Todo empezó en Samil
A lo lejos, las Cíes se mostraban grandiosas y contemplativas. En Samil, unos jóvenes que disfrutaban de la playa decidieron anudar unas algas y convertirlas en una trenza larga para realizar saltos de altura. En el grupo, Ángeles Mandado (Vigo, 1950) se mostró con una agilidad imprevista, lo que llevó a uno de sus amigos a decirle que debía acercarse a Balaídos para practicar atletismo. No recuerda cómo se produjo ese crucial momento en que acudió al estadio, pero el caso es que llegó a él y ya se encontró tutelada por Antonio Fernández, el único entrenador a lo largo de su carrera. De saltar altura y longitud inicialmente pasó a correr los 100, 200 y 400 metros de manera eficaz. Tocó la cúspide en 1969 cuando, en Madrid, se convirtió en campeona de España de 400, dando así un crucial paso adelante puesto que en 1968 había sido segunda.
Cuando el año 1967 estaba aportando ya sus últimos suspiros, Vigo volvió a disfrutar de su tradicional Gran Premio de Navidad, prueba de pedestrismo con tradición. Mientras en categoría masculina, la pugna entre Javier Álvarez Salgado y Carlos Pérez se resolvió al sprint a favor del primero, entre las mujeres se hizo notar Ángeles Mandado, atleta del Celta (su anterior club había sido el Comesaña). En un recorrido de 750 metros fue mejor que sus compañeras de equipo Loli García y Pilar Sanmartín. Ese factótum que es Alfonso Posada escribió entonces en Atletismo Español: “Hay que resaltar los extraordinarios progresos en resistencia de Ángeles Mandado, que el verano pasado hizo 12.7 en 100 y 26.6 en 200”. Y le auguraba un porvenir halagüeño: “Ángeles puede hacer “estragos” en la próxima época de pista”.
Las marcas que le atribuye Posada en 100 y 200 en ese verano de 1967, no las había conseguido Ángeles en los Campeonatos de España celebrados en Vallehermoso, en Madrid. Había realizado peores registros y no estuvo en la final de estas pruebas. Pero sí tuvo la oportunidad de arañar una medalla de bronce con el equipo de Pontevedra en el relevo de 4×100 metros, en el que también estaban Rodríguez, Filgueira y Guzmán. Guipúzcoa ganó con 50.6, Barcelona hizo 50.7 y Pontevedra 50.9.
Todavía no había llegado el momento cumbre para Ángeles, pero se estaba acercando. Cierto es que también ella ponía todo su empeño porque para nada rehuía el entrenamiento a diario. Y no debe sorprender tanto entusiasmo porque ha llegado a confesar que acaso los momentos más gratificantes de su vida los encontró siendo atleta. Para ella fue un período de tiempo excepcional. Los Campeonatos de España de 1968 volvieron al escenario de Vallehermoso, en julio, y allí, después de imponerse en una de las semifinales de 400 metros, obtuvo la medalla de plata con 59.5. La victoria, clara, fue para Josefina Salgado con 58.5. La tercera posición la ocupó María Rosa Sierra, 59.7.
El relevo corto pontevedrés se mostró más resolutivo que el año anterior y por eso retornó al podio, pero esta vez ocupando la segunda posición. Con Mandado estuvieron pasándose el testigo Guzmán, Salgado y Filgueira. Para estas cuatro mujeres el crono se quedó en 50.4, y para Zaragoza, vencedora, en 49.2; la tercera posición la ocupó Barcelona, 50.6.
Los Campeonatos de España de 1969 se disputaron en Vallehermoso, en los primeros compases de julio. La consagración atlética de Ángeles se produjo en aquel momento. En Atletismo Español se explicó la final de 400 metros en estos términos: “Josefina Salgado tomó el mando desde la salida con buen ritmo y dio la impresión de que iba a superar al resto de participantes, pero en la segunda curva, Ángeles Mandado recuperó visiblemente terreno y ya en la recta superó a Josefina Salgado que posiblemente por el fuerte ritmo inicial o por verse acosada se descompuso un poco y fue superada por Mandado que ganó bien”. La viguesa, triunfadora también en su serie, finalizó en 58.2, lo que significaba el récord del campeonato. Josefina Salgado terminó en 59.0 y Catalina Marcos en 1:00.3. La sexta posición la ocupó otra viguesa: María Dolores García, 1:02.0.
Tal vez había acudido a Madrid convencida, o tal vez no, de que podía convertirse en la campeona de España en su prueba favorita. Su momento de forma era bueno, pero una pequeña duda siempre surgía. Sin embargo, Ángeles llevaba consigo el estímulo permanente de su entrenador. “Antonio me animaba mucho y me decía que podía conseguirlo”, recuerda. Para nada lo defraudó. Además, en este torneo nacional obtendría una nueva medalla, de bronce, en los 200 metros. Tras ganar la primera serie en 26.0, en la final, en la que hizo 25.9, se vio superada por María Luisa Orobia, 25.0, y Concepción Lázaro, 25.5.
Para que la felicidad fuera completa, le llegó la ocasión de ser internacional. Acudió a Atenas donde, el 16 y 17 de agosto, hubo el enfrentamiento femenino Grecia-España y otro masculino de categoría júnior entre ambos países. Las mujeres españolas vencieron 66 a 51, y los jóvenes de nuestro país sucumbieron con holgura: 131 a 81. Ángeles revive con satisfacción aquel momento. “Fue un viaje muy bonito”. Aunque a decir verdad su participación se pudo ver en peligro porque dos semanas antes había estado indispuesta. “Me puse una inyección y me hizo reacción”. A pesar de que su novio le indicaba que no se desplazara, ella, viéndose ya recuperada, no perdió tan golosa oportunidad de defender a su país. Su empuje solo le valió para cerrar la clasificación de los 400 metros (1:01.2), batida por la helena Dimosthemous (59.0), Josefina Salgado (59.3) y la otra competidora griega, Rieizi (1:00.0).
¿Por qué Ángeles no fue más veces internacional? Lo tiene claro: “No me dio tiempo”. Cree que si hubiese tenido más continuidad en el atletismo, tal vez podría haberlo sido alguna vez más. Porque en 1970 se casó con Manuel Ángel Rivas, también atleta, y tuvo descendencia muy pronto. Abandonó ese año el deporte en el que tanto había disfrutado. En el ranking de la temporada 1970, Ángeles era segunda en 400 metros con 58.2 (lideraba la prueba Coro Fuentes, 57.3), en los 200 estaba tercera con 25.9 (María Luisa Orobia era primera con 25.0), en los 800, carrera que afrontó pocas veces, sus 2:19.7 le daban para ser quinta (mandaba Coro Fuentes con 2:12.6), y en los 100 metros tenía 12.5 y estaba sexta (la mejor era Orobia con 12.1).
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