Una plusmarca en el Tribunal Supremo
Con sus diez títulos de campeón de España de lanzamiento de jabalina inevitablemente se hizo un sitio entre los elegidos, pero fue a partir de 2003, al conseguir el récord nacional, cuando Gustavo Dacal (Baltar, Ponte Caldelas, Pontevedra, 1977) se encontró con un protagonismo inesperado. Tuvo que pelear por esa plusmarca en los juzgados durante años hasta que el Tribunal Supremo determinó en 2009 la validez de sus 78,88 metros; sin embargo, no sería hasta 2017 cuando la Federación Española de Atletismo (RFEA) reconocería el registro que le permitía adelantar a Julián Sotelo (78,78 en 1992).
Su contacto con el atletismo se produjo cuando contaba 16 años. Tenía un hermano jugando al fútbol en el Salgueiriños de Pontevedra, de tal modo que lo acompañó en una ocasión al entrenamiento y esto le valió para que lo integraran a él en el conjunto cadete por espacio de un par de meses. En una instalación anexa al estadio de la Juventud, que estaba rodeada por una red, los lanzadores de peso de la Sociedad Gimnástica dejaron olvidada una bola y como Gustavo era el joven de constitución más fuerte, sus compañeros le dijeron si sería capaz de lanzarla por encima de la red. Fue decirlo y hacerlo. Gustavo la cogió con una mano y la situó como si nada al otro lado. Aquella sorprendente hazaña la comentó posteriormente uno de sus compañeros al conserje de la instalación y este a su vez al entrenador Javier López Viñas. Y López Viñas, naturalmente, acabó yendo a preguntarles a aquellos jóvenes futbolistas por el muchacho lanzador. Algo desconcertado, tal vez temeroso por si había hecho algo mal, Gustavo se identificó. Desde ese momento pasaría a engrosar el mundo atlético adiestrado por López Viñas.
No se inclinó de manera definitiva por ser lanzador de jabalina hasta 1996, cuando quedó campeón de España júnior en Barcelona con 62,00 metros (segundo fue Felipe Fernández, 61,42). Hasta entonces Gustavo Dacal había sido un atleta que buscaba su sitio en el decatlón, aunque, cierto es, ya lanzando el dardo de manera primorosa. Le ofrecieron entonces la posibilidad de integrarse en la Blume madrileña y llegó a estar en ella concentrado un par de veces, lo suficiente como para darse cuenta de que estar lejos de casa y de su ambiente, no era lo suyo. “Me parecía poco personal estar allí metido todo el día. Solo te dejaban venir a casa dos o tres veces al año y creía que no me iba a adaptar. Y aposté por no ir”, comenta Gustavo satisfecho por la decisión.
De todos modos, acabó cambiando Pontevedra por A Coruña en 1998. La decisión vino forzada por las obras en la instalación en la que se entrenaba, el estadio de la Juventud, que además carecía de las condiciones adecuadas para un atleta como él ya situado entre los mejores del ranking nacional y, por otra parte, necesitado de un asesoramiento técnico más específico. Fue precisamente Javier López Viñas quien le indicó que se marchara para A Coruña donde Raimundo Fernández Vázquez tenía un núcleo de lanzadores de vanguardia, entrenándose en un lugar con todo lo necesario para progresar. Y allí estuvo desde 1998 a 2002. Cuando regresó a Pontevedra, ya con un sitio para prepararse de lo más idóneo, lo dirigió nuevamente un más experimentado López Viñas, “de lo mejorcito que hay”, diría el atleta años después.
En los últimos días de julio de 1999, en Sevilla, Gustavo Dacal ganaría su primer campeonato de España absoluto con un último lanzamiento de 73,14 metros (segundo fue Raimundo Fernández Fernández, 70,11), sin que ello, posiblemente, hubiese llamado demasiado la atención porque llegaba a la capital andaluza después de haber sumado sendos triunfos nacionales en la categoría promesa: en 1998 venciera en Castellón con 71,35 a F. Fernández, 68,09, y en 1999 en Torremolinos su superioridad fue aplastante al conseguir un tiro de 70,32 y quedarse Edward Veranes en 64,98.
Desde entonces se mostró implacable con el dardo en el torneo cumbre español. En el año 2000, en las pistas barcelonesas de Montjuic, fue el único de los participantes que sobrepasó los 70 metros (en tres ocasiones) llegando hasta los 72,61 y Veranes, subcampeón, alcanzó los 69,41. Precisamente este último atleta, Edward Veranes, sería el campeón en 2001 con 72,31, mientras que Gustavo Dacal, 70,70, cuarto, no pisaba el podio por cuatro centímetros siendo superado por Alejandro García.
En Salamanca, año 2002, el lanzamiento de jabalina volvió a lo previsto. Gustavo quedó campeón con 73,64 y José Manuel Hermoso hizo 71,79. En 2003, en Jaén, cuando el atleta de Ponte Caldelas ya había situado la plusmarca española en 78,88, aunque entonces estaba “en trámite de homologación”, según señala Atletismo Español, sumó un nuevo título al ganar con 74,96, siendo Alejandro García quien más se le aproximó con 70,19.
Año 2004. Almería. El podio de la jabalina quedó así: 1º. Gustavo Dacal, 71,23; 2º. Raimundo Fernández, 70,04; y 3º. José Manuel Hermoso, 69,56. Atletismo Español dice de él que “empieza a ser leyenda en la jabalina española”, sin ocultar que este lanzamiento es “el más débil para nuestros intereses”; hace ver también que, por el resultado final, se podría apreciar que Gustavo había ganado “apuradamente” y que eso no era así ya que había realizado otros “dos disparos” (70,28 y 70,07) que superaban a lo conseguido por Raimundo Fernández; “la emoción en todo caso reinó pues antes de la última ronda apenas 24 centímetros les separaban”.
Nuevo título en 2005. Esta vez en Málaga. El gallego colocó el dardo a la distancia de 73,16 metros y José Manuel Hermoso algo menos, 68,74 metros. Atletismo Español es contundente en su análisis: “Abrumador dominio de Gustavo Dacal, que podría haber presentado cualquiera de sus cinco primeros latigazos para reivindicar el título; todos ellos superaron la cota de los 70 metros (…) Aunque con menos glamour que otros lanzadores (léase Martínez o Pestano) también se ha convertido Dacal en un coleccionista de coronas nacionales, entonando aquí la sexta sinfonía”.
Gustavo Dacal, con un mejor lanzamiento de 73,35, superó a Rafael Baraza en Zaragoza en 2006. Y lo mismo sucedió en 2007 en San Sebastián donde ganó con 73,13 (su rival, 68,87). Y volvió a repetirse la historia en Santa Cruz de Tenerife en 2008, con Gustavo asentado en la primera posición, 73,53, y Baraza, 72,58.
Su décimo triunfo en los Campeonatos de España se produjo en Barcelona en 2009, y se lo peleó con mucho corazón, al situarse primero en el quinto lanzamiento, el también gallego José Manuel Vila. Este dramático momento final lo relata Atletismo Español comentado de Dacal, que “aspiraba a incorporarse a la lista de los superlativos, aquellos 30 colosos que han ganado más de diez títulos absolutos a lo largo de la historia del Campeonato”, y había tenido que “realizar un último y definitivo esfuerzo para ganar la prueba por un margen nunca visto de dos centímetros. Era su décimo título de campeón de España, el que más le ha costado”. Gustavo Dacal se impuso con 73,89, José Manuel Vila alcanzó 73,87, y Rafel Baraza hizo 71,62.
Puede sorprender que en la edición de 2010, Dacal se fuera en la clasificación hasta el séptimo lugar con solo 65,21 metros en su mejor lanzamiento (ese campeonato en Avilés lo ganó Rafael Baraza con 74,21), lo que hay que atribuírselo a que no llegó en las mejores condiciones físicas. Había tenido molestias en la espalda entrenándose, no llegó a hacer prueba médica alguna y acudió a los Iberoamericanos sin estar bien (finalizó décimo con 67.13); posteriormente afrontó con considerable dolor un nuevo torneo y se presentó en los Campeonatos de España “después de estar cinco días infiltrándome en la espalda para poder lanzar”. En Avilés hizo un primer tiro “pero ya fue imposible”, recuerda. “Intenté forzar un poquillo pero tal como me vi en el calentamiento no quise arriesgar”. Tras hacerle una resonancia se comprobó que tenía una hernia.
Se queda, en el recuerdo, con el primer campeonato de España que ganó en 1999, “un recuerdo muy bonito” por haber sido la primera vez que alcanzaba este torneo absoluto y “además nadie contaba conmigo” al ser un concursante que militaba en la categoría sub23. Y el lado amargo, porque le resultó difícil la consecución del triunfo, lo vivió en 2004 cuando ya estaba clasificado para los Juegos Olímpicos de Atenas. Pero unas seis semanas antes de esta cita “me rompí la mano derecha en un entrenamiento haciendo unas vallas”. Le escayolaron la mano y aun así su intención fue la de acudir a los Campeonatos de España. Se quitó la escayola y la sustituyó por una férula, que se retiró para competir. Ya con el primero de sus lanzamientos entró en la mejora y la victoria la saboreó con el último tiro. “Fue especialmente difícil y también un poco frustrante” ya que no acudió a los Juegos. “Fue duro”. Sin embargo, pasados los años, se reconforta por haber vencido “un campeonato de España en unas condiciones bastante lamentables”.
El 5 de abril de 2003, en el estadio pontevedrés de la Juventud, Gustavo Dacal lograba lanzar el dardo a 78,88 metros. Nunca había llegado tan lejos. Era récord de España. Pero la alegría de aquel día se trocó de inmediato en una creciente decepción. Aquella plusmarca no se la daban por buena alegando que había competido con una jabalina que no estaba homologada. “Dicen que le faltaba dos milímetros en el centro de gravedad. Era la misma que habían admitido en un torneo un mes antes”, llegó a manifestar en La Voz de Galicia. También se adujo que no había competido con la vestimenta de su club. En definitiva, la marca no se veía con buenos ojos y por eso no se le concedía el premio que debía merecer.
Pero Gustavo Dacal no se quedó de brazos cruzados. Cuando el Consejo Superior de Deportes se inhibió ante su reclamación, el vigoroso hombre de Ponte Caldelas llevó el asunto hasta la justicia ordinaria. Se hizo necesario una lógica espera sin que su paciencia se resquebrajara. Siguió luchando y ganando en las pistas hasta que, en junio de 2008, recibió una enorme satisfacción al decidir la Audiencia Provincial de Madrid que su registro era válido; además se condenaba a la Federación Española de Atletismo (RFEA) a pagarle 23.000 euros ya que el atleta tenía que haber percibido lo correspondiente a una beca.
El asunto, en todo caso, no se paró ahí. Tendría que ser el Tribunal Supremo el que decidiera definitivamente sobre este récord que se le negaba a Dacal. Y en diciembre de 2009, el Supremo emitía su fallo favorable al atleta, mientras que, en el seno federativo español, al recibir la sentencia, su director general, José Luis de Carlos, comentaría en tono irónico que “tiene gracia que los jueces decidan los récords de España”. Lo que esto significaba para Dacal lo explicaba a los pocos días en La Voz de Galicia: “Me da tranquilidad que a este tema ya no se le puedan dar más vueltas. Queda zanjado reconociendo que tenía la razón. A partir de ahora podré tener la cabeza puesta en el entrenamiento sin distracciones de otro tipo”. Más adelante, en Radio Obradoiro, hablando sobre este desafortunado caso, se mostró así de elocuente: “A nivel de mi carrera deportiva fue un gran atraco y una zancadilla muy grande porque, con 26 años, lanzar casi 80 metros en lo mejor de mi carrera, quitarme esa marca…”
Todavía tardaría años nuestro hombre de Ponte Caldelas en verse entre los plusmarquistas españoles de jabalina, lo que sucedió en 2017. La RFEA reconocía entonces su récord de 2003 y Dacal, en las redes sociales, escribía el 9 de mayo: “Hoy amanecí con esta agradable noticia. 14 años tarde pero al final, al César lo que es del César”. Afirmaba de Raúl Chapado, presidente de la RFEA, que era “un caballero” y terminaba en estos términos: “Abrazos y mi gratitud a todos los implicados en el proceso. Espero que dure poco”.
El récord de Gustavo Dacal fue superado el 17 de febrero de 2018 por el vasco Odel Jainaga, al conseguir en Castellón un registro de 80,64 metros.
Una vez dejada la competición (se despidió de la misma con veintidós internacionalidades y ocho títulos de campeón gallego), Gustavo Dacal siguió asido a la jabalina con intención de poder enseñar cuanto sabía sobre ella. Su experiencia tenía que valer para algo. Y todo empezó cuando trabó amistad con dos lanzadores de jabalina mexicanos que se estuvieron entrenado unos meses en Pontevedra y se despidieron satisfechos con el trabajo realizado. Uno de ellos, José Lagunes, y su entrenador le propusieron a Dacal la posibilidad de que viajara a México para seguir asesorándolo un corto espacio de tiempo y así lo hizo en 2010. “Una experiencia muy buena”, comentó el gallego ese mismo año. Había estado en Monterrey, en la Universidad Autónoma de Nuevo León a la que pertenecía Lagunes, pero también se llegó hasta al estado de Veracruz, donde una asociación estaba interesada en que alguno de sus atletas pudiera recalar en Galicia.
De esta manera fue como los mexicanos encontraron en Gustavo Dacal a la persona idónea para que relanzase entre ellos el lanzamiento de jabalina mientras que él, por su parte, encontró en México el lugar en el que poder disfrutar con lo que le hace tremendamente feliz.
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