Primera gran martillista
Dejó pausadamente el disco convertido en un bonito recuerdo y se agarró esperanzada al martillo con el que al parecer sus posibilidades de éxito se iban a incrementar. Y se incrementaron. ¡Vaya si se incrementaron! Cuando Dolores Pedrares (Tui, 1973) decidió el 27 de julio de 2008 que ya estaba bien, que se retiraba del atletismo, lo hacía después de haber batido el récord de España de lanzamiento de martillo en once ocasiones (desde aquel primero con 57,04 metros en 1997 hasta el último de 61,46 en 2001), además de haber sido campeona nacional cuatro veces y seis subcampeona. Vistió la camiseta de España veinticinco veces, habiendo estado en los Mundiales de Sevilla 1999 y en los Campeonatos de Europa de Budapest 1998, Múnich 2002 y Gotemburgo 2006.
Lo del atletismo ya empezó a sentirlo cuando estaba en el colegio número 2 de Tui porque allí se encontró, como suele ocurrir tantas veces, con un apasionado de este deporte, don Alfredo, un profesor, y una vez que llegó al instituto el atletismo ya estaba plenamente asumido y hasta empezó a destacar ligeramente y todo. Y su primer club fue el Club Remo do Miño de Tui, que no forjaba atletas pero en el que Tato, otro entusiasta del mundillo atlético, se empeñó en cobijar a unos pocos. Después, Dolores Pedrares estuvo durante un curso en el Centro Gallego de Tecnificación Deportiva de Pontevedra (la entrenó Santiago Ferrer) cuando estudiaba COU, y seguidamente inició su carrera de Educación Física en Bastiagueiro (A Coruña). Ya consolidada como atleta perteneció al Real Club Celta y durante las diez últimas temporadas (de 1999 a 2008) al Valencia Terra i Mar estimulada en este caso por unos beneficios económicos tan necesarios para poder, dijo una vez retirada, “dedicarse profesionalmente digamos entre comillas al atletismo. Eso te permite entrenar, vivir de eso, y es muy importante para el desarrollo de tu carrera deportiva”.
Empezó siendo una discóbola muy dispuesta y ya se le pudo ver, aunque posiblemente no tanto como le hubiera gustado porque era muy joven (18 años) y se quedaba alejada de las mejores, en los Campeonatos de España absolutos de 1991 en Barcelona, donde sus 37,92 metros la ubicaron en la novena posición. Pero aquel año 91 la atleta del Celta lo terminó con una mejor marca de 41,68, en el puesto decimocuarto del ranking nacional dominado por la coruñesa Ángeles Barreiro con 56,70.
Posteriormente en la competición nacional de la categoría promesa, con las participantes más en consonancia debido a la edad, alcanzó una medalla de bronce en 1993 y una de plata en 1994 y este mismo año, en la cita absoluta en San Sebastián, se situó la séptima con 45,22, aunque pondría el punto final aquella temporada con un registro de 51,02, su mejor marca de siempre (quinta en el ranking español). Claro que todavía habría de sacarle más recompensa siendo promesa ya que en 1995 fue doble medallista de plata: en disco y en martillo (las mujeres empezaron entonces ya a lanzarlo); su marca con el martillo fue de 39,38 metros, mientras que la ganadora, L. Cabrera, llegaba a 44,06.
Dolores Pedrares se estuvo entrenando con Raimundo Fernández Vázquez en la Escuela de Lanzamientos que el técnico tenía en A Coruña, y fue con él con quien decidió cambiarse del disco al martillo, simultaneándolos por un tiempo, aunque, según comenta, “era muy difícil combinar dos técnicas muy diferentes”. Aquella situación estaba abocada a su fin desde un primer momento. Con el disco, conste, parece claro que era una mujer diestra. “No se me daba mal pero con mis características, que no soy muy alta, mido 1,66, teóricamente era mejor para mí el martillo. Y probamos. Y bueno, salió bien”. Pero en 1996 todavía Dolores no se había desprendido del disco y lo compatibilizaba con el martillo. En Málaga, en los Campeonatos de España absolutos, se clasificaba séptima en la prueba de disco con 44,04, mientras que conseguía la medalla de plata en martillo al lanzar 49,82 (la venció Susana Regüela con 53,44). Ahí, en todo caso, se produjo su despedida con el artilugio con el que había comenzado en el atletismo.
El de 1997 fue un año que tuvo mucha significación para ella al batir dos veces el récord de España de martillo. En Gijón, el 21 de junio, en un encuentro de los clubes Esmena, Larios y Celta, fue la más poderosa al conseguir en su último lanzamiento 57,04 metros, la primera de sus plusmarcas; Erika Soriano, segunda, se quedó bastante alejada con 47,62, y Pilar Martín, tercera, con 45,78. Sin embargo, un mes más tarde, en los Campeonatos de España en Salamanca no era capaz de ratificar aquella marca, ni siquiera acercarse a ella, de tal manera que acabó quinta con unos pobres 50,16 (el oro fue para Susana Regüela con 55,32). Pero dos días después de finalizado este torneo, es decir, el 22 de julio, en la misma Salamanca, Dolores se crecía y situaba su récord español en 57,16.
Debido a que la sintonía existente entre Raimundo Fernández y Dolores era una sintonía que estaba electrificada, el tándem se deshizo y la atleta emprendió el camino hacia Madrid para ser entrenada por Raúl Jimeno, del que llegó a afirmar que su carrera había mejorado mucho desde que se puso en sus manos. “Es cierto”, dice. “Es lo que pienso. Yo llegué a Madrid a entrenar con Raúl con 61 metros y después lancé 67. Creo que fue un gran cambio para mí”. Pero no solo se trataba de sustituir un entrenador por otro. Mientras que en Madrid tenía “unas condiciones muy buenas para entrenar martillo: buenas instalaciones, buen material, de todo”, en Galicia “tuve muchos problemas siempre para poder lanzar”. Estudiando en el INEF de Bastiagueiro vivía en un continuado contratiempo. “Tenía que lanzar en una carretera con ovejas; después se habilitó una zona en el medio de un monte que al final nunca se acabó; bueno, fue una peregrinación bastante dura”.
El primero de sus cuatro títulos nacionales lo obtuvo en Sevilla en 1999, donde dejó muy claras las cosas desde el inicio puesto que el lanzamiento con el que abrió el concurso de 58,35 metros acabó dándole el triunfo; se vio acompañada en el podio por Susana Regüela, 55,03, y Ainhoa Cabré, 53,28. Y a esta edición le siguieron tres más de manera consecutiva con la victoria como recompensa: en Barcelona, el año 2000, se impuso con 58,74, siendo Erika Soriano e Irene Polo las inmediatas seguidoras con 53,70 y 52,38; en Valencia, año 2001, ganó con 58,95 mientras Erika Soriano se quedaba en 56,14 y Ainhoa Cabré en 53,90; y en Salamanca, en 2002, Atletismo Español relató así el que fue su último oro: “Dolores Pedrares echó de menos competitivamente la presencia de Berta Castells (compitiendo en el Mundial júnior), pero aprovechó esta ausencia para marcarse su 4º título de campeona de España sin problemas (marchó en cabeza desde su 1ª tentativa). En su último lanzamiento se fue hasta 62,57, récord de los Campeonatos y a solo 43 cm. de la mínima para Múnich (donde acabaría yendo). Ainhoa Cabré (56,60) e Irene Polo (54,99) se ganaron plata y bronce, respectivamente”.
Además de su medalla de plata de 1996, contabilizó otras cinco más. Susana Regüela la superó con 54,33 en 1998, Berta Castells lo hizo con 64,25 en 2003, con 66,84 en 2005 y también en 2006 con lo que igualaba los cuatro títulos de Dolores, “en un concurso”, se escribió en Atletismo Español, “copado por el Valencia, que metió a cuatro atletas entre las cinco mejores. Ambas protagonizaron una lucha cerrada hasta que la catalana largó la bola a 66,03 metros en su cuarto tiro. Pedrares lanzó medio metro menos”. Y en 2007, en San Sebastián, un día en el que, recuerda Dolores, “llovía a mares e hicimos muchos nulos”, ella se quedaba en 59,35 y Castells fijaba distancias con 64,44.
Su despedida del atletismo se produjo el 27 de julio de 2008, en los Campeonatos de España celebrados en Santa Cruz de Tenerife. Aquel día tan especial y entrañable se adjudicó la medalla de bronce al lanzar 57,78, mientras Berta Castells se colgaba el oro con 64,13 y Laura Redondo la plata con 59,36. De ese trascendental momento dice: “Yo tenía muy claro que en 2008, saliera bien o saliera mal, iba a ser el punto final. Fue emotivo porque era el último y porque noté el cariño de la gente; la gente me aplaudía y eso también reconforta. Me hinché a llorar, vamos”. Dolores dejó el atletismo con una mejor marca en martillo de 67 metros 14 centímetros realizada en 2004, y fue campeona gallega ocho veces, una en disco y siete en martillo.
En las grandes competiciones internacionales no pudo brillar como lo hizo en el ámbito doméstico. En los Mundiales de Sevilla 1999 realizó una marca de 54,84 metros (entre 21 mujeres fue la 19ª) y Atletismo Español reseñó: “Lanzando más de 60 metros hubiera cumplido”. Y en las tres citas europeas en las que estuvo no llegó a ser finalista: en Budapest 1998 quedó la decimosegunda de su grupo de clasificación con 54,34, en Múnich 2002 lanzó 59,93 situándose la 13ª de su grupo, y en Gotemburgo 2006 su lanzamiento de 61,69 la colocó en el puesto 27 entre un total de 40 participantes.
En los Iberoamericanos, un torneo de menor exigencia, obtuvo cierta recompensa. Aunque solo fue sexta en Lisboa 1998, consiguió la medalla de bronce en Guatemala 2002 y la de oro con anterioridad, en Río de Janeiro 2000, donde lanzó 61,39 metros, récord de España, y estuvo acompañada en el podio por la argentina Carina Moya (58,90) y la portuguesa Vania Silva (57,35). De este torneo en suelo brasileño comenta: “Lo recuerdo con mucho cariño porque, aparte de que conocí a mi marido allí (Frank Casañas, padre de sus dos hijos), fue un campeonato de esos en que todo sale bien y que te encuentras muy a gusto. Fue un gran campeonato”.
Durante tres años, de 2006 a 2009, estuvo integrada en la Escuela de Entrenadores de la Federación Española de Atletismo y desde el año 2012 ejerce de coordinadora de la sección de atletismo del Centro Gallego de Técnificación Deportiva de Pontevedra.
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