y vio como Guixá le rebasaba antes de cumplir los 25 kilómetros. Luchó Castro, y luchó bien, pero despreció la valía de Navarro, nuestro mejor maratoniano de todos los tiempos, y esto le costó ser tercero con 2h47:06.8 que estamos seguros hubiera rebajado si en vez de “largarse” con Navarro, se hubiese dejado llevar por Guixá”.

Al pontevedrés le gustaba hacer uso de la palabra durante las comidas (Diario de Pontevedra)

Al pontevedrés le gustaba hacer uso de la palabra durante las comidas (Diario de Pontevedra)

Miguel Navarro, del RCD Español, acabó la carrera en 2h28:22.2, mientras que Jaime Guixá hizo 2h37:17.2. El último maratoniano en llegar a la meta fue Santiago Alegre en 3h42:04.2. De los diez atletas participantes solo tres, Navarro, Guixá y Castro Ruibal, bajaron de las tres horas.

Catorce atletas intervinieron, el 17 de abril de 1960, en el Campeonato de España de maratón en Zaragoza, situándose la meta en el campo de La Romareda. El viento incordió permanentemente. Jaime Guixá, Miguel Navarro y José Castro Ruibal pelearon con denuedo por hacerse con el título. El cronista de Atletismo Español lo dejó escrito: “Los tres atletas clasificados en los puestos de honor lucharon cerca de 40 kilómetros con tirones constantes, con el fin de deshacerse de sus pegajosos contrincantes”.

El primero en llegar fue Guixá, 2h24:00, seguido de Navarro, 2h25:03, y en tercer lugar Castro Ruibal, defendiendo entonces al Alerta, 2h35:38. Estas marcas, sin embargo, acabarían quedando invalidadas posteriormente. Hubo dudas respecto a que el recorrido estuviera bien medido, de tal modo que cuando se insistió federativamente en una definitiva comprobación se consideró que los atletas habían recorrido 40.123 metros.

El tercer podio de Castro Ruibal como maratoniano lo obtuvo en 1962, de nuevo en Zaragoza, el primero de julio, corriendo en aquella ocasión con la camiseta del Pontevedra Club de Fútbol. En aquel Campeonato de España participaron 10 atletas que iniciaron la prueba a  las 7.30 horas.

Pronto se situaron por delante Jaime Guixá y el pontevedrés, hasta que el primero se fue en solitario a los 30 kilómetros. Cinco después, Rufino Galán daba caza a Castro Ruibal y también lo dejaba atrás. Guixá acabó en 2h33:40.8, Galán marcó 2h35:37.6 y Castro finalizó en 2h39:49.4.

En 1964, cuando ya se iba despidiendo del atletismo, el pundonoroso José Castro Ruibal todavía se hacía ver en el puesto trigésimo de los 10.000 metros (33:00.2) en una relación de los cien mejores atletas nacionales del año.