Hay que ser pura dinamita

Gregorio Pérez Rivera lo descubrió jugando al balonmano. Sus temibles tiros a portería causaban asombro y, después de convencerlo, lo reclutó para el atletismo. Fernando Tallón (Baralla, Lugo, 1946) hizo surgir sus magníficas condiciones y supo lanzar la jabalina de manera primorosa, de tal manera que en 1968 conseguía su primer récord de España con 73,92 metros. En 1975 puso la plusmarca definitiva en 81,80, un registro que supone toda una época. Y es que Tallón fue el indiscutible número uno con el modelo de jabalina que se ha dado en llamar antiguo. Además de eso, inscribió su nombre como campeón nacional seis veces. Estuvo convocado con la selección española en 25 ocasiones.

En el momento en que Tallón se dispuso a competir el 7 de noviembre de 1975 en el estadio madrileño de Vallehermoso, el récord nacional de jabalina estaba en poder de Gonzalo Juliani con 80,08 desde 1973. Ese día comenzó con un lanzamiento de 76,02, después 73,90, a continuación hizo un nulo, en su cuarto tiro llegó a 77,68, alcanzó en el quinto unos ya muy buenos 79,16 y únicamente le aguardaba un último intento para poder conseguir la plusmarca. “Yo emprendí la carrera y me pareció que no iba bien”, recuerda. Por eso se paró y desanduvo el corto trayecto. “Cogí la carrera otra vez y…” ¡Soberbio! La jabalina se desplazó hasta los 81,80 metros. Tallón se apoderaba del récord. Y allí presente, cuenta el lucense, se encontraba Juliani y su esposa, recién casados.

El lucense Fernando Tallón (Atletismo Español)

Precisamente, de Gonzalo Juliani como jabalinista tiene esta opinión: “Era un hombre muy voluminoso, sin velocidad en la ejecución, no era explosivo. Porque el lanzador de jabalina tiene que ser pura dinamita, si se me permite la expresión. Lanzaba muy lentamente pero como tenía gran envergadura, lo consiguió a base de entrenamiento. Quiero decir que sus condiciones innatas no eran muy buenas como lanzador de jabalina”.  Pero tiene de él la mejor de las consideraciones: “Como persona era un extraordinario chaval”.

Nueve años después de que Tallón alcanzara los 81,80 en Madrid, el alemán oriental Uwe Hohn dejaba asombrado a todo el mundo al conseguir en Berlín, el 20 de julio de 1984, un registro impresionante: 104,80 metros (desde 1983, el récord mundial lo poseía el norteamericano Petranoff con 99,72). Parecía claro que las dimensiones de los estadios ya se quedaban pequeñas para hombres como Uwe Hohn. Existía un peligro evidente y que cortó de raíz la IAAF al decidir que se cambiara el centro de gravedad de la jabalina para que así se acortara su vuelo (el 1 de abril de 1986 comenzó a lanzarse con el nuevo artefacto). A Tallón nadie había sido capaz de superarlo en España, por lo que consta como plusmarquista hasta 1985; lo que ha sucedido a partir de 1986 ya es otra historia…

El gol como resultado final de una jugada bien elaborada. El gol como explosión de júbilo colectivo. Ahí, en la consecución del gol, estaba en Lugo Fernando Tallón con su equipo de balonmano. “Tenía un fuerte disparo y la puntería. En cada partido a lo mejor yo marcaba siete u ocho goles. Era un lanzador saltando en suspensión, no me metía en lo que es la defensa, tiraba desde atrás”. Era, por lo tanto, eficaz. Y debió ser observado, claro está, por alguien más que por Gregorio Pérez Rivera, impulsor del atletismo lucense. Y es que cuenta que quiso ficharlo el Vulcano, conjunto que se movía en una de esas elevadas categorías donde ya tiene que imperar, colectivamente, un gran talento. Pero se dio cuenta de que “el balonmano era muy duro” temiendo ser lesionado, por lo que, al cabo de un par de años de estar dedicado a él, aceptó de buen grado la propuesta de Pérez Rivera para hacerse atleta.

En Lugo, donde las condiciones para la práctica del atletismo no favorecían lo más mínimo, se acrecentaba la figura de Gregorio Pérez Rivera, don Gregorio, que fue sacando de la nada una pléyade de atletas que acabó causando sensación. “Era un hombre extraordinario”, comenta. “Fue el gran impulsor del atletismo lucense, el que lo llevó todo y catapultó a cotas impensables. Todo lo solventaba. Estaba en todos los lados, programaba las pruebas… Era una persona entrañable”.

Entre dificultades fue creciendo, no obstante, Tallón, de tal modo que sus posibilidades se veían venir, de ahí que acabó ingresando en la Residencia Joaquín Blume de Barcelona por una exclusiva razón: “Me habían dicho que había mejores entrenadores de jabalina y Porras era un hombre preocupado por terminar su carrera de Medicina, un exnadador y…” Lo cierto es que no estaba satisfecho con el resultado de esa unión y tiempo después optó por cambiar para la residencia existente en Madrid para ponerse a entrenar con José Luis Torres. “Me cambié tratando de mejorar técnicamente y sí mejoré por la preparación física que me dio Torres, pero no mejoré lo que yo esperaba”.

Consiguió seis títulos de campeón de España de lanzamiento de jabalina (Atletismo Español)

Hasta 1968 parece claro que se movió por detrás del zaragozano Alfonso Carlos de Andrés, al que no pudo superar en los Campeonatos de España de 1966 y 1967; tampoco este último año lo batió en los Juegos Mediterráneos de Túnez, donde Tallón fue tercero con 64,10 y Carlos de Andrés segundo con 66,98. Pero el panorama cambió radicalmente en 1968. Ese año el lucense le arrebató el récord nacional (primero 73,92 y después ya se distanció a 74,86) y fue para él el inicio de sus seis títulos nacionales. En las pistas de Vallehermoso, el 14 de julio de 1968, obtuvo la medalla de oro al lanzar 70,24, mientras que Alfonso C. de Andrés se llevaba la plata con 66,26 y el bronce era para Solabarrieta, 65,54. Dado que en aquel certamen además de Tallón había quedado campeón José Luis Martínez en martillo, en Atletismo Español se refrendaba lo que era una evidencia a voces: “¡Ah!, y nuevamente la demostración de que Lugo, la Federación que preside Pérez Rivera, sigue aportando especialistas de primerísimo orden”.

Ya se había situado como dueño y señor en lo que era lanzar la jabalina. Quedó patente en los Campeonatos de España de 1969, de nuevo en Vallehermoso. Venció con holgura, 69,24, con sus rivales más directos, Francisco Ruiz y José María Sanza, muy distanciados al conseguir 58,88 y 58,60. La situación del momento no era nada brillante para el conjunto de lanzamientos si nos atenemos a lo que se decía en Atletismo Español: “En el lanzamiento de disco el interés estuvo centrado en Banzo, pero éste no dio ocasión a que nadie se entusiasmara. Lo mismo habría que decir de la jabalina, en la que sólo Tallón acercándose a los setenta metros daba impresión de ser un auténtico especialista. El nivel de esta prueba es flojo, lo mismo que el de peso y el disco. Son los “baches” del atletismo nacional, porque en estas disciplinas se progresa mucho en el mundo y aquí estamos estancados”. Pero aún con todo este retraso asignado, Tallón ratificó el 9 de noviembre de 1969 esas palabras de que sólo él parecía ser un “auténtico especialista” al superar su plusmarca nacional en Madrid, situándola así en 75,50 metros.

Le cundió el año 1970. Lo completó de manera muy satisfactoria. En tres ocasiones superó su récord español. Nada más comenzar el mes de mayo puso la plusmarca en unos magníficos 76,62, lo que, atendiendo a lo que faltaba todavía de temporada, prácticamente todo, auguraba tal vez algún éxito más. ¡Claro que los hubo! Volvió a revalidar su título de campeón de España. Esa vez el oro lo adquirió con una marca de 76,18, con superioridad clara sobre Gonzalo Juliani, 70,16, y Dorronsoro, 66,50.  En el torneo de aquel año habían sobresalido atletas como Juan Carlos Jones, Francisco Suárez Canal, Rafael Blanquer… y también el lucense, del que quedó esta evidencia en Atletismo Español: “Fernando Tallón, que está demostrando cada día que pasa que está en situación de coordinar un tiro y mandar la jabalina muy cerca -más allá, más acá- de la línea de los 80 metros”.

Se hizo notar en la Universiada de Turín de aquel año 1970, el 2 de septiembre, donde fue octavo y el ganador, el húngaro Nemeth, lanzó 81,94. Recogió así aquel momento Pedro Escamilla: “Tallón entusiasma a la gente. Sus tiros de calentamiento llegan al borde de la línea de 80 metros. Le aplauden. En su primer tiro se va a los 75,48 que le darán la octava plaza definitiva. Luego se agarrota. No mejora”. Fuese o no aquello una premonición, el caso es que días después, el 17 de septiembre, colocaba su récord en 77,30 metros y todavía explotaría algo más su buena forma el 13 de noviembre, cuando clavó su plusmarca en 78.04 metros.

Con el trofeo Barón de Güell al mejor deportista español de 1970

Tanto esfuerzo tuvo recompensa. La Delegación Nacional de Educación Física y Deportes le otorgó, en los premios anuales de 1970, la Copa Barón de Güell. La revista Deporte 2000 mencionaba: “Lanzador de contrastes, Fernando Tallón tiene, al decir de los técnicos, grandes posibilidades de llegar a los 85 metros. Su temperamento, a veces en exceso reconcentrado, posiblemente responsabilizado en demasía, marca una curva de descenso en los intentos inexplicable”. Pero también aportaba esto: “La Copa Barón de Güell viene a premiar la ejemplaridad del mejor deportista español del año, un muchacho que comenzó “jugando” y que ha terminado en una espectacular y electrizante especialización”.

Después de transitar por una nube a plena satisfacción, se rompió la magia. Una rotura de fibras dejó maltrecho a Tallón algo así como tres campañas (en 1971 tuvo como mejor marca 76,20 y fue campeón nacional con 73,26, en blanco se quedó el año 1972, y en 1973 alcanzó 67,06).  Atribuye el percance a que se inició en el atletismo “muy tarde”, con 18 años, pero también afirma categórico que “eso fue como consecuencia de los malos entrenamientos que tuve. El exceso de pesas. Tú si vas a coger mucha fuerza pero le quitas elasticidad al hombro no haces nada, te vas a romper. Yo era un hombre muy fibroso y no necesitaba tanta pesa; pesas más dinámicas y buscarle más que nada elasticidad”. Y sobre este particular, todavía agrega más: “Yo hice siempre las marcas fuera de temporada porque el exceso de pesas que me metían en Madrid no me dejaba explotar. Tenía falta de elasticidad y soltura y tenía que esperar un poco más”.

La decepción se adueñó de él en este momento doloroso, quedando afectado por “el abandono por parte de la Federación”, algo que volvió a revivir años después, una vez recuperado el récord nacional, al producírsele una lesión en la espalda (espondilolisis) que podría tener graves consecuencias. Sobre esta segunda lesión afirma: “Fue un trauma terrible porque después de estar construyendo el edificio, cuando vas a poner el último ladrillo se te derrumba todo”.

Indiscutible número uno con el modelo de jabalina que se ha dado en llamar antiguo (Atletismo Español)

Con Tallón debilitado en un primer momento por la rotura de fibras no pudo defenderse de la amenaza que suponía Gonzalo Juliani, de tal manera que éste le arrebató el récord español en 1972 con 78,12. Y ya tenía Juliani 80,08 desde 1973 cuando el lucense, ya recuperado, se plantó en esos magníficos 81,80 en 1975, que han perdurado en el tiempo. En ese instante crucial de volver a ser plusmarquista pertenecía al Club Fútbol Barcelona (también estuvo en el San Fernando de Lugo y en el Ministerio del Ejército). Los dos últimos títulos nacionales los celebró en 1974 y 1975 al conseguir tiros de 63,96 y 72,76 metros, superiores, por tanto, a los de los rivales que más se le aproximaron: E. Díaz, 61,70; P. Vera, 55,36 (en el 74); y G. Juliani, 68,22 y J. Zabala, 62,90 (en el 75).

Dado que la adversidad lo acabó cercando a pesar de conseguir 78,84 metros en 1976, la dolencia en la espalda le obligó a un abandono prematuro. Parece claro que todavía disponía de recursos para haber avanzado más. Suele comentar de unos lanzamientos de exhibición en Estepona, nada oficial, con atletas finlandeses en acción, donde la jabalina le voló muy lejos. “El tiro peor que hice fue sobre 85 metros. Estaba en una forma extraordinaria.”, afirma orgulloso.

Dejó la jabalina y cogió el equipaje. Estuvo ocho años por Centroamérica. Recorrió Honduras, Guatemala, Costa Rica y Nicaragua. “Me fui para allá en calidad de agregado cultural. Me pagaba la embajada. Vivía allí muy bien. Tenía derecho a las mismas ventajas que disfrutaba un diplomático”.  En Honduras, por ejemplo, estuvo trabajando en la Universidad Autónoma. “Me hice cargo del departamento de deportes; yo diseñé las pistas de atletismo de tierra batida con una paleadora porque allí no tenían nada”…

De regreso en Galicia, desde la Xunta se le encomendó que pusiera en funcionamiento la instalación deportiva de Monterrei, en Ourense, cosa que llevó a cabo, aunque avatares políticos acabaron después truncando el ilusionante proyecto inicial.