Los atletas aguardan, en la calle de San Francisco, la salida en la IV Carrera Pedestre Popular de Santiago en 1981 (El Correo Gallego)

Si el infatigable y tantas veces triunfador Mariano Haro, el atleta que solo tenía como enemigo su propio sprint, realzó con su presencia la Carrera Pedestre Popular de Santiago en 1980 (dio él la salida), un año después los organizadores, conscientes de que el terruño era próspero en corredores de fondo, decidieron que era el momento de homenajear a los mejores gallegos, a los que más habían destacado a lo largo del tiempo. Y para realizar esta labor de selección acaso nadie mejor que el historiador Alfonso Posada (Galicia tiene en él una permanente veta de oro informativa). Lo que determinó fue considerado asunto de ley. El 25 de octubre de 1981, los corredores repletos de historia que recibieron el calor de la gente en el Obradoiro fueron: Javier Álvarez Salgado, Manuel Augusto Alonso, Carlos Pérez, Francisco Rama, Enrique Graña, Antonio y José Teixeira, José Castro Ruibal, Ramón Tasende, Estanislao Durán, Rubén Sanmartín y José Manuel Rodríguez, “Palelas”.

No hacía demasiados años del boom del pedestrismo popular (puede considerarse 1978 como el de la eclosión), pero fue un movimiento que se consolidó de forma rápida. En la que era la cuarta edición de la Carrera Pedestre Popular de Santiago, la de 1981, se llegaron a inscribir exactamente 6.181 personas (niños y mayores), una cifra desde luego nada desdeñable. Sin embargo, no todo el mundo era partidario de estas manifestaciones. El mismo Alfonso Posada tenía sus reticencias, aunque, aquel 25 de octubre, llegó a manifestar que hacían “una propaganda inestimable” del atletismo; consciente de que proliferaban estas carreras en la región, “aunque de muchas no se tenga noticia”, elogiaba la compostelana: “Ninguna se puede comparar con ésta”.

Carlos Pérez, presente en tres Juegos Olímpicos, sabedor del desapego de gente hacia el pedestrismo popular comentó que, en su época de atleta, había visto en diferentes países “grandes concentraciones atléticas cuando nosotros teníamos otras ideas en España”.  Y explicaba su razón de ser: “Aquí ya sabemos que vienen una serie de atletas a ganar, se mentalizan para ello. El resto viene simplemente a participar, pero siempre suele sobresalir alguno. Y ahí entramos nosotros, entrenadores, ojeadores, para tratar de atraerlos al atletismo”.

Carlos Pérez dirigiéndose a sus compañeros homenajeados y familiares el domingo 25 de octubre de 1981 (R.B.)

El coruñés Enrique Graña, dos veces internacional, era contrario a que en las pruebas populares interviniesen los atletas federados, aunque admitió que podía haber una carrera para aficionados y otra para federados. Tuvo, eso sí,  palabras elogiosas hacia la prueba de El Correo Gallego: “La organización estuvo fenomenal, digna de un largo aplauso”.

Quien estaba emocionado de verdad era el coruñés Francisco Rama, tres veces campeón gallego de cross en los años 40. “No esperaba que se acordasen de mí. Estoy temblando en este momento”, dijo.  Y el lucense José Manuel Rodríguez,  más conocido por “Palelas”, que fuera  plusmarquista gallego de 800, se mostraba feliz: “Para mí resulta agradabilísimo que se acuerden de uno los organizadores de una carrera popular”. Y también José Teixeira, con tres títulos nacionales de 3.000 obstáculos en los 50, reflejaba cierta sorpresa por haber sido convocado “después de 30 años de haber dejado el deporte”, lo que, contó, “me ha permitido el darle abrazos a amigos míos de aquellos tiempos”.

Mientras a  Rubén Sanmartín, el vilagarciano que estuvo en el Cross de las Naciones, le llamaba la atención el elevado número de gente que había concurrido a la cita atlética, el coruñés Ramón Tasende, campeón de España de 5.000, no daba crédito a que otros compañeros y él fueran homenajeados “ya que”, manifestó no sin amargura, “en Galicia no se acuerdan de nadie y menos de los de casa”; pero también comentó de la prueba: “Pienso que esto es lo máximo que se ve en Galicia”.

Además de ser homenajeado, Estanislao Durán, campeón de España de 1.500, todavía estaba en activo y había acabado la carrera compostelana  en séptima posición aquel 25 de octubre; en realidad era su primera toma de contacto con la competición después de haber estado lesionado. El atleta de Moaña decía rotundo: “Es un acontecimiento deportivo sin igual en Galicia”.

Los portugueses Guillermo Alves, izquierda, y Delfín Moreira en la prueba compostelana del 81 (El Correo Gallego)

La dificultad que entrañaba la salida de los atletas desde el mismo Obradoiro se subsanó en 1981 al situar el punto de partida en la calle de San Francisco. Los portugueses, que ya habían comparecido en 1980, se volvieron a adueñar de la carrera. Los gallegos Landín, Durán o Feijoo se quedaron rezagados tan pronto como los lusitanos Guillermo Alves y Luis Costa se decantaron por un ritmo casi abrasador. Cuando se había superado más de la mitad del recorrido (constaba de unos 15 kilómetros) se quedó en solitario el jovencísimo Alves, 19 años, tal vez sin darse cuenta de que un amenazante compatriota, Delfín Moreira, se iba acercando peligrosamente.  En el instante en que Delfín, el ganador de 1980, sobrepasó a Alves lo hizo dándole una palmadita a su paisano, palmadita que le fue devuelta cariñosamente pero sin que Alves fuese capaz de seguirlo. En la meta, única, del Obradoiro, Delfín Moreira se hacía con su segundo triunfo consecutivo, y Guillermo Alves terminaba segundo y Luis Costa lo hacía de tercero, completando así un podio netamente portugués. El santiagués Javier Fernández Feijoo, perteneciente al Deportivo, acabó cuarto.

Después, Delfín Moreira habló de que la prueba compostelana tenía para él “un significado especial” porque su victoria de 1980 le había dado “coraje”. “Con ello”, sentenció, “pude demostrar que no era tan flojo como pensaba mucha gente. Incluso sirvió para darme mayor confianza a mí mismo”.

En el acto de entrega de premios también los homenajeados recibieron un pequeño trofeo (no estuvieron presentes Álvarez Salgado, Alonso, Castro Ruibal y Antonio Teixeira) y, posteriormente, se celebró con ellos una comida. Jesús Alonso Braña, delegado local de la Federación Coruñesa, resaltó en la misma que se trataba de “una reunión de amigos y que se sentía muy honrado, al igual que los miembros de la comisión organizadora, por la presencia de todos ellos”. Carlos Pérez, por su parte, rememoró viejos tiempos atléticos y lamentó que no hubiese ningún atleta de Ourense en el homenaje.