Domador como nadie de la pértiga, artista principal en asombrosos estadios en los que se hizo gigante con seis títulos mundiales y uno olímpico, el ucraniano Sergei Bubka tuvo la fortuna de saltar, el domingo 22 de agosto de 1993, en una de las plazas más hermosas del mundo: la del Obradoiro, en Santiago de Compostela, en el mismo lugar donde concluyen su camino de aventura los peregrinos y donde se reconforta el espíritu. En este monumental escenario, en la plaza protegida por la fachada oeste de la Catedral que acoge el sepulcro del Apóstol, también por el Pazo de Raxoi, el Hostal de los Reyes Católicos (antiguo Hospital Real) y el Colexio de San Xerome, Sergei Bubka realizó siete saltos, de los cuales solo tres fueron válidos, para salir victorioso al sobrepasar los 5,70 metros. Con él, en esta jornada lúdica de atletismo en la calle, estuvieron su hermano Vasily, el catalán y medallista olímpico Javier García Chico, y los también españoles Ignacio Paradinas, Isaac Molinero y José Manuel Arcos.
La atracción era Sergei Bubka, como no podía ser de otro modo. Quien fue capaz de batir el récord del mundo en 35 ocasiones entre 1984 y 1992, a la fuerza tiene que ser una figura admirada, casi venerada. Mundo Deportivo se hizo eco en 2013 de unas palabras del pertiguista bielorruso Dmitriy Markov sobre el ucraniano que definen con nitidez la dimensión del personaje: “Bubka no salta. Vuela. Todos los demás saltamos, pero si quieres competir con él tienes que estar preparado para volar”. Sergei llegó en 1994 a los 6,14 metros al aire libre y 6,15 en pista cubierta.
Paralelo al Pazo de Raxoi se ubicó aquel 22 de agosto del 93 el escenario para ver en acción sobre todo al gran Sergei, quien llegó a pedir algo más de pasillo de salto y se le añadió una plancha a las ya existentes para que su longitud fuese de 51 metros por 1,40 de ancho; frente al saltómetro se instaló una pequeña grada para 200 espectadores. Se dijo que unas cuatro mil personas habían presenciado el espectáculo, la mayoría de las cuales, claro está, permanecieron de pie. La tarde noche en el Obradoiro se vio cercada en algún momento por sombríos nubarrones, pero la lluvia no compareció en la fiesta, aunque sí el molesto viento.
Sergei Bubka inició el concurso en 5,30 cuando ya habían quedado eliminados Ignacio Paradinas, en 4,90, e Isaac Molinero y José Manuel Arcos, los dos en 5,10. Paradinas manifestó a El Correo Gallego “lo emocionante que es competir con el público tan cerca porque te da mucha confianza; a veces puede llevarte en volandas”. Y en términos parecidos se explicó Arcos: “Es una experiencia muy gratificante para el atleta el saltar acompañado de un ambiente tan fenomenal como éste. El público es muy importante”.
El viento, convertido en un inesperado invitado, se erigió en la gran preocupación. Una cinta se agitaba a veces con furor sujeta al soporte de un micrófono. A Sergei, su hermano Vasily le indicaba el momento idóneo para efectuar el salto. Pero su entrada en acción supuso una decepción generalizada puesto que no llegó ni a pasar su cuerpo por encima del listón.
Mientras Vasily Bubka franqueaba los 5,30 en el segundo intento, no le sucedía lo mismo a Javier García Chico, por lo que de nuevo le correspondió saltar al atleta que atraía todas las miradas: Sergei Bubka. El Obradoiro se sintió invadido por un silencio que sobrecogía, solo roto por el batir de rítmicas palmas que intentaban espolear al más grande de los grandes. Por dos veces Sergei detuvo su carrera y provocó que se escucharan silbidos. El presentador del evento buscaba la complicidad del público e insistía en que se animase al atleta. Y el atleta, ¡pero qué atleta!, superó los 5,30 aunque no por ello se tenga que hablar de una ejecución que hubiese transmitido facilidad y belleza.
Una vez superados a la tercera tentativa los 5,30 por parte de García Chico, éste se quedó frente a la nueva altura de 5,50 en unión de los hermanos Bubka. Vasily no pudo con ella, el catalán necesitó de dos saltos para sobrepasarla y Sergei, esta vez sí, salvó el obstáculo limpiamente a la primera, con total solvencia, dejando un considerable espacio entre él y el listón.
Cuando el reto a superar indicaba los 5,70, tal empresa solo le correspondía afrontarla a Javier García Chico y Sergei Bubka. El español se aferró a la garrocha totalmente rígida un par de veces por debajo del listón y aunque a la tercera oportunidad su felino ataque le dio para franquearlo acabó derribándolo. Hubo muchos aplausos para él mientras saludaba a la gente. Después manifestaría su descontento “por el viento que ha estado soplando, ya que al ser racheado pone muy difícil subir, lo que obliga a que utilicemos en los saltos pértigas más blandas de lo habitual”.
Vasily continuaba protegiendo a Sergei, por lo que a una indicación suya el campeonísimo realizó el salto con valentía, superó los 5,70, escuchó encendidos aplausos y se le vio sonreir. El ucraniano entonces solicitó que se pusiera la altura de 6,03 lo que, de superarla, al menos así lo propagó el presentador, supondría la mejor marca conseguida en un salto con pértiga en la calle (el animador del evento explicó que su registro mejor era de 5,80).
El público estaba volcado con Sergei Bubka. La atmósfera parecía propicia para la proeza. El ucraniano, sin embargo, no se acopló a tanto entusiasmo como se desprendía a su alrededor y derribó sin contemplaciones el listón en su primer intento por encima de los 6 metros. En los dos restantes (la carrera del último salto la emprendió a las 21.49 horas) su vuelo no fue tal porque se quedó por debajo de la barra que debía superar.
El ex atleta José Alonso Valero ejerció de manager de Sergei Bubka en su comparecencia en el Obradoiro, preocupándose en todo momento de que los saltadores estuvieran a gusto. Se quejó de que las condiciones meteorológicas no fueran las idóneas para la exhibición “porque”, dijo, “el viento y el agua son grandes enemigos de este tipo de competiciones y precisamente el viento ha obligado a saltar con pértigas más blandas, con las cuales aunque te impulses más, cuesta todavía más rebasar el listón”.
De “un magnífico espectáculo deportivo” lo calificó Xosé Sánchez Bugallo, concejal del Ayuntamiento de Santiago, quien entregó los trofeos a los participantes.
Jesús Alonso Braña, delegado en Santiago de la Federación Gallega de Atletismo, estaba sorprendido por la cantidad de gente que se había congregado en el Obradoiro, mencionando también haber distinguido a “atletas de toda Galicia que vinieron para ver la prueba”. “El sitio no es el mejor”, indicó, “porque el público no ve y sería muy caro poner más gradas”. Y concluyó: “Yo creo que tanto Bubka como García Chico han cumplido sobradamente”.
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