El secreto estaba en la gimnasia
Un atleta completo, plusmarquista y doble campeón nacional de decatlón (1934 y 1935) que nunca se desgajó de la Sociedad Gimnástica de Pontevedra. Un entusiasta del deporte a lo largo de su vida. Porque Celso Mariño (Pontevedra, 1910-1992), médico de profesión, fue también entrenador de fútbol del Real Club Deportivo, cuando el equipo coruñés se estrenó en Primera División la temporada 1941-42, y asimismo presidió el Pontevedra Club Fútbol al iniciarse la década de los 70. Pero su carrera atlética, labrada con todo el entusiasmo propio de la juventud, está jalonada de buenas actuaciones, sobresaliendo, además de sus logros en decatlón, el campeonato de España de jabalina y la plusmarca española de peso, ambos obtenidos en 1935.
Después de haberse producido tres aplazamientos, los federativos catalanes pretendían, en 1934, organizar en su región el Campeonato de España de decatlón en el mes de diciembre, lo que provocó que Diego Ordóñez escribiera: “Por lo visto habían olvidado en Barcelona que en esa época los guipuzcoanos y gallegos están pasados por agua y no pueden entrenarse”. Discrepancias al margen, el torneo se llevó a cabo el 10 y 11 de noviembre en el estadio de Berazubi en Tolosa (Guipúzcoa), pero no por ello los atletas se libraron del mal tiempo. “Pista “pesada”, terrenos de impulso resbaladizos, instrumentos de lanzar mojados, humedad y frío por todas partes…”.
En ambiente tan desapacible se desenvolvió con autoridad Celso Mariño, acompañando su triunfo con el récord de España en una doble gesta. Diego Ordóñez, comprobando las marcas realizadas por el pontevedrés destaca “la regularidad de su actuación y el equilibrio de su capacidad física”, algo que era “superior por mucho” a la de todos los que con anterioridad a él habían hecho la prueba de decatlón en España. Elogiosas palabras que amplía con un examen pormenorizado sobre el gallego: “Nos encontramos ante un tipo de atleta sólido y aceptablemente mecanizado, al que de naturaleza sólo le faltan unos centímetros de talla, y de técnica un mejor estudio de las carreras lisas” para “producir” un decatlón “de regular clase europea”.
Es consciente de que esta “primera insuficiencia”, la estatura, “no podrá corregirla” porque Celso Mariño ya no está “en edad de crecer”, pero sí puede mejorar la segunda, aunque para eso tiene que proponérselo. En su análisis establece que haciendo 58 segundos en 400 y 5:05 en 1.500, “que no es mucho pedir para él”, y consiguiendo sus habituales 11,60 en peso, 35,00 en disco, así como 45,00 metros en jabalina, “que no logró en Berazubi por culpa del agua”, el pontevedrés “rebasaría netamente” los 6.000 puntos, algo que situaría el récord español de decatlón “a la altura que corresponde al nivel medio del atletismo español hoy”.
La observación que realiza Ordóñez no se detiene en eso, sino que aporta más información: “Quizá los mejores resultados de Mariño, especializado, fueran conseguidos en los saltos, pero en rigor su tipo atlético no puede ser definido como de saltador. Para lo que gastamos en España, Mariño es lo que podríamos llamar un lanzador ágil, con buenos nervios y mejores “resortes”, que le permiten saltar bien”.
Entre los seis atletas que estuvieron en Berazubi, nadie mejor que Celso Mariño. “Su victoria ha sido fácil”, expone Ordóñez. “En primer lugar porque es el mejor atleta español hoy en día. Y, en segundo lugar, porque las ausencias de Agosti y Consegal, la forma algo corta de Iguarán y la incomparecencia de Sánchez Arana en la segunda jornada, le hicieron más sencilla todavía la labor…” Los 5.748,78 puntos que obtuvo (le arrebató el récord español a Luis Agosti, 5.736,98 el 9 de octubre de 1932) fueron conseguidos con las siguientes marcas: 100 metros, 11.9; longitud, 6,03; peso, 11,355; altura, 1,65; 400 metros, 1:00.4; 110 vallas, 17.9; disco, 31,81; pértiga, 3,15; jabalina, 41,26; y 1.500 metros, 5:28.2. Y detrás del triunfador se clasificaron Andrés Iguarán, 5.395,63; Ramón Llanos, 5.011,625; el también gallego Claudio Pérez Hermida, 3.204,585; y González, 2.922,86.
El 26 de octubre de 1935, Celso Mariño estaba defendiendo su título en las pistas barcelonesas de Montjuic frente a otros once decatletas. Cuando finalizaba la primera jornada ocupaba la segunda posición (iba líder Iguarán), pero José Corominas, en las páginas de La Vanguardia, mostraba su fe en él y lo seguía situando en primerísimo lugar entre los favoritos, “pese a la excelente calidad de sus adversarios, sobre todo Iguarán y Gil”.
En ese primer día de competición, Mariño había sido cuarto en 100 metros con 12.3/10, siendo el mejor en la distancia el castellano Domínguez, 11.7/10; quedó segundo en longitud, 6,08, mientras Iguarán se iba hasta los 6,14; nadie lo superó en peso, 11,40; fue tercero en altura, 1,55, y la victoria para Pujol, 1,60; y se fue a la sexta posición corriendo los 400 en 59.1/5, con Iguarán líder con un registro de 55.4/5.
Segundo día. 27 de octubre. El plusmarquista nacional saldó su cara a cara con las pruebas que faltaban de este modo: sexto en 110 vallas, 19.1/5, siendo el mejor Consegal, 17.4/5; segundo en disco, 34,06, quedando en primera posición el guipuzcoano Celaya, 36,85; en la pértiga franqueó los 3,00 metros, lo que le valió para ser tercero y el guipuzcoano Fernández, con 3,30, acabó primero; no se le encogió el brazo al pontevedrés lanzando la jabalina y nadie fue mejor que él al conseguir 50,94 metros; y en los 1.500, prueba ganada por el catalán Fraga en 4:04.1/5, hizo su aparición en meta en novena posición, 5:39.
Celso Mariño ratificaba así su victoria del año anterior al sumar 5.634,05 puntos (en Galicia Atlética se le otorgan 5.657,85), el subcampeonato se lo llevó el guipuzcoano Iguarán, 5.433,57, y la tercera plaza fue para el castellano Gil con 5.433,085. El mejor situado entre los representantes catalanes fue Consegal en cuarto lugar, 5.114,05, seguido de su compañero Fraga con 4.868,835. Y en sexta posición quedó Celaya con 4.784,061.
En el espacio que le dedicó La Vanguardia a la competición, se resalta en un titular: “El doctor Celso Mariño, de la Federación Gallega, brillante vencedor”. Refiere que consiguió “una puntuación excelente” y que incluso pudo haberla mejorado: “De no haber sido por los resultados flojos logrados en la primera sesión hubiese rozado los 6.000 puntos batiendo, desde luego, ampliamente el récord”. En cuanto a Andrés Iguarán se escribe que “sin estar en su mejor forma supo conservar la ventaja adquirida el sábado en las pruebas de su especialidad y pese al retorno impresionante del castellano Gil, logró colocarse en segunda posición”.
El periódico barcelonés muestra, además, su afecto al ganador con este párrafo en verdad agradecido: “Felicitamos a Mariño, el notable atleta gallego que ha revalidado su título de campeón de España, demostrando su gran afición y condiciones para el atletismo y consiguiendo que su club, la Sociedad Gimnástica de Pontevedra, sea considerado como uno de los mejores de la península”.
De regreso en Pontevedra la Sociedad Gimnástica le ofreció un merecido homenaje, según cuenta Alfonso Posada en Galicia Atlética, quien, asimismo, se refiere a una entrevista que le hicieron en el semanario madrileño As, interesándose por conocer cuál era el “secreto” de los éxitos pontevedreses. “Muy sencillo”, explicaba Celso Mariño, “porque nos iniciamos en la gimnasia sueco-alemana, combinación de dos sistemas que tienen una gran ventaja y es que participan de las características de la sueca: su acción correctiva, que no es tan marcada en la alemana, y de las aptitudes de ésta, que se oponen a los movimientos detenidos de la sueca, buena por su acción correctiva, pero perniciosa en ciertas edades”.
Parece evidente que Celso Mariño tenía un gran interés por la gimnasia, la practicaba, ya que la Sociedad Gimnástica difundía este deporte al igual que el atletismo, y de hecho él fue uno de los seis integrantes del club que obtuvo el segundo puesto en el primer Campeonato de España de Gimnasia (Gran Semana Gimnástica), celebrado en Madrid el 12 de diciembre de 1930. Creció, por lo tanto, alimentándose con la preparación gimnástica, que fue algo que también propagaba desde la entidad a la que pertenecía. Lo recordaba en el Diario de Pontevedra, cuando falleció en abril de 1992, R. Taboada Poza, señalando que había conocido a Celso Mariño con cuatro o cinco años porque era amigo de dos tíos suyos. “Recuerdo”, escribió, “que a los ocho años me llevó a la Gimnástica para hacer deporte y gimnasia sobre todo”, cuando “ya era una figura nacional en el atletismo”, estando tanto él como Joaquín González “como instructores”.
Como no solo ejercía de decatloniano, compareció, como es natural, en Campeonatos de España de pista para mostrar sus buenas condiciones en determinadas especialidades. A la que más sustancia le extrajo fue a la prueba de jabalina, con la que consiguió cuatro medallas.
Tras quedarse con la medalla de bronce con el dardo tanto en 1933 como en 1934, con marcas de 44,81 y 48,50, respectivamente, se creció en 1935, un año muy intenso para él, con alegrías que fueron más allá de los Campeonatos de España absolutos. Era el 5 de mayo cuando, en las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid, con motivo de la segunda edición de los Campeonatos de España Universitarios, Celso Mariño situó la plusmarca española absoluta de lanzamiento de peso en 12,91 metros (el récord anterior pertenecía a Antón Durán con 12,87 desde el 25 de marzo de 1932) y además de conquistar el título nacional universitario de la modalidad uniría también los de disco, jabalina y martillo.
Hubo que aguardar al mes de agosto, días 24 y 25, para observar a un pletórico Mariño subirse tres veces al podio en Tolosa para recoger un oro y dos bronces. El oro se lo llevó por lanzar la jabalina a 52,805 metros (récord gallego), y los bronces en peso, 11,86, y en pértiga, 3,10.
Su última presencia en los Campeonatos de España de pista tuvo lugar en 1940 en las instalaciones barcelonesas de Montjuic. En ellas, el pontevedrés se colgó la presea de bronce en jabalina al lanzar 44,85 metros, y quedó quinto en salto con pértiga con 3,00, y sexto en disco con 32,69.
Pero es conveniente dar un paso atrás. Al año 1936. Relata Posada, en Galicia Atlética, que el pontevedrés estuvo presente en los campeonatos castellanos de la Federación Cultural Deportiva Obrera de Madrid donde su actuación con la jabalina resultó espectacular, de tal manera que llegó hasta la considerable distancia de 54,48 metros, lo que significaba récord de España pero que, lamentablemente, no llegó a ser homologado.
Este mano a mano, en un intento de récord, entre Celso Mariño y Luis Agosti se produjo el 14 de junio y José Corominas, en su libro Medio siglo de atletismo español 1914-1964, da cuenta de lo sucedido aquel día de tan aciago recuerdo para el atleta gallego: “… una deficiente organización impidió conocer la jabalina utilizada, para comprobar sus medidas, pues si bien las dos utilizadas pesaban reglamentariamente, una de ellas era inferior a la longitud requerida”.
En Galicia, en 1932, por esas cosas que a veces suceden, hubo dos Campeonatos de decatlón de carácter regional el mismo año (el 19 y 20 de marzo uno y el 17 y 18 de septiembre otro) y ambos fueron ganados por Celso Mariño. Pero también acumuló ocho títulos gallegos más en diferentes pruebas: dos en pértiga (1933 y 1941), y uno en 110 vallas, altura y longitud, estos tres conseguidos también en 1933; disco (1935) y peso y jabalina (1942).
Era poseedor de cinco plusmarcas gallegas en julio de 1936 cuando se paralizó la actividad debido a la Guerra Civil. Los datos figuran en Galicia Atlética recopilados por el tenaz Alfonso Posada: 6,36 metros en longitud y 5.784 puntos en decatlón en 1934, y 3,20 metros en pértiga, 12,73 metros en peso y 52,80 metros en jabalina en 1935.
Entre la vasta nómina de entrenadores del Real Club Deportivo figura Celso Mariño en la temporada 1941-42, cuando el equipo de fútbol se situaba en Primera División. La competición, ganada por el Valencia, la finalizó en cuarto lugar entre catorce equipos participantes, según mencionan Pedro de Llano (Bocelo) y Eladio Muiños, autores de un libro que abarca 82 años de historia del club coruñés. En aquel conjunto figuraban, entre otros, los jugadores Acuña, Pedrito, Víctor, Muntané, Cuqui, Reboredo, Elícegui, Chacho… y se destaca que fueron “innumerables los partidos que se ganaron en Riazor a costa de una tensión insufrible, mantenida dolorosamente hasta el último minuto…” Y aunque la campaña 1942-43 la inició como técnico deportivista el jugador Eduardo González Valiño, Chacho, este acabaría dimitiendo y sería otra vez Mariño quien se haría cargo del equipo.
Su interés por el fútbol está más que probado y fue quien organizó -al parecer en unión de Enrique Nieto- la Escuela Gallega de Entrenadores de este deporte, de la que fue director. Y también accedió a la presidencia del Pontevedra CF en la temporada 1970-71.
Desde el mismo año que falleció, la Sociedad Gimnástica de Pontevedra decidió no olvidarse de Celso Mariño y desarrolla anualmente una competición atlética que lleva su nombre.
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