Dirigente al más alto nivel
Faltaban seis meses para que se celebraran los II Juegos Atléticos Iberoamericanos en Madrid, del 7 al 12 de octubre de 1962, cuando Jesús Hermida recibió, colgadas ya las zapatillas de clavos, la petición de Manuel Albizu, que se estrenaba en la presidencia de la Federación Española de Atletismo, para que colaborara con él y se hiciese cargo de la jefatura de Relaciones Públicas porque estaba próximo el citado acontecimiento. “La consigna principal”, señala, “era que debía tratar por todos los medios de coordinar y organizar los Juegos Atléticos Iberoamericanos. Era un gran reto para España en aquel momento. Nunca se había hecho una manifestación tan importante y tan grande”. Y a tal fin fue nombrado, un tiempo después, coordinador general de los Juegos. Si la organización del evento era cosa del Comité Olímpico Español (COE), el brazo ejecutor le correspondía al ente federativo.
Adolfo Suárez y Jesús Hermida, que desempeñó el cargo de secretario de Estado para el Deporte en los años 80
La segunda edición de los Juegos Atléticos Iberoamericanos fue un completo éxito y Manuel Albizu quiso entonces que Hermida ocupase el cargo de secretario general de la Federación Española. “Fue una etapa muy entrañable”, dice. Allí se encontró con Rafael Berenguer, que había sido el responsable del deporte en la Escuela Naval cuando él se iniciaba en la actividad atlética en Marín; también volvió a coincidir con el entrenador italiano Giovanni Battista Mova, que lo había entrenado un tiempo en Pontevedra… “Hicimos muchos encuentros internacionales. Fue un momento de la Federación francamente interesante”.
La vida de Jesús Hermida más allá de su periplo como atleta no se alejó un ápice del deporte. O se alejó muy poco. De hecho fue haciendo el camino desde puestos directivos, donde llegó a alcanzar las cotas más elevadas. Estuvo al frente del deporte universitario en nuestro país y ocupó, en este ámbito, un lugar relevante a nivel internacional. La culminación de su trayectoria la alcanza como secretario de Estado para el Deporte con el Gobierno de la UCD de Adolfo Suárez, desde 1980 a 1982, y salió elegido presidente del COE ese mismo año 1980 (estuvo en el cargo hasta 1983). Fue precisamente él quien se empeñó en que la persona que se situara a la cabeza del COE lo fuera por elección democrática. Hubo un único candidato. “Fui elegido creo que con unos tres votos en contra y tres abstenciones”. Uno de los que le negaron su apoyo, algo que le extrañó, fue “curiosamente el presidente de la Federación Española de Atletismo, que era mi deporte del alma y sigue siéndolo”.
Sostiene que si España no hubiese asistido a los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, Juan Antonio Samaranch no habría llegado a la presidencia del Comité Olímpico Internacional (COI). “Ir a los Juegos de Moscú permitió que Samaranch pudiese presentar su candidatura”, puesto que, como recuerda, Alemania, por ejemplo, no acudió y no pudo tener aspirante alguno. Hermida se empeñó en estar presente en Moscú a pesar de que había recibido la orden de su Gobierno de lo contrario. “Yo me planteé muy seriamente la cuestión. Al ministro Ricardo de la Cierva, con el que me llevaba extraordinariamente bien, le estaba dando la vara, valga la expresión, de que teníamos que ir, que España no podía faltar a esta cita puesto que no me parecía nada democrático”.
El contacto telefónico con presidentes de Comités Olímpicos europeos era constante y la estrategia común que imperaba era la de acudir. “Le llegué a decir a Ricardo de la Cierva que si no íbamos que contase con mi dimisión”. El caso es que llegó a tener una conversación con Adolfo Suárez explicándole las razones que tenía para no faltar y el presidente del Gobierno, convencido, le indicó que hablase con el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja.
Jesús Hermida, a la izquierda, con Primo Nebiolo en la embajada de Italia, donde recibió una condecoración (años 70)
“Me citó para hablar del tema en el Congreso de los Diputados, un día del mes de marzo de 1980, el mismo día en que Felipe González puso la primera moción de censura al Gobierno de Adolfo Suárez. Y yo entré en el Hemiciclo a las cinco de la tarde cuando salían todos, con un escándalo político tremendo, y lógicamente la cosa se me ponía muy complicada porque era convencer al ministro, en un momento delicado, de que España debiera estar en los Juegos Olímpicos. Marcelino Oreja, allí mismo, me contestó que sí, que tenía toda la razón, que no podíamos ir con el nombre de España y que preparara las cosas para ir como Comité Olímpico Español, cosa que así ocurrió”.
Añade, además, para cerrar este capítulo, un momento significativo para él: “La noticia de la elección de Samaranch de presidente del Comité Olímpico Internacional se la di yo a S.M. el Rey, que ayudó muchísimo como siempre en aquel momento, en la Escuela Naval Militar de Marín el día del Carmen, 16 de julio de 1980”.
Las bases sólidas en las que se sustentó el progreso del deporte español, se establecieron antes de que finalizase la década de los 70. Así lo cree Jesús Hermida, en primera línea en aquel tiempo. “Yo no sé si realmente hubo transición deportiva, que lógicamente la hubo, pero creo que se inició unos años antes del fallecimiento del general Franco. Veníamos ya con unos planes”. Estaba en el Consejo Superior de Deportes (CSD), una dirección general que presidía el gallego Benito Castejón, que fue quien le llamó para trabajar a su lado. “Me llamó para ser director adjunto de Deportes, o sea coordinar todas las federaciones deportivas. Y lógicamente era conocedor del desarrollo que había que dar al deporte de alta competición y a todas las modalidades deportivas en general”.
Cierto es que su nombre ya había sonado para presidir el CSD bastante antes de que se pusiera al frente de él en 1980. Y su entrada, para presidirlo, fue cuando menos curiosa. “Recuerdo anecdóticamente que el día que me incorporé a mi despacho, debió ser un 20 de enero de 1980, encontré el Consejo Superior de Deportes en huelga general de funcionarios”. Ya entonces la Ley General de la Cultura Física y el Deporte estaba siendo debatida en el Senado. “Yo quise cambiar la Ley, quise darle un tono distinto”, argumenta, pero le indicaron de que “estaba muy avanzada, que había que seguir defendiéndola pero que hiciese los cambios que quisiera oportunos que se me iba a respaldar”.
“Introdujimos muchas innovaciones”, explica. “Ha sido la primera aplicación práctica del artículo 43.3 de la Constitución”. Lo que se afirma en este artículo es que los poderes públicos fomentarán la Educación Física y el Deporte; asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio. Pues bien, a partir de ahí “se reguló todo el proceso de desarrollo de la Ley; se reguló, algo inédito, a través de catorce reales decretos con todos sus previos informes del Consejo de Estado, otras catorce órdenes ministeriales del propio Gobierno…” Lo tiene muy claro. “Le dimos realmente la vuelta al deporte español como a un calcetín”. Se muestra satisfecho y orgulloso. “Fue una gran labor jurídica porque además de estas disposiciones legales a nivel de Estado, se confeccionaron los estatutos democráticos de las 53 federaciones deportivas españolas, los del propio Comité Olímpico Español, los de la Mutualidad General Deportiva…”.
También por entonces se decidió otorgarle titulación universitaria a los licenciados en Educación Física. “Era una vergüenza que los titulados del INEF no tuvieran ninguna titulación académica sino simplemente un diploma que les daba el propio Instituto de Educación Física pero sin ningún reconocimiento del Ministerio.” Pero además se aprovechó para que los profesores sin titulación alguna pudieran convalidar sus conocimientos accediendo así al título. “Se hizo una labor en profundidad gordísima”.
Y por aquella época ya se advertía que las cosas iban cambiando, si nos atenemos a la actuación de los españoles en los Juegos de Moscú. “Por primera vez pasamos de un máximo de dos medallas en casi cien años de desarrollo olímpico”.
Donde hubo que poner manos a la obra, nunca mejor dicho, fue precisamente en la construcción de espacios para el deporte. “El número de instalaciones deportivas que hicimos en tres años fue del orden de siete mil. Teníamos establecido que no podía haber un solo municipio en España que no tuviese por lo menos una mínima instalación deportiva”. Porque otro logro de entonces fue que “el deporte tuviera un presupuesto estatal directo como otra actividad más del Estado”, y no dependiera de las Apuestas Mutuas Deportivo-Benéficas (las quinielas).
Cuenta Hermida que en Galicia, con la colaboración de municipios y diputaciones, se hicieron pabellones deportivos en Redondela, A Estrada, Lalín y Vilagarcía y que, curiosamente, no cuajó el que se pretendía para Marín, su entrañable localidad. Y en cuanto a pistas de atletismo, ya solo con intervención del CSD, se hicieron la de A Coruña, la de Vigo y la de la Universidad de Santiago, remodelándose la de Pontevedra.
Inevitablemente, estaban destinados a coincidir. Jesús Hermida y Primo Nebiolo (quien llegaría a ser presidente de la Federación Internacional de Atletismo, la IAAF) eran dirigentes de primer nivel, ex atletas ambos, y sintonizaron admirablemente desde el primer momento. Se conocieron en 1959 en Torino, con motivo de los Juegos Mundiales Universitarios, cuya denominación allí fue ya Universiada por primera vez. Hermida desempeñaba el cargo de director del Deporte Universitario Español y Nebiolo le pidió que retirase al periodista Virgilio Hernández Rivadulla de su puesto de vicepresidente en la Federación Internacional de Deporte Universitario (FISU) porque su pretensión era la de acceder a la presidencia.
“Acepté como estrategia política y de reivindicación y de peso para el deporte universitario español y a partir de ahí se hizo gran amigo mío. No daba ningún paso sin llamarme, sin consultarme”. Y saca a relucir lo anecdótico de una de estas conversaciones. “Cada vez que me llamaba con algo delicado del propio deporte italiano, yo le decía: ‘Bueno, pero Primo por qué me llamas a mí, yo soy español´. Dice: ‘Aquí en Italia todos me quieren pisar porque tienen ambiciones y tú en Italia no vas a tener ambiciones, por eso te consulto´. Éste era Nebiolo con el que he terminado recorriendo todo el mundo y siendo realmente íntimos amigos”.
Jesús Hermida, abogado e ingeniero de Mecanización Agraria y Construcciones Rurales, es poseedor de diversas condecoraciones y distinciones de las que entresacamos únicamente la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo (1995) en nuestro país y Caballero de la Orden al Mérito de la República Italiana (1971) o la Medalla al Mérito Deportivo de Portugal (1968). Es Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Guadalajara (México, 1982).
A la vista del artículo, iba a comentarte que en la inauguración de las pistas de Vigo, en la reunión atlética de inauguración, gané el 3.000m y realicé la mejor marca de la reunión, recibiendo el Trofeo de manos del mismo Hermida y del Alcalde Manuel Soto.
Ya he visto que lo has recogido con una foto del evento.
Un abrazo,
Los que le hemos conocido y trabajado con él,creo
que lo podemos definir como:
UN GRAN PROFESIONAL DEL DEPORTE pero MEJOR PERSONA
Supo trasladar su amor por aquel «heroico» atletismo
escolar al ingente trabajo que desarrolló, por la
modernización y actualización
deporte español en los diferentes cargos que fue
ocupando a lo largo de su dilatada vida de gestión
deportiva.
Soy uno de los convencidos que el deporte español
sigue en DEUDA permanente con JESÚS HERMIDA
EN LOS XVIII JUNACIONALES,ME ENTREGO PERSONALMENTE EL BRONCE QUE GANE EN SALAMANCA Y EN LANZAMIENTO DE JABALINA,TRAS MARIN Y CANO (YA DECATLETA). A MAS DE UNO LE EXTRAÑO QUE QUIEN ERA YA JESUS,ENTREGARA UNA PRESEA DE BRONCE…NUESTRO CONOCIMIENTO YA ERA ANTERIOR,:por gallego.por arquitecto,y ya luchador politico por el deporte universitario(esto aun ocurria con el SEU vivo)
DESPUES VINIERON OTROS BAILES…
MANUEL JOSE MONTERO MERAYO.ARQUITECTO
EX-PRESIDENTE DE LA F.D.UNIVERSITARIA DE CCATALUÑA