“Soy gallega, no le des más vueltas”
El triunfo de Ana Peleteiro en la cita mundialista sub-20 de Barcelona 2012, aunque resultó espectacular y tuvo gran repercusión, situó a la saltadora ante un horizonte tal vez confuso, impensable. “Cuando gané el Mundial y batí el récord”, dijo en diciembre de 2013 en El Mundo, “de repente pasé de ser una niña que no conocía nadie a despuntar y sobresalir en el deporte. Se me echó todo encima, me vino un poco grande”. Pero ya en el momento de esta confesión estaba agarrada con ganas a un futuro prometedor. Y es que reveló que “voy poniendo cada cosa en su lugar y por mucha presión que me pongan los medios de comunicación y la gente que me rodea, yo sé cómo estoy trabajando y las metas que ponerme. Voy a cumplir mis expectativas, no las de los demás”.
Cierto que se vio acompañada por espléndidas actuaciones y el éxito estuvo de su parte, pero no es menos cierto que la atleta gallega sorprendía de cuando en cuando con decisiones que representaban una pequeña sacudida en el ambiente. Dejó de entrenarse en Ribeira y pasó a hacerlo en el Centro de Alto de Rendimiento de Madrid, una situación que asimiló a la perfección. “Estoy súper a gusto”, contó en el citado diario El Mundo cuando iba declinando 2013. “Hacerte atleta en un pueblo donde no tienes casi nada te hace más fuerte y lleva a que aprecies más las cosas. Ahora en Madrid me siento afortunada por tener fisio, por las instalaciones, el entrenador… Además, me encanta la ciudad. Estoy feliz”.
Discurría el mes de abril de 2016 cuando se supo de su decisión de instalarse en Lisboa para ser entrenada por Joao Ganso, el técnico que llevaba los pasos de Nelson Évora y Susana Costa. Con ambos atletas ya había estado alguna vez en la capital portuguesa conociendo el lugar de entrenamiento y su modo de trabajar. Con el cambio pretendía conseguir la mínima para los Juegos Olímpicos de Río de ese año y, según La Voz de Galicia, “quitarse la presión de vivir permanentemente bajo el foco del atletismo español (…) y relajarse para ofrecer su mejor versión ahora que las lesiones le han dejado trabajar…”
No duró demasiado tiempo su experiencia lisboeta. Sucedió que Joao Ganso decidió dejar de entrenar a todos sus saltadores excepto Susana Costa, por lo que Ana Peleteiro se tuvo que buscar otro entrenador, según manifestó en El País Alberto Suárez, representante de la atleta gallega. Por lo tanto, en el mes de octubre de ese mismo año 2016 ya se estaba entrenando en Guadalajara con Iván Pedroso, al que ya conocía. El cubano dijo en el periódico madrileño que Ana le había mencionado que “necesitaba cambiar y me pidió que la entrenara”. También reveló que preguntó a la Federación Española de Atletismo si existía algún impedimento para esta relación y dado que no lo había “la recibí con los brazos abiertos”. En este asunto intervino igualmente Ramón Cid, director técnico nacional, explicando que a Ana Peleteiro “hay que ayudarla siempre, aunque a veces sea complicado”. “No podemos permitir que se pierda como atleta”.
Aquella muchachita que saltaba 10,51 metros a los 14 años cuando disfrutaba de su primera campaña en el equipo Atlética Barbanza (figuró en él hasta 2013) terminaría convirtiéndose en una atleta de campanillas, en una reina del tartán que se sintió admirada no solo por la gente que acude a los estadios. Su popularidad se hizo notoria y resultó de lo más normal el verla de protagonista en algún que otro espacio televisivo. Su vida interesó y ella la desgranó con naturalidad.
“Con tres años, mi madre me apuntó a ballet. Salía de allí con más energía de la que entraba”, reconoció en la revista Mujerhoy en marzo de 2020. “A los cinco, le dije: “Mamá, estoy muy guapa con el tutú, pero no es lo mío”. Así que mi padre me llevó a atletismo y me encantó desde el primer día”.
Preguntada sobre lo que sabía de sus raíces africanas, comentó: “Nada. Mi sangre es medio negra medio gallega. Mi madre biológica es gallega, pero no la conozco. Me adoptaron a los dos días de nacer. Quiero ir a África, me gustaría conocer mis orígenes, pero no busco a mi familia biológica (…) Siempre supe que era adoptada, pero mis padres no podían contarme más porque no tenían información”.
Y Ana Peleteiro, en esta misma conversación, remarcó rotunda: “Soy gallega, no le des más vueltas”.
Nadie podrá discutirle que ha sido una mujer acostumbrada a situarse en el podio. Además de sus medallas más brillantes, también obtuvo otras. En los Campeonatos de Europa sub-20 de 2013 el mes de julio en Rieti (Italia), de las dos preseas conquistadas por atletas españoles una de estas recompensas, de bronce, fue para Ana cuando saltó 13,29 en la última oportunidad, mientras la victoria se quedaba en poder de la italiana Cestonaro con 13,41.
De los Campeonatos de Europa sub-23 celebrados en julio de 2017 en la localidad polaca de Bydgoszcz, se trajo una magnífica plata después de dominar la final de triple en sus tres primeras rondas. Fue en su segundo intento cuando llegó a 14,19, lo que sin embargo no fue suficiente para arrebatarle el oro a la rumana Elena Panturoiu (14,27). El bronce se lo adjudicó la francesa Rouguy Diallo (13,99).
Antes de entrar en acción en los Campeonatos de Europa en Berlín 2018, Ana declaró en El Correo Gallego que su objetivo era mejorar su marca, aunque solo fuera por un centímetro. “Llevo un par de semanas entrenando entre algodones porque el cuerpo está a tope, escuchando a mi entrenador y mentalizándome”. Había bajado de peso desde que estaba con Iván Pedroso. “Cuando empecé con él pesaba 60 kilos (…) y aquí vengo con 57 y medio. Me he esforzado en estar ligera de peso, cuidando mucho la alimentación”.
El miércoles 8 de agosto se enfrentó a la calificación (la marca exigida en triple era 14,05) y se plantó en 14,27 en su primer salto, quedando eliminadas las otras dos españolas: Patricia Sarrapio (13,87) y María Vicente (13,50). Una más que satisfecha Ana Peleteiro, dijo tras su actuación: “Estaba tan relajada que me pregunté si no me estaba pasando algo”.
La final se disputó el día 10 y en ella se situó segunda con su primer salto de 14,42, por detrás de la alemana Kristin Gierish, 14,45. Cuando la griega Papahristou se colocó en cabeza en el segundo salto con 14,60, Gierish era segunda y Peleteiro tercera. Estos puestos se convirtieron en inamovibles hasta el final. Una vez que la rumana Panturoui, cuarta, no pudo avanzar al ser nulo su último intento, Peleteiro, con la medalla asegurada, realizó el postrero salto de 14,44 que la situaron a un centímetro de la medalla de plata. “En el último salto, si hubiese talonado bien podría haber ganado. El inconformismo nos hace grandes. Me quedo con lo bueno”, manifestó la española. Papahristou, la gran favorita, quedó campeona europea con 14,60.
De Glasgow, en 2019, se despidió Ana como una diosa con su medalla de oro en triple salto conquistada en los Campeonatos de Europa de pista cubierta. Primero debió superar la calificación establecida en unos exigentes 14 metros y 20 centímetros. No pudo con ellos (esta marca solo la lograron tres concursantes), pero la gallega saltó 14,15, que fue la cuarta mejor de las ocho finalistas.
El domingo 3 de marzo se celebró la final en la ciudad escocesa. No empezó bien Ana. Hizo dos saltos nulos. A la cabeza del concurso se situó la conocida griega Papahristou con 14,50, pero ya no pudo disfrutar más de ese lugar de privilegio. Y eso ocurrió una vez que la atleta gallega, en su tercera tentativa, situaba su última huella en unos magníficos 14,56. Nadie la desbancaría de la primera plaza. Pero todavía tuvo tiempo para mejorarse a sí misma recreándose en un cuarto salto antológico. Sus 14,73 se convertían en el récord español dejando atrás los 14,64 de Carlota Castrejana. Ana finalizó el concurso con dos saltos nulos. En el podio estuvo acompañada por Papahristou (14,50) y la ucraniana Saladukha (14,47).
“Estoy muy contenta, satisfecha de todo el trabajo que he hecho y feliz de que poco a poco las cosas vayan saliendo”, manifestaría Ana Peleteiro en El Correo Gallego dos días después de su extraordinaria actuación en Glasgow. “Detrás hay mucho esfuerzo, mucha dedicación. Soñar en grande y no hacerse pequeña ante ninguna circunstancia”.
Y al requerírsele qué había hecho Iván Pedroso para que se produjera un cambio en ella, dijo: “Me ha hecho ver que no soy menos que nadie ni tampoco más. Tener los pies en la tierra y trabajar muy duro para ver si realmente era la saltadora que decían que era. Poco a poco se va confirmando que equivocados no estaban, pero la que estaba equivocada era yo”.
Otra medalla para resaltar con todo su brillo en la nutrida vitrina es la de bronce que consiguió el 3 de marzo de 2018 en los Mundiales de pista cubierta en Birmingham (Reino Unido). Una medalla importante. Grande. “España se merecía ya una alegría por mi parte porque siempre me ha apoyado en los momentos duros que he tenido. Hoy salté por mi familia, por mi entrenador y sobre todo por España”, diría en El Correo Gallego.
Se situó en tercera posición cuando efectuó su tercer salto con 14, 18 (en los dos primeros logró 13,18 y 13,82) y se puso segunda cuando hizo 14,40 en el cuarto y con la jamaicana Kimberly Williams liderando la prueba con 14,48. Pero al saltar la venezolana Yulimar Rojas 14,63 la primera posición fue para ella y se llevó el oro, quedando la plata para Williams y el bronce para Ana. Esta indicó que Iván Pedroso “siempre me dice que no desaproveche las oportunidades que me da la vida porque nunca sabes si volverán”; a su entrenador lo definió como “salvavidas”. “Sabe lo que decirme en cada momento y me hace confiar en mí misma”.
Pocos días después de salir triunfante en Birmingham, Ana Peleteiro recibía en su Ribeira natal el cariño de sus vecinos, en un homenaje donde se le reconocía su brillante currículo atlético (en 2012 ya le habían otorgado la medalla de oro de la ciudad). Y allí estuvieron a su lado sus padres José Manuel y Carmen, el alcalde Manuel Ruiz, Isidoro Hornillos y Marta Míguez, secretaria xeral para o Deporte de la Xunta de Galicia.
No tuvo sin embargo Ana igual éxito en sus otras dos comparecencias mundialistas bajo techo: en Portland 2016 fue la undécima con 13,59, y en Belgrado 2022 quedó octava con 14,30. Y contabiliza también dos participaciones en Mundiales al aire libre: Londres 2017 y Doha 2019, aunque en ninguna de ellas tuvo la dicha de ser medallista.
Su debut mundialista al aire libre se produjo, pues, en el Reino Unido. Había completado la lista de las doce finalistas en la última posición, pero en la final, el 6 de agosto, estuvo crecida aunque tuvo el infortunio de lesionarse. En su tercer intento alcanzó unos buenos 14,23 y con ellos entró en la mejora (entre las seis primeras). Fue en su cuarto intento cuando se acabó toda esperanza de una gesta mayor. Cayó lesionada, hizo después un nulo y renunció a su último ensayo. Posteriormente explicaría en El Correo Gallego que había sido “solo una contusión”. Finalizó en séptima posición el concurso ganado por Yulimar Rojas (14,91). La atleta de Ribeira mostró su satisfacción por encontrarse “entre las ocho mejores del mundo” pero no disimulaba cierta rabia ya que “podía haber hecho un salto más largo”.
Aunque en su intervención mundialista en Doha (Catar), en octubre de 2019, lo que más saltó fueron 14 metros y 47 centímetros, que le dieron la sexta posición, Ana se despidió satisfecha de esta cita al máximo nivel. “Un sexto puesto está bien, pero quería más, tengo espíritu ganador”, explicó en El Mundo. “Me dolía bastante el pie, notaba molestias al saltar y por eso estoy contenta, no lo analizo como una mala competición”. En el certamen, la atención estuvo centrada en la fabulosa Yulimar Rojas, que se quedó a 13 centímetros del récord mundial (15,50) de la ucraniana Inessa Kravets.
Torneo universal con calor y algún momento desagradable del que hizo mención Ana Peleteiro: “Pasé por muchas experiencias incómodas. Viví situaciones como tener que entrenar con mallas largas porque en cortas estaba incómoda, sentía que me miraban. Se me olvidó la acreditación y me tuvieron que sentar durante una hora mirando si era yo o no, mientras a un chico no le hicieron ni la mitad de las cosas que me hicieron a mí. No fue agradable”.
Mandando con autoridad en el triple salto español, obtuvo la plusmarca nacional con 14,73 (pista cubierta) en 2019, y 14,77 y 14,87 (aire libre) en 2021. En el ámbito absoluto, ha ganado los Campeonatos de España en sala en siete ocasiones: 2014, 2016, 2017, 2018, 2020, 2021 y 2022; y cinco veces al aire libre en 2015, 2017, 2018, 2019 y 2021.
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