En un período de cien años (1917- 2017), Galicia organizó cinco Campeonatos de España de pista al aire libre: dos en Vigo (1921 y 1988), otros dos en A Coruña (1957 y 1962), y uno en Santiago de Compostela (1982).

Alcanzada ya la quinta edición, la de 1921, Vigo fue la localidad asignada para acogerla. En el campo de Coya (escrito así entonces) se enfrentaron únicamente atletas gallegos y tres destacados guipuzcoanos. Precisamente, el torneo estuvo a punto de suspenderse por la ausencia de atletas de otras regiones, lo que lo convirtió en un torneo no del todo atractivo.  Y los guipuzcoanos arrasaron con todo: Diego Ordóñez ganó los 100 y 200 metros, Ignacio Izaguirre fue el mejor en jabalina (batió el récord de España con 42,63), en disco, peso y en salto de longitud sin impulso, y Juan Muguerza venció en 800, 1.500 y 5.000 metros, además de hacerlo en 110 vallas.

José Alonso Valero se quedó sentado en la pista tras haber caído en la final de 400 vallas en los Campeonatos de España de 1982 en Santiago (ECG)

Solo hubo un triunfo para los representantes gallegos en ese certamen de 1921, pero este triunfo tiene una honda significación ya que corresponde al del primer atleta de Galicia que ha sido campeón de España. Se trata del vigués de la parroquia de San Andrés de Comesaña Guillermo Moreira (1901-1961), que corrió los 400 metros.  Aunque Guillermo Moreira quedó segundo en esa carrera tras Gillermo Bachman (representaba también a Galicia), este, por ser extranjero, no pudo adjudicarse el título, algo lógico pero decidido así con el transcurrir de los años.

Cristino Álvarez Hernández, que ejerció como presidente de la Federación Gallega de Atletismo desde 1947 a 1957, era entrevistado en La Voz de Galicia el 20 de julio de 1957, el mismo día que comenzaban en Riazor los Campeonatos de España. Cristino Álvarez, en su cometido de alcalde accidental de A Coruña y también vocal de la Federación Española de Atletismo, ponía de relieve el interés que existía en Galicia por tener esta competición. “Habíamos solicitado reiteradamente la organización de un encuentro internacional entre España y Portugal. Había ambiente favorable en Madrid, y ahí nos llegaron estos campeonatos que colman todas las ambiciones”, manifestó un satisfecho dirigente, quien, además, señaló que le había llegado la ocasión a la ciudad coruñesa y a su Ayuntamiento “por haber construido tan magnífico recinto deportivo”, refiriéndose, claro está, al estadio de Riazor.

Con solemnidad. Así se concibió la apertura de los Campeonatos de España de 1957. En la Catedral de Santiago tuvo lugar el encendido de la antorcha olímpica que fue llevada por relevistas hasta A Coruña. Eran las nueve de la noche del día 19 cuando la antorcha hizo su aparición en la Plaza de Orense, a la que daban escolta motoristas del Moto Club Coruña. Desde este lugar “se realizó el último relevo hasta el Ayuntamiento por los atletas coruñeses Julio Castro, Francisco Rama y Jorge Doncel, al alimón, en medio del entusiasmo del público que aplaudió en el recorrido por las calles coruñesas”.  La antorcha permaneció toda la noche en el consistorio y al día siguiente, el primero del torneo, hizo su aparición con ella en el estadio “el atleta más antiguo en activo”, Roberto Rodríguez-Ozores.

Durante los dos días de competición, 20 y 21, los gallegos consiguieron dos títulos con José María Guillén (triple salto) y José Luis Torrado (400 metros), aunque no convendría olvidarse del vigués Manuel Augusto Alonso (3.000 obstáculos) que defendía los colores de Cataluña, donde estaba residiendo.

Benjamín González (392) salió campeón de España de 400 metros en Santiago (ECG)

En La Voz de Galicia se cuentan las vicisitudes del lucense afincado en A Coruña José María Guillén en el triple, quien comenzó el concurso con dos saltos nulos, “pero en el tercero y último asombra a atletas y espectadores, con un soberbio salto de 13,83, que además de mejorar la anterior marca de Galicia, le coloca a la cabeza de la clasificación”. Y ya nadie fue capaz de superarlo.

La carrera de 400 se la adjudicó el representante de Cataluña Francisco Ruf (50.7), con José Luis Torrado en segunda posición (51.0) y Cabrera, tercero (51.4). Pero como Ruf era de nacionalidad alemana, el título recayó en Torrado, tal como estaba estipulado en los estatutos federativos. “Torrado”, comenta La Voz, “tiene unas facultades poco comunes, tiene genio, nervio, pero… le falta un entrenador. Se nota perfectamente en la manera de correr, de salir, de llegar…”.

En cuanto a Manuel Augusto Alonso, su claro triunfo en los 3.000 obstáculos vino acompañado del récord de España (9:15.6), quedando sus rivales netamente distanciados: el vizcaíno J. Fernández acabó segundo (9:36.4) y el pontevedrés José Castro Ruibal, tercero (9:40.2). Para Alonso fue un campeonato muy bien aprovechado porque también se clasificó tercero en 5.000 metros.

Los demás campeones de 1957 fueron: Alfonso Vidal-Cuadras (13,73 en peso y 43,54 en disco), José Planas (52:32.2 en 10.000 metros marcha), Cesáreo Marín (56.4 en 400 vallas), Tomás Barris (1:52.6 en 800 y 3:56.8 en 1.500), Jaime López Amor (11.3 en 100), Alberto Díez (22.7 en 200), Jesús Hurtado (14:42 en 5.000 y 30:55.2 en 10.000), Juan Ignacio Ariño (1,80 en altura), Félix Erausquin (45,98 en lanzamiento de barra y 81,76 en jabalina estilo español, récord de España), José María Elorriaga (46,57 en martillo), Felipe Rodríguez Armengol (3,50 en pértiga), Juan Ruano (16.0 en 110 vallas), Pedro Apellaniz (53,98 en jabalina estilo clásico), Ruiz Capillas (6,85 en longitud), equipo de Cataluña (43.5 en 4×100) y equipo Centro (3:26.7 en 4×400).

La clasificación por federaciones estuvo dominada por la catalana, que sumó 160 puntos, mientras que la gallega, entre once contendientes, terminó en cuarto lugar con 57. Y el primer club fue, con solvencia, el CF Barcelona, 50 puntos, seguido del CN Barcelona, 41, y Real Madrid, 39; el primer conjunto de Galicia fue el RC Deportivo, 23 puntos, en séptimo lugar, y la Sociedad Gimnástica de Pontevedra, duodécimo, 12 puntos.

Solo hubo que aguardar cinco años, hasta 1962, para tener de nuevo en Riazor, en sus espléndidas pistas de ceniza, otro nacional absoluto. Los atletas gallegos, en esta ocasión, únicamente lograron un triunfo, el de Manuel Augusto Alonso, pero era, como en 1957, un atleta que continuaba sumando puntos para Cataluña ya que residía allí. Pero Galicia, sin embargo, también pudo subirse al podio con José Otero, Pedro Arteaga, José Rodríguez Quinteiro, Carlos Pérez y los relevistas de 4×100.

De Manuel Augusto Alonso escribió Atletismo Español que “se impuso como quiso” en los 3.000 obstáculos, “pero tenemos que reconocer que nos preocupa el porvenir de esta especialidad, pues no vemos sucesor”. Y es que el vigués traspasó la meta en 9:08.0 y sus rivales más próximos, José Fernández y Rufino Carpena, lo hicieron algo distanciados: 9:21.2 y 9:28.6, respectivamente.

Juan Manuel de Hoz, presidente de la Federación Española, en el centro, durante la ofrenda al Apóstol en la Catedral de Santiago el 8 de agosto del 82 (ECG)

Alonso, por lo que se expone, seguía siendo un valor seguro si tenemos en cuenta que también estuvo soberbio en los 5.000 metros, alcanzando la segunda plaza (14:24.8), aunque sin que hubiese sido capaz de batir a quien todavía se mostró más soberbio, el palentino Mariano Haro, el mejor en esos 5.000 (14:20.8) y también en 10.000 (30:19.0), por lo que no debe extrañar que se dijera que, en ambas, se había impuesto “con asombrosa facilidad y llegando a la meta fresco y para seguir corriendo”.

Tanto en 5.000 como en 10.000 se hizo notar la presencia del pundonoroso vigués Carlos Pérez. Había dejado el atletismo un tiempo y se reencontraba con él con sus armas de siempre. Así al menos lo percibió Atletismo Español: “Carlos Pérez estuvo magnífico en las dos carreras; sin fase invernal de preparación y con una lesión en primavera, se ha mostrado en alza de forma, y hoy, prácticamente, es el que era cuando dejó el atletismo. Es un retorno venturoso, que debemos agradecerle”. Quedó cuarto en 5.000 (14:27.8) y segundo en 10.000 (30:23.8).

Muy eficaz se mostró igualmente el lanzador coruñés José Otero, tercero en tres pruebas: en lanzamiento de barra llegó a 40,46 metros, mientras Bonifacio Allende, vencedor, alcanzó 46,14; en peso su registro fue de 12,93 y el del ganador, Alfonso Vidal-Cuadras, 14,56; y en martillo, su auténtica especialidad, situó el artefacto en 50,80 metros, siendo superado con cierta claridad por José Luis Falcón, con 54,84, y José María Elorriaga, 53,86.

El ferrolano Pedro Arteaga, capaz de realizar con acierto pruebas dispares, se situó segundo en salto de altura (1,80) tras Juan Ignacio Ariño (1,85), acabando de tercero los 400 metros con 48.8, carrera que fue ganada por Ramón Pérez seguido de Pablo Cano, aunque ambos con idéntico registro, 48.4.

La endiablada velocidad del vigués José Rodríguez Quinteiro agrandaba desde luego su corta estatura. Y lo demostró en Riazor. Finalizó tercero tanto en 100 como en 200. Corrió el hectómetro en 11.1, idéntica marca que la del gran José Luis Sánchez Paraíso, batidos los dos por Melanio Asensio, con 11.0 segundos. Y en 200 metros, carrera ganada por Paraíso en 22.2, Quinteiro concluyó en 22.6 y, entre ambos, José Luis Albarrán 22.4.

También obtuvo una medalla de plata el equipo de relevos coruñés de 4×100 con una marca de 43.4, una décima más que los representantes de Guipúzcoa; la tercera posición fue para el conjunto de Barcelona, 44.1.

Otros campeones de 1962 fueron: Francisco Artiach (55.3 en 400 vallas), Tomás Barris (1:51.1 en 800 y 3:48.3 en 1.500), Antonio Parés (45,10 en disco), Luis Felipe Areta (7,12 en longitud y 14,72 en triple), Emilio Campra (14.9 en 110 vallas), Alfonso Carlos de Andrés (60,43 en jabalina), Miguel Consegal (4,00 metros en pértiga), y el equipo de Guipúzcoa (3:25.1 en relevos 4×400).

Fueron doce las federaciones que intervinieron en esos Campeonatos de España del 62, resultando ganadora Barcelona con mucha diferencia de puntos, 381,5, puesto que Madrid consiguió 225 y Guipúzcoa 179,5; A Coruña quedó quinta con 144, Pontevedra fue séptima con 113, y décima Lugo con 59,5.

Información en La Voz de Galicia de la última jornada de los Campeonatos de España de 1957 en Riazor

Una vez ampliado el estadio universitario de Santiago, reemplazando su pésima pista de ceniza de 333,33 metros por otra de 400 metros de material sintético, sirvió de escenario para los Campeonatos de España celebrados del 6 al 8 de agosto de 1982. Se vivió con mucho interés el acontecimiento, con un graderío atestado de público, aunque en el mismo se presentó un indeseable invitado con intención de estropearlo todo. Las primeras líneas de la crónica en Atletismo Español son bien elocuentes, al indicar que el torneo pasaría a la historia como “el Campeonato del viento” porque el “viento es, con mucho, el peor enemigo que un atleta puede tener”. Y es que el “ventarrón destrozó todas las marcas en velocidad, no benefició ostensiblemente a los saltos horizontales y falseó los registros de casi todas las carreras”.

Póngase como ejemplo de ese insoportable visitante lo que ocurrió en el foso del salto de longitud, de tal manera que Antonio Corgos realizó en su primer intento una marca de 8,16, “con casi cuatro metros de viento a sus espaldas. Luego hizo un nulo y se retiró de la competición, asegurado como estaba su triunfo”. En esta prueba, en la que intervinieron once atletas, únicamente hubo dos, Ramón Cid y Rafel Blanquer, cuyas marcas no se vieron alteradas al ser favorecidas por los efectos de un viento desbocado.

Sin la presencia en la pista de José Luis González, habitual candidato al triunfo, los 1.500 se quedaron en exclusiva en una demostración de calidad y exquisito estado de forma por parte de José Manuel Abascal. Dice Atletismo Español: “Se encargó de avivar el ritmo el santiagués Benjamín Fernández, jaleado por su público, y Abascal atacó de forma inapelable cuando faltaban 450 metros para la línea de meta”. El santanderino cerró su actuación con una marca espléndida, 3:37.97, finalizando el segundo clasificado, Lindoso, en 3:43.16.

El infortunio se cebó en un vallista de reconocido mérito: José Alonso Valero.  En su prueba, 400 vallas, iba igualado con Marceliano Ruiz hasta la séptima valla e incluso llegó a adquirir una ligera ventaja cuando, al abordar el décimo obstáculo, se cayó, “quizá porque no llegaba a la valla, frenado por el viento”. “Marceliano, que iba fuerte, lo sorteó como pudo, sin pisarlo de milagro, y venció mientras el recordman español se quedaba sentado sobre el tartán santiagués”. Marceliano acabó aquella accidentada carrera en 51.98.

Del lanzador de disco Sinesio Garrachón, claro triunfador con 54,94 (Vara quedó segundo con 49,76), se escribió: “Nadie como Sinesio ha dominado en los últimos años su prueba. Las nueve victorias seguidas son, por supuesto, algo inédito en nuestro atletismo masculino”.

De Santiago también salieron vencedores estos otros atletas: Javier Martínez (10.91 en 100), Ángel Heras (21.68 en 200), Benjamín González (46.56 en 400), Colomán Trabado (1:50.28 en 800), Antonio Campos (14:00.74 en 5.000), Domingo Ramón (8:27.07 en 3.000 obstáculos), Javier Moracho (13.98 en 110 vallas), Roberto Cabrejas (2,20 en altura), Alberto Ruiz (5,20 en pértiga), Ramón Cid (16,38 en triple), Martín Vara (17,20 en peso), Augusto Lao (70,78 en jabalina), Raúl Jimeno (65,70 en martillo) y Francisco Botonero (1h31:46 en 20 km. marcha).

Las mujeres gallegas fueron más efectivas que los hombres gallegos. Mientras que en categoría masculina solo Isidoro Hornillo pisaba el podio al ser tercero en 400 metros con 47.57, “hundiéndose mucho al final”, en la femenina destacó preferentemente la viguesa María José Martínez Patiño, segunda en 100 vallas con 14.59, siendo superada por María José Martínez Guerrero, 14.30, lo que significaba para esta su décima medalla de oro consecutiva en la prueba; y quedó tercera en 100 metros, 12.41, con victoria de la júnior catalana Teresa Rioné, 12.36, quien acabaría ganando también los 200 con 25.18.

La pontevedresa María Jesús Sanguos tendría la recompensa de un bronce en los 400 metros vallas al correrlos en 62.18, carrera ganada por la salmantina Rosa Colorado con 60.20.

Y en disco, la coruñesa de Boimorto Ángeles Barreiro, que estaba pisando la cúspide, se clasificó tercera con 40,86, quedándose con el título de manera contundente Encarna Gambús, 48,56.

Dolores Rizo, a la derecha, con Cristina Agustí en la final de 3.000 metros en los Campeonatos de España de 1988 en la pista viguesa de Balaídos (J.P.)

Con la mejor de las recompensas, la deseada presea de oro, se despidieron igualmente de Compostela estas atletas: Montserrat Pujol (54.90 en 400), Mayte Zúñiga (2:12.65 en 800), Mercedes Calleja (4:24.13 en 1.500), Pilar Fernández (9:26.22 en 3.000), Isabel Mozún (1,80 en altura), Olga Dalmau (6,28 en longitud), Enriqueta Díaz (12,80 en peso), Natividad Vizcaíno (48,60 en jabalina) y Teresa Palacio (25:43.59 en 5 km. marcha).

En esos campeonatos del año 82 también se decidieron los triunfadores en los dos relevos por clubes: en hombres, Antorcha en 4×100 (41.20) y FC Barcelona en 4×400 (3:13.35); en mujeres, el mejor en ambos fue el Amira (46.76 en 4×100 y 3:54.38 en 4×400).

El día último de la competición, el 8 de agosto por la mañana, las gentes del atletismo español acudieron a la Catedral compostelana para postrarse ante el Apóstol Santiago. La ofrenda al santo la realizó el presidente de la Federación Española, Juan Manuel de Hoz, siendo contestado por el arzobispo de Santiago, Monseñor Ángel Suquía. A continuación, funcionó el Botafumeiro.

Se repitió la historia. La historia de un viento furibundo en Vigo en la cita de 1988, al igual que había sucedido en 1982 en Santiago. Y eso provocó que anulara “casi todas las marcas de velocidad y saltos horizontales”, según Atletismo Español.

Hubo, en esta ocasión, un mayor protagonismo por parte de los atletas gallegos, aunque, curiosamente, un hombre valorado con muchos quilates como Alejandro Gómez no estuvo afortunado en los 5.000 metros; lo que ofreció el vigués en la pista, quedando sexto, fue resaltado como “sorpresa negativa”.  Menos mal que el santiagués Manuel García Gendra cogió la bandera del buen fondo gallego y concluyó en segundo lugar (13:53.82); el triunfo se lo adjudicó Juan Carlos Paul (13:53.44).

En el estadio de Balaídos, la mejor nota la obtuvieron dos lanzadores y ambos de forma rotunda: David Martínez, el coruñés de Betanzos, consiguió su segundo título nacional al lanzar 56,70 metros en disco, y Julián Sotelo, el cántabro con raíces gallegas, lograba su segundo oro en jabalina con un tiro de 69,60.

También se subió al podio de los 400 metros vallas, en este caso en el tercer escalón, el compostelano Santiago Fraga (51.29); la carrera fue ganada con 50.25 por el atleta que dominaba la disciplina con suficiencia esos años, José Alonso Valero, que en la ciudad viguesa obtenía el que era su octavo título.

Se han quedado además en la historia estos otros triunfadores: Javier Arques (10.25 en 100), Cayetano Cornet (20.87 en 200), Ángel Heras (46.50 en 400), Colomán Trabado (1:49.73 en 800), Jaime Villalonga (3:55.48 en 1.500), Juan José Rosario (28:44.40 en 10.000), Carlos Sala (13.67 en 110 vallas), Juan Uzkueta (8:31.88 en 3.000 obstáculos), Arturo Ortiz (2,26 en altura), Antonio Corgos (8,15 en longitud), Alberto Ruiz (5,25 en pértiga), Santiago Moreno (16,46 en triple), Matías Jiménez (16,82 en peso), Francisco Fuentes (68,60 en martillo), José Marín (1h23:05 en 20 km. marcha), Carlos Azulay (7.197 puntos en decatlón), y el equipo Larios (relevos 4×100 con 40.53 y 4×400 con 3:13.16).

La viguesa Estela Estévez, con Joaquín Pérez, tras abandonar la carrera de 3.000 metros en el certamen nacional de 1988 (J.P.)

La estadounidense de Kansas nacionalizada española, Sandra Myers, se convirtió a ojos de Atletismo Español en la “auténtica reina” del certamen al conquistar tres medallas de oro. En 100 metros, una carrera polémica al dar el juez la salida cuando las atletas “no habían llegado a la posición de listos”, se impuso con 11.42 a Blanca Lacambra (11.57) y Lourdes Valdor (11.73) empujadas por un viento inadecuado de más de 2 metros (2,71). También venció en 200, con 23.47, a Blanca Lacambra (23.52) con viento reglamentario, y contribuyó igualmente a que su equipo, el Kelme, ganara el relevo 4×400 (3:41.88).

La lanzadora de disco Ángeles Barreiro tuvo que sentirse muy satisfecha por su triunfo después de haber mantenido una feroz lucha con Sonia Godall, que estuvo en cabeza del concurso hasta el momento de realizarse los tiros de mejora. La gallega había cometido dos nulos y en su mejor lanzamiento solo alcanzó 47,30 metros; la catalana, sin embargo, en ese momento disponía de dos tiros superiores (50,14 y 52,16). Pero en la oportunidad de la mejora, Ángeles Barreiro se desquitó con unos 54,26 (y tuvo dos nulos más) que no fue capaz de sobrepasar Sonia Godall; esta finalizó el tramo decisivo con 50,82, 51,22 y un nulo.

Muy emocionante resultó la carrera de 1.500 entre Lourdes Miquel y la viguesa Estela Estévez ya que “mantuvieron un bello duelo en la última recta, resuelto a favor de la primera por un margen estrechísimo”.  Y tanto. Solo hubo dos centésimas de diferencia. Lourdes Miquel ganó con 4:21.25.

De Balaídos también salieron como campeonas estas atletas: Mayte Zúñiga (53.98 en 400), Rosa Colorado (2:02.68 en 800),  Dolores Rizo (9:20.47 en 3.000), Ana Isabel Alonso (32:41.27 en 10.000), María José Mardomingo (13.81 en 100 vallas), Cristina Pérez (52.27 en 400 vallas), Mónica Calvo (1,77 en altura), Isabel López (6,28 en longitud), Margarita Ramos (15,31 en peso), Natividad Vizcaíno (48,04 en jabalina), Mari Reyes Sobrino (22:41.22 en 5km. marcha), María Díez (5.323 puntos en heptatlón) y el conjunto A.E. L´Hospitalet (46.64 en 4×100).