Una foto de Eddy Ottoz

Hasta que no se convirtió en un corredor de vallas, Jorge Zapata (A Coruña, 1945) no fue plenamente feliz sobre las pistas. Y eso que lo que hacía, lo hacía bien. Porque era capaz de correr los 100 metros en 10 segundos 8 décimas y conseguía en triple unos aceptables 13,34 metros (ambas marcas en 1969) y llegaba a 7,31 saltando longitud, prueba en la que ocupó el sexto puesto del ranking nacional en 1971. Pero estaba empecinado en las vallas. De tal manera que tan pronto empezó a pasarlas en 1972, lo hizo ya para ser el mejor. Y un año después, el 24 de junio, batía el récord de España de 110 metros vallas en Madrid en 14.2, algo que volvería a repetir tres veces más en su carrera. En pista cubierta, además de ser campeón nacional en 1974 y 1976, fue plusmarquista español tanto de 50 como de 60 metros vallas. La internacionalidad la alcanzó en nueve ocasiones.

Por el atletismo se interesó cuando estudiaba 5º curso en los Salesianos en A Coruña porque así lo había decidido el profesor de Educación Física Biurrun, que fue quien lo inscribió en triple salto cuando llegaron las competiciones de escolares. “No me gustaba el triple”, indica Zapata, y tampoco quedó muy convencido cuando empezó a saltar longitud. “Me gustaba más, pero no me satisfacía tampoco esta prueba”.  De todas maneras, en esta faceta de saltador se fue quedando mientras transcurrían los años. Cuenta, sin embargo, que estando en Madrid, en la Escuela de Arquitectura, se constituyó un equipo de atletismo en 1972 adjudicándosele el cometido de saltar longitud y correr los 100 metros. “Yo les dije que quería hacer vallas. No había corrido nunca e hice 15.5 en la primera carrera en la pista de tierra de la Ciudad Universitaria”.  Recuerda que aquella marca le otorgaba el derecho a participar en los Campeonatos de España.

Jorge Zapata, a la izquierda, en los Campeonatos de España de 1975 en San Sebastián

Y en el mismo Madrid, en 1972, se vio ya a Jorge Zapata debutando como vallista en los Campeonatos de España (había participado en los de 1969 saltando longitud, siendo octavo con 7,05 y victoria de Blanquer con 7,87, récord nacional). Conviene pensar, pues, que estaba en su propia salsa. Se adjudicó la cuarta serie con 15.3, seguido de Parellada, 15.5, y L. Toro, 15.6. Y cuando se disputó la final, no salió de ella con las manos en los bolsillos. Aunque entre los medallistas se incrustó de segundo G. Bottger, 14.5, por ser atleta que no contabilizaba para el título, las tres primeras plazas se las llevaron G. Trianes, 14.3, R. Cano, 14.5, y J. Zapata, 14.6. Un bronce para el coruñés para abrir boca.

Esa prodigiosa manera de mostrarse sobre las vallas careciendo de experiencia tiene que tener alguna explicación, y él la encuentra. “Yo entrenaba”, dice, “con Carlos Álvarez del Villar con el grupo de longitud y triple. Hacíamos una preparación física muy buena y eso me permitió correr vallas”. Y existe, además, otro aspecto que demuestra que pretender ser corredor de vallas era algo que llevaba en la sangre, lo que posiblemente le aportó un plus para ser eficaz. Comenta que en su habitación tenía, cuando todavía no se había decidido por ser vallista, “una foto seriada de Eddy Ottoz pasando una valla y memorizaba los movimientos”.  Y una y otra cosa parece que le dieron alas. Y, con el tiempo, se encontró con ciertas precisiones milagrosas de los hermanos Vodzynski (Miroslaw y Leszek, vallistas olímpicos polacos, el último finalista en Múnich 1972) que lo acabaron de poner en el principio de la cúspide. “Venían a Madrid a entrenar en invierno y me señalaron exactamente dos errores fundamentales y cómo corregirlos y a partir de ahí ya establecí marcas europeas”.

Volvería Zapata a ser medalla de bronce en los Campeonatos de España de 1974, en una competición donde el viento se puso insoportable y, según Atletismo Español, “Zapata salió mal porque los tacos se le fueron para atrás”. Aún así acabó tercero con 14.4, superado por Juan Lloveras, 14.0, que se quedó sin récord español debido a los “3,20 metros de viento favorable”,  y Gerardo Calleja, 14.1.

Campeonatos de Europa de pista cubierta de 1976 en Múnich. Jorge Zapata, a la derecha

Disputando el título nacional al aire libre, el coruñés se encontró continuamente con la oposición de Juan Lloveras arrebatándole el preciado trofeo, por lo que se vio relegado, ¡por qué no decirlo!, a una también muy valiosa medalla de plata en tres ocasiones. En 1975, en Anoeta, Lloveras hizo 14.1 y Zapata 14.2. En 1976, el ganador Lloveras se quedó en 14.0 y él en 14.1, mientras que Moracho hacía 14.2. Y esta emocionante carrera en el madrileño recinto de Vallehermoso la contó así Atletismo Español: “Resolvió Lloveras en última instancia gracias a su mayor decisión. Pero la pugna fue tremenda y la carrera muy buena a pesar de la mala salida de ambos”.  Y en 1977, en Granollers, los tres del podio fueron Lloveras, 13.7, Zapata, 13.8, y Moracho, 14.0.

Manifiesta que no le importó no haber sido campeón de España al aire libre; lo que le gustaba era competir y, por supuesto, batir récords. Por cuatro veces superó el de 110 metros vallas. Recién salido a la pista para ser vallista consiguió el primero el 24 de junio de 1973 en Madrid (14.2) y los tres restantes los obtuvo en 1976: el 6 y el 26 de junio en Salamanca y en Madrid (14.0 las dos veces), y el 4 de julio asimismo en Madrid (13.9).

Pero Jorge Zapata tuvo también en la pista cubierta un enorme escaparate para mostrar sus magníficas condiciones, de tal manera que en la contienda doméstica se acabó llevando dos títulos nacionales (1974 y 1976), así como una medalla de plata (1977) y dos de bronce (1978 y 1979). “Me gustaba la pista cubierta, era muy acogedora”, argumenta.  Y es que en este terreno, a nivel internacional, disfrutó de un certamen de la categoría de los Campeonatos de Europa  por tres veces (1974, 1976 y 1977).

El 16 de febrero de 1974, en Madrid, conquistó su primer oro a nivel nacional en los 60 metros vallas. Aquel día, Zapata superó por dos veces la plusmarca española, dejándola en 7.9. En el podio tuvo a su lado a G. Calleja, 8.1, y E. Rodríguez, 8.2, y fuera de él a R. Cano, 8.3, J. Lloveras, 8.3, y A. Parellada, 8.4. En Atletismo Español, Carlos Jiménez escribió: “Es evidente que el nivel de las vallas ha subido mucho en los últimos tiempos, y hay unos cuantos jóvenes muy prometedores: Calleja, Lloveras, Rodríguez Lobo, Parellada, pero lo cierto es que el mejor, con diferencia, fue nuestro recordman al aire libre Jorge Zapata, más veterano en años, pero todavía un novel en la especialidad.  Suyo fue el primer 7.9 (récord) en las series, y el segundo, en la final, que corrió extraordinariamente, con gran superioridad sobre todos sus rivales, entre los que el sempiterno campeón, Rafael Cano, sólo pudo quedar en cuarta posición”.

Corriendo en Vallehermoso una prueba de 200 metros vallas

De nuevo Madrid, pero el 7 de febrero de 1976. A Jorge Zapata nadie le arrebata su segunda medalla de oro nacional en 60 metros vallas. Sus 7 segundos 94 centésimas fueron imposibles para J. Lloveras (7.97), J. Moracho (8.06), E. Rodríguez (8.39), J. Alonso (8.44) y A. Subías (8.60). Y Atletismo Español fue testigo de aquello con estas palabras: “Jorge Zapata, entusiasta arquitecto coruñés, que posee en su sangre más afición que un principiante, derrotó al binomio que “la cátedra” pronosticaba, Lloveras y Moracho, logrando además, con sus 7.94, el billete para los europeos. Citemos la mala suerte de éstos que quedaron a cortas centésimas de la ansiada mínima”.

En 1974, acudió a los Campeonatos de Europa de Gotemburgo (Suecia) donde poco pudo hacer al quedar séptimo en la primera serie de 60 metros vallas con 8.11, mientras que el triunfo era cosa del francés G. Drut con 7.87. Su actuación quedó recogida en Atletismo Español en estos términos: “Como a José Luis Sánchez Paraíso, su mala salida le dejó derrotado de antemano. Cuando sus rivales llegaban a la primera valla él estaba casi saliendo de los tacos… Una lástima. Hizo, tomado electrónicamente un tiempo de 6.11, que equivale a esos 7.9 manuales acreditados en Madrid. ¿Y si hubiese salido bien? Recuérdese que Gunter Nickel le ganó por sólo cinco centésimas de segundo…”

El coruñés hizo toda su carrera en el Real Club Deportivo

Volvería a los Campeonatos de Europa en 1976, en esta ocasión en Múnich. La actuación de los españoles, en general, no pasó de normal, “de excesivamente normal”.  De testigo, Atletismo Español: “Para Zapata, para un español, todavía parece suficiente el haber superado una ronda y “estar” en la llegada de la segunda, batido por quienes luego serían oro y plata, y batiendo a quienes llegaban mejor acreditados que él, como eran el polaco Galant y el griego Mandellos”.

Primeramente, el coruñés quedó tercero en su serie de 60 vallas con 8.10, superado por el checo J. Cerovski, 8.08, y el polaco A. Galant, 8.09, y de este modo se encontró participando en la primera semifinal. Y aquí fue cuarto con 8.03, dejando tras él a Mandellos, 8.03, y a Galant, 8.05; mejores que Zapata fueron el soviético V. Myasnikov, 7.87, el británico B. Price, 7.91, y el húngaro L. Bognar, 8.02.

Su última actuación en los Campeonatos de Europa tuvo lugar en San Sebastián, en el Velódromo de Anoeta, en 1977. Para intervenir en los 60 metros vallas hubo tres españoles, Lloveras, Moracho y Zapata, sin que ninguno llegara a disputar la final. Zapata fue quinto en la tercera de las eliminatorias con 8.05 y quinto también en una de las semifinales con 7.96; en sus dos carreras el vencedor fue Munkelt con 7.82 y 7.70 respectivamente.

En su larga carrera de atleta (hasta 1979), Jorge Zapata solo perteneció al Real Club Deportivo, del que, dice, se sentía “muy vinculado” a pesar de estar viviendo en Madrid. “Me gustaba porque me ligaba a La Coruña. La camiseta de rayas azules era como una seña de identidad”.